Partida Rol por web

7 de agosto de 1999 - 12:10

Ariadna había acudido nuevamente a Blois para visitar a Lothar. Tras asistir a una anodina reunión de Corte en la que todo el mundo quería marcharse, el Conde accedió a su deseo de hablar a solas. La hizo pasar a una de las salas de té del castillo y pidió a los criados pastas y café. Lothar estaba radiante. Su belleza había cambiado: ya no parecía melancólico y hundido, sino lleno de energía y buen humor.

La Gwydion esperó paciente a que Lothar la atendiese, y no dejó de contemplarle complacida por el sorprendente cambio que había emergido en él durante el escaso mes que había compartido con la Eiluned. Esperó a que les sirviesen el té comentando cosas intrascendentes antes de abordarle.

-Os veo francamente bien, Lothar. Parecéis un hombre totalmente diferente al que recuerdo hace algunos meses, y me alegra.

-En cierto modo lo soy -contestó él, sonriente-. Marion me ha contado que tuvisteis un encuentro en el Mundo Gris y que os reveló que vamos a casarnos. Me dijo que os habíais alegrado mucho. Qué distinto es ahora de hace sólo unas semanas, ¿verdad?

Asintió mientras se servía el té y lo probaba con cuidado de no quemarse.

-Demasiado, quizá. Aunque ello no tiene por que ser desagradable. He tenido la ocasión de conocer y tratar más a menudo con Marion, sobre todo debido a asuntos de la investigación. No me parece tan merecedora de la mala opinión que algunos tienen de ella.

-No, en absoluto. Puede que pertenezca a la Corte Oscura, pero tiene un corazón lleno de bondad, más que algunos de nosotros. Me ha ayudado y dado más de lo que he pedido. Marion es... -Lothar miró a otro lado, sonriente-. En estos días con ella he tenido más felicidad que en toda mi vida. Ni siquiera mis recuerdos más oscuros consiguen deprimirme. Es un sol.

Era evidente que Lothar estaba enamorado. Cualquier ser sensible lo habría percibido. El cambio era tal que parecía haber rejuvenecido varios años y su belleza se había multiplicado.

Ariadna sonrió, complacida, aunque lo cierto es que comenzaba a sentirse insignificante y hasta cierto punto molesta por la magnificencia que desprendía, ensombreciéndola a ella y a todo lo que le rodeaba.

-En cualquier caso, me alegro. Espero que podáis celebrarlo en condiciones cuando las cosas mejores. -Cuando las cosas mejoren, pensó, si es que mejoraban algún día-. Cumplido mi primer cometido al venir a veros, creo que me toca abordar temas más formales. Lo cierto es que me hallo preocupada por Lady Marjolaine, como todos. Pero no tanto eso como qué va a ocurrir con su feudo.

-Lo sé. No es para menos.

El Conde dejó de sonreír y su rostro se ensombreció por un momento.

-Mi felicidad... parece que no acompaña a la del resto. Lady Marjolaine está muy baja de moral, pero sigue siendo la Baronesa de los Cedros. En su ausencia o incapacidad, es el Canciller quien se ocupa de su feudo. Sir Aster está desempeñando las labores de gobierno. Sin embargo, y no es por desmerecerlo, Lady Marjolaine está mejor preparada para ello. No sé cómo podemos subirle el ánimo. Supongo que atrapando a su violador...

-Opino como vos, Lady Marjolaine estaba mucho más capacitada para ello, eso es lo que me preocupa en parte. Quizá dar con su agresor ayude, pero dudo que sea suficiente para hacerle recobrar los ánimos y el sentido para enfrentarse a ello.