Ayla entró dubitativa en la cueva oscura. No le habían contado casi nada de la Cámara de los Elementos. Veía una cámara circular, excavada en roca viva. En seis puntos alrededor de la habitación se hallaba cada uno de los elementos, una verdadera fuente viviente de pura energía elemental. No eran las simples formas reflejadas que se veían en el plano material, sino esencia elemental misma, pura y absoluta.
Cerca de la puerta, próximo a Elenril, había un pedestal que expulsaba a borbotones llamas puras. El fuego era cálido, vibrante y glorioso, sus colores más ricos y brillantes que los de cualquier fuego mundano. Ardía sin combustible, proyectando una luz pura y trémula sobre la habitación.
Dos líneas surcaban el suelo formando un ángulo de 60 grados que, junto al pedestal de fuego, completaban un triángulo. Una de las líneas acababa en un pedestal de agua pura elemental. La otra, en un pedestal de hielo elemental. El agua manaba y se movía, cambiando de ola a gota y de gota a charco, mientras fluía en su podio. El hielo era más manso, reposado como un gran cristal. Parecía bajar y subir lentamente, pero nunca mientras lo estuvieses mirando directamente.
Juntos, formaban la primera tríada de elementos. El triángulo era tan grande como la habitación, pero sólo contenía la mitad de los elementos. Justo al otro lado del Fuego estaba el pedestal de la Luz elemental. Irradiaba una brillantez que resultaba dolorosamente hiriente; formaba el segundo triángulo. La Tierra se encontraba al otro lado del Hielo, el único elemento que no parecía crecer o fluir, sus cambios sólo serían perceptibles tras varios días de estudio. Enfrente del Agua estaba el Aire, formando un torbellino apenas visible.
Era la Estrella de los Elementos. Dos triángulos entrelazados, pero a la vez separados. Cada uno contrapuesto a su hermano espiritual. Tierra Y hielo. Aire y Agua. Fuego y Luz.
Mientras Ayla contemplaba maravillada esta nueva obra maestra, Elenril se le acercó hablando mientras le clavaba sus ojos grises pálidos. Había una cierta tristeza y melancolía en su mirada.
-La mayoría de los usuarios de magia, si se les diese la oportunidad, elegirían su elemento, su especialidad, por el poder. No porque sientan una especial conexión. No. Me temo que eligen el Fuego porque es el más eficaz a la hora de causar destrucción. Eligen la Luz porque es la mejor para matar a un enemigo. Eligen el Agua porque creen que se harán una fortuna. Eligen el Aire porque quieren controlar los vientos. Y así sucesivamente.
-Por eso se dejó de enseñar la teoría de los elementos a los jóvenes magos, porque a pesar de los peligros, los discípulos corrían hacia un conocimiento muy poderoso, y sin estar preparados. Porque en los Círculos de Arda existen seres muy poderosos directamente vinculados a los elementos. Los planos de origen de esos seres y esta realidad en la que vivimos se entrelazan o se pueden comunicar. Los dragones, los maiar, los temidos balrogs, otros demonios… Seres elementales de gran poder. Y los que usan el poder del Vacío. Contra ellos luchó Zelene.
-La diferencia entre alguien como tú, Ayla, y la mayoría de los que quieren aprender magia reside en que tú no eliges el elemento, sino que el elemento te elige a ti. Y sin embargo tú realmente amas el elemento, y por ello parece que lo puedes comprender mejor. De otro modo, sólo serías un mago.
Su voz era suave, cariñosa, melódica. Ahora no se notaba su habitual urgencia, esa incapacidad de detenerse ante un alumno poco aventajado. Ayla le tenía por un hombre obsesionado con buscar respuestas, con la investigación. Incapaz de detenerse ante nada ni nadie. Sin embargo, en sus ojos había un brillo de complicidad, de alguien interesado en oír otras teorías.
-Ahora a la pregunta que nos atañe. La pregunta que te hice el primer día de tu visita. ¿Cómo es que el Hielo puede alimentar el Fuego? ¿Has podido pensar en alguna teoría con lo que has aprendido de los elementos?
Ayla miró los pebeteros con los elementos, mientras caminaba alrededor de ellos en silencio. Al cabo de un rato se paró, miró a Elenril, y le contestó: -Porque así está escrito en las canciones de los Ainur. Es el orden natural de las cosas y no se debe alterar. Cuando me formulaste la pregunta, lo concebí como un equilibrio, y sigo en mi posición, pero con modificaciones. Cuando llegué aquí concebía el equilibrio como dos elementos opuestos que tratan de ajustarse entre sí. Me equivoqué, no es un equilibrio de dos, sino de tres... Lo tienes aquí representado en ésta cueva.
Ayla dibujó en el aire la tirada de Luz, Tierra y Aire.
-La cuestión es: ¿qué es lo que mantiene unidos a cada tríada de elementos? es decir ¿qué es lo que los armoniza?
Ayla se situó en el centro. -¿Qué elemento está aquí? Es la confluencia de los tres elementos, la mezcla de Tierra, Aire y Luz por un lado, y Hielo, Agua y Fuego por otro. En él tales elementos se crean y destruyen constantemente generando una fuerza que lo mantiene todo. Y es la confluencia de todo éste amalgama lo que hace que la energía más pura sea posible, la unión de todos los elementos en uno solo y es a la vez esa interrelación la que hace posible la coexistencia de todos ellos.
En el centro, Ayla pudo ver una representación de las dos tiradas superpuestas, "Anwa".
-En cuanto a la pregunta, ¿por qué el hielo alimenta el fuego? La respuesta fácil es porque así está escrito por los Ainur cuando cantaron las canciones de creación de Arda, es decir, porque es el orden natural, pero debe haber una explicación compleja. Muy pocos conocerán la respuesta, y yo por desgracia aún no me incluyo entre ellas… Si habláramos de elementos mundanos, estaría clara la respuesta. Sería imposible que el hielo alimentara el fuego, pero estamos hablando de elementos más puros que incluso los mágicos, elementos TAR, se rigen por reglas diferentes, reglas que escapan del entendimiento normal. No se rigen por reglas físicas o mundanas, ni tan siquiera mágicas. Aquí me habéis enseñado las reglas por las que se rigen, así como me habéis enseñado a respetarlas. Cuando llegué pensaba que conocía la respuesta, tal vez estuviera encaminada, pero cuanto más me habéis enseñado, mas dudas me han surgido. Ahora, veo varias realidades diferentes que se rigen por reglas naturales distintas. ¿Por qué el calor debe evaporar el agua y la vez debe apagar el fuego? Porque ese es el orden establecido, pero cuando hablamos de elementos Tar el orden cambia, y se produce la situación cuestionada, que el hielo alimenta el fuego. La respuesta que te doy, es porque “así es y así son” las reglas por las que se rigen estos elementos.
Elenril le escuchó con atención, sin interrumpirte en ningún momento. Parecía conforme con su respuesta, aunque con matices.
-Bien respondido Ayla. Como puedes ver, una pregunta tan sencilla y obvia nos ha llevado hacia un hermoso misterio. Tu respuesta es muy ambiciosa, como también lo eres tú. Realmente no te preguntaba el porqué, tan solamente el cómo, sonrió.
-Como bien dices, sería imposible que el hielo alimentara fuego, pero estamos hablando de elementos más puros. La pregunta de ¿cómo es posible? surge cuando se está pensando en el Hielo incorrecto. Los elementos que vemos aquí, en el plano material, no son los verdaderos elementos. Son una mera sombra del material elemental que se usó para crear el mundo. No puedes utilizar el mundo material como base para entender el universo. En nuestro mundo, vemos pequeñas sombras de elementos mutilados. Se destruyen unos a otros. Se contaminan entre sí con sus propias impurezas. El hielo que alimenta el fuego se convierte en agua, que ahoga el fuego. Esto sucede porque no es puro y verdadero Hielo. Si lo fuera, no se fundiría. Se convertiría en algo más.
-Sí, algo más. Sería la esencia del elemento, no una tosca manifestación. Podemos verlo en el mundo que nos rodea, metafóricamente, todos los días. El agua se congela, generando hielo. El hielo y la escarcha consumen los campos durante el invierno; extraen toda su humedad destruyéndolos. Cuando llega la primavera, si las plantas no han sobrevivido, son alimento para el fuego. Ésta lleva cenizas al cielo que genera nubes que producen más agua. El agua crea más hielo con lo que el ciclo vuelve a empezar. Un ciclo de creación. La otra tríada funciona de la misma manera. La tierra destruye la luz; cualquiera que haya cavado un hueco profundo puede asegurártelo. El relámpago corta el aire como una cuchilla terrible y el aire no puede hacer nada para detenerlo. El aire sopla contra las montañas milenio tras milenio, desgastándolas. Un ciclo de muerte. Pero mueve el ciclo en dirección contraria: la Luz alimenta la Tierra, dotando a las plantas de energía para crecer. Las plantas alimentan al Aire y lo reabastecen. El Aire colisiona durante las tormentas, dando lugar a los relámpagos. Un ciclo de creación.
-Debes entender ese principio, atrever a cuestionar las cosas que no son obvias… Allí está la clave, lo único que debo potenciar en ti. El resto de las cosas te las enseñarán otros, o la vida. Pero la búsqueda, la duda, las preguntas. El perder el miedo a equivocarte. El conocimiento debe estar siempre por encima del orgullo. Asegúrate de incomodarte cada vez que te pregunten por lo que hemos discutido aquí. No hables de ello a la ligera. Hay muchas pruebas en el camino que has elegido. Una de las más importantes es la capacidad de soportar cualquier cosa en la búsqueda del conocimiento.
-Lo que te han enseñado aquí es cómo funcionan las cosas, una teoría… Más allá del mundo espiritual y de las creencias, esta forma de ver Arda produce resultados. Y al final eso es lo que cuenta. No podemos pretender descifrar el porqué último de las cosas, pero sí encontrar modos de aprovechar las energías que nos rodean.
-Tu observación acerca de los elementos superiores formados por los de cada tríada es interesante. Lo que nosotros pensamos que es “fuego” o “hielo”, poco tiene que ver con los conceptos que manejaremos. Existen dos tríadas, cada una de ellas tiene tres formas, una fluida, una energética y otra sólida. La primera tríada trata la temperatura, pero en el sentido amplio. Se le denomina “TALMA”, y estamos hablando de la textura, el fundamento de Arda. El Fuego es la pura representación del calor; es la esencia de la tríada en su forma energética. Carece de peso o masa, aunque en cierto modo posee sustancia. El Hielo es la esencia de la tríada en su forma sólida. No es agua helada, sino la esencia solidificada de la tríada. Dado que está en reposo, es sólido y está muy frío. El Agua es la esencia de la tríada en movimiento. Tiene masa pero es fluida. Puede calentarse o enfriarse, pero en su estado natural no está ni fría ni caliente. No se hiela, ni hierve, no se evapora. Por lo tanto, cuando el hielo, que es calor sólido, se arroja al fuego, el fuego lo consume. Dado que ambos son manifestaciones de la misma cosa, el fuego se hace más fuerte. Echar agua al fuego produce el mismo resultado. El agua es la representación fluida de la tríada, y la energía del fuego la alimenta y la hace más fuerte. Añadir agua al hielo provoca un resultado similar. Es la naturaleza del movimiento el tender hacia el reposo, y cuando ocurre esto, el agua se funde con el hielo y el hielo se vuelve más fuerte. Si eres capaz de imaginarte la esencia de esa tríada, colocándote en el centro, cada uno de los tres elementos sería una manifestación: la esencia sólida, energética y de movimiento.
-Luego está la otra tríada, la del espacio. Se le denomina RINDE. Define la longitud y la anchura del mundo. La Luz es el aspecto energético de esta tríada. Revela el mundo y es la esencia de la tríada en su forma energética. Así mismo, la Tierra es la esencia sólida de esta tríada, la esencia sólida del espacio. Finalmente, está el Aire. Es la esencia fluida del espacio. Alimentar el aire con tierra hace que el aire sea más fuerte. La tierra es la forma compacta, y por eso se vuelve fluida y se expande cuando se une al aire. Alimentar la luz con aire es dar fluidez a la revelación, reforzándola. Alimentar la tierra con luz es revelar su solidez, y proporcionarle mayor fuerza.
-Así que tenemos dos tríadas, una de ellas define el alcance de Arda, mientras que la otra le da textura. Estas tríadas pueden circular para crear o para destruir. Aunque en realidad, nada se crea ni se destruye. Los dos ciclos, Karme y Ruksa, Creación y Desmoronación, no cambian el hecho de que la materia elemental simplemente “es” y siempre “será”…
Sin decir nada más, Ayla intuyó que había llegado el final de su visita a la Cámara de los Elementos. Abandonó la cueva, y al poco rato vio a Súlkano acercarse a galope tendido. Detrás de ella salía Elenril, y la entrada de la cueva se cerró con un mecanismo que movió una enorme roca. Elenril se subió detrás de Súlkano en el caballo para la vuelta a Amon Lind. Nadie dijo nada, y Ayla trató de digerir todo lo que le habían enseñado, todo lo que había aprendido. Con tristeza se dio cuenta de que pronto llegaría el momento de decir adiós. Una parte de ella se quedaría para siempre en Amon Lind, pero su sitio no era aquí.