-Yo tampoco. Pero eso no significa que no haya pasado, que no puedan hacerlo otra vez.
Morgan le dio un beso y se tumbó a su lado. La atrajo para que se recostara en su pecho, cálido y confortable. Pese a sus atenciones y caricias, estaba algo distante, pensativo. No parecía tan molesto por el hecho de que se hubiese acostado con otro hombre como por la afrenta en sí que eso significaba.
-No puedo permitir que pase. No quiero perderte.
Evonne no dijo nada, al menos al principio. Estrechó una de sus manos para hacerle saber que seguía a su lado.
-Morgan... -Se incorporó y tomó su rostro con las manos para que la mirase-. No quiero que te obceques con esto. No sé qué te han hecho para que tengas tanto miedo de que nos separen, pero te necesito lúcido a mi lado. Esto no va a quedar así, eso tenlo por seguro.
-Sólo he amado a dos mujeres en mi vida. Una eres tú. La otra era Axelle -explicó el Eiluned-. Estuve enamorado de Axelle desde mi Crisálida, antes de que ella iniciase su relación con Gilhem. Siempre tuve el anhelo de estar a su lado de cualquier manera, pero nunca me hizo caso. Ni tras la muerte de Gilhem. La única vez que acudió a mí fue para convencerme de que viese a Lady Hiver, y lo que pasó después supongo que se debió a su naturaleza Fiona. Creí entonces que era el inicio de algo. Dejé que me ilusionara. Pero resultó que no era más que un sueño.
Ahora tengo algo que merece la pena, contigo. Tengo miedo de que vuelva a ser un sueño, o una pesadilla. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa por protegerte, cualquier cosa. Podría ir ahora mismo a sacarle la verdad a Sarianne sin duda ni temor. Si me dijeras que Lothar te hace daño, me ocuparía de él. Pero no puedo verte mal ni lejos, ¿entiendes? A veces temo que algo me aparte de ti y tenga que ver morir esta ilusión. No quiero que me ocurra de nuevo.
Evonne le besó profundamente en los labios cuando terminó de hablar, halagada y más enamorada si cabía ante las palabras de su caballero.
-No voy a dejar que eso pase. Por eso no quiero que te dejes llevar y te presentes frente a Sarianne sin más. Debemos ser precavidos, ahora más que nunca. No... quiero que esto se quede en una ilusión, en una mentira. -El rostro de la Leanhaun se había vuelto serio y oscuro-. Quiero estar a tu lado mucho tiempo. No quiero perderte.
-No soy un Fiona loco de amor -contestó él, sonriendo-. Soy un Eiluned frío y calculador. No voy a entrar en la corte blandiendo mi espada. Pero tengo que hacerlo.
Le devolvió la sonrisa y se recostó sobre su pecho, cansada y sin ánimos para contradecirle. Era tarde, tras un día abrumador y extraño, además seguía teniendo la cabeza ligeramente ida.
-No seré yo quien te detenga, entonces. Me fío de ti y tu cabeza fría -Cosa que no hacía casi nunca-. Pero ahora sólo quiero abrazarte, sentir que estás conmigo y olvidarme de todo lo demás.
-Entonces ven aquí y deja que te abrace, amor. Duerme. -Morgan le acarició el pelo y la espalda y esperó a que su respiración se relajara-. Estoy aquí contigo.
Evonne se acurrucó sin importarle el hecho de estar vestida. Abrazó su cuerpo cálido y se refugió en su pecho dejando volar la mente a cualquier otro lugar. Se le cerraron los ojos enseguida, su respiración se pausó y en pocos minutos recobró esa sensación de seguridad que había tenido hacía varias noches atrás, al compartir cama por primera vez con el Eiluned. Y durmió alejando los problemas todo lo posible, sin importarle nadie más que Morgan y ella.