Partida Rol por web

Lothar alargó la mano para acariciarle el oscuro cabello y la nuca. Tenía los dedos cálidos y suaves, como siempre. Bajó la mano hasta los hombros y se acercó por detrás para abrazarla. Enterró la cara en su cuello como si quisiera ahogarse en su aroma y cerró los ojos frunciendo el ceño como si estuviese de veras enfadado. Pero la manera en que la estrechaba era delicada y su caricia había sido agradable. Marion podía escuchar su corazón palpitando deprisa y notar que le temblaba la barbilla.

Marion, que seguía con los ojos cerrados, sintió el contacto de Lothar por sorpresa. Fue como volver a respirar. Moverse era una idea que le aterrorizaba, pues iba seguido de la separación, y después de eso era incapaz de ver nada, de imaginar nada. Dejó escapar un suspiro lastimero y se reclinó contra su cuerpo, cubriendo las manos de Lothar con las suyas. Levantó una de ellas para acariciarle la mejilla y la sien y apretó los labios para no llorar y precipitar lo inevitable. Lo único que podía hacer era disfrutar de aquel trago de agua en medio de las ruinas de su vida.

Lothar mantuvo el contacto durante un par de minutos hasta que exhaló un fuerte suspiro y decidió separarse. Acarició la mejilla de Marion y le rozó los labios con el dedo como sucedáneo de un beso. Tenía los ojos brillantes y cristalinos, y quizá si las cosas fuesen distintas éste habría sido el momento en que Marion conseguiría obligarlo a llorar en sus brazos. Pero Lothar se tensó y dio un paso atrás.

-Adiós -musitó-. No, adiós no. Hasta luego, quizá.

Cuando Lothar se separó de ella tembló y se encogió como si en vez de terminar un abrazo le estuvieran arrancando la piel, pues era lo que en realidad estaba pasando. Abrió los ojos, buscando sustituir el tacto por la vista, y bajó la mirada para ocultar que le temblaba el labio.

No pudo decir nada. Asintió con la cabeza, aunque lo que deseaba era negar y suplicar y pedirle que se quedara a su lado, y entrelazó los dedos para no agarrarse a él. Se dio la vuelta, incapaz de mirar cómo se alejaba. Bajo el puente, los festejos de Beltaine le recordaban cómo lo había dado todo por amor y hasta eso había perdido.

El reloj sonó y los fuegos artificiales se dispararon. En el cielo aparecieron flores y dibujos coloridos que iluminaron el rostro de Marion de modo intermitente. La Eiluned se sintió caer en su Legado Luminoso con el inicio de la festividad. Se iniciaba el periodo de la luz, la primavera, el verano. Tras la languidez invernal empezaba la renovación. El invierno parecía matar, pero las flores siempre regresaban. Antes o después, el verano acababa por volver.