Marion resopló, incómoda.
-No creo haber estado cumpliendo sus deseos. Es el deber lo que le ata al Condado, no la ambición. Y a mí... Lothar. Mi deseo es protegerle de todos los males que le acechan. Él se hubiera dejado abatir. ¿No haríais lo mismo por Sir Morgan, si os importa la mitad que Lothar a mí? Sé que no he... Ahora me pregunto si podría haber hecho las cosas de otro modo, pero si Morgan, estuviera en la posición de Lothar, ¿no habrías luchado por salvarle?
¿Luchar por salvar a un hombre al que amaba? Y soportar cien días de torturas y escarmientos, insultos y vejaciones, heridas sangrantes en cuerpo y alma que no olvidaría jamás, también. Aquellas insinuaciones la enervaban agitando su ira de una forma tan violenta que sólo se podía asemejar al descontrol que le causaba el hambre por la falta de Glamour. Aquella persona vil se creía la más pura en el acto de amar, justificando todos sus actos por una palabra que no parecía llegar a entender. O eso deslucía en sus palabras enmascaradas. Ella había soportado lo indecible hasta quedar rota como un juguete olvidado en una caja llena de recuerdos. Estaba a punto de rebasar el límite de su paciencia.
Evonne sujetó su cabeza apoyando los dedos sobre la frente. Suspiró.
-No lo sé, Marion. No he estado en vuestra situación y, francamente, espero no estarlo nunca –espetó, cansada de hablar sin llegar a ningún puerto. Resopló y clavó sus ojos helados en ella-. ¿A qué habéis venido?
Se mordió el labio y bajó la mirada.
-No lo sé, yo... A deciros que siento que os hayáis visto envuelta en esto. Que... Que lamento que la persona que os habéis encontrado no sea la misma que os dejó en el León Rampante -dijo en voz baja-. Que no sé si lo deseáis, pero si hay algo que pueda hacer por compensaros por poneros en esta situación...
-Vos no me habéis puesto en esta situación, Marion. Fue Axelle -evidenció-. Y no podéis hacer nada por mí si no podéis traer de vuelta a la persona que fue mi gran amiga en el León Rampante.
-Me encantaría. Me encantaría traerla, y hacer desaparecer todo lo que ha pasado. Si pudiera...
Al fin, después de aquel trago amargo, la Leanhaun relajó tono y rictus.
-No es tarde, Marion. No es tarde para enmendar todo esto y enderezar el Condado. Quiero ayudaros, pero no puedo hacerlo si seguís en esa línea de atrocidades -le tendió una mano amiga y repitió:- No es tarde para vos.
Cogió la mano de Evonne entre las suyas con un suspiro de alivio, la besó y la apretó contra su pecho.
-Ayudadme entonces, por favor. Por favor -suplicó con voz temblorosa-. No puedo hacerlo sin vos.
-Lo haré, Marion -respondió de forma tranquilizadora, acariciando el dorso de su mano-. No temas por ello. Las cosas irán mejor.