23 de julio de 1999 - 16:35
La última en llegar fue Ariadna, que se retrasó cinco minutos. El Conde, Lady Marion, la Canciller Axelle Sir Albert, Sir Aster y Don César aguardaban su llegada sentados alrededor de una mesa en los Cedros. El ambiente estaba un poco enrarecido por algo que Ariadna no lograba discernir, pero no era lo único extraño. Stenn, el troll de Estrella Caída, estaba vigilando la puerta que acababa de atravesar con una armadura de pies a cabeza.
Sir Aster la saludó y se incorporó. Le habían dejado libre un asiento entre el Liam y el Conde.
-Bienvenida. Empezaba a temer que algo malo os hubiese ocurrido, Dama.
Ariadna entró en la sala tranquila aunque con paso rápido. No parecía muy preocupada por el hecho de haber llegado tarde, y atribuyó la extrañeza a la tensión que las circunstancias y el tema que iban a tratar generaban. Quizás Sir Albert y Don César trajesen muy malas noticias. Se sentó tras hacer una reverencia y dedicarle una rápida sonrisa a Sir Aster por su gentileza.
-Gracias por vuestra preocupación, Sir Aster. Y lamento el retraso, mis señores. Perdí la noción del tiempo.
Dicho esto, cruzó los brazos sobre la mesa e hizo un gesto para que comenzase la reunión.
Lady Marion permanecía inexpresiva, con las manos sobre la mesa. Tenía sombras violetas bajo los ojos y miraba al centro de la mesa, ajena al ambiente extraño de la mesa. Se volvió hacia Ariadna y la saludó sin levantarse de la silla, aunque se irguió en su asiento cuando la Gwydion ya estaba sentada.
-Ahora que estamos todos, podemos empezar. Sir Albert, Don César, ¿habéis sacado algo en claro de vuestra visita a la cabaña?
César carraspeó antes de empezar a hablar.
- Estuve hablando con los muebles... la puerta dijo que eran cinco hombres y que asesinaron al guardaespaldas de la baronesa desde la distancia. Luego el cabecilla entró, golpeó y forzó a la baronesa y, después, entraron los otros y se fueron. Dijo que los colores de sus armaduras eran el negro y, tal vez, el verde.
Siguió su relato, más concentrado, buscando las palabras con cuidado.
- La mesa describió al cabecilla como de tez pálida y con el pelo largo y moreno y la alfombra añadió que llevaba un anillo voluminoso. Y que la baronesa lo conocía. Era un Sir. No recordaba el nombre.
Suspiró antes de seguir hablando.
- Lamento no poder dar muchos más detalles pero los muebles no prestan atención a las mismas cosas que nosotros.
Ariadna se movió incómoda en la silla y miró directamente a Marion. Después carraspeó para que le prestasen atención y habló en voz alta y con firmeza.
-Ya le expresé mis sospechas tanto a Sir Aster como a Lady Marion cuando regresamos de la cabaña, y los pocos datos que arrojáis, Don César, coinciden con lo que pensaba en su mayoría.
Tras descartar a Sir Marlow, la persona que más razones podría tener para hacerle algo así a Marjolaine era Sir Bastien. Le guarda un rencor insano que ha expresado sin pudor delante de todos en diversas ocasiones. Cuenta con un grupo de guardias que le seguirían sin apenas cuestionárselo y… La descripción que ofrecéis podría casar con muchos sidhes, pero el color verde me hace pensar en mi propia casa, muy a mi pesar. Además, pude hablar con la Dama Danielle, que conoce el paradero de Helene, y me contó que su estado mental estaba gravemente dañado. Teme la corte y, aunque no he podido hablar con ella todavía auguro por qué. Puede que esté terriblemente equivocada, así que me gustaría escuchar el resto de opiniones.
-Estaríamos partiendo de las suposiciones de unos muebles -dijo Lord Lothar-, y hablando de unas ropas que no significan nada. Cualquiera que quisiera inculpar a Sir Bastien podría utilizar esas enseñas. Para inculparlo, tendríamos que hallar unas pruebas muy claras... y me temo que estas no lo son.
El Conde se pasó un dedo por los labios, pensativo.
-Mi señor -dijo Aster levantando la barbilla-, si hay dudas, lo que propongo es que traigamos aquí a Sir Bastien. Ese bastardo ha deseado siempre acabar con mi hermana. ¿Cómo no va a ser él? ¡Traigámoslo ya! Lady Marion, es vuestro vasallo, ¿no?
-Sir Aster, Sir Bastien cuenta con una fuerza armada considerable. Si iniciáramos un proceso por la fuerza podríamos desencadenar un grave problema. Actualmente, ninguno en el Condado tenemos tantos hombres de armas competentes, y me consta que Sir Bastien mismo no es fácil de atrapar.
-No es la única evidencia en su contra. No estoy del todo segura de esto, pero quien quiera que la agrediese acusó a Lady Marjolaine de... -Se detuvo para buscar las palabras adecuadas, y decidió que no había palabras adecuadas. Agachó un poco la cabeza y bajó la voz-. Se burló de ella por haber pasado de acostarse con Barones a acostarse con Caballeros. Y aseguró que Marjolaine le... le había prometido algo y faltado a su promesa. Que iba a conseguirlo. Justo antes de... bueno, ya nos sabemos la historia.
Carraspeó, incómoda, y volvió a alzar la voz para borrar lo que había dicho.
-De cualquier modo, Sir Aster, tenéis razón: Sir Bastien es mi vasallo. Y como tal me corresponde a mí asegurarme de que no se le acuse de un crimen tan terrible sin pruebas sólidas. Podéis creerme; si es culpable no me tranquiliza tenerle en mi castillo. Propongo de nuevo que hablemos con Heléne. Ella podrá decirnos algo más sobre Sir Bastien.
Ariadna asintió ante las palabras de Marion.
-La Dama Danielle dijo que me avisaría cuando pudiésemos verla. Si estado mental, como ya he dicho, es muy delicado y no quiere que se le haga daño ni se la fuerce.
-Estoy seguro que un caballero como él no tendrá problema en presentarse inmediatamente si logramos localizarle.
Albert estaba tenso, frío, y levemente psicótico.
-No siempre ha de ser prudente, hay que buscarle y averiguar si las sospechas son ciertas. Cueste lo que cueste.
O liarnos directamente a espada o puñal. Vamos.
-¿Cómo sabéis eso? -preguntó Sir Aster a Marion entornando los ojos.
-Con Artes -respondió, mirando al Liam desconcertada, como si no entendiera la pregunta-. Sir Albert no es el único que ha podido aportar algo al respecto. Pero ver el rostro del agresor va más allá de mis capacidades.
Se volvió hacia Ariadna, ignorando al Fiona.
-Lady Marjolaine tampoco quería que la forzasen. Y se merece justicia. No es mi intención hacer pasar un mal rato a esa chica, pero si puede ayudarnos no creo que podamos permitirnos esperar.
-Y yo no digo que no se imponga la justicia, Lady Marion. Pero no a costa del sufrimiento de una chica que ya lo ha pasado bastante mal y que tiene un miedo irracional a todos nosotros por a saber qué desgracias -sentenció sin alterar el tono de voz, mirando fijamente a la Eiluned-. La Dama Danielle me dio su palabra y si hace falta le insistiré, pero me niego en rotundo a acosar a Heléne. Y lo lamento por vuestra hermana, Sir Aster, pero ella también es un ser humano.
-Entiendo que Helène no esté en su mejor momento, pero no podemos dejar este asunto en el aire -dijo Lothar-. Me gustaría que fuerais vos y Lady Marion a hablar con ella. Confío en que sereis juiciosas.
Ariadna suspiró. No parecía contenta con la decisión pero al acató sin rechistar.
-Será mejor que vayamos a buscar cuanto antes a la Dama Danielle. -Ariadna se levantó e hizo una reverencia y esperó a que Marion se levantase para ir hasta la puerta.
-Muy bien. Nos reuniremos cuando hayamos hablado con Heléne.
Se puso en pie, hizo otra reverencia y le hizo un gesto a Stenn mientras iba hacia la puerta.
César había asistido a la reunión en silencio tras aportar su información. Le parecía que estaba siendo demasiado fácil, siempre sospechaba cuando ante investigaciones similares sólo faltaba que el sospechoso fuese entregado con un lazo de regalo. Pero no conocía la corte lo suficiente como para presentar una alternativa. De manera que siguió en silencio, e incomodo, mientras los demás hablaban.
La Dama Axelle, que había estado atenta a todas las teorías e informaciones, se fue sin decir palabra, al igual de como había entrado.