Partida Rol por web

24 de julio de 1999 - 12:05

La Duquesa de Normandía esperaba en Vendôme, en una librería. Esperaba la llegada de Axelle ojeando una guía turística. Llevaba un vestido de flores hasta las rodillas y el cabello recogido en una trenza. Sonrió a la Canciller a su llegada y le indicó que fuesen al fondo, donde tendrían algo más de privacidad.

-He oído cosas interesantes. El Conde ha tenido un regalo especial de cumpleaños.

-Si, se puede decir así, de eso y de otras cosas quería hablaros, mi señora -dijo Axelle según se acercaban al fondo de la librería-. El condado se está desmoronando a pasos agigantados, la locura del conde, los ataques, los cambios de corte y de barones... Creo que no encontraréis mejor momento para convencerlos a todos de vuestras capacidades como líder. Marion nos podría servir de ayuda, ahora está en un momento muy tenso, su corte la odia, estoy segura, si le ofrecemos una alianza podremos manejar al conde como nos plazca.

-Me habéis leido el pensamiento, querida. Yo también había observado que Marion se encuentra en posición de pedirnos ayuda. Pero me pregunto si realmente ama al Conde o no es sólo una iniciativa para manipularlo. ¿Qué opináis? ¿Conspiraría con nosotras o defendería su amor puro como una Luminosa más?

-Es cuestión de averiguarlo. Lo esté o no lo esté tiene miedo, y el miedo a veces cala más que el amor. Si quiere sobrevivir en su baronía tendrá que hacer cosas que puede que no le gusten. Intentaré que crea que es su única opción. Y si está verdaderamente enamorada de él me encargaré de quitárselo de la cabeza -se sonrió. Axelle no solo conocía artes capaces de lograr tal efecto, sino que también tenía la labia para hacerlo-. Confesaré que aún así no me fio de ella, el que haya llegado tan arriba en tan poco tiempo y sola me espina. Si veo algo que no me gusta cortaré la alianza de raíz en cuanto vea que ya nos ha servido suficiente, ¿qué os parece?

La Canciller no estaba acostumbrada a aquel tipo de tramas, su vida siempre había sido mucho más simple, pero el conocer a Lady Hiver le había hecho cambiar de idea. Estaba cerca de convertirse en gruñona como ella, quizás demasiado cerca, era hora de asumir responsabilidades y de velar por sus ideas y por el condado. Y bueno, también quería impresionar a la duquesa. La dama miró a Lady Hiver disimuladamente mientras esta pensaba en sus palabras. Desde Gilhem no había visto nada que le resultase tan perfecto. No había cana que no estuviera fuera de lugar.

-Ha llegado tan arriba y sola porque es una jugadora excelente... tan excelente que me da un poco de miedo introducirla en la conjura. Además, aunque aprecio vuestro arrojo, pensándolo fríamente es poco juicioso que os descubráis como mi aliada. Pensad en lo que podría hacer contra vos si mostrais las cartas demasiado pronto. Creo que prefiero tener una charla con ella a solas. Nadie duda de mis intenciones, pero por el momento quiero que os mantengáis con el perfil bajo.

Dirigió su mano al brazo de Axelle, que acarició suavemente.

-Sois muy valiente, Canciller, pero también impulsiva. Y cambiando de tema, creo que el papel de Cedric ha quedado muy deslucido. Por otro lado, no ha sido preciso utilizarlo, ya que Ariadna ha decidido eludir las atenciones del Conde.

La Canciller miró de reojo como la mano de Lady Hiver acariciaba su brazo y tuvo que hacer esfuerzos para no cogerla entre las suyas y besarla.

-Ariadna es un caso perdido, no creo que debáis preocuparos por ella. Ha hecho el trabajo por Cedric sin saberlo. Aún así no puedo evitar sentir algo de lástima por el escriba... -Axelle suspiró, Cedric había quedado como un tonto, un amante que nadie querría. Ella lo habría hecho mejor. La dama cogió un libro al azar y fingió que ojeaba la sinopsis-. ¿Entonces qué queréis que haga, mi señora? Puedo hacerla llegar un mensaje anónimo para que se reuna con vos si lo preferís así, pero teniendo en cuenta las circunstancias probablemente piense que es una trampa. Yo lo haría si me rodeasen los mismos changelings que a ella... También podría hacerme amiga suya sin revelar mi alianza con vos hasta que digáis.

-Espléndido. Ya me encargaré yo de citarla por mi cuenta, pero sería bueno que vigilaseis para aprovechar el momento más oportuno -contestó la Duquesa.

-Hay... ostro asunto del que me gustaría hablaros -Axelle, avergonzada, apartó un momento la mirada-. Estoy en cinta y necesito ocultar los recuerdos de mis últimos pretendientes a posibles adivinos metomentodos. Pero no tengo ni la habilidad ni el poder para hacerlo así que me preguntaba si vos o alguno de sus vasallos podríais ayudarme. No os lo pediría si no pudiera traerme o traeros problemas. También... Bueno, esto no se si es mucho pedir. También necesito un sidhe que reconozca la paternidad del bebé de manera pública. Alguien de confianza. De hecho no necesita hacerse cargo de verdad, solo necesito que los cabos queden atados, así la gente no preguntará.

Axelle todavía no estaba segura de quién era el bebé, pero la sola idea de que Sir Morgan descubriera la posibilidad de que fuera suyo la hacía entrar en pánico. Prefería crear aquella farsa y asegurarse su libertad.

-Me preguntaba si conoceríais alguien en quien pudiera confiar para algo así.

La sorpresa apareció en el rostro de la Duquesa, que ladeó la cabeza.

-Enhorabuena. No se os nota nada. Pero tengo que deciros antes que nada que no poseo el poder de enmascarar los recuerdos de nadie. Sobre lo de la farsa... bien, eso podríamos arreglarlo. Tengo que pensarlo mucho, pero puedo tirar de algunos hilos. ¿Lo sabe alguien más, Axelle?

Axelle ignoró el "enhorabuena" de la duquesa, suspiró y miró a un lado intentando buscar nuevas formas de ocultar sus secretos.

-¿Tampoco sabéis de nadie que pudiera ayudarme? -preguntó.

La canciller miró atentamente a la duquesa y recordó el cumpleaños del conde.

-Lady Marjolaine, pero en este momento está demasiado ocupada con sus propios problemas. Me atrevo a decir que no tengo de que preocuparme. Y creo que el boggan que me trató en las justas también lo sabe... Más le vale ser discreto -contestó la dama y frunció el ceño-. Esto me recuerda que quería preguntaros si sabéis algo sobre lo ocurrido a la baronesa. Cualquier información o detalle me sería de gran ayuda, mi señora.

-Puede que lo sepa, pero primero debo asegurarme. Dadme un poco de tiempo. Por lo demás... contemos con la discrección de Lady Marjolaine, pero confiar en la de un boggan... Son bien conocidos por sus chismorreos. Hasta mis oídos no ha llegado nada, pero no puedo aseguraros que no haya comentado nada en alguna otra parte.

Sobre la horrible tragedia de la Baronesa, me temo que no puedo ayudaros. ¿No eran vampiros?

-Supongo que tendré que hablar con el Boggan para que nos e vaya de la lengua... -Axelle negó con la cabeza-. Al parecer no. Lady Marion, quien parece saber bastante del tema, ha dicho que el ataque no se asemeja con el modus operandi de un vampiro. Tenía una marca en el cuello, pero no de dientes. A mi no se me ocurrió examinarla, estaba demasiado llena de ira como para fijarme en los detalles.

-Me lo imagino. Estáis muy unidas, ¿verdad? -Lady Hiver negó con la cabeza-. Es una lástima lo que le ha ocurrido, pero si no se trata de vampiros... ¿cuál es la alternativa?

-Sir Bastian -dijo rotundamente- Pero me voy a encargar personalmente de que sea por poco tiempo. Hace tiempo que tenía que haberme encargado de esa vergüenza para nuestra corte. Un sidhe que va dando tumbos de un lado a otro sin ningún tipo de juicio no es nada beneficioso para nuestra imagen, mi señora.