Marion no se creía una sola palabra. Cerró los ojos, rechazando las palabras de Evonne.
-Me manipuló para que le quisiera. Y para que le manipulara, para que él me deseara. Pero es real, el Ensueño es testigo. Llegué a agradecérselo, Evonne -confesó, amenazando con llorar otra vez.
Evonne suspiró.
-Será mejor que vayamos a casa, Marion. Descansar os vendrá bien y... mañana veréis las cosas desde otra perspectiva.
Marion se calmó un poco, y se quedó en silencio. Negó con la cabeza, apoyó brevemente la frente en el hombro de Evonne y se apartó para dejar que la Leanhaun se desenlazase de ella. No podía irse todavía. No estaba preparada para salir de la cama, no si Lothar no la ordenaba irse. Al menos aún no.
-No. No, marchaos vos si queréis. Yo... Os lo agradezco, Evonne.
-No voy a dejaros sola, Marion -dijo, negando con la cabeza-. Me quedaré hasta que estéis lista.
Alguien tocó la puerta suavemente. Sir Morgan apareció poco después.
-Lady Marion, Lord Lothar se ha marchado ya. Me ha dicho que desea que nos quedemos aquí para cuidar de vos. -El Eiluned intercambió una mirada difícil con Evonne-. También me ha dicho que os pida que tengáis cuidado con vuestras heridas y guardéis reposo. Creo que prefiere estar solo hasta que todo esto haya terminado.
Marion asintió, indiferente, y repitió el gesto cuando llegó Morgan. No tenía ninguna herida, gracias a Morgan. Seguramente Lothar le había dicho que cuando volviese no quería verla ahí, y Morgan no se había atrevido a retransmitirle el mensaje, pero no quiso pensar demasiado en ello.
Se dio la vuelta en la cama y le dio la espalda a Evonne, permitiendo que se retirase con Morgan si quería. Pensó en decirles que se marchasen si querían, pero aquella no era su casa.
La Leanhaun miró a Morgan con tristeza y después a su amiga, que ya le daba la espalda de nuevo.
-Os prepararé algo de comer, por si tenéis hambre más tarde -susurró con dulzura, acariciándole el brazo.
Se inclinó para besar su mejilla y estiró la sábana por si le daba frío antes de irse. Entornó la puerta al salir para dejarla sola.
Al salir, Evonne se refugió en los brazos de Morgan buscando consuelo. Podía ser fuerte cuando era necesario, pero ya no estaba frente a Marion y verla en aquel estado le producía un dolor inimaginable. Era diferente al de la traición o el amor, estaba perdiendo a una amiga y no encontraba la forma de recuperarla. Sentía que, de alguna manera, la culpa era suya por no haber querido arriesgar más con el Dán. De haberlo hecho, las cosas habrían sido muy diferentes.
Finalmente se liberó de sus brazos fuertes y acogedores y se encaminó a la cocina, buscando algo con lo que preparar una sopa o parecido. Sus dotes culinarias dictaban de ser decentes, pero esperaba que el amor obrase milagros y consiguiese dar con la medida justa de sal.
-Nunca la había visto tan... destrozada -comentó mientras abría armarios sin sentir respeto alguno por la privacidad de Lothar. Además, dudaba que fuese a dar con algo comprometedor en la cocina.
-Lo sé -dijo con tono quedo-. Lothar no se encuentra mucho mejor.
Morgan se acercó para ayudarla en lo posible y para transmitirle seguridad con su presencia. El Eiluned transmitía el calor del Glamour de un amor sincero, todo lo contrario a la gelidez de la Marion destrozada.
-Creo que su matrimonio está terminado -susurró, no sin tristeza-. Parece que mis expectativas en su boda no se van a cumplir después de todo. Ni siquiera capeando todo lo que ha ocurrido van a poder salvarse de esto. Lothar está desesperado y me ha dicho que va a entregarse a los reyes y a abandonar el Condado. Va a buscar refugio en París y no creo que Marion esté incluida en su equipaje...
Evonne había encontrado las ollas y había puesto una al fugo, por lo que el agua no tardaría en empezar a burbujear. De mientras escuchaba a medias a su amante, demasiado absorta por la tristeza de Marion como para prestarle su entera atención. Pero hubo algo de entre todo lo que dijo que le hizo enfurecer. Se dio la vuelta para mirar a Morgan.
-¿Qué? Pero... Cielos, ¿no puede por una vez encarar sus problemas? -Evonne arrojó el trapo que sostenía en las manos al suelo-. Marion no ha hecho las cosas bien, pero todo lo que ha hecho ha sido por él. Y estaba cambiando, se estaba redimiendo, quería hacer las cosas mejor. Por eso he venido aquí y he pasado todo este calvario. No para que ahora haga las maletas y se vaya.
Se sentía frustrada, dolida y traicionada, como si todo lo que había pasado allí no hubiese valido para absolutamente nada. Lothar se iba y, ¿quién iba a detener a ese Gwydion cabezota si Marion era incapaz de moverse de la cama? Había maneras, claro. Para ella siempre había maneras mas fáciles y arriesgadas de arreglar las cosas. Un Cantrip y todo se acabaría solucionando. Pero no, así no se hacían las cosas, y ella lo sabía.
-¿Todavía la defiendes? -preguntó Morgan irritado-. Te advertí que todo terminaría explotando por algún sitio y ha ocurrido. Marion no tiene más que lo que se merece, y doy gracias de que haya sido sin meterte a ti de por medio. Para Lothar, Marion era la ilusión de su vida. Ahora mismo no tiene ningún motivo para seguir adelante. Lo que considera honorable es disculparse ante sus señores y pagar por sus errores. ¿Por qué tendría que perdonarla? ¿Porque da pena? Es triste, pero no injusto. Lo siento, mi amor, pero es lo que pienso.
-Tendría que perdonarla porque si hubiera sido la mitad de hombre de lo que debería haber sido Marion no tendría que haber cargado con la responsabilidad de lidiar con Sarianne ni con todos los problemas de este Condado. Eso es lo que pienso yo. Tanta culpa tiene ella como él -sentenció, dándose la vuelta hacia la perola que comenzaba a hervir como su sangre.
Tenía que encontrar la forma de justificarla porque, si ella no tenía perdón con las cosas que había hecho, ¿qué disculpa podría dar de sí misma el día en que todas aquellas Rapsodias saliesen a la luz? Defenderla era una forma de protegerse también. Marion era su amiga y no iba a dar su brazo a torcer. Entendía que él hiciera lo mismo con Lothar.
-Sabes tan bien como yo que estar cerca de Marion sólo causa calamidades. Sus tejemanejes provocan atención indeseada. O, si no, ¿por qué crees que Axelle os manipuló a ti y a Lothar para...? -Morgan sacudió la cabeza-. No, no debería haber dicho eso. Perdóname.
Evonne aferró las manos al borde de la encimera. Sus nudillos se volvieron rojos por la fuerza que hacía, igual que sus mejillas. Se contuvo para no contestar de inmediato y pensar un poco, de lo contrario empezaría a relucir todo aquel tema del amante de Axelle y la cosa se pondría el cuádruple de fea. Una pareja destrozada ya era suficiente.
-Sabes, si no vas a ayudarme y tanta repugnancia te da, puedes irte. No necesito que nadie me ayude a cuidar a mi amiga.
-Lo siento -dijo Morgan entre dientes-. No he querido decir eso. Será mejor que te deje tranquila un rato...
-Sí. Será lo mejor.
Alcanzó una bandeja, cubiertos, y todo lo necesario para darle algo de sabor al agua. Estaba decidida a cuidar de Marion, a sacarla del bache y a llevársela de allí si hacía falta. Incluso a protestar delante de Lothar si había una mínima posibilidad de que se reconciliaran de verdad, sin magia ni encantos de por medio. Sólo el verdadero amor que se profesaban. Si había un posibilidad, la encontraría.
Evonne regresó rato después con una bandeja. Había varios emparedados y un plato humeante de sopa de verduras, acompañados de agua y pan. La dejó con cuidado sobre la mesilla, procurando que no se derramara nada, y se sentó al lado de Marion. Le frotó la espalda con cariño.
-¿Tenéis hambre? La sopa os reconfortará, seguro. Os ayudará a recuperar fuerzas.
Marion no se había movido apenas en todo el tiempo que Evonne había estado fuera. No tenía hambre, pero se incorporó obedientemente para tomarse la sopa. No miró los emparedados; masticar parecía una tarea titánica en esos momentos.
-Gracias -dijo en voz baja antes de llevarse la primera cucharada a la boca.