28 de febrero de 2000 - 18:05
Marion regresó al corazón del bosque, a solas, cuando era de noche casi del todo. Hesperia la recibió con una mirada lánguida y cargada de tristeza. La manzana negra seguía en el suelo, podrida y casi calcinada, polvorienta.
-Sé lo que quieres hacer -dijo Hesperia-. Pero no es lo más sensato.
Marion había vuelto al bosque con un abrigo largo y grueso, una mochila, una linterna y su bastón mágico. Miró a Hesperia de reojo y se acercó a la fruta de su traición.
-¿Esto sí lo sabes? Qué bien-se burló mientras se agachaba para coger la manzana-. Dime, ¿qué puedo hacer con esto? ¿Cuánto daño puedo hacerle?
-La matarás -aseguró la ninfa, tras encajar la pulla-. Pero la última vez que estuviste aquí me pediste llorando que os protegiera. No puedo hacer eso. Pero sí puedo advertirte que, si la matas, uno de los horrores que esperas se abatirá sobre ti y sobre él.
-¿Cuál? -preguntó, metiendo la manzana en la mochila de senderismo. Junto a la espada de Lothar.
-¿La...? ¿Es ella? ¿Ella lleva al niño del Invierno? ¡Le di la maldita manzana! ¿Y tú lo sabías? ¿¡Por qué no nos lo dijiste!?
Marion dejó caer la mochila; aún tenía la manzana en la mano.
-Debería hacértela tragar a ti. Eres igual de peligrosa que ella.
-Lo he sabido hace sólo unas horas -protestó la ninfa-. ¡Ha venido aquí, al bosque! ¡A hablar con ella! Se ha despojado de su capa de sombras y lo he sentido... Fuerte, dentro de ella... El niño del Invierno.
A regañadientes, se agachó para volver a guardar la manzana.
-¿Dónde está ahora?
-Ha huido. Se ha vuelto a colocar la capa de sombras y se ha marchado... -dijo la ninfa.
-¿A dónde? -insistió-. ¿A su casa, a los Cedros, a Normandía, a Avalón?
En realidad le daba igual; iba a encontrarla e iba a hacerle pagar por cada instante que Lothar y ella habían sufrido por su culpa. Con creces.
-Bien. Si está en tu poder, y sé que sí, házselo saber a Sir Earil. Dile que vaya allí de inmediato. Para detenerme, si eso te ayuda. Que lleve a Lugaid, por orden de la Condesa y de Hiver.
Se dio la vuelta y se alejó de inmediato.
-Yo no quiero detenerte si vas a matar al Hijo del Invierno -dijo Hesperia-. Pero no sólo vas a matarlo a él...
Se volvió, impaciente.
-No voy matar a Axelle. Si no me obliga. Voy a hacerle pagar que se haya atrevido a hacer daño a mi marido, y la muerte es una satisfacción muy corta.
Se alejó de la ninfa, en dirección a su coche y a Los Cedros.
-No me refería a ella... -dijo Hesperia, muy bajito, cuando Marion se fue.