El primer choque había causado un buen estrago entre el enemigo, aunque todavía quedaban varios mercenarios humanos que podría ser un peligro. Más peligro aún le pareció a Agnor aquel grupo de orcos que podría decidir acercarse y formar con los mercenarios un bloque defensivo duro, y al que ya no podrían tomar por sorpresa. Y todavía más peligroso, por brutal y salvaje, le pareció aquella mole iracunda que se acercaba a ellos dispuesta a acabar con todos.
Agnor giró en Atreo observando el panorama y calculando rápidamente sus opciones. Si llamaba a reagruparse el temido bloque de orcos y mercenarios podría formarse. Si llamaba a cargar contra el trol, igual. Pero si conseguía detener al trol y eliminar a los mercenarios, quizá los orcos se amedrentasen y decidieran no acercarse. Había que repartir los esfuerzos. Aprovecharía la desventaja de los mercenarios para darles un golpe de gracia y se enfrentaría al trol.
-¡Acabad con ellos! ¡Aguantad y acabad con ellos! -gritó a sus hombres-. ¡Yo me encargo del monstruo! ¡Acabad con ellos!
Tiró de las riendas e incitó al fiel Atreo para que cabalgara contra el cercano trol. El caballo trató de obedecer pero chocó con el pecho contra alguien, y de pronto en medio de la refriega se interpuso un jinete con su caballo que estaba arrollando a un mercenario. Agnor quebró, giró y volvió a picar a su montura. Había perdido la oportunidad de un buen impulso contra el trol, pero en pocos segundos consiguió llegar y plantarle cara.
Motivo: Combate montado
Tirada: 1d100
Resultado: 89(+29)=118
Motivo: Crítico
Tirada: 1d100
Resultado: 78
Por si Tarbrand se lo pregunta, la tirada de Montar no se ve porque la hice antes en secreto y salió una pequeña pifia. Luego no pude editar.
Tarbrand llegó hasta la bestia, y le hizo un tremendo tajo en la espalda. Esperaba ver sangre brotar. La espada siseó al entrar en contacto con la dura piel, pero no sangraba. Aún así, se quedó aturdido y a merced de un nuevo golpe, con una rodilla en el suelo. Las flechas le habían debilitado, y ahora trataba de sobreponerse al dolor que sentía.
Entonces llegó Agnor, a caballo esquivando combatientes. Se unió a la pelea y le golpeó en el brazo al trol que ya estaba arrodillado y ahora se protegía de cualquier modo. Los sucesivos ataques le hicieron caer boca abajo al suelo, inconsciente.
Así se encontraron Tarbrand y Agnor en medio de la batalla, uno a pie y el otro a caballo. Detrás, los jinetes seguían luchando contra los mercenarios. Amaneció, y los orcos miraron con miedo y terror la escena. Los jinetes mataron o hirieron a varios, y otros huyeron del campo de batalla o se rindieron. Pronto quedaban solamente cuatro luchando, entre ellos el líder. Y estaban rodeados por seis jinetes.
Aelloth logró desencadenar a los esclavos, y algunos de ellos cogieron armas de los enemigos abatidos. Ante tal panorama, y fuera del manto de la oscuridad, los orcos restantes optaron por huir al sur, pero manteniéndose juntos y tratando de reunir a algunos de los que habían luchado a su lado.
Motivo: Jinetes(VCE4)vsMercenarios(VCE3)
Tirada: 1d100
Dificultad: 45+
Resultado: 55(+9)=64 (Exito)
Motivo: MercenariosVSJinetes
Tirada: 1d100
Dificultad: 55+
Resultado: 45 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: lidermercenario-10%
Tirada: 1d100
Dificultad: 90+
Resultado: 76 (Fracaso)
Tirada oculta
Motivo: moral-orcos
Tirada: 1d100
Resultado: 85
Motivo: aelloth-cerradura
Tirada: 1d100
Resultado: 76(+60)=136
Trol => recibe 24 E crítico 62 de Tarbrand. Golpe en la espalda, le preocupa… Se gira, aturdido un asalto. +5 PV. Ya antes 87PV por las flechas. Luego el ataque de Agnor: +20 aturdido, -10 BD = 128 total. 19D. Crítico 78 => Magulladura en el brazo. Piel dura. +30 PV. Lo que da un total de 165 / 150, inconsciente.
En cuanto al combate de jinetes vs mercenarios:
Nivel 3. Armadura superior (+1), Cultura Civilizada (0), Moral Media (0), Guerreros (0) = VPC total 4
Mercenarios => Nivel 3. Armadura normal (0), Cultura civilizada (0), Moral Baja (-1), Guerreros (0), Terreno (0) = 2
VCE jinetes => 4 y VCE mercenarios => 3
A todos los efectos, la batalla ha terminado. Queda destruir o inhabilitar las máquinas, decidir qué hacer con los prisioneros y el botín si procede, y reuniros con Melechtor que se fue persiguiendo a los orcos hacia el norte, y para continuar el camino.
¡Enhorabuena!
Tarbrand vio con alegría como aquel troll caía finalmente, su tajo no fue suficiente, pero por fortuna Agnor cargó en el momento justo y derribó a aquella criatura de una vez por todas. El montaraz no se lo pensó más y le clavó su espada en su cráneo para asegurarse de que moría finalmente.
Luego se dirigió al caballero y con una sonrisa en el rostro le dijo:
- Encantado de verte nuevamente Agnor, gran trabajo y gracias por la ayuda -dijo mientras sacaba la espada de la cabeza del troll, para luego continuar diciendo- vos y vuestros hombres debéis continuar hacia el norte y ayudar a Melechtor; Aelloth y yo nos quedaremos aquí, quemaremos las máquinas de asedio y nos encargaremos de llevar a los prisioneros hacia el norte también, mas nuestro paso será mucho más lento me temo y no sé si llegaremos a tiempo para la batalla.
Luego tras escuchar la respuesta de su amigo, se volvió para buscar a Aelloth y cuando lo encontró junto a los presos liberados le dijo:
- Voy a quemar las máquinas de asedio, que los prisioneros se equipen con lo que puedan y que nos sigan hacia el norte, no podemos dejarlos a su suerte. Si vos queréis sumaros al ataque adelantaos, yo me quedaré con ellos.
Luego cogió uno de los barriles de aceite que estaban junto a las máquinas de asedio, lo roció sobre ellas y le prendió fuego. Mientras veía como ardía, con su espada ensartó a los murciélagos que estaban aún en sus jaulas y volvió junto a su caballo y con los demás esclavos. Luego tras echar un vistazo al grupo, ofreció su montura a aquellas personas que estuvieran más maltrechas o a algún niño en caso de que lo hubiera. Y tras registrar el campamento por si quedaba algo de valor, partieron hacia el norte como buenamente pudieron.
Motivo: Rematar
Tirada: 1d100
Resultado: 28(+69)=97
No sé si consigo rematar al troll, espero que sí. Y contra los murciélagos no se si puedo matarlos así jeje, si hace falta tirar tira por mi, que tampoco sé cuantos hay en la jaula; y si es muy complicado acertarle pues los tiro al fuego también XD.
El trol aguantó menos de lo esperado, sobre todo por el grandioso golpe de Tarbrand. La mole se derrumbó haciendo temblar el suelo.
-Magnífica finta, compañero -le dijo satisfecho-.
Agnor quiso pensar que con la pérdida del trol el bando enemigo perdería una baza importante, tanto bélica como moral. Observó el campo de batalla. Los mercenarios, superados. Los orcos, en desbandada. Los esclavos, liberándose. Vio a Melechtor cabalgar persiguiendo a unos fugitivos. Decidió que apoyar a Melechtor sería su próximo objetivo. Asintió a Tarbrand, pero se sintió responsable del campo ahora que el capitán se alejaba un poco. Repartió algunas órdenes.
-¡Rendíos o morid! -les gritó a los mercenarios, e inmediatamente se dirigió a sus hombres-. ¡Contened y prended al enemigo! ¡Que ninguno escape!
Los mercenarios, aunque enemigos, eran humanos y, en cualquier caso, profesionales de la espada. Gente que se vendía al mejor postor. Con ellos podría sentir cierta magnanimidad e incluso, en ocasiones, cierta afinidad. Pero con los orcos era distinto. Eran enemigos siempre, en todos los casos, no cabía negociación ni esperar lealtad. Huirían a la menor oportunidad, degollarían a cualquiera, y traicionarían cualquier pacto, porque su corazón era negro por naturaleza y su espíritu estaba ligado al mal por definición.
-¡Que no escape ninguno! ¡Los orcos, mejor muertos que libres! -insistió. Picó espuelas y pasó frente a los esclavos-. ¡Por Echorion! -les grito mientras los adelantaba-. ¡Sed libres y aprovechad esta oportunidad! ¡Echorion os libera!
Y Atreo ganó velocidad en dirección a Melechtor.
El capitán miró alrededor. La batalla había terminado. –Reagrupar a los hombres, le ordenó a su sargento mientras se giró hacia el campamento enemigo ya devastado detrás de ellos. Agnor había liderado la carga por el otro flanco, y pudo ver cómo cayó el trol y cómo los esclavos se deshicieron de sus cadenas y algunos recogían armas de los enemigos caídos. Una nueva vida comenzaba para ellos, no iba a ser fácil. Pero ya eran libres.
Observó con rostro serio a un caballero que se había bajado de la montura. Tenía una lanza clavada en la pierna, y ahora se encontraba junto al cadáver de otro compañero. Y en el flanco de Agnor, también había un caballo sin jinete.
Tres bajas. Tres lanzas menos para la Batalla de Sil Auressë
Vio a Agnor galopar hacia su posición, y salió en su busca. –Buena lucha, Agnor. No hay tiempo que perder, podrían llegar refuerzos de la retaguardia. Organiza a los esclavos, muchos querrán seguirnos. No tienen a dónde ir. Puedes hablarles de Sil Auressë. Y al compañero herido que puede dirigirlos a pie detrás de nosotros. Pero necesitamos a todos los hombres a caballo lo antes posible, juntos.
Tarbrand => El trol está muerto. Los murciélagos no están exactamente en una jaula, es más una cobertizo con tela para protegerlos del sol. Están atados con una cuerda, pero algunos ya han logrado huir.
Una media docena de esclavos son combatientes experimentados, y ya van armados. Están dispuestos a liderar a muchos de los otros hacia donde digáis. Una parte se dispersará sin duda. Ir a su ritmo andando significa que llegarían a Sil Auressë mínimo un día después de la caballería.
Las máquinas de asedio => el tiempo que se tarda en romper/quemar/inhabilitar es lo único. Si los esclavos ayudan, será más rápido.
Agnor llegó, escuchó, asintió y volvió grupa hasta la zona de la que había partido. Los mercenarios habían sido superados y los esclavos, liberados. Pero los vencedores de esa pequeña batalla eran, sin embargo, blancos fáciles. Y además se les necesitaba en otra parte. Debían partir cuanto antes. No había tiempo para el festejo tras la batalla.
Se dirigió a los esclavos.
-¡Antes esclavos y ahora hombres libres! ¡Atended mis palabras! -dijo desde el caballo en voz alta, intentando llamar su atención- Mi nombre es Agnor, de la casa Guthild de Faerdor. Y sirvo al buen señor Echorion, futuro señor de Girithlin. Nuestras manos os han liberado pero es su corazón el que nos mueve. A él debéis darle las gracias.
Se paseó unos segundos sobre Atreo, observando al público. Cada vez más a menudo Agnor se veía saliendo de ese discreto segundo plano en el que de verdad se sentía cómodo. Cada vez con más frecuencia tenía que alzar la voz, opinar, convencer e incluso comandar. Él, que siempre pretendía sentarse al final de la sala y pasar desapercibido.
-¡Echorion ha soltado vuestras cadenas y ahora vuestro destino os pertenece! Pero podéis hacer dos cosas. Una, huir. Perdéos por los bosques y desapareced de la historia. Quizá consigáis salvar la vida, quizá caigáis en una emboscada del enemigo, tan numeroso y cruel. Pero también podéis tomar las armas que aquí tenéis, y con una espada en la mano y la venganza en los ojos podréis darle la vuelta a vuestro aciago destino: donde antes había esclavos, habrá libertadores. Los que recibieron latigazos, acosarán a las bestias de la oscuridad. Los que construyeron estás máquinas de guerra podrán defender la ciudad a la que estaban destinadas.
Se dio un respiro.
-¡Esto os propongo, hombres libres! ¡Seguid a los hombres de Melechtor, seguidme a mí mismo, y os prometo retribución! Pues la batalla está próxima y habrá ocasión de gloria y venganza. Los jinetes de Echorion iremos al norte, a defender la buena ciudad de Sil Auressë, y allí os convoco. ¿Qué decís?
El montaraz se quedó escuchando el emotivo discurso de su amigo, realmente si con ello no conseguía poner a todos los esclavos de su lado, nada podría hacerlo. Así que aprovechando las arengas de Agnor y los corazones animosos de los ex-esclavos, los conminó a que destruyeran las máquinas de asedio, indicándoles que lo hicieran con hachas, y sólo usaran el fuego si el enemigo volvía a acercarse o si les era imposible con aquellas herramientas.
Luego viendo como los prisioneros podían valerse por si mismos y muchos o la gran mayoría de ellos los seguiría, no se preocupó por viajar con ellos, pues parecían más que capaces; no obstante si les dijo que cogieran a los mercenarios capturados, a aquellos que pudieran seguir el ritmo de marcha y que acabaran con aquellos que no.
Finalmente volvió junto a su montura, se puso junto a su compañero y le dijo:
-Gran discurso Agnor, estoy seguro de que habéis convencido a muchos. Por mi parte ya estoy listo y os seguiré en la carga, vuelvo a estar a vuestras órdenes -dijo acompañado de un saludo militar y una sonrisa, en gesto de respeto.
Los esclavos liberados escucharon las palabras de Agnor, y asintieron empuñando armas de sus captores. El enemigo había sido derrotado, y se les había dado muerte a los orcos. Los mercenarios que se habían rendido, once en total, se encontraban ahora sentados en el suelo junto al cadáver del trol, y custodiados por los que habían torturado hace poco. Muchos de los esclavos no estaban en condiciones de luchar, había también mujeres, niños y ancianos.
Tirada oratoria de Agnor: 87 + 2 (categoría) - 15 (por no tener la habilidad) + 20 (dificultad fácil) = 94.
Tiradas de botín: 112, 107
Tiradas de composición/reacciones de mercenarios y esclavos
– Señores, hemos estado hablando… , comentó el portavoz de los esclavos que no era otro que el hombre que habían rescatado antes de comenzar el ataque. –Hay una decena de hombres que podrían ir hacia Sil Auressë. Todos menos uno iremos. El que queda no quiere ir, pero irá con los demás al pueblo más cercano. Hay seis que tienen experiencia y de hecho iban de camino a unirse a las tropas de Echorion cuando fueron capturados. Él los conoce. Pero hay más, añadió. –Entre los mercenarios, hay dos que han pedido unirse. Los conozco, son buenos hombres y nos trataron bien. No sabían a dónde se metían cuando fueron contratados, y estaban buscando una forma de abandonar sin ser vistos por los orcos. Así que si estáis de acuerdo, podremos acompañaros once, y el soldado que resultó herido. Una docena de hombres.
Los hombres que se quedarían atrás se preparaban para comenzar con la tarea de romper las máquinas de asedio. Habían reunido el botín, y Agnor y Tarbrand podían reclamar las posesiones del jefe de los mercenarios, que estaba a punto de ser ejecutado junto a dos de sus secuaces más sanguinarios. El resto irían encadenados a la pesada cadena que habían soportado los esclavos hasta el pueblo más cercano.
El líder llevaba doce monedas de plata, y un bonito caballo de cierto valor.
Agnor se vio complacido al ver que aquellos hombres estaban dispuestos a unirse a la lucha. Y asintió ante la propuesta de los mercenarios que desean unirse.
-Liberad a los afectos en los que confiéis -le dijo sin más a Odard, ese esclavo que habían liberado en el bosque y que tanto había aportado a la victoria. Quizá hubiera que premiarlo de algún modo-. Armaos como deseéis, aprovechad ropas y armaduras si os place.
Luego se fijó en los que iban a ser ajusticiados. La ley de la guerra, lamentablemente. En otras circunstancias, quizás... pero no en ese día y menos cuando los ejecutores estaban rabiando de venganza.
-¿No tendrán algo que decir esos antes de morir? Quizá tengan información -le comentó, bajando de Atreo y caminando, llevando a su montura de las riendas, hacia el caballo obtenido del botín. No tenía ni más ni menos interés en hacerse con él (aunque no lo rechazaría), pero los caballos eran su vida y su afición, y no podía dejar nunca de apreciar un buen ejemplar.
Odard, sí, acabo de bautizar al esclavo xD
Al ver la cantidad de brazos dispuestos a ayudar, el dúnedain se alegró. Aquellas pobres gentes, pese a las penalidades sufridas aún albergaban fuerzas para luchar contra el enemigo, y eso era encomiable. Además, estaba también de acuerdo en aceptar a aquellos mercenarios que habían renegado.
A la hora del reparto del botín, el montaraz se acercó al norteño y le dijo en voz baja:
- Creo que lo mejor será emplear el dinero en algo que ayude a esta pobre gente, como comida, ropa y tratamientos; pero eso deberá esperar, quedaros vos con las monedas mientras. Y en cuanto al caballo que lo coja algún hombre capacitado y nos siga, ya luego lo venderemos también si hace falta, ¿os parece?
Tras escuchar su respuesta, se quedó esperando a ver que decían o cómo acababan el mercenario líder y sus secuaces. Mirando desde su montura y esperando reanudar la marcha lo antes posible, mientras contemplaba además como algunos de los prisioneros se afanaban en acabar con las máquinas de asedio.
Agnor palmeaba la grupa de aquel caballo con cariño, mientras escuchaba a Tarbrand.
-Estoy de acuerdo. No pensaba reclamar esta bestia para mí. En otro momento quizá sí, pero no ahora ni aquí. Necesitamos más hombres en la marcha y con este caballo podemos sumar un jinete más, si alguno de los esclavos se atreve a seguirnos en la carga. O quizá lo puedan usar para llevar a algún herido durante su marcha.
-Señor, yo me ofrezco a llevar a ese caballo y cabalgar a vuestro lado. Mi nombre es Hasgon, y fui capturado cuando me dirigía hacia Metraith para unirme a las tropas de Lord Echorion. Soy de Girithlin.
Miró con profundo respeto la armadura y las armas del caballero fallecido. -Honraré la memoria del que cayó tratando de liberarnos.
Tirada oculta
Motivo: caballo-herido
Tirada: 1d100
Resultado: 79
Si lo aceptáis, volvéis a ser 10 en total a caballo y equipados. Además, 16 hombres a pie irán detrás una ve terminado el trabajo aquí.
Odard me parece bien :)
Hay un caballo más (el del jinete que falleció), pero tiene una pequeña herida y además no hay equipo para otro jinete, así que se podrá usar para dar apoyo a los 16 que van a pie.
Agnor le dio la mano al nuevo recluta.
-Estupendo. Bienvenido. Preparáos sin dilación para la partida -le dijo. Luego se dirigió a los 16-. ¡Bien! Vuestra disposición os honra. Lamento no tener 16 buenos caballos con los que llevaros al frente. Pero espero que vuestra posición en la retaguardia sea un seguro para todos. ¡No frenéis! Pues el enemigo está delante y el tiempo es corto. Acabad con las máquinas de asedio, saquead lo que necesitéis y comed algo. Y tened el honor de enterrar a los buenos caídos -dijo, pensando en el pobre compañero al que Hasgon iba a sustituir-. Pero luego, marchad tras nosotros.
Palmeó una bolsita de piel de ante llena de monedas. El premio de los mercenarios. Se preguntó quién tendría "el cofre" de la paga de esos hombres, y sospechó que cerca pero lo suficientemente lejos. En alguna tienda de lona o torre capturada por el enemigo. Sacó una de plata y se la lanzó a Hasgon. Luego cerró la bolsita y se la tiró al buen Odard para que la repartiera entre los esclavos liberados.
-¡Vuestra primera paga! ¡Que podáis gastarla, os deseo! -y sin más, montó en Atreo y llamó a sus hombres para incorporarse a la marcha con Melechtor.
Tarbrand se alegró de la resolución de Agnor, era un hombre honorable, de eso no había duda y lo reconfortaba bastante contar con personas como él. Por ello permaneció callado mientras repartía las últimas órdenes, pues estaba de acuerdo en todas y no pudo sino admirar la diligencia de su compañero.
Cuando hubo acabado, le dirigió una última mirada con una sonrisa, mientras se llevaba la mano derecha al corazón y se inclinaba levemente en gesto de respeto, para añadir de forma serena:
-Sabias órdenes Agnor, no veo necesario añadir nada más, así que partamos cuanto antes, voy detrás vuestra amigo -dijo mientras procedía a apearse a Centella y se dispuso a seguir al norteño nuevamente a la batalla.
Tras el rotundo éxito de su última acción, el corazón del dúnedain rebosaba emoción y se encontraba visiblemente animado y dispuesto a vencer en la nueva contienda.
Había llegado la hora de partir. Odard finalmente optó por mantener con vida al líder de los mercenarios. No era porque se mereciera otra cosa que la muerte, más bien quería restablecer algo de orden y de humanidad entre los esclavos liberados.
Hasgon fue el último en subirse al caballo, y les dijo a Tarbrand y a Agnor que podía informarles de camino de lo que sabían los mercenarios de los planes, que no era mucho pero quizá podría servir. Lo que ya les confirmó era que un gran ejército se estaba congregando para asaltar la aldea.
Los diez jinetes tomaron rumbo al norte. Hacia la batalla de Sil Auressë. Detrás de ellos, el campo de batalla se iluminó con las hogueras de las máquinas destruidas, y dos espadas clavadas en el suelo marcaron el lugar donde habían caído sus compañeros.
Termino escena, y reparto puntos de experiencia antes de abrir una nueva. Repasamos fichas aquí
Muchas gracias a los dos, por el ritmo y por las ganas. Así da gusto dirigir :)
Jajajaja, gracias a ti máster ha sido una batalla increíble, sobretodo porque al fin ha hecho algo útil mi pj XD, pero bromas a parte, a estado muy bien. Esperaremos sin problemas a la siguiente escena.
Salen de la escena: Tarbrand y Agnor
Siguen en: 15.3.2. En busca de la gloria
Siguiente escena en lectura cronológica: 14.5.1. La persecución (Eärnil y Girion)