Partida Rol por web

Axelle trató de resistirse pero no podía luchar contra la magia de Marion, así que apartó la manzana de la boca pero no la soltó ni se la dio, sino que la lanzó contra una pared haciendo que estallara lo poco que quedaba de ella.

Después volvió a mirar a la baronesa y se llevó dos dedos a la garganta.

Incapaz de reaccionar, Marion se apartó por pura inercia para dejar espacio a Axelle y evitar que la manchara de vómito. Ahogó un grito y se recompuso con bastante rapidez para tirarle del pelo con fuerza mientras aún estaba vomitando. La interrumpió, no tenía modo de saber si a tiempo. Se encontró con la muñeca y la mano manchada con el contenido del estómago de Axelle.

-Esta es una batalla que no podéis ganar, Canciller. Da igual el resultado, de un modo u otro será una derrota para vos. -Marion suspiró y acercó los labios al oído de Axelle-. Dicen que la manzana es la fruta del conocimiento, pero ese fruto nació de la muerte. No ilumina, sino que oculta y oscurece. Es mejor que olvidéis todo esto.

Mientras las Nieblas obraban su voluntad en la memoria de Axelle Marion la soltó para patear los restos de la manzana debajo de la cama. Salió al pasillo y llamó a un criado a gritos. La Dama Axelle había vomitado y parecía confundida, gritaba la Eiluned, necesitaban un sanador.

La última mirada que Axelle dedicó a Marion estaba llena de odio y de ira. Cuando la baronesa terminó de susurrar con su viperina lengua, la Canciller cerró los ojos y pareció marearse; se movió tambaleantemente hacia un lado y hacia otro hasta apoyarse en la cama. Para cuando abrió los ojos ya no sabía dónde estaba ni qué hacía allí.

Axelle fue atendida por el sanador del castillo rápidamente. La llevaron a la enfermería y allí tuvo un violento dolor en el vientre. Se parecía a los dolores menstruales, pero eran terriblemente más intensos. Se sucedieron como cuchillos helados y por último, una perezosa corriente de sangre emanó de sus entrañas. Hacía varios meses que no padecía aquel contratiempo... y sin duda la causa era un aborto.

Y dolía, dolía mucho, y algo en su estómago le quemaba como un ascua.

Axelle gritó y se revolvió intentando incluso golpear a sus cuidadores. No sabía que pasaba, nadie le había dicho nada y tenía una gran laguna en sus recuerdos. Además estaba aquel dolor que no parecía abandonarla, sino que se intensificaba más a cada segundo. Lo único que pasaba por su mente eran súplicas y ruegos al Ensueño para que todo acabase ya.

Cuando consiguieron hacer que el dolor parase y la Fiona se calmara, se quedó dormida. Estaba agotada de sentir dolor y el cansancio era tremendo.

Al despertar se encontró sola. Hacía mucho frío y afuera había comenzado a nevar. Había una golondrina junto a la ventana que daba con el pico, buscando el calor del interior. Pero sólo había frío.

Axelle miró a un lado y a otro. Lo primero que hizo fue levantar las sábanas, subirse las ropas y mirarse el cuerpo en busca de alguna anomalía, pero lo único que vio fue su vientre, de nuevo llano. Entonces la frustración tomó el control de su cuerpo, tiró la sábana al suelo y todo lo que encontró alrededor suyo, espantando al pájaro y enviándolo a buscar calor a otra parte.

Niña mía. Niña mía.

La golondrina no se marchó, sino que siguió picando en el cristal. Cuando Axelle se dio la vuelta vio a Gilhem, vivo de nuevo.

-Axelle... -Avanzó hacia ella y la estrechó entre sus brazos.

La visión de Gilhem, como si fuera un ángel, la calmó por completo; lo miró ensimismada y sus brazos cayeron lánguidos junto a su cuerpo. Axelle apoyó el rostro en su pecho y rompió a llorar cuando sus brazos la rodearon.

-Te he echado tanto de menos... -murmuró.

Los dedos cálidos de Gilhem acariciaron su rostro mientras Axelle lloraba. La rodeó con un brazo y le besó el pelo. Dejó que se liberase de su pena y luego le elevó el rostro tomando su barbilla.

-Yo también te he echado de menos, mi amor. Pero ya estoy contigo. -La besó y luego dijo-. ¿Por qué llevas el parche?

Con suavidad y dulzura retiró el parche del rostro de Axelle y para la sorpresa de la Fiona, veía por los dos ojos.

-Para tapar el hueco que dejaste a tu marcha -contestó antes de que descubriera que veía por ambos ojos-. Pero ahora que estás aquí no lo necesito.

Axelle alzó ambas manos y acarició las mejillas de Gilhem con ternura.

-Dime que te vas a quedar conmigo -dijo con voz suplicante.

Niña mía. Mi querida niña. Todo lo que quieras te daré.

-Por supuesto -contestó el Fiona sin dejar de sonreír-. Para siempre. No volveremos a separarnos nunca.

Todo lo que quieras.

-Podemos tener un hijo, si lo deseas -dijo Gilhem tocándole el vientre-. No importa que lo hayas perdido. Podemos volver a intentarlo.

-Esta vez lo haremos bien, y será tuyo, como siempre debió haber sido -Axelle sonrió aún temblorosa, contagiada por el candor de Gilhem y poniendo una mano sobre la suya.

-Sí, sí -dijo él asintiendo vigorosamente-. ¡Será nuestro, de los dos!

-Niña mía. -Notó en su espalda una mano blanda y cálida, arrugada como la de una anciana-. Niña mía, el invierno es frío, muy frío. Necesitas un niño que te dé calor. Ahí. Has mordido el fruto pero no ha sido por tu propia voluntad. ¡Vidrios en la lengua para la Baronesa! Pero el amargor se quita con la dulzura, mi vida, eso es.

La voz de la mujer sonaba en su oído. Gilhem no parecía notarlo.

-Lo echas de menos, ¿verdad? Se lo tragó el Hierro Frío, se lo tragó la nada. Pero yo puedo dártelo de nuevo, si quieres. Lo único que pido es un niño. Ya lo has tenido dentro, no es para tanto. Y esta vez será de él.

Axelle se dio cuenta por primera vez de que algo iba mal al notar una tercera mano en su espalda y la voz de la anciana, pero por tempor no se giró; no quería perder de vista a Gilhem.

-¿Cómo puedo saber que lo que dices es cierto?

-Será así -dijo Gilhem tomándola de las manos-. Te lo prometo.

-Ve al bosque y allí lo encontrarás.

-Esto es un sueño, pero allí me tendrás en carne y hueso.

-Recuerda lo que te digo, niña mía. Sé feliz.

Axelle miró a Gilhem por última vez antes de despertar tiritante y sudorosa en la misma cama en la que había despertado en su sueño. Volvía a ser verano, volvía a estar tuerta y lo peor de todo: volvía a encontrarse sola en aquella desconocida habitación. Y diferencia del despertar que tuvo en el sueño, en esta ocasión se mantuvo serena, mirando hacia la ventana con ojos tristes.