Ragi saludó a Tarosh y esperó, impaciente, a marcharse con su protegida y la comitiva que la acompañaría allí donde fuese su destino.
No le parecía que hubiese suficientes guerreros para tal labor pero, con todas sus fuerzas, deseaba que Sir estuviese a salvo.
-La niña ya está lista para el traslado, informó el maestro Ionell que había regresado. A su lado, Caäniza cargaba con varias bolsas y cajas.
-Bien, los que vayan a acompañar a Sir, que lo preparen todo al fondo de la sala, ordenó Gaerel. Hacia allí se dirigían además de Tarosh, Ragi, Anael, Finduilas y la propia Sir en camilla, los que les iban a dar las últimas indicaciones: Ionell, Caäniza y el arquitecto Carumirë.
-Si necesitáis alguna cosa más, decidmelo y trataré de proporcionarlo.
se quedan al fondo de la sala preparando la inminente partida, pero os podéis seguir marcando como destinatarios
-Anael..., comenzó Gildûr mientras caminaba hacia el guerrero. No le resultaba fácil moverse, pero se apoyaba en alguna silla de la sala. -Necesito hablar contigo. A solas. Antes de que te marches.
Había muchas cosas que decir, pero el tiempo se desvanecía como el agua del estanque entre las manos. -Hay cosas que debes saber...
Gildûr y Anael se sentaron algo apartados, y entonces el hombre de negocios comenzó a hablar. Le habló de Tharbad, de los cambios en el equilibrio de poder. De la llegada de la familia Aludor de Gondor, quien se había hecho con el control del triumvirato de gremios. También controlaban las finanzas. Y pronto, iban a poner sus miras en el resto de Cardolan. Le explicó cosas que Anael necesitaba saber, para poder actuar llegado el momento. Y sobre todo, para poder contárselas a Girion en caso de que Gildûr no pudiera hacerlo. Para los intereses de todos, había que detener a aquella poderosa familia por todos los medios.
La persona que podía ayudar en esa tarea no era otro que Curudae. El Senescal conocía los entresijos de la gran ciudad de Tharbad y de sus gremios mejor que nadie.
Entonces le habló de su hijo. Del joven al que había jurado proteger Anael. Cosas que Anael ya sabía o había intuido. La historia de cómo se habían distanciado. Y lo mucho que eso le dolía a Gildûr. Le entregó una carta sellada, donde lo contaba todo.
dejo esto así, sin desarrollar. Toda la trama de Tharbad es para desarrollarla más adelante (en otra partida), pero de este modo a través de Anael se puede hacer que Girion lo sepa (en caso de fallecer Gildûr), o que Anael juegue esa partida (en caso de que Girion no sobreviva por ejemplo). Y si fallecen Anael y Gildûr antes de llegar a coincidir con Girion, pues queda la carta en poder de Anael.
El joven explorador revisó el vendaje que le había puesto su compañera y todo lo que tenía que llevar a la expedición. Pidió unas flechas para sustituir las que había gastado con los enormes murciélagos que habían matado a su protectora y esperó, al lado de su protegida, el inicio del viaje.
La reunión parecía que había llegado a su fin, era hora de llevar a cabo la misión que le habían encomendado. Pero antes, se giró hacia Eren y la besó en los labios. La situación entrañaba grandes riesgos, realmente no podía asegurar su regreso y no quería dejar este mundo sin hacer lo que había deseado desde el primer momento en que se cruzaron sus miradas.
- Entonces cual es el mensaje que debo llevar - dijo girándose y dirigiéndose a Curudae - como bien habéis dicho debo partir lo antes posible mientras los huargos esten entretenidos.
Anael escuchó las palabras de sus señor atentamente. El hombre parecía una estatua, con la mirada fija en el suelo y sin pestañear, así intentaba que su mente retuviera todo lo que Gildûr le dijo. Cuando éste finalizó, Anael le miró y asintió. No hacía falta palabra alguna, los dos se conocían tan bien que sabían lo que ambos pensaban.
Ahora la mente del veterano luchador se fue hacia el viejo dunadan. Era su señor, pero también su mentor y lo más parecido que tenía como familia...él y Girion. Esperaba no tener que hablar con el muchacho de lo que su padre le había contado, eso significaría muchas cosas y ninguna buena.
Sin esperar más, Anael se levantó y se acercó a los que iban a aprtir para proteger a Sir. El destino nuevamente le era esquivo con sus deseos. Sil Auressë le había golpeado donde más le dolía, en sus seres queridos, en lo que sonsideraba su familia, alejándole como último tributo de aquella amarga tierra.
Eren respondió al beso de Milzarak con dulzura, mientras con la mano acariciaba el rostro del marinero. Tardaron unos segundos eternos en separarse de nuevo, y en los ojos de ella brillaban lágrimas. –Cabalga veloz, repitió. –Vas hacia una batalla desesperada. Hacia el frente de la guerra en esta hora oscura. Regresa, aunque la noche venza al día. Aunque todo esté perdido y el mundo acabe. Regresa…
El Senescal terminó de escribir una breve carta y puso cera a calentar para el sello su sello una vez cerrado el sobre. Unas pocas palabras para describir la situación, y para confirmar que Sir salía del castillo ahora que la avanzadilla del enemigo ya estaba aquí.
-El mensaje que has de llevar, Milzarâk, es un mensaje de ánimo. Que sepan los valientes hombres de Sil Auressë que el castillo sigue resistiendo, que el grupo del bosque no ha fracasado, y que Sir está siendo trasladada a un lugar seguro. Que sepan que su sacrificio no es en vano, y que gracias a su entrega y su coraje han logrado detener el avance de la horda. Que sepan que no serán olvidados. Que Cardolan no les olvidará. Nos han dado un tiempo valioso… Dile también que Ragi encendió el artilugio de los enanos, y que gracias a ese aviso pudisteis llegar hasta aquí. Y que Gildûr está aquí, y que seguiremos luchando en la oscuridad hasta un nuevo amanecer, guiados por la luz de Ayla. Sikil Kaluva Tileyanna.
El Senescal observó el emblema de Sil Auressë. Esas tres palabras parecían ahora una profecía de la Dama Ayla para avisarles de lo que iba a llegar. Luego miró el mapa desplegado una última vez antes de continuar. –Al mismo tiempo, es un mensaje de aviso, pues las nuevas desde el sur indican que otra hueste ha llegado hasta el Paso de la Loma. Allí apenas tenemos defensas, así que en poco tiempo llegarán y aislarán a las tropas de Khôradur del castillo. Se van a quedar atrapados entre las dos huestes. Khôradur sabrá cómo proceder. El sargento Gaerel va a incluir también unos dibujos de lo que sabemos de la posición del enemigo.
-Tu caballo te espera, le dijo el veterano sargento a Milzarak. –Te acompañaré hasta el portón, añadió y se quedó esperando a que el corsario saliese de la sala.
En la otra punta de la estancia de Othrind, el grupo que iba a acompañar a Sir también estaba listo para partir.
-Os acompañaré hasta el sótano del castillo, y de allí a las cuevas, dijo el arquitecto. –Existe una salida, pero no es obra nuestra. Se trata de una grieta natural que comunica unas cuevas con otras. No es muy ancho, y es bastante largo, añadió mirando con preocupación la camilla de Sir. No veía modo para pasar con ella por ese lugar tan estrecho.
-No os preocupéis, dijo la hechicera. –Si hay una grieta, podremos pasar.
Por un momento parecía que iba a decir algo más a Milzarak. Un último mensaje para llevar a Khoradur, tal vez. Pero no le salían las palabras que anhelaba decir, y dijo otras en su lugar: -Dile a Khôradur que … que la protegeré. Intentaré llegar al cruce de Metraith, y de allí al norte, hacia Bree. En las tierras de Arthedain estará a salvo, de momento.
Con todo listo, Curudae dio por terminada la reunión en la hora más oscura de la breve historia de Sil Auressë. Miró uno a uno a los que partían, pensando que tal vez no les iba volver a ver.
-Sikil Kaluva Tileyanna… ¡Qué la Luz nos guíe!.
confirmar en un último post que salís ya de la reunión, y en breve abriré una escena nueva para el grupo de Sir y otra para Milzarak.
Ragi estaba nervioso por todo lo que había sucedido pero cuidaría de Sir durante este viaje como le había sido encomendado, ya por segunda vez.
Hizo un saludo marcial a los que se quedaban y salió con sus nuevos compañeros de aventura para escoltar a la pequeña.
Milzarâk respondió a las palabras del senescal:
- Enomentulvalmë (volveremos a encotrarnos).
Tomó la carta que le entregaba y saludando con la cabeza se dirigió hacia la salida. Sabía que Eren le estaba mirando, pero si se giraba su determinación flaquearía. Se dirigía a una batalla perdida y a pesar de las palabras no sabía si podría cumplir la promesa de volver.
¡Buena escena!
Salen de la escena: Anael, Ragi, Berephar, Milzarak
La historia de Berephar concluye aquí de momento
Anael y Ragi siguen en: 18.3.2 La niña de las visiones (Ragi, Anael)
Milzarak sigue en: 18.5.2 Hacia el frente (Milzarak, Theon, Tarbrand, Agnor, Aaren, Earnil)
Siguiente escena en lectura cronológica: 18.2.1. Undumë (Ayla)