Mármol es más difícil, por la zona no hay pero se puede conseguir. Hay una cantera al este del castillo, de piedra arenisca. Se usa para la construcción, además de las piedras del anterior castillo derribado. Un poco al sur hay muchas posibilidades de piedra caliza. Luego están las Pinnath Ceren (las Colinas Rojas) que tienen una roca con características especiales y tal vez únicas. Lo de las columnas es algo más a medio plazo por el tiempo, tal vez merecería la pena ver esa posibilidad también.
Martillo y cincel es bastante más inmediato como te he comentado. Las armas que están haciendo los enanos son de alta calidad, pero no de acero de los enanos. Habéis cargado con bastantes barras de acero de las Colinas de Hierro, pero de momento se está trabajando sobre todo en aleaciones con metales locales. Pero para este fin, se podría usar el acero naugrim especial, que para runas y tallar piedra etc. se supone mejor que cualquier otro.
Ferrim escuchó las palabras de Norión con gesto serio, asintiendo levemente con la cabeza. El sacerdote parecía sinceramente necesitado, aunque Ferrim no tenía muy claro si sus desvelos eran la obsesión de un loco o no. Escuchó con paciencia, sin interrumpir, ni siquiera para agradecer los elogios de Norión hacia la habilidad enana. Los khazad no suelen practicar la falsa modestia ni dan las gracias por los cumplidos que, más que un cumplido, son una confirmación de una realidad. Sí, los naugrim son maestros artesanos, maestros de la piedra y de la forja, y decírselo no es más que afirmarlo. Para Ferrim, eso eran obviedades. Él ya sabía que podían trabajar la piedra con mayor maravilla que los humanos, y que incluso aunque no fuera la especialidad de un enano en particular, pedirle consejo sobre la mina, la cantería, la forja y la ingeniería era una garantía de soluciones inteligentes. Los naugrim vivían y se desarrollaban en una cultura dedicada a la montaña, el metal y la piedra, e incluso el más desinteresado por esos temas había bebido y practicado más conocimiento al respecto que ningún humano.
Pero Ferrim sabía también de las maneras de los hombres, y algo sobre sus costumbres, así que escuchó con paciencia el discurso del sacerdote. Lo que estaba pidiendo era, en apariencia, un trabajo de cantería enana a cambio de nada. No podía entender el apremio por levantar aquellos pilares, y dudaba de poder conseguirse de inmediato. También le parecía una necesidad inapropiada en medio de aquella crisis, con todo el respeto por los Valar. Había obligaciones más inmediatas: la guerra, la forja, acabar la defensa del castillo...
Sobre las herramientas, le pareció más factible.
-Maese Norión, no creo que se os escape la dificultad de erigir diez pilares con la premura que parecéis tener. No conozco estas tierras y no sé cómo está la situación de las canteras que alimentan al castillo, pero por lo que veo, ciertamente aquí no hay mármol, y la caliza de mejor calidad no sé dónde podréis encontrarla. ¿Tenéis el material necesario? Pues los naugrim somos maestros del cincel, pero por mucho que digan las leyendas de los hombres, no hacemos crecer las piedras como si fueran patatas -comentó. Había escuchado esa tontería, en mil variantes, a lo largo de sus muchos viajes-. Y tampoco nos alimentamos de rocas. Por lo tanto, me temo que va a ser harto difícil ayudaros en esa empresa. Conseguidnos buenas rocas, rocas dignas de un santuario como el parece queréis erigir, y entonces podremos valorar vuestra petición.
...petición, que no oferta... pensó. Ferrim tenía muy claro que el sacerdote estaba pidiendo un favor, concretamente un favor muy grande, a cambio de nada. Lo cual no era necesariamente malo, porque no todos los negocios se cierran con oro.
-Sobre las herramientas, supongo que no os extrañará que no estoy en conocimiento del asunto de ese monolito. No entiendo de rituales, pero sé que la Oscuridad existe y se presenta de muchas formas. Si vos me decís que ese monolito debe ser destruido, os creo. ¿Necesitáis herramientas para destruirlo? De eso podemos hablar. Pero ¿no os bastaría con derribarlo? Con cadenas o buenas cuerdas, hombres y bestias, podría hacer caer esa roca.
El rostro del monje se fue ensombreciendo aún mas a medida que el enano hablaba. Patatas... Estaban solos, eso era lo único bueno de esa conversación, podían decirse lo que realmente pensaran sin grandes consecuencias para el resto, y Norión no hablaba en nombre del consejo ni Ferrim en nombre de su Rey en ese momento.
- Vais a decirme que no, entonces, a ambas peticiones?- era mas una aseveración que una pregunta. Un descendiente de Numenor o un hijo de los Quendi podrían haber tenido otra reacción, quien de ellos pasaría por alto la oportunidad de conseguir el favor de los Valar o de saber que su estadía en el mas allá estaría bajo el cuidado del mismo Namo? Pero el sacerdote había sido inmaduro al esperar lo mismo de un Naugrim.
- La destrucción de un artefacto de poder que lleva milenios no es cosa de cadenas o mazas, eso probablemente desate toda su furia y traiga mas ruina a toda la región. Creame maese Ferrim que hay otros modos de lidiar con los problemas que el destruirlos. Tal vez me confunde por mi aspecto, debo reconocer que muchos prefieren mantener distancia de mi, o tal vez me juzga por cuanta riqueza tengo... si hasta ahí llega su juicio, entonces esta conversación puede terminar aquí- hizo una pausa y lo miró con seriedad. Sus ojos ya no tenían brillo y costaba darse cuenta si aún respiraba o no. Curudae y Khoradur ya habían conseguido que el enano colaborase en la defensa de la ciudad, y comenzaba a darse cuenta lo difícil que eso había sido.
- Por algo Aulë unió nuestros caminos... llegará el día en que vuestros enanos requieran alguna ayuda para sanar sus heridas, para permanecer en este mundo, y no falta tanto para eso. Y que debiera responder yo cuando acudan para sanarse? Traedme hierbas de buena calidad porque no crecen como patatas? y será importante si comen rocas o siervos cuando ya su cuerpo no pueda masticar? Cuanto vale un día mas entre los vivos? una pieza de oro o un reino entero?- Negaba con la cabeza, sin esperanza de que algo fuese a cambiar, nuevamente Finduilas tenía razón, bien debiera dejar que la oscuridad haga el trabajo que estaba escrito que iba a hacer.
Se apoyó en su cayado y se levantó con dificultad - Gracias por escuchar mi propuesta, vuestras conjeturas sin embargo no fueron acertadas. Os he dado la oportunidad de inmortalizar vuestra impronta en las calles de Sil Auressë, no es un santuario lo que busco, sino que el pilar eterno de la fe esté al alcance de todos los que habitan esta aldea. Tampoco busco la destrucción de un lugar sagrado, sino su transmutación en una fuerza de vida, y para ello el cincel es mas útil que el martillo, aunque admito que si hace falta destruirlo, lo haré. Aulë os puso en mi camino y ya escuchaste su llamado, y yo ya escuche lo que has elegido- Hizo un saludo de cortesía y se dispuso a caminar con dificultad hacia la puerta, sus pasos eran lentos y apenas podía mover una de sus piernas.
-El consejo esta agradecido de vuestra generosa ayuda en las defensas y por mi parte, sepa que no olvidaré vuestra respuesta de hoy a mis palabras- Norión era paciente como la misma muerte, y no olvidaba jamás, ese era su trabajo después de todo.
A Ferrim le confundió la airada respuesta del sacerdote. ¿Dónde estaba la afrenta? O aquel hombre era un loco o Ferrim había errado en sus palabras. En lo que a él respectaba, no había hecho más que mostrar lo evidente.
Esa no era una buena manera de acabar una conversación y menos, una relación con alguien que, sin duda, tenía cierto peso en aquella comunidad. Pero lo que Ferrim no estaba dispuesto a aceptar era el insulto.
-Maese Norión, deteneos. La palabra de un enano es firme como la raíz de la montaña, y eso es algo que los khazad nos tomamos con mucha responsabilidad, porque sabemos que una vez dada, y tomada, no hay vuelta atrás. Así que os ruego que no faltéis el respeto a una lealtad que quizá no estéis en condiciones de comprender, pues no se basa en códigos humanos, ni faltéis la relación que los naugrim tenemos con nuestro creador, que va más allá de lo que ningún hombre entiende, pues está en nuestra propia sangre y no responde nada más que a la intimidad más completa. Ser un hijo de Mahal no se aprende en pergaminos, no se estudia, no se canaliza ni se destila, ni es una súbita llamada para entrar en un monasterio. Un hijo de Mahal ya nace con todo eso. Es la esencia de un khazad. Un enano no es un seguidor de Mahal, es su hijo, y comprende, por pura naturaleza e instinto, cosas sobre el Hacedor que ningún sacerdote humano alcanza, porque lo lleva dentro. Así que no mencionéis a Aulë a la ligera cuando habléis con un enano, pues seguramente pasaréis por necio, y mucho menos oséis utilizadlo como amenaza contra los khazad.
Se acercó a Norión con actitud firme y se plantó ante él con gesto serio.
-Creedme si os digo que lamento haberos ofendido, mas no era mi intención. Pero creed también que los favores de Ferrim, hijo de Ferric, no se ganan con veleidades ni caprichos. A mi entender yo no os he negado nada, todavía. Pero entended que estamos en vísperas de una batalla, y si queréis hacer un encargo de cantería, más vale que yo y los míos comprendamos la importancia de eso antes que mejorar las defensas del castillo. En cualquier caso, insisto, yo no tengo rocas como las que decís, soy herrero, no cantero. ¿Acaso tenéis vos bloques de mármol o blanca caliza suficientes para diez hermosos pilares? Si es así ¿por qué debo dedicar mis esfuerzos justo ahora en eso? ¿Acaso no parece un capricho? Si no los tenéis ¿qué puedo hacer yo? No pertenezco a estas tierras y no conozco sus canteras, y aunque las conociera, diez bloques de buena roca blanca no se consiguen del día a la mañana. Harían falta hombres, carros, bestias de carga, y muchos días, para traerlos hasta aquí. Y eso si estuviera cerca. Harían falta soldados para defender la caravana en estos tiempos, pues el enemigo está cerca y tienen lobos, pero la defensa de Sil Auressë no puede debilitarse. Y haría falta oro, porque el compromiso de un enano puede salir barato en tesoros si da su palabra de hacerlo gratis, pero los hombres para la carga no se moverán sin dinero y forraje. La promesa de ellos es aire. La mía se forja.
Calló unos segundos, observando fijamente a Norión a los ojos.
-Y sobre las herramientas ¿os las he negado, acaso? ¿Y cómo puedo saber yo la importancia de destruir o limpiar la malignidad de ese monolito? ¿Cómo sé que lo que pretendéis hacer en él no es más que lo que hacen los enamorados grabando nombres en un árbol? Si queréis cincel y martillo de acero enano sabed que tengo dos opciones: o los fabrico personalmente, con dedicación especial y abandonando el trabajo de la forja que puede armar a la defensa de la ciudad, o cederos mis propias herramientas. Os aseguro que eso no es como forjar una vulgar espada para la milicia, por mucho que el mecanismo de forja sea el mismo y el tiempo dedicado, parecido. Cada trabajo es especial y en cada uno dejamos nuestra firma y nuestra mejor obra. Todo artesano enano tiene herramientas propias, pero son un legado familiar que pasa de generación en generación.
Cada herramienta tiene su propia historia y muchas incluso tienen nombre. Si pretendéis que os preste el martillo artesano de Ferrim, hijo de Ferric, hijo de Ferrin, de los Bálamar de las Colinas de Hierro, antiguo como siete generaciones de hombres, más vale que tenga un buen motivo más allá de una explicación atropellada y confusa. Si de verdad queréis la ayuda de los naugrim, no pongaís trampas de "decidid a ciegas", pues un juramento que no se borra en siglos no se regala a la ligera –dijo, abrochándose el manto azul al cuello. Se disponía a salir-. Si tenéis algo que contarme, ya sabéis dónde estoy. Trabajando.
El enano había reaccionado de un modo inesperado para el sacerdote, y supo que había estado equivocado desde un principio, esa criatura hablaba la misma lengua pero otro idioma. Era insolente hasta para disculparse y si tuviese la altura de su orgullo, sin duda no pasaría por la puerta. Si lidiar con el mediano había sido un desafío, esto era cien veces mas difícil. Se le hacía obvio al terminar de escucharlo el porqué de la renombrada distancia entre elfos y enanos, todo hubiese sido mas simple si de ellos se tratase.
Agradeció haber estado a solas, de lo contrario no habría podido permitir que se le tratase de ese modo, y mucho menos por un extranjero, había normas mínimas de respeto que no podían perderse. Sostuvo la mirada en todo momento, guardando silencio, conteniendo sus emociones como había aprendido hacía años. Cuando el enano se disponía a salir, dos caminos se abrieron frente a él, ambos sombríos por igual, pero la imagen de los huargos se superponía sobre uno de ellos.
- Hablas rápido, Ferrim, tanto que dices y te contradices al hacerlo. Te disculpas por si me has ofendido y te pones la capa dispuesto a irte y darme la espalda. Dices que me crees cuando te hablo de la importancia de anular el monolito y luego comparas mis símbolos sagrados con marcas de enamorados, sin mencionar que me exiges explicaciones de lo que sabes que apenas yo comprendo. Y te atreves a decir que uso el sagrado nombre de Aulë a la ligera, cuando me he acercado a ti con sumo respeto y dedico mi vida entera al servicio de los Valar, aún a costa de mi propio sufrimiento, te jactas además de ser su hijo pero no respetas a los que él mismo eligió para servirle- su mirada era hueca, vacía, solo decía lo que tenía que decir.
- Puede que tu y yo quedemos enemistados tras esta conversación, ninguno de los dos parece comprender al otro, pero eso me tiene sin cuidado, si quieres odiame con todas tus fuerzas, la lista es larga de quienes ya lo hacen hoy en día, y tal vez hasta me lo merezca, pero hay algo que es importante, Ferrim. Yo no acudí a ti por capricho sino porque eres el único que puede ayudar en esta empresa, si confías en que Aulë me lo inspiró o no, es algo que pocos se atreverían a dudar viniendo de mi, pero estás en tu derecho de hacerlo... a diario combato contra la oscuridad, estar entre los vivos es un desafío que tomo cada día, y no tengo intensiones de agregar a mis batallas a otro enemigo, hijo de Ferric- hizo una pausa, mirando al enano que estaba cerca de la salida -Es verdad lo que dices, tu tiempo o lo usas en las defensas o los usas en el tallado de las piedras, y has dado tu palabra de ayudar en las defensas, y es una buena decisión. Encontraré otro modo de obtener los diez pilares, pero el cincel es algo que me urge, y es mucho mas importante de lo que crees. Lo mejor sería contar con el vuestro, es lo mas rápido y no dudo de que será suficiente para lidiar con cualquier piedra por mas antigua que sea... pero no me atrevería a pediros que me lo prestes, esta claro que la confianza no nos une, tu quieres seguridades que no puedo darte y yo no tolero que mi palabra sea puesta a prueba por nadie, así que esto es difícil de resolver- suspiró, por un momento su rostro no fue palido, y sus ojos denotaron la profunda frustración que sentía por dentro, pero duró solo un segundo - Ferrim, hijo de Ferric, si os pidiera que tu o uno de los tuyos empuñara vuestro cincel en el monolito y yo te mostrara todo lo que se de él, estarías dispuesto a hacerlo?- se sentía al borde de un abismo, todos los caminos carecían de luz, pero ya había aprendido a moverse en la desesperanza. Se quedó parado sobre su cayado, observando.
Ferrim escuchó y lo observó largamente, estudiando los ojos del monje sin desviar la mirada. Aquel humano no había entendido nada. ¿Podía sorprenderle? No, no lo hacía. Era previsible. Norión seguía parapetado en una posición incomprensible.
Ferrim había expuesto las dificultades logísticas de traer esos bloques de piedra y, en cambio, Norión ni se había dignado a responder a la más elemental de las preguntas: ¿tiene las piedras en Sil Auressë o no? En cambio, insistía en decir que el enano se negaba a ayudarle. Ferrim había planteado la necesidad de hacer esa obra con tanta celeridad, y Norión seguía negando una explicación al respecto. Ferrim quería saber, y Norión decía no tener respuestas, ni motivos ¿cómo no pensar que ese hombre estaba encaprichado con un proyecto personal?
Ferrim no pedía conocer los misterios de una realidad que sabía que no eran accesibles para él. Lo suyo no eran los aspectos mágicos de la realidad, pero no negaba, ni mucho menos, su existencia. Larga experiencia vital había tenido ya como para ser tan incauto. Pero tampoco dudaba de que ningún erudito humano estaba capacitado para asir verdades de Mahal como podía estarlo un khazad, y le parecía soberbia propia de un humano el creerse descubridor o portador de conocimientos que llevaban milenios siendo estudiados y vividos desde dentro por razas más sabias, como los elfos o los enanos. Muchas cosas se podrían decir de un elfo, pero sin duda, no se les podía negar sabiduría y mesura. Sin embargo, los humanos no dejaban de tropezar en la misma piedra de la soberbia hueca de creerse iluminados. La actitud de Norión le pareció lastimosa, pero no inaudita. Era muy humana.
Había pedido la mínima explicación exigible sobre el monolito para comprender de qué se trataba, y el humano, además de posicionarse en la insolencia, se enrocaba en negarle toda explicación, diciendo que no conocía la respuesta… para luego, al final, ofrecerse a mostrarle “todo lo que sé del monolito”. ¿Entonces hay explicación posible pero no quería dársela? ¿O no hay explicación ninguna y le intentaba engañar? Ambas conclusiones le parecían insultantes. ¿Pensaba aquel joven que había nacido ayer? Antes de que Norión naciera, Ferrim ya llevaba muchos años negociando pactos, contratos y tratados. Y para cuando Norión muriera de viejo, Ferrim seguiría haciéndolo.
En aquella aldea parecía que el único que hablaba claro era el señor Khôradur. La situación de Cardolan era tan desquiciante como le habían comentado. Parecía peor que el juego de lealtades de las tribus logath. No acaba de llegar a Sil Auressë, no había tenido tiempo ni de “quitarle a la barba el polvo del camino”, como decían los enanos, y ya se le estaban planteando retos. Sabía que el reto que tenía delante, el de aquel desconocido del que no sabía absolutamente nada más que el nombre y la longitud de su descaro, no iba a ser el último.
A un enano no se le pueden pedir favores tomándolo por un pelele. Aquello no era serio. No hacía falta añadir nada más a todo aquel disparate.
-Maese Norión, señor –dijo, al final-. Hasta ahora solo habéis acertado en una cosa: tenéis razón, ya he tomado mi decisión. Para lo que gustéis podréis encontrarme en la forja. Que tengáis un buen día.
Hizo una leve reverencia de cortesía y salió por la puerta.
Salen de la escena: Ferrim y Norion
Norion sigue en: 15.1. Los defensores de Sil Auressë
Ferrrim sigue en: 15.4.1. ¡A las armas!
Siguiente escena en lectura cronológica: 14.4.8 Avance por el Sur (Agnor y Tarbrand)
Tubar paseaba por la sala vacía del Consejo. Los asientos estaban vacíos. Los representantes de los artesanos y comerciantes estaban llevando a cabo las operaciones de evacuación. Se estaban preparando para la guerra. El hijo de Tubar, Nobber, también estaba coordinando la milicia. Proteger los molinos. Replegar. Y esperar novedades.
Algunos habían intentado subir hasta el castillo, pero unas manadas de huargos les habían obligado a regresar. No quedaban caballos en la aldea, y avanzar a pie ahora hacia el castillo era demasiado arriesgado. Así que tocaba encerrarse en la aldea. Y esperar.
Pero Tubar no podía dejar de pensar en el frágil equilibrio de poder. Había visto a Curudae pasearse entre los lugareños. Ahora portaba su espada corta, y daba órdenes y consejos a todo aquel que se cruzaba en su camino. Su poder y su influencia parecían aumentarse ahora que la hora era más sombría. Lo último que había sabido Tubar era que había partido de la aldea hacia las forjas de los enanos a toda prisa.
Un carraspeo junto a la puerta le sacó de sus pensamientos. Era Dirien, el representante de los trabajadores de madera. Tubar había comenzado a mover ciertos hilos después de la reunión del Consejo para conseguir el favor de este diputado.
-Ah, Tubar…, comenzó algo sorprendido de verle en la Sala vacía. –Venía a hablar con el Senescal Curudae. ¿Se encuentra en su despacho?, preguntó mirando hacia las escaleras que subían a la segunda planta de la Casa del Comercio.
Al escuchar una voz tras de sí, Tubar se volvió. Hizo un verdadero esfuerzo por suavizar su mirada cuando descubrió que era Dirien, el Cabeza de Madera, el que había interrumpido sus cavilaciones (no demasiado alegres, por cierto). Y encima venía buscando a Curudae. Curudae, de nuevo Curudae, que parecía estar haciéndose con más y más simpatías en la Villa. Eso repateaba a Tubar. Decidió intentar sacar provecho de la situación... Compuso su mirada más conciliadora, y una expresión a medio camino entre la preocupación y la franqueza.
-Ah, Dirien, eres tú. Me alegra de ver a alguien de tu competencia por aquí. No, Curudae ha salido, quién sabe a hacer qué exactamente, corretea para acá y para allá como un pollo sin cabeza... Era necesario que hubiese alguien aquí, en el Consejo, sosteniendo las riendas... -alzó las manos y la mirada al decirlo, mientras se señalaba como con una disculpa-. ¿Tienes algo que comunicarle, o esperabas algo de su parte? Si gustas, yo puedo darle el recado, cuando vuelva.
Tubar reinició su paseo, que había detenido para dirigirse al maestro leñador, de nuevo las manos a la espalda. Como todos los de su gremio, Dirien era tozudo y difícil de manejar; Tubar tenía mejores relaciones con los toneleros, con los que además hacía con frecuencia negocios de todo tipo que favorecían a ambas partes. Sabía que varios entre ellos le favorecerían, y estaban más que dispuestos a sustituir a Dirien a la cabeza del gremio.
-Curudae y el lugarteniente Khôradur tienen mucha confianza en tí, Dirien, y no me extraña. Sé que conducirás bien a tus hombres cuando llegue el momento. Me pareció entender al Senescal que quería cambiar el cometido que se te había encomendado para la defensa; al parecer, tomó la decisión a última hora. Las órdenes son las opuestas, según me pareció entender. Tal vez te ha requerido para informarte de ello, ¿o me equivoco? Bien, si es así, yo en tu lugar me pondría en marcha de inmediato; la urgencia de las circunstancias a las que nos enfrentamos lo exige, ¿no lo crees?
El malicioso molinero no sabía exactamente si las levas de Dirien debían quedarse en la Villa, acudir al castillo o congregarse con el grueso de las fuerzas que capitaneaba el Lugarteniente; pero pretendía que el Cabeza de Madera hiciese justo lo contrari ode lo que se esperaba de él...
Seguiremos en este posteo y siguientes aquellas "minifichas" (que no encuentro ahora)? Porque lo que sí he visto es que Tubar quería usar Intriga para desprestigiar y sustituir a Dirien como cabeza de su gremio; pero después de pasado el jaleo, eso sí. Bueno, Tubar está planteando las cosas para que Dirien la líe, o al menos alguien pueda decir después que la lió...
Diren parecía alegrarse de las palabras de Tubar sobre la confianza que tenían en él. –Intento ayudar, señor Tubar. No lo dude. Son tiempos difíciles, pero saldremos adelante.
Se acercó amablemente al molinero. –Curudae me pidió reforzar el portón del este, la entrada principal a la aldea. Estaba allí en lo alto del poste con unos hombres. Y vi un fuego o al menos una hilera de humo, en el sur. No se ve muy bien desde aquí. Tal vez si me subo a lo alto de este edificio… Creo que desde el despacho de Curudae, por a venta se podía…
Negó con la cabeza. –Pero lo primero es terminar de reforzar esa entrada. ¿Qué han dicho lo contrario? Entonces, ¿hay que evacuar ya y llevar a los que están bajo mi responsabilidad al castillo? Se quedó pensando en las nuevas acerca de los huargos en ese trayecto hacia lo alto de la colina. -¿Curudae cree que es seguro?, preguntó dubitativo.
Motivo: reaccion
Tirada: 1d100
Resultado: 93
Motivo: reaccion
Tirada: 1d100
Resultado: 86
allí, malmetiendo :)
La tabla en cuestión:
GRUPO | Representante | Lealtad |
Trabajadores de Piedra | Arube | +1 |
Trabajadores de Madera | Dirien | 0 |
Trabajadores de Metal | Celegund | -1 |
Artesanos y Comerciantes | Puavle | +1 |
Molineros | Nobber | +2 |
Hosteleros | Ethelvorn | -2 |
Viñateros, Cerveceros | Rusgant | -2 |
Trabajadores de Tela | Dellian | -1 |
Jornaleros | Hrok | +1 |
(-2 es completamente leal a Curudae, +2 completamente leal a Tubar, y 0 es neutral)
El jefe del Gremio de la Madera daba sus explicaciones, y ahora esperaba una confirmación de sus órdenes. Parecía haber creído de lleno al molinero, y fácil de manipular. Tubar no respondió inmediatamente, y se mesaba las patillas mientras pensaba.
Una palabra mía y la seguirá a pies juntillas, hará lo que yo quiera. Una palabra que podría arruinar su vida... Pero no sólo la suya. Están todos los hombres de su gremio. Toneleros incluidos, y no quisier ganarme la enemistad de sus familias. Si fueran esos asquerosos hosteleros no me importaría, todos se merecerían ser despellejados. Pero además está la protección de la aldea... Hum, no es el mejor momento ni la mejor idea. Este hombre podría ser más manejable de lo que nos pareció a primera vista; encontraré una manera mejor.
-No, Dirien, no... Estás bien donde estás. Quise decir... Curudae pensaba si no sería mejor cambiar de plan, pero la defensa de la aldea es lo más importante, la defensa de nuestras familias. Y así se lo hice ver, se lo dejé claro, como aquel día en el Consejo, ¿te acuerdas, Dirien? Curudae es un buen hombre, pero... Creo que a veces sus intereses personales y de aquellos a los que representa ciegan su buena visión. Debemos velar para que use bien su poder, ¿no crees? Te lo digo en confianza; puedo confiar en tí, ¿no es cierto?*
Con un tono cada vez más confiado y con aires de confidencialidad, Tubar intenta ganarse la confianza de Dirien. Luego continúa, con el aire más marcial (más de matón que de oficial militar) que puede conseguir: -Así que una columna de humo en el sur, ¿no es así? Ibas a echar un vistazo -señala con el pulgar hacia arriba-? Te compañaré -y abre el camino hacia las estancias de Curudae. Por un instante se ve a sí mismo empujando al incauto Dirien desde la ventana de los aposentos privados de Curudae. Una sonrisa atravesada recorre lentamente su rostro...
Jojojo, no puedo, soy demasiado blando... A ver si (que no creo) Tubar va ahora a reventar toda la situación por tocar un poco las narices a Curudae... A ver si va a acabar colgado de un poste, y entonces no le va a hacer tanta gracia... No, que todo siga su curso, él sólo intentará estar informado de primera mano sin arriesgar el tipo, y arrimar el ascua a su sardina, si puede.
*Aquí momento "Intriga": T. intenta que Dirien desconfíe de la capacidad de juicio de Curudae.
Los dos subieron por las escaleras a la segunda planta donde se hallaba el despacho privado de Curudae. No vieron a nadie por el pasillo, y la puerta no estaba cerrada con llave.
El cuarto no era especialmente grande, y consistía en una mesa de trabajo y varias estanterías para guardar documentación.Tubar no había estado antes, aunque le habían comentado que en ocasiones se podía ver el despacho en estado caótico con cientos de pergaminos y papeles y artilugios de todo tipo mientras el Senescal trabajaba hasta las altas horas de la madrugada. No obstante, ahora estaba todo recogido.
Exacto, tienes +1 ahora con Dirien por la intriga exitosa
A Dirien le sorprendió un poco hallar la puerta abierta, pero supuso que Curudae había tenido que salir deprisa. Sin perder el tiempo, se acercó a la ventana y la abrió. Salió fuera, y titubeó un instante en la estrecha cornisa. Pero encontró un punto de apoyo en un soporte de madera de reciente construcción. Aunque se clavó varias astillas, no se precipitó al vacío que se abría bajo sus pies.
Motivo: trepar
Tirada: 1d100
Resultado: 22
Motivo: trepar-2
Tirada: 1d100
Resultado: 89
Mientras tanto, Tubar miraba a su alrededor en el cuarto. Y junto a la puerta vio un zurrón de piel, de cierto tamaño. Abultaba, y por las formas contenía varios rollos portadocumentos. Le llamó la atención porque daba la sensación de que había sido preparado hace poco. También había una armadura de cuero con las medidas aproximadas de Curudae.
-Con cuidado, Dirien... ¿Ves algo?
Él sí que había visto algo. Mientras hablaba al leñador, Tubar no pudo contenerse; cerró la puerta del cuerto y se dirigió al zurrón, para echar un rápido vistazo a los documentos que contenía, con un ojo y una oreja siempre puestos en la puerta, por si acaso. Revisó rápidamente los títulos para ver a qué se referían, deteniéndose sólo si algo le llamaba la atención.
No tiro nada (qué bonificación aplicar?), pero si lo crees conveniente, hazlo tú.
Las manos de Tubar se movían con celeridad pasando hojas y hojas. Había documentos de tesorería, cálculos. Pero también vio los valiosos documentos de la concesión de la titularidad del terreno, del castillo... Vio sellos de los señores de Dol Tinare, y cartas de pago.
Y no todo estaba tan transparente y limpio como se podía esperar. Resultaba que la Dama Aylarien había adquirido algunas hectáreas clave en régimen de alquiler, pagando un tributo. En propiedad tenía el castillo y este edificio de la Casa de Comercio, aunque con enormes deudas a los gremios de Tharbad. Pero la aldea, los terrenos de los molinos... Estaba alquilado.
Motivo: observacion
Tirada: 1d100
Resultado: 63
(No sé si la información puede serle útil para Tubar, pero ya la tiene. Se ha dado siempre por supuesto que Ayla era propietaria de todo, cuando en realidad solamente ha comprado con préstamos lo que ahora era la Casa del Comercio y el castillo en ruinas)
Los informes de tesorería son más bien aburridos, y en todo caso Tubar necesitaría algo de tiempo para sacarles punta. Aquí tienes un enlace donde tienes uno: informe ejemplo
Sintió la tentación de guardarse algunos de aquellos documentos, pero se contuvo; con la información bastaba. Tenía que darle vueltas a lo que acababa de averiguar, pero no era el momento; no tenía mucho tiempo. Podría entrar cualquiera, y Dirien parecía a punto de terminar con sus observaciones, así que Tubar lo dejó todo como estaba, cuidadosamente, adoptando una expresión modosa pero atento a cualquier otra cosa que llamara su atención en el cuarto.
A quién pertenece lo que Ayla tiene alquilado? A Dol Tinare?
Las "hectáreas clave" alquiladas son donde se sitúan la aldea y los molinos, entiendo... ¿Acaso los habitantes no tienen sus viviendas y terrenos en propiedad? ¿Es que fueron concesiones gratuitas de Sil Auressë a los colonos que quisieran asentarse? ¿Por ejemplo, Tubar no tiene ningún papel acreditando la propiedad/concesión de su casa y sus molinos?
Vaya peaso contabilidad, por cierto...
Los ruidos desde el tejado alertaron a Tubar. Dirien estaba regresando, así que guardó rápidamente los documentos. Algún día podrían valer su peso en oro... Al mismo tiempo suscitaba muchas dudas y preguntas que alguien tendría que contestar.
A quién pertenece lo que Ayla tiene alquilado? A Dol Tinare?
Sí, a Dol Tinare. Tras la muerte de Hallas, los descendientes del Príncipe se fueron a Tharbad, Arthedain y Gondor. Muchas de las tierras habían pertenecido a nobles fieles a ellos que ya no estaban, así que las alquilan a cambio de oro y/o condiciones como mantenimiento o protección.
Las "hectáreas clave" alquiladas son donde se sitúan la aldea y los molinos, entiendo...
Correcto... más o menos.
¿Acaso los habitantes no tienen sus viviendas y terrenos en propiedad? ¿Es que fueron concesiones gratuitas de Sil Auressë a los colonos que quisieran asentarse?
No hay escrituras de propiedad. Muchos granjeros ya estaban allí antes de llegar Ayla & co, simplemente ahora le juran lealtad a ella, o más bien le pagan tributos. Eso en cuanto a granjeros más alejados de la aldea. Los "colonos nuevos" básicamente ocupan territorios vacíos. Los únicos que tienen algo firmado son los dueños de las "licencias de tienda" o de comercio que fue un invento de Curudae. Con la llegada eventual de un legislador, se podrán hacer oficial alguna propiedad. Pero de momento es permiso de explotación a cambio de tributos.
¿Por ejemplo, Tubar no tiene ningún papel acreditando la propiedad/concesión de su casa y sus molinos?
Tiene una concesión del molino. Es que resulta que los molinos (o batanes más bien) los puso Ayla con oro de su bolsillo. Y Curudae arregló las concesiones, y Tubar compró bastantes. Se sobreentendía que el terreno también era algo que podía adquirir llegado el momento, es más, Curudae dio entender eso. Pero si no es de su propiedad, tampoco puede vender el terreno. Quizá pueda intermediar con los dueños.
De todos modos, el concepto de propiedad adquirida es algo diferente a la que tenemos ahora. A menudo el derecho de ocupación prevalece, y más en un sistema feudal que se rige por una cadena de lealtades.
Vaya peaso contabilidad, por cierto...
Gracias :)
La cabeza del representante de los trabajadores de madera se asomaba por la ventana. Poco después, maniobró su cuerpo por la apertura. Primero pasó la pierna, y luego las dos manos. Por un momento esperaba ver a Tubar ayudarle, pero el molinero parecía ensimismado en sus cosas. -Tubar, empezó con gesto serio. -¿Conoces el puesto de vigilancia de El Paso, en el sur? Está a pocas millas. Pues creo que han encendido la hoguera para avisarnos.
Meneó la cabeza. No lo había visto del todo bien, pero en su corazón no albergaba dudas. -¡Nos atacan también desde el sur! Y allí contamos con pocos hombres.
El semblante serio de Tubar demudó al oir las nuevas de Dirien. Se frotó las manos preocupado, mirando a un lado y al otro, intentando pensar. ¿Eran muchos o pocos esos enemigos? ¿Se dirigían a Sil Auressë, o pretendían atacar por la retaguardia a las fuerzas de Khôradur? Defender la aldea, en principio la opción que prefería el molinero, parecía inviable contra un gran contingente, pero el camino para refugiarse en el castillo estaba cortada.
Sacudió la cabeza, con el ceño fruncido. No era momento para estratagemas, para intentar sacar partido. Miró a Dirien directamente, con aspecto resuelto.
-Informa a Curudae, y también a Khôradur. Ellos mandan en este momento, deben saberlo. Prepara a los hombres para lo peor, y que mujeres, ancianos y niños se preparen para refugiarse en el castillo con lo que puedan cargar. Iré contigo.
El momento de entregarse a la defensa de Sil Auressë había llegado. Tubar pensaba en aquel momento, sobre todo, en procurarse un arma.
Pues poco más, Tubar deja que los planes de la defensa sigan su curso sin entorpecerlos, al contrario.
Respecto a los documentos, entendido, Ayla alquila y los habitantes tienen el usufructo.