13 de febrero de 2000 - 23:33
A horas intempestivas, Lady Marion cruzó su camino con el de Sir Morgan. El Eiluned había reunido sus escasas pertenecias y le esperaba un tren a Normandía. Pero antes, la Condesa consorte tenía cosas que decirle...
-¡Morgan!
Marion se acercó corriendo por el pasillo. Estaba ojerosa y parecía un poco enferma, resultado de una segunda noche casi sin descansar y la comprensión de lo que estaba pasando en el corazón de Lothar. El motivo por el que Morgan se marchaba, probablemente.
-Morgan, he de hablar con vos...
Se apoyó en su brazo; estaba agotada.
-¿Es realmente necesario, mi señora? -preguntó él dibutitativo. Por su modo de mirarla, pareció comprender que sí-. De acuerdo. Pero fuera. Debo irme rápidamente.
Morgan salió del castillo y anduvo por el camino de tierra hasta la linde, donde debía de esperarle un taxi. Una vez allí se volvió para escuchar a la Eiluned.
Asintió y se apoyó en él para recuperar el aliento. Lo mejor era decir lo que había venido a decir para no pensar en Lothar.
-Sé que teneis que iros. Sé que... Pero es realmente importante. Se trata del bosque. de la ninfa, Hesperia. Sabemos de qué se trata. Lo que hay en el bosque. Es un Fomoriano, la Bruja de Sir Earil.
Sir Morgan apretó el gesto.
-Eso es una noticia terrible. ¿Habéis dispuesto algún tipo de plan para libraros de ella? ¿Lord Lothar lo sabe?
Negó con la cabeza.
-No he terminado. Necesito que me escucheis. Y que me ayudeis. Por el bien de todos nosotros. ¿Lo haréis?
-Mi señora... Lord Lothar me acaba de enviar en una misión muy importante en Normandía y no puedo romper mi palabra -afirmó, serio.
Hizo un gesto de dolor.
-No es ayuda física la que os pido. Sólo honestidad.
Sir Morgan hizo ademán de ir a sostenerla por si cayera, pero como no ocurrió se limitó a asentir.
Marion empezó a hablar despacio, con tacto. No era difícil adivinar que, fuera lo que fuese que iba a decir, a Morgan no le iba a gustar.
-Earil derrotó a la Bruja, ya lo sabéis. La hirió. Y ella robó y utilizó el poder de Hesperia para crear un hechizo de deseo y fertilidad en el bosque. Ha concebido un kinain en el que reencarnarse.
Hizo una pausa para elegir sus palabras. Estaba obligando a Morgan a andar despacio, pero tarde o temprano el camino iba a terminarse.
-Después de muchas averiguaciones lo único que hemos averiguado de esa criatura es la identidad del padre.
Sir Morgan apretó la mandíbula una vez más.
-Ya he escuchado suficiente. Lady Marion... -Sir Morgan soltó una bocanada de aire-. Lady Marion, no puedo ocuparme de eso. No puedo. Tengo que... ¿Qué queréis que haga yo?
-No quiero que hagáis nada. No os lo pediría. Pero necesito saber quiénes... quiénes podrían estar embarazadas de vos.
El sidhe se llevó una mano al rostro, como avergonzado. Parecía dispuesto a negarse, pero no era estúpido. Si el asunto era la mitad de importante de lo que Marion decía...
-Helène, Jenner, Axelle, Ariadna... -Se rascó la barbilla, buscando los nombres-. Un par de plebeyas de las Viñas. Glennis y Magda. Y algunas mortales. Confío en que no diréis nada a nadie...
Sintió pena por Morgan. Se había visto atrapado en aquello. Lothar le mandaba lejos, y seguramente Morgan ni siquiera sabía por qué. Le dio un apretón en el brazo, tratando de infundirle unos ánimos que no sentía.
-Escuchadme. Antes de saber que... Que se trataba de vos... Lothar y yo nos vimos en la misma situación. Podéis confiar en mí.
-¿Qué queréis decir con eso? -preguntó él.
-No os preocupéis más. Tened un buen viaje. Y mucha suerte.
Se apartó de Morgan e hizo una inclinación dubitativa.
-Tengo que irme ya. Si sois inteligente no pensaréis mucho en este asunto.
-Sois muy amable -contestó él sin un ápice de agradecimiento.
Marion ya se estaba alejando. Tenía que apuntar los nombres antes de que se le olvidasen, y después encontrar a Earil. Además cenar un poco antes de que Lothar se fuese a dormir.