Caäniza se despierta en su cama de la Academia. O más bien la despiertan. Había llegado bastante tarde, y las horas de sueño no habían sido las suficientes. Se levanta y se viste, y al mismo tiempo observa de reojo a los demás alumnos y alumnas. Los hay muy jóvenes, menores de diez años. Otros mayores. En total cuenta una docena en esta sala, aunque había otra puerta al otro lado del pasillo.
Algunos de los presentes le miran con curiosidad, pero no le dicen nada. Una maestra, a la que Caäniza escucha nombrar Edrec, les mete prisa para que vayan a desayunar. Entran en una sala con bancos de madera y mesas largas, de la cual salen los guardias y soldados que comienzan sus jornadas. Los cocineros están ya sacando distintos alimentos, y el cocinero jefe está presente en persona, porque al mismo tiempo están repasando temas relacionados con la fiesta de la Academia.
Como le costo levantarse de la cama, pero ya desde que abrió los ojos el ajetreo la puso en órbita, se arregló y fue a desayunar, tenía hambre y comió tanto que si alguien se fijaba en ella podría bien asombrarse de la ingesta masiva, seguramente la fiesta será todo un evento y había de coger fuerzas seguramente este sería un largo y gran día.
Y esperó a que le asignaran alguna tarea para ayudar en lo que pudiera en esos preparativos o lo que le mandaran.
Bien, seguro que hay tareas por hacer, y entre tanto ajetreo voy viendo como cada cual va terminando su almuerzo y se dispone a hacer sus tareas, cosa que le lleva a pensar que tarea le encomendarán a ella, entonces se acerca a uno de sus mentores y le pregunta- ¿que es lo que he de hacer señor? Si quieres puedo ir a regar el jardín, de echo estaba pensando en la planta y quería comprobar que estuviera bien.
La maestra Edrec mira a Caäniza con curiosidad. Sus ojos son marrones, y la piel muy oscura, dándole un aspecto aún más exótico. - Ah, la nueva alumna de Ionell. Claro, creo que te está esperando fuera. Pero antes te cuento un poco...
La voz de Edrec es melódica, con un acento extraño, como del sur, mientras le cuenta sobre los distintos saberes que se estudian en la Academia, como historia, geografía, idiomas, matemáticas, incluso minería y filosofía. Todo para preservar los conocimientos de Númenor, y la historia de Cardolan en medio del caos reinante. Cada alumno elige lo que quiere aprender, pero hay materias obligatorias. Entre ellas están también las armas. Edrec enseña matemáticas, geometría, astronomía y también adunaico. Luego está Cerveth, el Director de la Academia, al que ya conoció Caäniza. Algo más distante y altivo, pero según Edrec, es un gran hombre de letras: sabe de filosofía, de astrología, mucho de la historia de los dúnedain y la heráldica. Ionell es el mayor de los maestros, y ha viajado por tierras lejanas. Además de las ciencias naturales, hierbas y geografía, sabe mucho de minería. Por último, está Adhellin que no es exactamente un maestro, pero imparte algunas clases magistrales y enseña en su taller. -También otras personas importantes de Sil Auressë, como el Lugarteniente Khôradur o incluso la Dama Aylarien, han impartido algunas clases. Ah, las clases no se reanudarán hasta después de la inauguración.
Lo que sigue es una sucesión de nombres de otros alumnos, algunos como Ragi y Girion ya los había visto, pero también están Eben, una niña que se llama Sirin, otro joven de nombre Tarosh, y otros cuyos nombres se le olvidan a Caäniza en cuanto los escucha. Finalmente, puede salir a ver el huerto que está arreglando Ionell.
-Tulaxar... así se llama, comenta Ionell mientras acaricia suavemente el tallo ligero de la planta. -Aunque tiene otros nombres, como Finhereg en sindarin, o Sercefig o algo así en quenya, la lengua de los Altos Elfos. Cuando algo tiene tantos nombres, hay que tenerlo en cuenta sin duda. El veterano maestro sonríe y mira a su ayudante. Ambos están de rodillas en el huerto, y con las manos llenas de tierra. Con cuidado levanta las pequeñas hojas puntiagudas, para enseñar unos pequeños pelos que crecen en la parte inferior de las mismas. La planta que encontró Caäniza de camino a Sil Auressë está en un lugar privilegiado del jardín que están empezando en el otro lado de la torre de homenaje desde la Academia.
-El poder curativo de esta hierba está en esos pelos que tienen las hojas. Cuando se aplastan y con ellas se prepara una infusión, se logra contraer los vasos sanguíneos del paciente, parando así una hemorragia de forma casi inmediata. Por desgracia, si se deja que se seque durante más de media hora, los pequeños pelos se caen y las hojas pierden su utilidad. Nos vendrá bien tenerla aquí en el jardín, y con suerte podemos tener más pronto.
Al final el misterio que rodeaba a la hermosa planta se iba develando, y por otra parte la hacía aun más especial, una planta curativa que bien que la trajera, la joven escuchaba con atención cada una de las palabras que pronunciaba el anciano, Ionell parecía sabio en esas cosas, y incluso adelantó que de algún modo se podía llegar a cultivar y así tener varías de esas plantas con las que poder experimentar, ¡Fantástico! exclamó ante tan buena noticia, y siguió escuchando el resto.
Parecía que la inauguración iba a ser todo un evento y por suerte ella podría estar presente, podía compartir esa especie de emoción por estrenar un lugar y estar desde el principió, aun que ese principio fuera un día más, muy bien podría ser el primer día de un largo legado académico.
-Con las hierbas hay que considerar siempre la importancia de la conservación, y de la preparación. Hay remedios que se pueden preparar de distintas formas, y pueden lograr resultados diferentes. Otro día veremos distintas plantas curativas, empezando por las más comunes.
Ionell se levanta suspirando ligeramente. -Ahora debes ir a la Academia, creo que todos los alumnos vais a ayudar en la cocina, y de paso puedes comer algo ligero allí con los demás. Luego tendrás que prepararte para el evento de esta noche. No estés nerviosa, y quédate a mi lado si eso. Si tenemos ocasión, le comentamos a la Dama nuestro plan de preparar este jardín para cultivar plantas curativas. Seguro que le hará ilusión. A ella le encantan los bosques, ¿sabes?
De acuerdo, voy a la cocina, debo familiarizarme con ese parte de la academia, a modo de confidencia añade llevarse bien con quien cocina, siempre esta bien pagado, y sonríe consciente de que la confidencia tiene cierta gracia.
De camio a la cocina iba pensando en lo que el sr Ionell le había comentado al respecto de la fiesta, y de la dama. Lo que más ilusión le hacía era el comentario de hacer un jardín con plantas curativas, era casi un sueño que se le iba a cumplir.
En la cocina, estuvo atenta, a quien llevaba la batuta y ordenaba como se habían de hacer las cosas y se presento, con la referencia de que maese Ionell le mandaba a ayudar. No se olvidó de su mascota y le reservo una fruta madura para el solo.
La cocina del castillo se estaba inaugurando, igual que la Academia. Desde hoy, los alumnos, los maestros y otras personas y servicio pasarían a residir arriba en el castillo que se estaba construyendo, y separados de la aldea. La cocina y el comedor estaban en la primera planta del castillo que era la única planta que estaba medio acabada. Se entraba por una puerta lateral temporal, y aunque el comedor era grande, se notaba que todo era nuevo y arreglado con prisas. El contraste con las partes que se verían en la inauguración dentro de unas horas era notable.
El Cocinero Jefe se llamaba Intorin, y estaba explicándole a otros cinco cocineros algo sobre una ninfiara, una especie de ciervo bastante raro y cuya carne era muy valorada. Parece que el animal desangrado que yacía encima de la mesa iba a ser el centro del banquete.
Uno de los alumnos de la Academia ve a Caäniza, y se acerca. Es Girion, al que ya le había conocido en el almacén con las cajas de Ionell. -Caäniza, ¿verdad? Soy Girion, hijo de Gildûr, dijo el joven presentándose de la forma más educada posible.-Nos han dicho que vamos a trabajar por parejas echando una mano aquí. Vamos, ayúdame a recoger las mesas de ese lado, y vamos sacando bandejas de la cocina.
La zona del comedor a la que hacía referencia Girion tenía efectivamente un par de mesas alargadas llenas de platos y cubiertos, esperando nuevos comensales. En la punta de una de las mesas, un poco separados de todo, había dos personas que estaban terminando de comer. Se levantaban sin decir nada, y se dirigían hacia la salida. Lo llamativo era que uno era un enano con multitud de armas en la espalda y en el cinto. Y su compañero, a pesar de llevar capucha, era sin duda un elfo.
De momento la escena es la de La Fiesta de la Academia
Para seguir la lectura en orden cronológico: 12.6. Mes de Norui, 1644 TA