16 de marzo de 2000 - 08:30
Después de no haber dormido apenas tras haber escrito y enviado las cartas a París, Evonne viajó hasta Puerto de Lanza, la aldea feérica junto a la costa donde Lady Hiver tenía su corte. El palacio de sal y cristal desafiaba al mar desde su la peña en la que se erigía, y los estandartes de la Casa Eiluned y del Ducado de Normandía flotaban como ingrávidos por el viento.
Evonne fue recibida por los criados y llevada a uno de los cuartos privados de la Duquesa. Allí, Lady Hiver la recibió con el sueño aún en los ojos mientras se terminaba el desayuno. Indicó a su criado que se llevara la bandeja y cerrara la puerta tras de sí, se limpió los labios con la servilleta de tela y habló:
-Dejadme adivinar: ha ocurrido algo malo.
-Terrible -puntualizó, angustiada.
La Leanhaun presentaba un aspecto lamentable según sus criterios, pero las circunstancias requerían lo mejor de sí misma y estaba dispuesta a sacrificar lo que hiciera falta por liberar a su amiga de las garras de Sarianne. Si eso significaba llorarle a Lady Hiver, se encargaría de recibir una buena compensación.
-Ayer se procedió al encarcelamiento de los plebeyos que teníamos fijados como promotores de las revueltas que ha habido. Lord Lothar lo llevó a cabo, aunque yo misma informé a Lady Sarianne de lo que acontecía para que tomase partido. Lo desoyó, prácticamente. Pero ayer se presentó en Torres Negras exigiendo que le entregasen a sus vasallos para juzgarlos. La situación comenzó a volverse insostenible hasta que la Condesa hizo ciertos comentarios que aludían a la pérdida de Mariona y Sir Albert -el mejor amigo de Lord Lothar- y esté no pudo contener el defecto de su Casa y la hirió. Lord Lothar y Lady Marion se hayan presos, y el Condado a un paso de pertenecer enteramente a Lady Sarianne.
La expresión de Hiver se tornó afectada, pero pronto recuperó la compostura.
-Le advertí a Lady Marion que algo así pasaría, pero no actuó en consecuencia. Ella sola se ha echado todos los problemas encima. Sus últimas acciones han sido extremadamente inquietantes, y no puedo permitirme trabajar con gente tan imprudente. Todo el mundo sabe que durante mucho tiempo intenté acercarme a Flor de Piedra, pero eso ya es historia. Lo que sea será. Si han de deponer a Lord Lothar, que así sea. Colocarán a otro hombre de paja y dejarán a la Leanhaun hacer y deshacer a su antojo. Yo me he desvinculado del tema hace tiempo. Lo siento por vuestros amigos, Lady Evonne, pero no hay nada que pueda hacer por ellos.
Evonne tuvo que asentir ante sus palabras, pues la Eiluned no estaba falta de razón. Parecía una mujer sensata, después de todo. Guardó un momento de silencio, estudiando la situación.
-Desde luego, comparto vuestra opinión en su totalidad. Todo lo que le ha ocurrido a Lady Marion ha sido obra de sus propias acciones. Aun así, Lady Sarianne no es adecuada para gobernar Flor de Piedra; tampoco Lord Lothar si en lo que a decisiones acertadas se refiere. Ese lugar necesita un cambio de aires, y creo que ambas compartimos esa opinión. -La Adivina cruzó las manos sobre el regazo y se acomodó en la silla-. Una historia no termina hasta que no sale Fin, y aquí hay mucho en juego todavía. Nadie quiere trabajar con gente imprudente, es comprensible. Pero yo no lo soy.
Hiver se recostó en la silla.
-¿Estáis proponiendo algo, mi señora?
-No deseo ver a Sarianne como regente, y Lady Marion está perdiendo la perspectiva conforme pasan los días. Es mi amiga y pretendo ayudarla, pero comienza a ser un peligro para sí misma y para los que la rodean. Aun así, creo que todavía puedo hacer algo por ella. El problema es que apenas llevo aquí unos meses, carezco de la influencia necesaria como para manejar la situación en la que me encuentro y poner a salvo la vida de Lady Marion. No obstante, tengo otro tipo de poder y, si así lo deseáis, puedo aseguraros que el Condado de la Flor de Piedra será vuestro.
-¿Y cómo vais a hacer eso? Sería necesario que los dos Condes me jurasen lealtad, y creo que el fin de esta historia termina con muchos menos que esos -dijo Hiver.
-Si es lo que realmente deseáis, puedo conseguirlo. -respondió, y procedió a explicar la seguridad de su afirmación-. Dispongo de las capacidades y artes para ello, Lady Hiver. Un cien por cien de seguridad de que obtendréis ese Condado. Pero eso es jugar con el hados y muchas cosas podrían torcerse durante el camino, aunque el final acabaría ocurriendo. Tocar los hilos del destino es algo muy complejo y laborioso, por ello, para que todo salga como se espera, es mejor allanar el terreno todo lo posible. La situación en el condado es muy delicada, pero no insalvable. Estoy segura de que con la ayuda pertinente se podría llegar a buen puerto.
-Os propongo algo. Ya os he dicho que no quiero tener nada que ver con Lady Marion, e intuyo que, sea como sea, esta historia va a acabar con ella muerta o exiliada. Lo mismo va por el Conde. Necesito nuevos gobernantes, Lady Evonne. Sobre todo, necesito nuevos amigos. Me he acabado quedando sin ellos en Flor de Piedra por un motivo u otro, así que quiero saber si voy a poder contar con vos de aquí en adelante.
La Duquesa se pasó un dedo por los labios.
-No me gusta que jueguen con mi destino y no me ha agradado demasiado lo que habéis dicho sobre manipularlo. Así pues... ¿Y si os convertís en mi vasalla y trastocáis el destino para que vos os convirtáis en la próxima Condesa? Sois una Leanhaun, la política está en vuestra sangre. Con vuestros dones, no volvería a ocurrir nada como esto en el Condado. Y sin Sarianne, Marion o Lothar en el tablero, podríais llegar a reina fácilmente. ¿Qué me decís? ¿Vais a llegar hasta el fondo de la cuestión, Evonne? ¿Queréis que salve a vuestra amiga, que salve al Condado? Entonces... Hacedlo vos misma. Con mi ayuda.
-Seré clara: Puede que lleve sangre Leanhaun, pero quizá debido a mis dotes de adivina lo último que se me ocurriría es ostentar un cargo como ese, mucho menos de un lugar como Flor de Piedra. Puedo llegar al fondo del asunto sin comprometer mi integridad en absurdas reyertas por un poder imaginario. El poder no está en tener el cargo más alto sino en la mayor cantidad de información, y yo de eso tengo mucho. Además, Lady Hiver, con todo el respeto, jamás le juraría lealtad a alguien con quien apenas he hablado. No hago promesas que no sé si voy a poder cumplir; es lo justo y sensato.
Por otro lado, he de decir que no tengo un seguro para la libertad de Marion, lo único que realmente me interesa y preocupa de todo esto. A cambio de eso, estoy dispuesta a muchas cosas, siempre que se tenga en cuenta lo que he dicho antes.
-Entonces comprenderéis que no vaya a ayudaros. He arriesgado mucho y he recibido muy poco. He comprometido mis recursos por un trozo de tierra que no vale tanto. Lo siento, Lady Evonne, pero no seré yo quien os eche una mano. El destino de Marion será que el merezca, ni más ni menos.
La Duquesa se levantó y se dirigió hacia la puerta..
-Ha sido un placer hablar con vos, y una lástima que no llegáramos a ningún acuerdo. Si aceptáis un consejo, conservad la vida. Lady Marion dudo que aceptase ponerse en peligro para protegeros.
-La lealtad, que a veces no conoce fronteras -se excusó la adivina, sabiendo que llevaba razón en gran parte. Por otro lado, ella tampoco estaba haciendo todo lo posible, pero no iba a sacrificar su libertad y a exponerse a semejantes riesgos por algo así. Había otros métodos-. Gracias por recibirme, de todos modos.
Evonne regresó inmediatamente a casa, no al feudo, sino a su hogar mortal. Ni siquiera se preocupó de si los reyes habían respondido o aparecido por allí. Tenía otros planes, más eficaces aunque quizá no tan peligrosos como ponerse a la cabeza de un condado infestado por la Corte Oscura y con un odio acérrimo hacia Marion. Al menos ella se sentía más segura interviniendo mediante los hilos. El viaje en tren la dejó algo adormecida, por lo que rápidamente se hizo con una bebida estimulante y se dispuso a preparar el ritual. Ella no era como esas tétricas y verrugosas brujas que se escondían de la luz rodeadas de apestosos ingredientes y libros polvorientos. Incluso la magia se merecía un poco de elegancia y pulcritud.
Abrió los ventanales dejando que la luz del mediodía inundase el salón de su casa, proporcionándole así mayor claridad en sus predicciones. Después de despejar un hueco amplio en el suelo, extrajo de una caja con fondo aterciopelado varios cristales coloridos que dispuso de una forma concreta, atendiendo a su forma y significado. Su función sería canalizar las fuerzas del destino hacia su propósito. Encendió algo de incienso, para acompañar el ambiente, y por último colocó diferentes Arcanos de su baraja de tarot reuniendo así los elementos necesarios para su petición. El resultado final debía ser la absolución de Lothar y Marion, conservando su buena salud y reputación tras el incidente con Lady Sarianne y los plebeyos capturados. Podría haberse arriesgado a algo más, pero no consideró apropiado excederse en sus ruegos. Para aunar el efecto de todos los elementos, entonó unos ruegos al Dán moviendo el incienso al unísono.
Tirada oculta
Motivo: Chum pachúm
Dificultad: 6
Tirada (8 dados, se repiten 10s): 8, 4, 4, 9, 9, 2, 5, 2
Éxitos: 3, Fracaso
Int + Hada, 8 dados y gasto 1 de FdV. Tiro a dif 6, que es lo estandar.
Las cartas que extendió Evonne simbolizaban a Marion y a Lothar y a su posterior absolución. Pero habían salido otras cartas. Estaba El Juicio. La Torre. La Luna. El Diablo. Y ninguna de esas cartas significaban nada bueno. Sin embargo, la absolución se cumpliría. No había motivos para que no fuese así.