13 de agosto de 1999 - 11:35
Lady Marion había visitado los Cedros por primera vez en días. Con sus propios ojos podía ver lo que se decía entre los cortesanos: el padecimiento de Lady Marjolaine comenzaba a notarse en la realidad quimérica, víctima de un invierno que se acercaba demasiado pronto.
Sir Aster, en su papel de Canciller, fue quien la recibió. Accediendo a tener una audiencia privada, el Liam la llevó a una de las salas más alejadas del castillo.
Atravesó Los Cedros erguida y regia, pero tan pronto estuvo a solas con Sir Aster dejó caer los hombros y su expresión se tornó sombría. Se volvió hacia el Liam.
-Gracias por recibirme, Sir Aster. Tengo que contaros algo, y me temo que no son buenas noticias.
Sir Aster la miró algo confuso.
-Hablad, Lady Marion. Estáis en un lugar amigo.
-No estoy segura de que exista tal lugar -respondió, amarga-. No hay una manera adecuada de decir esto, así que ruego que me disculpéis por ir al grano. Lady Marjolaine... vuestra hermana está embarazada.
Sir Aster se desinfló. Se le cayeron los hombros y en su rostro apareció una sombra terrible.
-¿Cómo... cómo sabéis eso?
La compasión estaba fuera de lugar. Si sentía pena por Aster o por Marjolaine no diría lo que había ido a decir.
-Porque en el bosque hay un hechizo. Un encantamiento de fertilidad. Se trata de... Hay una criatura en el bosque, una que busca un niño con sangre de duende. Me temo que Marjolaine haya sido víctima de este ser. La Bruja, se llama.
Se acercó al Liam y le puso la mano en el hombro, en un gesto de consuelo. Entre los pliegues del vestido su otra mano palpaba la fruta roja.
-La cabaña de Lady Marjolaine está en el bosque, ¿verdad? Entonces... Sir Bastien... lo lamento mucho, Aster..
Ok.
-¿No fue eso lo que mató Sir Earil hace un tiempo? -preguntó Aster, abatido-. No... Maldita sea, no. Marjolaine lo está pasando muy mal. ¿Cómo debo decirle ahora que...? ¡Maldito bastardo!
El Liam dio un puñetazo en la mesa.
-Hay más, Sir Aster. Os ruego que no divulguéis esto... la Bruja es un Fomoriano, que busca un cuerpo que poseer. Supongo que imagináis por qué es peligroso que un niño así nazca. Pero hay una manera de deshacerlo. Tengo algo... un solo bocado y desaparecerá.
Le puso en la mano la manzana mordida.
-Sin embargo, hay consecuencias.
-El... proceso... es muy desagradable. Enfermará durante unos días. Y es propable que no pueda tener hijos naturales. Y además La Bruja lo sabrá. Sabrá lo que ha pasado y tal vez visite a Marjolaine en sus sueños. Tratará de aprovecharse de su debilidad, no sé cómo. Y no sé si Lady Marjolaine podrá mostrar mucha resistencia.
El Liam se acercó la manzana al rostro. El fruto rojo empezaba a ponerse marrón. Tardaba mucho más que una manzana normal, pero no tardaría en pudrirse.
-¿Cómo lo sabéis? ¿Quién...? ¿A quién le ha pasado antes? ¿A vos? -Miró a Lady Marion con asombro-. Baronesa...
Marion dio un paso atrás. Apartó la mirada y se cruzó de brazos. Se daba cuenta de que cada vez tenía menos tiempo. El fruto se pudría y sus dos semanas se consumían.
-Todos tenemos que hacer sacrificios para mantener a raya el Invierno -respondió. Su tono animaba a no seguir preguntando.
-¿Tiene que ser con esto? ¿Tengo que envenenar a mi hermana? -Sir Aster negó con la cabeza-. Hay otras maneras... Mi padre tiene dinero. Podemos pagar una operación.
-Os cuento esto para que vos decidáis qué hacer. Sois su hermano y vos sabéis mejor que nadie lo que es mejor para ella. De todos modos, si lo hacéis, da igual con magia o cirugía, por favor, alejadla del Condado si podéis. Una temporada. El Fomoriano busca un cuerpo que poseer, y Marjolaine no es dueña de sí misma.
-Lo pensaré. Qué noticias más negras me habéis traido, mi señora -dijo Aster, apretando la manzana en su mano-. Me ocuparé de que esto se solucione. Decidle al Conde que... tomaré la decisión que deba tomar. Además, es ella... es ella la que debe decidir, no yo. Yo sólo soy su hermano.
-Y su guardián, en sus momentos de debilidad. Debéis protegerla de lo que Bastien le ha hecho, y de lo que pueda pasarle ahora. Pero la decisión de decírselo o no es vuestra, no mía. Quedaos un trozo del fruto, si queréis. Yo he de seguir repartiendo malas noticias.
-Ya veo. Es decir, no es un caso aislado -Sir Aster sonó muy preocupado-. Está bien, Lady Marion. Gracias. Me gustaría ser más cálido, pero me habéis dicho algo horrible. Hablaré con Marjolaine y veremos qué hacer.
Asintió y se acercó a la puerta, donde esperó a que le devolviera el fruto.
-Gracias. Sé que no es necesario que os lo recuerde, pero hay desgracias que son privadas.
Sir Aster le devolvió el fruto íntegro.
-Lo sé. Espero que la discreción sea también vuestra máxima.
-Desde luego. Dadle recuerdos a Lady Marjolaine de mi parte, por favor.
Se guardó la manzana e hizo una breve inclinación antes de marcharse. Stenn la esperaba fuera y tenía mucho que hacer.