Pasan las horas, y la luminosidad empieza a ser menor. Llevándote de manera instintiva la mano al costado, justo en donde las vendas que has podido rescatar de tu bolsa de viaje se apretan contra la profunda herida que te hicistes en la caída, aprietas los dientes y sigues caminando. Estás realmente cansada. Pero no eres estúpida: Si la fatiga puede contigo, el invierno te devorará. Si tu fuerza de voluntad decae, el invierno te devorará. Si lloras, si muestras debilidad, el invierno te devorará. Si dejas que el dolor de tus heridas te afecte, el invierno te devorará. Si piensas en Will...
No deberías pensar en Will.
Te detienes junto a una rama caída, que se bifurca varias veces entre un amasijo de hojas y madera. Sí, debería servir. Con un gruñido de dolor, te agachas para recogerla ignorando los múltiples puntos desde donde tu cuerpo te recuerda las múltiples cortes y contusiones a los que se vio sometido hace unas horas. Tras veinte minutos de arrastrarla por la nieve con alguna que otra parada para tomar aliento, regresas a la cueva que encontraste hace un rato.
No es muy grande, apenas una oquedad en la pared rocosa, medio enterrada por la nieve. Dentro cabrían, calculas, cuatro personas apretadas, como mucho. Por suerte, tú solo eres una, y la profundidad es suficiente como para mantenerte alejada del frío y de las bestias salvajes. Por desgracia, el viento sigue siendo un problema, ya que la orientación de la abertura no es la idónea. Haciendo un último esfuerzo, encajas la rama en el suelo, tapando dicha abertura.
Problema solucionado.
Te apoyas contra un árbol cercano, recuperando el aliento. Si alguien te preguntara si vas a salir viva de esta noche, no sabrías que responderle. El frío es cada vez más insoportable, y tus fuerzas te abandonan por segundo...
Los susurros llegan desde lejos, y no puedes evitar dar un respingo cuando los escuchas. Sin embargo, las palabras son claras, y a pesar de la distancia, entiendes cada una de las palabras.
Es un lenguaje demasiado familiar para ti...
Tirada oculta
Motivo: Escuchar susurros (Advertir)
Tirada: 1d100
Dificultad: 40+
Resultado: 100(+45)=145 (Exito)
Tirada oculta
Motivo: Escuchar susurros (Advertir) Abierta
Tirada: 1d100
Dificultad: 40+
Resultado: 82(+145)=227 (Exito)
Desangramiento out, heridas estabilizadas. Aunque Saga todavía tiene la duda de si se le infectarán (que no), pero vamos, que exceptuando la pérdida de pvs, por lo demás ok. Eso sí, dos puntitos menos de cansancio por el esfuerzo físico (lo que te deja a 2, que te deja un penalizador de -40). Vamos, que estás muy cansada, y tienes un frío de cojones, pero al menos estás estable.
Pertenencias iniciales había supuesto que caían contigo. Como tampoco quiero ser muy mamón, digamos que Saga empezaba con más cosas (para algo era la enviada de un rey), pero que la mayoría estaban en su caballo. Porque ya te digo que no es probable que lo recuperes un futuro próximo. Lo que aparece en tu equipo inicial son las pertenencias personales que llevabas en tu "bolsa de viaje", pegada al cuerpo, y que casi milagrosamente han sobrevivido a la caída. Probablemente algo más, pero se volcó por la ladera o se aplastó, quedando inservible.
Vamos, que no te quites nada de tu equipo inicial, a menos que haya algo que consideres que no ha podido sobrevivir a la caída y desees borrar porque te rechina.
"... Una doncella... Debe de haberse perdido..."
-Ayuda... -musitó en un desvarío, de forma casi inconsciente.
El frío la tenía en un duermevela constante, resistiendo por mantener los ojos abiertos a pesar del cansancio, el dolor y los incesantes temblores. Sabía que si caía del todo quizá no se levantase. Aquella montaña se la tragaría hasta que algún desafortunado la encontrase durante el deshielo, si es que allí dejaba de nevar. Los recuerdos, los sueños fugaces y las imágenes de lo que podría pasar se mezclaban demasiado en aquel estado de semi-consciencia, con la luz del atardecer desdibujándolo todo. ¿Estaría delirando? ¿Soñando?
Saga movió la cabeza hacia ambos lados en un vago intento de abandonar aquella sensación de irrealidad.
-¿Hola? Necesito ayuda... Por favor...
"... Nos escucha..."
Un chillido inunda el aire. Te giras hacia el origen. Allí, entre los árboles, una luz a cierta distancia...
"... No, no podemos... Vámonos..."
-No... Por favor, estoy herida. -Saga hizo ademán de levantarse apoyando la espalda contra el tronco, emitiendo un sonido ronco a causa del dolor-. Necesito ayuda. Por favor, no quiero morir sola y perdida. Tengo frío...
Logró ponerse en pie y ajustarse la capa en un vano intento de protegerse del viento que tenía metido en las entrañas. Y con un paso tambaleante empezó a acercarse a la luz. No sabía qué o quiénes eran, o si podían ayudarla. Pero como poco podrían orientarla hacia un lugar más seguro.
Un nuevo chillido, y luego unos segundos de silencio.
"... Lo siento..."
Luego, la luz se alza de forma brusca, y desaparece entre las copas de los árboles.
Sea lo que sea, se ha ido.
-Saga usó "Mirada de perrito apaleado".
-No es muy efectivo...
Saga se quedó parada en la oscuridad con un grito de socorro en la garganta. Pero en vez de malgastar fuerzas llorando de angustia o tratando de perseguir una luz que ya no estaba, retrocedió apretando los dientes con fuerza. Aquello había sido cruel, como ver la luz del amanecer unos instantes, sintiendo su suave calidez justo antes de que desapareciese por completo y sin fecha de regreso.
Resopló varias veces con fuerza. No notaba las facciones de su rostro ni aun posando los dedos sobre la piel y tenía que conservar fuerzas para pasar la noche, de modo que arrastró los pies de vuelta al refugio echando mano de la mochila para ver qué útiles tenía allí. Podía comer un poco y usar el resto de ropa para protegerse, aunque sin calor poco iba a aislar aquel frío tan espantoso.
Eso ha sido cruel xD
Usando la otra muda de abrigo para cubrirte aún más, y agazapándote al fondo del refugio, consigues aislarte un poco de aquel frío horrible. Estás incómoda, pero al menos puedes descansar tus músculos doloridos, y aunque el dolor sigue viniendo de vez en cuando, mientras estás quieta suele dejarte tranquila. Devoras con avidez una de las raciones de viaje que te restaban, y recuperas algo de fuerzas.
Afuera, empieza a oscurecer, y en unas horas habrá anochecido.
Pues no te queda ni nah
Te quito una de raciones del equipo, que te dura hasta mañana (te quedan 6), porque entiendo que con tu estado no te vas a poner a buscar comida a estas alturas...
Si quieres esperar hasta la noche y dormir en el refugio, recupérate todo el cansancio. Si quieres hacer algo más antes de que anochezca, be my guest.
Tras abrigarse y comer a bocados diminutos, Saga decidió que no iba a poder hacer mucho más. Sabía que el fuego mantendría alejadas a las bestias, pero también llamaría la atención. Todo en el hipotético caso de que fuese capaz de encender uno, para lo que carecía tanto de materiales como de fuerzas para mantenerlo vivo durante toda la noche. Sólo quería acurrucarse, temblar y dormir, pero también era consciente del peligro que corría en esa situación así que tras varios minutos de sollozar, resoplar, recomponerse y volverse a romper decidió salir a por algunas ramas o troncos. Tenía una libreta que podría servir para comenzar un pequeño fuego, y también un grueso tomo de historias que de estar desesperada podría usar como combustible. El problema era si la madera estaría lo suficientemente seca (que lo dudaba) como para que prendiese.
Se supone que llevo encima 'Equipo básico de supervivencia' que no sé de qué se compone. Intentaré hacer un pequeño fuego con mi -40 y esa super habilidad de supervivencia que tengo (ja!). Intentaré cortar algo de tela para ayudar a la madera también a prender. Y como preveo que eso va a pifiar estrepitosamente, el plan B es hacer un pequeño montículo de nieve en la entrada al menos para que no entre tanto viento y hacerme kakuna matata.
La suerte no está contigo, y no encuentras madera seca. Reúnes las pocas ramas y troncos que puedes encontrar sin alejarte mucho de tu refugio y descartando aquellos que están completamente empapados. Sin muchas esperanzas, extraes el pedernal e intentas encender un montón de hojarasca que, a pesar de tener aún algunos rastros de nieve, no debería tardar mucho en prender.
Al principio parece que las ramas prenden bien, y por unos instantes te invade cierta sensación de esperanza, al pensar en el calor de un fuego calentando aquel cuchitril. La hojarasca prende un par de ramas, y por unos instantes parece que tu suerte va a cambiar, y podrás montar una hoguera. Ya notas el calor de las llamas, que por unos instantes alivian tu dolorido rostro y tus labios cuarteados.
Luego el fuego se apaga.
Cualquiera se echaría a llorar, pero tú intentas encenderlo de nuevo. Sin embargo, ya no queda casi nada de yesca con la que poder empezar, y dudas que las hojas de tus libros vayan a servir como combustible para iniciar una nueva hoguera. Afuera ya está oscuro, así que ir a buscar más leña es una opción que ni siquiera te planteas.
El frío empieza a filtrarse por las ramas y la nieve que has amontonado a la entrada de la cueva, así que te acurrucas dentro de tus pieles. En la oscuridad, agradeces que al menos el viento no vaya a ser un problema.
Estás muy cansada, y tus ojos se van cerrando poco a poco...
Motivo: Buscar madera seca
Tirada: 1d100
Dificultad: 120+
Resultado: 44(+35)=79 (Fracaso)
Motivo: Destreza
Tirada: 1d10
Dificultad: 15+
Resultado: 9(+9)=18 (Exito)
Motivo: Mantener el fuego (Inteligencia)
Tirada: 1d10
Dificultad: 15+
Resultado: 1(+10)=11 (Fracaso)
Motivo: Suerte
Tirada: 1d10
Dificultad: 8+
Resultado: 4 (Fracaso)
Te despiertas al notar una presencia junto a ti. Afuera, el sonido del viento produce un quejumbroso ulular que golpea contra la pared de nieve que has amontonado. Aunque está completamente oscuro, y otra persona no sería capaz de ver ni la punta de su nariz, tus ojos distinguen un extraño brillo mortecino que, sin llegar a iluminar la cueva, te permite distinguir qué es lo que lo produce. Un rostro conocido, aunque distorsionado por un velo traslúcido.
-...
Saga se removió inquieta, y esta vez no por el frío sino por esa sensación que te hace darte la vuelta en la cama para ver si hay algo al otro lado. La diferencia es que mientras la mayoría de las personas sólo encuentran el eco de sus miedos, Saga podía ver todo lo que se mueve sin ser visto.
-¿Andrel? -musitó con voz ronca, y acto seguido se llevó las manos al pecho para cerciorarse de que ella seguía viva, sobrecogida por el súbito terror a haber abandonado aquel mundo demasiado pronto. El pinchazo que le recorrió el estómago le recordó que todavía no se había pasado aquel calvario-. Dios... Andrel, tienes... necesito ayuda. Will está... No está.
El rostro de Andrel parece volverse borroso durante unos segundos, pero su voz suena clara en tus oídos., tan cercana como si estuviera susurrándote al oído.
-Ayuda... No está. Ella no está. Tampoco aquí.
La comunicación con el espíritu de tu hermano siempre es complicada. A diferencia de otras ánimas más recientes, la de Andrel lleva muchos años vagando por Gaïa, y el muro que le separa de la realidad se vuelve cada vez más denso.
-Rojo y blanco -Al hablar, es como si otra voz acompañara todas sus palabras, creando un efecto inquietante-. Como aquella noche. ¿Es que no lo ves?
¿Will no estaba allí? Aquel comentario le dejó una punzada de culpabilidad, y aunque no podía estar segura de si lo que decía era cierto o no, no pudo evitar sentirse responsable. Tenía que haberse interpuesto u obligarla a saltar...
-¿Qué? -'Rojo y blanco' había dicho: nieve y sangre. No. Algo mucho más oscuro y terrorífico, mucho más macabro. Algo que se arrastraba por los Yermos desde hacía siglos, insaciable, extendiendo el infierno helado con sus ojos blanquecinos. La expresión de su rostro tembló-. No... ¿La bestia?
Saga se incorporó con un gruñido y de forma mucho más pesada de lo que le habría gustado, haciendo que su ropa crujiese con cada movimiento. Si Kraeghul, o como se llamase, estaba cerca quería decir el responsable también estaba cerca. Y ella estaba herida, helada y perdida en medio de la nada, y por más que mirase hacia afera sus ojos no captaban nada más que oscuridad.
-Andrel, ¿está aquí? ¿A qué te refieres?
El rostro de Andrel parpadea, y vuelve a aparecer frente a ti. Una de sus manos viaja hasta tu antebrazo, y notas el un cosquilleo sobre la piel.
-¡Sí, Saga! ¿No lo ves? El hombre que parece un lobo. Misma casta, misma bestia. La sangre podrida...
Notas que su imagen tiembla. Afuera, el viento empieza a aullar, cada vez más fuerte.
Su mano intentó posarse sobre la de Andrel con la consecuente punzada de dolor emocional. En aquella situación donde el frío parecían cuchillas, Saga extrañaba el contacto humano más que nunca, pero sabía que eso para Andrel era un concepto extraño, lejano y olvidado.
Suspiró con los dientes repiqueteando por el frío y dejando una nube blanquecina de vaho entre ambos. 'Casta', 'lobo', 'sangre podrida'. Si hubiese tenido fuerzas le habría gustado apuntar aquellas palabras en su libreta, pero ni siquiera tenía luz suficiente, y aquel enigma empezaba a complicarse más todavía. Tenía que jugar su juego ya que él ya no podía comprender las normas del suyo.
-Sangre podrida cómo... ¿bastardos? ¿Indignos? -susurró en la antigua lengua, fijando la mirada en la imagen borrosa de su hermano, como si estuviese desenfocada y pretendiera de aquella forma devolverle el color.
-Malditos.
Los ojos de Andrel miran un punto en la lejanía, y su expresión se torna en una de horror.
-¡No dejes que me devore! ¡No quiero ser devorado!
Levanta un brazo, pero en donde debería estar su mano solo hay un montón de huesos roídos, con tiras de carne aún colgando. Andrel grita, pero el estruendo no llega de su garganta, sino de la entrada de la cueva, que se derrumba súbitamente. Una ráfaga de viento irrumpe furiosa en la oquedad, arrastrando consigo hielo y nieve.
Cuando consigues apartar la nieve, tiritando, ves que Andrel ya no está. Afuera, la mortecina y pálida luz de la luna ilumina una ventisca, que golpea furiosa contra tu refugio. La rama que colocaste en la puerta, así como los restos del muro de nieve que aún quedan en pie, evitan que pase la mayor parte del viento, pero lo poco que consigue colarse por la abertura que acaba de aparecer es suficiente como para hacerte una idea de que salir ahora mismo sería un suicidio.
-¡Andrel! -gritó desesperada, seguido el aullido de un arranque de tos que le hizo doblarse hacia adelante con terribles punzadas en el abdomen.
Tenía la sensación de querer llorar agarrada a la garganta, pero hacía demasiado frío y tenía demasiado miedo como para dejarlo salir. No comprendía qué había pasado e incluso dudaba de que hubiese sido cierto. Andrel no podía haber muerto: ya estaba muerto y tenían cosas que hacer. Pero sus dudas no despertaban mas que más dudas, temores y preguntas que no tenían respuesta, al menos ahora.
La realidad es que estaba helada, sola, perdida y herida en medio de la nada, y que todo cuanto se extendía a su alrededor era una amenaza potencial contra su vida. Quería luchar, salir y enfrentarse a la tormenta y a los miedos, pero en el fondo sabía que era un suicidio, que su espíritu no podía combatir la debilidad de su cuerpo humano. En realidad no era más que un minúsculo copo de nieve perdido en aquella ventisca, arrastrado por los vientos sin poder hacer nada. Will ya no estaba y Andrel tampoco. Ni siquiera el viejo Illazer para recordarle que el hielo y el miedo la devorarían viva. Y aunque lo intentaba, Saga no encontraba razones suficientes para no hacerlo... salvo una promesa; una promesa de venganza.
Llamó varias veces más a su hermano antes de darse por vencida, acurrucándose de nuevo en su cobijo. Era imposible ser más lista que la Madre Naturaleza, pero si estaba decidida a seguir tendría que aprender a jugar a su juego y a ponerla a su favor. Sólo tenía que sobrevivir a aquella infernal noche que no parecía tener fin.
El frío perdura el resto de la noche, y aunque intentas reconstruir como bien puedes la pared de nieve, la oscuridad no te deja ver y el trabajo que realizas es más bien pobre. La ventisca se calma un poco tras un par de horas, pero el viento continúa soplando, emitiendo quejidos lastimosos que te ponen los pelos de punta.
Tira por pesadillas. Dos dados (por haber sacado 2 la noche anterior) desglosados, con un -1 cada uno (por el lugar en el que estás). Coge el resultado mayor.
Sea como sea, esta noche repaso el libro para ver los efectos del frío, porque con lo mal que va a dormir Saga algo le tiene que caer.
No recordaba, a pesar de sus tormentosos sueños, una noche tan difícil como aquella. No era sólo el frío y las tiritonas, ni los aullidos del viento y el crujir del bosque, sino esa delgada línea que separaba lo onírico de lo real, acosándola con imágenes y recuerdos que apenas podía distinguir. Se despertó más de una vez con el corazón desbocado, sumida en la oscuridad, y otras tantas sencillamente por los ruidos, el hielo y la incomodidad. Cuando por fin una tibia luz empezó a filtrarse, se dio cuenta de que había perdido por completo la noción del tiempo sin haber llegado a dormir en condiciones en ningún momento.
Rodó lentamente hacia el otro lado desentumeciendo su dolorido cuerpo. Tan sólo estar tumbada ya era un suplicio, y le costaba cada vez más encontrar razones por las que abandonar aquella posición. Will no estaba y no sabía qué había pasado con Andrel. Tampoco tenía muy claro hacia dónde debía dirigirse, y estaba demasiado cansada y dolorida como para emprender una caminata de al menos dos o tres días hasta a saber dónde. Pero permanecer en el bosque era peligroso, el tiempo podía empeorar muy rápido y eso la hacía todavía más vulnerable a la bestias.
Tras largos minutos de indecisión, en los que al menos consiguió levantarse y enjuagarse la boca con nieve, determinó un plan de acción. Estaba demasiado cansada como para caminar tanto, y al menos la noche anterior había logrado encender un fuego. Si encontraba mejor material, se movía y fortificaba la entrada con algunas ramas más, quizá podría descansar mejor, recobrar la temperatura y afrontar el viaje con algo más de esperanza. Quizás incluso podría acercarse hasta la colina y examinar los restos de la batalla. Era todo demasiado incierto y arriesgado, pero no pensaba dejarse morir. Todavía no.
Motivo: Pesadillas yay yay
Tirada: 2d10
Resultado: 5(-1)=4, 5(-1)=4 (Suma: 8)
Motivo: Voluntad
Tirada: 1d10
Dificultad: 16+
Resultado: 1(+9)=10 (Fracaso)
Motivo: RE Saga
Tirada: 1d100
Dificultad: 20+
Resultado: 12(+40)=52 (Exito)
Motivo: RE Saga
Tirada: 1d100
Dificultad: 40+
Resultado: 60(+40)=100 (Exito)
Motivo: RE Saga
Tirada: 1d100
Dificultad: 30+
Resultado: 3(+40)=43 (Exito)
lol Pues nada, me quedo con un 4. Podría haber sido peor. Y también mejor.
Director: Efectos varios que te ocurren:
POR LAS PESADILLAS
POR EL FRÍO
No hay perjuicio adicional, aunque te levantas muy destemplada. Te pongo aquí el desglose de las tiradas, por si te interesa: