Partida Rol por web

Evonne se sobresaltó y retrocedió un paso. Le miró del mismo modo en que un ciervo miraría a su cazador antes de echar a correr. Pero no lo hizo. Esperó unos segundos y salvó la distancia que había puesto entre ambos, titubeando.

-Ya. No quiero hablar de eso ahora. No tienes que disculparte, no estoy enfada, pero tengo cosas que hacer –dijo, aunque su turbia mirada decía muchas otras cosas también.

-¿Qué más te ha dicho? -quiso saber Morgan.

-Cosas -respondió llanamente-. Sobre las que tengo que pensar.

Levantó la cabeza para mirarle y buceó unos instantes en sus ojos. Se sentía cansada y eso que el día no había hecho más que comenzar. Pensó en abrazarle y reconfortarse con su calor, pero no lo hizo.

-Quiero volver a mi casa y despejarme un rato. Luego tengo que trabajar, pero no quiero hablar de eso ahora. De verdad.

Volver a casa significaba regresar a su ático en la ciudad, lugar que no apreciaba especialmente, pero entre ir a Torres Negras y permanecer allí la elección estaba clara. A pesar de que aquello la mantuviese lejos de Morgan. Eso, visto desde el punto de vista del trabajo, era una ventaja. Nadie la interrumpía y podía respirar tranquila y tomárselo con calma.

Una vez Lady Evonne se hubo ido, Axelle guardó la espada en su vaina y se levantó para poder dejarla sobre la silla.

-Marjolaine -dijo y caminó sin rumbo por la sala-. ¿Dónde estáis? Venid aquí, ahora que Lady Evonne os lo ha dicho no tiene sentido que no os lo cuente.

-No hagáis eso, Axelle, vais a tropezar con algo -dijo Marjolaine con tono neutro. Axelle notó las manos de la Baronesa deteniéndola y conduciéndola de vuelta a la silla.

-Estáis enfadada... -dijo Axelle. Marjolaine no podía ocultarlo en voz.

Axelle volvió a sentarse a regañadientes, se pasaba demasiado tiempo sentada desde que estaba ciega y no podía soportarlo.

-¿Sabéis de Lord Gilhem? Sabiendo como es el Condado seguro que si. Fue mi amante durante mucho tiempo, hasta que un día lo asesinaron, el mismo día que me quedé tuerta -comenzó a relatar-. Cuando aborté la primera vez debí enfermar, no se lo que Marion me haría, pero estuve delirando un tiempo, así fue como la bruja contactó conmigo. Me prometió a Gilhem, Marjolaine, prometió que me lo iba a devolver vivo y lo hizo, y no me importaban las consecuencias. Lo único que quería era volver a abrazarle...

Axelle no pudo contenerse más, se tapó la cara con las manos y se inclinó sobre su propio regazo.

-Se lo que he hecho, pero... No puedo decir que me arrepienta, aunque todo fuera una ilusión.

-Y lo hicisteis... pero debió de ser a Morgan a quien abrazabais... -murmuró Marjolaine. Acercó su rostro al de Axelle y su aliento le acarició la cara-. Lo amabais mucho, ¿verdad?

-Debió de ser, si, y no quiero volverle a verle jamás -dijo aún ocultando su rostro-. Gilhem lo era todo para mi, mi amante, mi protector, mi mejor amigo y mi maestro. Nunca nada me dolió tanto...

Axelle jamás había hablado de esto con nadie y hacerlo con Marjolaine tampoco era muy fácil a pesar de ser en quién más confiaba en ese momento.

-No se que hacer... No puedo volver con Lady Hiver, y Sarianne se que va a aprovechar la situación para castigarme por la muerte de Sir Bastien. Me he destruido y todo por una mentira.

-No, no... -dijo ella, compasiva. Sus manos le rozaron las mejillas-. Me tenéis a mí, querida... Puede que no sea vuestro Gilhem, pero quiero cuidar de vos. Os buscaremos unos ojos nuevos, ya lo veréis...

Marjolaine besó sus labios.

-No habléis así...

Axelle alzó las manos y rodeó a la Liam. La dama tiró de ella para que se sentara en su regazo y así poder apoyar sus sienes en su pecho y escuchar sus latidos.

-Lo se, pero... Pero ahora soy una pariah y no puedo hacer nada para remediarlo -dijo y apretó su mejilla contra el torso de la baronesa-. La odio tanto. Maldita Eilunned. No puedo volver a la corte, ni a la suya ni a ninguna, no quiero convertirme en un ejemplo de su poder.

La Liam le acarició la melena con los dedos, acunándola.

-Lo arreglaremos. Ya lo veréis. Y nos vengaremos de ella.

La voz de Marjolaine sonaba pastosa, como si intentase contener el llanto.