Ashe se muestra agradecida con Bedelia, ya que parece que no le sobran manos. Ingur se limita a vaciar la jarra de cerveza con rapidez, mientras disfruta de la comodidad del salón. Einar no tarda en marcharse a atender sus asuntos. Pronto la sala común comienza a poblarse, ya sea por gente que viene a ayudar a Ashe en la preparación de la fiesta o por gente del pueblo que ha decidido presentarse allí antes de tiempo.
Bueno, el resto de la tarde no va a pasar nada interesante. La siguiente escena será la de la fiesta, aunque dejo esta abierta por si alguno quiere hacer algo más antes de que caiga la noche.
Ashe y Bedelia transportaban una mesa especialmente pesada. En un pequeño descanso para recuperar el aliento, la sureña decidió entablar algo de conversación con la nórdica.
-No puedo llegar a imaginarme cómo es vivir aquí, en medio de la nada-Giró los ojos por la habitación, como si estuviera observando el exterior-En un pueblo tan pequeño e incomunicado.
Se limpió el sudor de la frente con la manga. Su mirada se deslizó hasta una ventana.
-Al menos lo bueno de no tener habitantes nuevos es que no hay que esforzarse por aprender nuevos nombres.
Esbozó una sonrisa, esperando que Ashe fuera receptiva con ella. A parte de querer conocer algo mejor aquello, intentaba tantear sutilmente si alguien nuevo había llegado al pueblo antes de ellos. Intentaba saber quién era Fredrick, y una vez más se sintió estúpida consigo misma.
Poco sacas en claro de ayudar a Ashe, a excepción de un par de detalles que retienes en tu cabeza gracias a tu naturaleza observadora:
El primero, que Ashe parece tener cierta influencia en el pueblo. Ante tu sorpresa, descubres, charlando con otra mujer que ha venido a ayudarla, que ella y Einar no son pareja, aunque viva en su casa. Al definirlos, usa la expresión "viejos amigos", aunque algo en su tono de voz te hace pensar que quizás hay algo más. Pero, desde luego, no están casados, ni mucho menos. Decides no profundizar más en el tema, por ahora.
También puedes observar mejor la personalidad de Ashe. Aunque algo mandona, parece que el resto de habitantes de Sultünge la guardan cierto respeto. Tiene una personalidad fuerte, aunque suele expresarse con educación. Poco más puedes deducir por el poco tiempo que pasáis juntas. En algunos momentos de la tarde, la ves regañando a un niño algo revoltoso, llamado Dag, que probablemente sea su hijo.
Por último, a lo largo de la tarde escuchas de pasada algo sobre un tal Jorik. No estabas participando en dicha conversación, así que no procedía el intervenir, pero por lo poco que llegas a retener parece ser que era un joven solitario que debió de tener un accidente o algo así hace unos días.
Toma migajas de información para ti, por maja.
Ponle que, además de ti, hay otras cuatro personas ayudando a Ashe en la preparación: Tres mujeres y un chico. No te quedas con sus nombres (estás cansada y ya te han presentado a mucha gente hoy).
Edito: Esto te estaba escribiendo antes de que posteara. Ahora voy con la conversación con Ashe, pero por que quede reflejado. Aun así, aviso que la esperanza de vida de esta escena es corta...
Ashe te devuelve una mirada amable, aunque seria.
-A todo se acostumbra uno. He oído que allí, en el sur, hay ciudades tan grandes que se extienden hasta el horizonte. Claro que, por otro lado, mis compatriotas son muy dados a exagerar.
Siéntete libre de indagar en cualquiera de los temas mencionados arriba, como si ya hubiera ocurrido todo lo mencionado antes cuando se da esta escena.
Pd: ¿Sudor por cargar con un par de mesas? Menuda aventurera está hecha Bedelia...
Bedelia se rasa el lóbulo de la oreja mientras contesta.
-Hasta el horizonte no, pero si es cierto que en ocasiones los edificios no te dejan ver más allá de sí mismos, no hay bosques cerca o la gente no se conoce entre si. Puede ser más impersonal. ¿Vuestros compatriotas han viajado al sur? Menuda aventura-Sonrió una vez más.
Renunciando a la idea de conseguir información por aquella vía, la mujer decidió que quizás Fredrick se personaba en la fiesta y allí podría disipar las dudas, dudas que comenzaban a ser una obsesión, como un molesto insecto revoloteando cerca de su cabeza. Quería espantar aquella coincidencia para poder centrarse en otros asuntos.
Ashe alza una ceja.
-¿Tú estás aquí, no? Es igual, pero en dirección contraria. Hay gente que no puede ser retenida en un lugar mucho tiempo. Ansían viajar, ver nuevas tierras, conocer nuevas personas. No todo el mundo tiene esa inquietud. Y no todo el mundo puede permitirse ese lujo.
Se entiende que estáis haciendo tareas mientras esto ocurre. Siéntete libre de narrarlo a tu gusto, si te apetece.
El salón poco a poco quedaba colocado y las mujeres hablaban mientras exploraban la distribución óptima de las mesas.
-No, desde luego no todo el mundo puede permitirse el lujo. Hay gente con una familia que mantener, o con otras responsabilidades que les anclan a cierto lugar. Me siento afortunada de estar aquí, creo que puedo aprender mucho de vosotros.
Ashe te devuelve una sonrisa educada, luego vuelve a centrarse en sus tareas.