-Me apena saber eso. Pero sabré encontrarle buen uso a esa información. Gracias, Lady Marion. De todos modos sigo sin saber si de verdad desearíais convertiros en la Condesa Oscura. La paz entre la Corte Oscura y la Luminosa podría llegar mediante un matrimonio, tal y como se hizo en la época de los Reyes. Y necesitáis esa paz, Lady Marion. He oído muchas cosas sobre Sir Bastien y su detención y sospecho que Lord Lothar será implacable con él. Incluso si tuviese razón y Bastien hubiera violado a Lady Marjolaine, no hay más pruebas que la convicción del Conde Luminoso. La Corte Oscura, al menos la facción más dura, no dejará que todo pase mientras se cruzan de brazos...
-Lo sé. También me preocupa el asunto de Sir Bastien. Es mi vasallo, después de todo, y pienso intervenir para que se le trate adecuadamente. Y aún así no será suficiente. Pero si es culpable, y es probable que lo sea, no le quiero bajo mi techo.
Probó otro bocado y se limpió los labios con la servilleta.
-Pensaba que no hacía falta decirlo. Claro que me interesa. Pero no veo que vaya a suceder. No soy aún Consorte, y mis inicios como Baronesa están siendo... conflictivos. ¿Queréis saber si aceptaré el título? Encantada. Y por supuesto, os ofrezco mi ayuda. Pero es pronto para emocionarme. Ya he defendido vuestros intereses en el pasado, y aún no he visto muchos resultados.
-¿De veras? ¿Podríais recordarme con qué?
-Me aseguré de que Ariadna no se metiera en la cama de Lothar, ¿no? Se me dio mejor que a Sir Cedric. Estoy segura de que Lord Sirius lamenta haber perdido la oportunidad de conseguir que Lothar le rinda vasallaje.
Lady Hiver se echó a reír y puso un dedo sobre su labio superior, pensativa aunque contenta.
-¡Oh, no sé de qué estáis hablando! -dijo con un tono de voz alegre y despreocupado-. Pero es bueno saber que Lord Sirius ha perdido su oportunidad. Gracias, Lady Marion, por vuestro servicio. Pero lo que habéis hecho es más bien un preludio, un signo de confianza, más que una verdadera tarea. Sólo habéis despejado el camino para que podamos observar lo que hay delante. Y lo que hay delante es Lady Sarianne, Baronesa...
Le devolvió la sonrisa, sin muchas ganas.
-Creo que ganarme el amor de la Condesa no es posible. Tampoco lo haría, después de saber cómo le ha ido a la pobre Gwenhael. Pero si hay algo que pueda hacer...
-Voy a pensar largo y tendido en lo que me habéis contado y veré qué hago en consecuencia. Os mantendré informada. Quizá deberíais intercambiar impresiones con vuestro amante, hablarle de mis intenciones y de mis ofertas... y sed realista. Tenéis encima un levantamiento plebeyo, un ataque de los Oscuros y una caterva de violadores sedientos de sangre. Necesitáis ayuda.
Y eso eran sólo la mitad de sus problemas. Dio un trago a su copa antes de responder.
-Lo sé, y creedme, aprecio la ayuda que me ofrecéis. Así que espero que no me toméis por una desagradecida cuando os digo que yo también necesito un signo de confianza. Al fin y al cabo de las dos soy la que más tiene que perder. Si alguien me acusa de estar conchabada con vos o de conspirar contra la Condesa acabaré, con suerte, despojada de mi título, repudiada por Lord Lothar y exiliada. Y eso si no comparto el destino del pobre Ibrahim.
-Un signo de confianza... -Lady Hiver se recostó en la silla, pensativa-. Veamos... Ah, sí. Creo que puedo ayudaros con Sir Bastien. Lady Berelle, Condesa de Vendôme. Ella esconde a los guerreros del Gwydion. Si os encargáis de ellos ya tendríais un problema menos de qué preocuparos. Escribiré a Lady Berelle y le explicaré el lamentable asunto en el que se han visto envueltos; seguro que no tiene problemas en llevarlos ante Lord Lothar para que sean debidamente condenados.
Hubo algo en la manera de decir "condenados" de Lady Hiver que no le gustó. Pensó que dudaba que Lothar les juzgase justamente. Pero Marion había visto lo que habían hecho esos hombres y les había oído reírse. Por lo que a ella respectaba, se haría justicia. Además, de algún modo implicarse personalmente en la detención de unos malechores no le parecía tanto un favor hacia ella sino una manera de inmiscuirse en la política de Flor de Piedra y demostrar a todo el mundo que sería una buena Duquesa. Aún así, como ella había dicho, no tenían ninguna prueba, y no podía permitirse rechazar aquel gesto.
-Sois muy amable. Estoy segura de que Lothar sabrá agradecer este gesto. Una cosa más... una pregunta. Pura curiosidad. ¿Qué os une a Cedric? Llevo mucho tiempo preguntándomelo.
-Cedric... Es tan buen chico. Valiente y sacrificado como pocos. Y sé que es Fiona, pero hay una diferencia entre no tener miedo y poseer genuino valor. La verdad es que Cedric era el sobrino de un hombre al que amé. Murió de cáncer hace algunos años, pero yo me ocupé del chico. Lo envié con Sir... Lord Bastien. Solíamos vernos a menudo y todavía me llama tía. Le quedan algunos lazos en mi corte, pero no demasiados. No quise que nadie lo considerase mi punto débil. De hecho, ahora sabéis más que muchas personas. Cedric es mi sobrino político, pero ha sido tan bueno y tan fiel como un vasallo. Espero que sepáis guardar el secreto.
El sobrino de Lady Hiver. Si es que decía la verdad. Lamentó no haber abierto esas cartas cuando tuvo la oportunidad. Anotó mentalmente el título por el que se había referido a Bastien, pero no se le habría ocurrido decir nada al respecto.
-Por supuesto. Podéis contar con mi discrección.
-Espléndido. Sólo queda brindar por lo que va a ser una gran amistad -dijo elevando la copa-. A menos que tengáis algún otro punto de duda...
-Si es así os lo haré saber. Por una provechosa relación.
Sonrió y brindó con la Duquesa.