Hacía un par de días que Morgan se había marchado y, contrariamente a lo que se esperaba de una recién casada, Marion no tenía bien aspecto. Parecía cansada y enferma, y estaba muy pálida, con manchas oscurísimas bajo los ojos enrojecidos. Estaba distraída, descentrada.
Había ido a Hoja de Hiedra a primera hora sin anunciarse oficialmente y había dejado que Evonne se ocupase de sus asuntos. Se dejó caer en un sofá en los que habían sido sus aposentos y allí esperó a Evonne.
Evonne entró en la sala algo contrariada ante su espontánea visita. No llegaba a los extremos de la Condesa, pero tampoco parecía todo lo animada que podía estarlo, y al verla menos. Se sentó a su lado y le tendió las manos para coger las suyas.
-Marion... ¿Qué os ocurre? Tenéis un aspecto lamentable -musitó, preocupada, pasándole una mano por el cabello.
-Evonne.
Se inclinó para darle un beso en la mejilla a su amiga.
-No es nada. Estoy durmiendo muy mal últimamente -explicó mientras se alisaba la falda con las dos manos-. ¿Cómo va todo por aquí?
La Leanhaum apretó los dientes ante su contestación, pero no dijo nada al respecto. Trató de hablar de forma más animada.
-Bien, va bien. Las cosas vuelven a funcionar y si me salen bien un par de ideas creo que pronto podré daros una sorpresa.
Sonrió brevemente y, tras unos segundos agachó la cabeza. Buscó la mano de Marion y la sostuvo entre las suyas.
-Yo... Me gustaría preguntaros algo -dijo, afligida-. Por casualidad no sabréis por qué Sir Morgan se ha marchado tan apresuradamente del condado, ¿no?
Parecía conmocionada por la noticia, y triste, como si le quedasen cosas que decirle al sidhe.
Asintió con aire ausente ante el informe de Evonne, y se liberó de la mano de Evonne con delicadeza para colocarse un mechón de pelo rebelde en su sitio.
-Lothar le ha enviado a una misión en Normandía. Pero precisamente por eso he venido. Sería una lástima que algo hermoso terminase antes de empezar y, además, habéis trabajado muy duro en el feudo. Ya siento como si estuviera abusando de vos. ¿Por qué no vais a ver a Morgan? Si queréis, claro.
El rostro de Evonne si iluminó brevemente. Luego adoptó una expresión pensativa.
-De haber podido os habría pedido permiso ya. Pero... Se ha marchado sin decirme nada y no soy capaz de comprender por qué. Si de verdad le importase, como creía, podría haberme dejado un mensaje. Eso habría sido suficiente para mí -dijo, apenada-. Aun así, quizá con más razón debería ir.
Evonne tuvo que hacer acopio de toda su entereza para no dejar traslucir el odio que la mera mención de Lothar le provocaba. Ese bastardo estaba intentando apartar a Morgan de ella, y lo que más temía es que le hubiese dicho algo y por eso ni se hubiese despedido. Pero no se iba a dejar vencer, encontraría la manera de explicárselo o de hacérselo entender. No podía quedarse sola en aquel lugar, le aterraba quedar a merced de ese loco.
Además, Marion ya sospechaba. La mandaba lejos no por ella, sino para alejarla de Lothar. Perfecto, era lo que más deseaba en aquel momento y, aunque le destrozaba el corazón mentirle a su amiga, era necesario.
Se imaginaba por qué Morgan no se había despedido. Sonrió a la Leanhaun.
-Entonces adelante. Id a buscarle.
-Gracias, mil gracias.
Evonne le devolvió la sonrisa, emocionada como una chiquilla que acababa de recibir su regalo de cumpleaños. Hizo ademán de levantarse pero antes buscó la mirada de la Eiluned.
-¿Seguro que os encontráis bien y no me necesitáis?
Marion asintió.
-Sí, adelante. Todo seguirá aquí cuando regreséis.
Evonne la besó en la mejilla y le dijo que le escribiría en cuanto llegase para que pudiera localizarla en cualquier momento. Después se apresuró a sus aposentos a hacer el equipaje.