Partida Rol por web

-Camaradas, Acabemos con eras ratas con alas.Eärnil cogió su arco compuesto y disparó sobre los murcielagos.

Turno 1 y 2: Resolución

Eärnil lideró al grupo, y soltaron una mortal andanada de flechas hacia los murciélagos. En lo alto de la meseta y ya más cerca del borde, se notaban las corrientes de aire. Las criaturas aladas tuvieron que esforzarse para mantener la posición, pero al mismo tiempo las ráfagas de viento dificultaban también los disparos a pesar de estar a corta distancia.

Las primeras flechas impactaron y mataron a varios de aquellos asquerosos animales. Antes de que pudieran reaccionar, los defensores volvieron a cargar sus arcos y dispararon una segunda tanda de proyectiles. De nuevo cayeron inconscientes o muertos, y en medio de la polvareda vieron que quedaban sólo dos murciélagos, uno de ellos herido y aturdido. El otro aún no había recibido ninguna flecha, y ahora se dirigía con velocidad a por el primero de los atacantes: Eärnil.

Turno 3

Eärnil dejó caer su arco, sacó su espada y su main gauché.-Disparad al que queda!! El otro dejadmelo a mi!!! Ven a probar mi acero rata inmunda!!

Turno 3: Resolución

El murciélago cargó con furia contra Eärnil, pero el dúnadan ya se había apresurado en desenvainar sus armas de combate cuerpo a cuerpo. Con el Main Gauche detuvo a la criatura, y con la espada se preparaba para acabar con su vida.

Turno 4

Eärnil decidió atacar con todas sus fuerzas a aquella abominación. Cuando lanzaba el golpe tuvo una sensación extraña...

Turno 4: Resolución

Eärnil golpeó con rabia, y la espada impactó en la cabeza del murciélago reventándola. La muerte le llegó al instante, y el cuerpo inerte cayó por el borde de la meseta.

Mientras tanto, los otros acribillaron a la otra criatura. Habían liberado la zona de la hoguera de los enemigos alados.

Nada más acabar con la vida del murciélago, Eärnil se giró para observar lo que había bajo sus pies y más adelante. La meseta y una elevación más pequeña a la izquierda y otra más lejos a la derecha formaban una especie de caldera natural, donde además los remolinos el aire levantaba una nube de polvo y arena que fomentaba ese efecto.

Una gran hueste de orcos y huargos ocupaba ahora la parte más honda de la caldera, y se preparaban para entrar en el desfiladero, aunque estaban tardando. Como si esperaran alguna señal.

Desde el borde, Eärnol vio la marea oscura de orcos armados para la guerra, con estandartes rojos y lanzas. Ocupaban la ladera más alejada y llegaba hasta la parte más honda. Delante de la hueste principal, hubo exploradores oteando los bordes de la meseta, en busca de señales de los defensores. Nada más ver a los guerreros liderados por Eärnil, varias flechas orcas volaron hacia su posición, pero el fuerte viento hizo inviable los disparos a gran distancia.

También vio movimientos de orcos más lejos, a su izquierda. Esa meseta contaba con un soldado únicamente. Más atrás, una cuerda comunicaba las dos mesetas, no muy lejos de la posición de Halbered que estaba coordinando el arrastre de los bloques de piedra para bloquear parte del Paso.

Eärnil decidió correr hacia Halbered mirando al soldado por si podía avisarle del peligro que se cernía sobre él. Su cabeza estaba hecha un lío, por un lado dudaba entre cortar la cuerda o entre cruzar para ayudar al soldado, por otro lado podría gritar al soldado para que se acercara al borde mientras los arqueros le cubrían la retirada.
Decidió correr hasta Halbered y la cuerda, en caso de que se cruzara con cualquier compañero le diría que le acompañara.

Eärnil corría hacia Halbered a toda prisa. Detrás notó los pasos de algunos de los compañeros que le siguieron. El tiempo apremiaba, pero echó un rápido vistazo a la meseta contigua. El solitario soldado se encontraba a unos veinte pasos del borde, y vio que tres orcos habían subido desde abajo usando garfios y cuerdas. En aquel momento eran vulnerables a un ataque, pero Eärnil había visto otro grupo avanzando abajo.

-¡No podemos dejar que tomen la Meseta Oeste!, gritó Halbered. Él también había visto la peligrosa situación. Empujó con fuerza la lanza que hacía de palanca, y un enorme bloque de piedra terminó de caer abajo al fondo del Desfiladero. -Necesitamos más, dijo con la respiración entrecortada mirando los bloques que quedaban en lo alto.

-Llévate a dos de tus hombres al otro lado, el resto que ayuden aquí con las piedras.

Halbered se encontraba no muy lejos de la doble cuerda que unía ambas mesetas en un punto más estrecho del desfiladero. La meseta oriental era en ese punto más elevado, y la cuerda bajaba ligeramente hacia el lado donde se encontraban los defensores. Por lo tanto para regresar a la meseta occidental uno podía agarrarse a una de las poleas que había y dejarse caer. Pero para ir a la occidental, había que moverse con los brazos o bien agarrar una de las poleas y que un compañero tirara de una cuerda de los que pasaban por las poleas en el lado oriental.

En realidad, el sistema de cuerdas era bastante ingenioso. Se notaba que Halbered había estado trabajando con los arquitectos en la obra del castillo.

Eärnil dudó por unos momentos, pero ante la criticidad de la situación decidió cruzar al otro lado. "Que alguien me acompañe y que algunos arqueros nos cubran mientras cruzamos al otro lado!!!"

Brangon y Garius dieron entonces un paso al frente. Brangon cruzaría con Eärnil, y Garius se encargaría de tirar de la cuerda para ir más rápido hasta el otro lado. Después les seguiría.

Cirian y los demás arqueros dispararon algunas flechas para darles cobertura, y llegaron al otro lado sin problemas. Mientras se dirigían hacia el borde de la meseta donde el soldado se enfrentaba a varios exploradores orcos, algo les llamó la atención en el cielo. En medio del polvo y de la arena levantada por el viento, una flecha en llamas dibujó una parábola. Y justo detrás voló otra.

Parecían algún tipo de señal. Desde luego no eran flechas orcas. Pero no pudieron averiguar más, pues habían llegado a las proximidades del solitario soldado que defendía la meseta oriental.

El soldado luchaba contra tres orcos, y parecía claro que iban a llegar más. La hueste orca estaba aumentando la presión. Con un fuerte golpe, abrió un tajo en el pecho de uno de los enemigos y al sacar la espada, el cuerpo del orco se precipitó al vacío. Aún quedaban dos trasgos que cuyos ataques le causaron algunas heridas. De reojo vio llegar a Eärnil y a Brangon.

Turno 4D
Eärnil sacó su espada y su main gauché y corrió contra los orcos. "Por Sil Auressë!!!!" Gritó con todas sus fuerzas para intentar desviar, dentro de lo posible, la atención de los orcos del soldado y darle una mínima oportunidad.

Turno 3D

El orco que se encontraba más cerca de Eärnil se giró rápidamente al escuchar el grito. Escudo y cimitarra en mano, dio unos pasos adelante para recibir la carga del dúnadan. El otro orco seguía luchando con el soldado de Sil Auressë. Detuvo el ataque con el escudo, y su cimitarra hizo sangrar al defensor que estaba cada vez más débil.

Dos pares de manos, negras y con forma casi de garras, asomaron por el borde. Dos nuevos orcos, uno a cada lado del soldado, subían hasta la meseta.

Turno 4D
Eärnil se sentía pletórico, otra lucha a muerte. Decidió defenderse con su main gauche ante el envite del orco y atacar con su fiel espada.

Turno 4D: Resolución

Una lluvia de flechas voló desde abajo, pero parecía más disparos de apoyo para los que subían pues ninguno de los defensores era un blanco si uno se acercaba al borde.

El ataque de Eärnil fue rápido y preciso, y la espada le impactó en el costado del orco dejándolo aturdido. Los dos combatientes se encontraban a unos 7 metros del borde del precipio. El soldado de Sil Auressë estaba incluso más cerca.

El orco que luchaba con el soldado casi le enganchó la rodilla con un barrido de su cimitarra, y la pierna hizo un giro antinatural. El hombre gritó de dolor y cayó sobre una rodilla, a unos pocos pasos del borde. El orco se preparaba para atestarle el golpe definitivo.

Más alejado a la derecha, Brangon se acercó corriendo a uno de los orcos nuevos. No quería dejarle incorporarse. Le golpeó de arriba abajo sujetando la espada con las dos manos, una y otra vez mientras el trasgo aún tenía solo medio cuerpo en la meseta.

Junto a la cuerda, a bastante distancia, Garius comenzó a cruzar aprovechando que las flechas enemigas iban dirigidas al borde de la meseta donde luchaban sus compañeros. Iba a tardar bastante en llegar hasta ellos.

Turno 5D
Eärnil se estremeció al oir el grito de dolor del soldado. Su corazón le decía que tenía que ayudarlo, pero durante se preparación militar había aprendido que tenñia que aprovechar cualquier oportunidad para acabar con los enemigos. No podré salvarlos a todos, nadie saldrá vivo de aquí hoy- se torturó. Invadido por el odio atacó a su enemigo con ambas armas, luego daría buena cuenta del orco que estaba destrozando al soldado.

El orco^O2 sonrió contento al ver aturdido a su rival y le golpeó nuevamente con la cimitarra. El hombre se agachó de dolor y estaba a pocos pasos del borde del precipio.

-¡Vas a morir, escoria!, gritó el orco. Pero entonces se quedó mirando extrañado el horizonte. Había oído algo. ¿Un cuerno? Pero no era un cuerno orco.