Tras apurar al caballo durante un rato, Saga relajó el paso oteando a un lado y a otro para asegurarse de que iban por buen camino, aunque seguía siendo complicado incluso con la luz del día.
-Si quieres puedes quedarte en la linde del bosque con el caballo. En caso de que las cosas no salgan bien -comentó de improvisto y casi sin venir a cuento.
Saga deja pasar un ratillo de silencio.
-No.
Aunque directa, su respuesta no había sido cortante.
-Desde el primer momento, cuando nos encontramos en el incendio, fue mi decisión embarcarme en esta historia. Mi decisión, y no quiero que pienses ni por un segundo que te considero responsable de la situación en la que nos encontramos. Daremos la cara las dos, porque estamos juntas en ésto.
Bedelia parecía rescatar retales de conversaciones inacabadas. Aclarar aquel punto era su asignatura pendiente desde que Saga se culpó en casa de Yngrid.
Asintió levemente; un gesto que bien se podría haber confundido con el movimiento de la montura, así que añadió un escueto 'vale'.
-Tengo una pregunta. Dijiste que habías sentido el frío antes de llegar. ¿Después te encontraste a Drunfo o estabais ya juntos cuando eso ocurrió? - No parecía una pregunta muy relevante, pero el tono de inflexión con el que la hizo sonó ligeramente preocupado.
Se estremeció al recordar. Miró nerviosa el bosque, como si esperase volver a encontrarlo. O mejor dicho, que eso las encontrase a ellas.
-Estaba sola, fue antes de cruzarme con Drunfo. Subí a un árbol para orientarme, y al bajar...todo era distinto. Creo que también evité uno de esos demonios por pura suerte.
Tragó saliva.
-Intenté romper el silencio tarareando una canción, pero eso no le gustó.
Saga guardó silencio de nuevo, algo que parecía perfectamente habitual en ella salvo cuando estaba en ambientes sociales. La sureña pudo notar una tensión repentina en su espalda, y cómo esta se disolvía con un largo resoplido por la nariz.
-Ayer, cuando dije que él tenía algo que ver... Puede que sea una de esas cosas. O que la lleve dentro, no lo sé. -Apretó los labios y repitió-: No lo sé...
Bedelia ahogó una exclamación. Había mucho que no entendía, demasiado.
-Según vuestras leyendas-Pronunciaba las palabras con cuidado-Esos demonios de la nieve...¿Cómo nacen?
-No lo sé... Sé que es algo que lleva ocurriendo desde hace tiempo. Yo tenía 8 o 9 años cuando mi familia fue devorada. -Carraspeó, quizá por incomodidad-. Desde entonces, bueno, desde mi edad adulta he estado indagando por mi cuenta. Ese libro que te presté lo comenzó mi abuelo y lo he seguido yo. Contiene la mayoría de historias de los Yermos. Sé que hubo más asaltos en Hendell, historias de criaturas... Fue difícil rastrearlas habiendo pasado tantos años. Después se perdían antes de llegar a Goldar. Nuestras leyendas son amplias, confusas y se transmiten de boca a boca, lo que hace complicado distinguir lo real de lo ficticio. Sin embargo... Hay una: habla de un demonio de la noche, Kraeghul. Ojos blancos, un frío sacado del mismísimo infierno y un apetito insaciable. Se alimentaba únicamente de carne humana... Pero la leyenda data de la Era del Caos. El demonio fue desterrado en estas mismas montañas: Miürenheim. Como ya he dicho, es complicado saber cuánto de cierto es esto. Pero sí puedo decirte algo con certeza y es que Drunfo lo lleva en la sangre. Está maldito y la sangre llama a la sangre. -Se morió el labio y superior y rezongó-. Tenía que haberlo dejado morir.
Bedelia suspiró, tensa.
-Por lo menos la leyenda de Kraeghul nos deja algo de esperanza; puede ser desterrado. En cuanto a Drunfo...quizá es una pieza clave para parar todo esto. Vivo.
Aprovechó el momento para resolver una de las dudas que tenía.
-El frío y los demonios de la nieve, ¿son dos entidades separadas?
Saga educa y divierte
-Creo que ellos causan el frío, como una advertencia de su proximidad. Pero, de nuevo, son todo conjeturas.
-Eso podría ser muy útil. Si son depredadores deben tener cierto patrón de comportamiento, y si consiguiéramos descubrirlo tendríamos algo de ventaja, aunque fuera mínima.
Se rascó la cabeza.
-Suponiendo que se rijan por leyes naturales, lo que ya es mucho suponer. Después de cruzarme con el teórico demonio de nieve me encontré con Drunfo, y no estaba herido. Si está maldito, o lleva a uno de ellos dentro, puede que le reconozcan como a un semejante.
Saga levantó el mentón.
-O sea que en su compañía estaríamos a salvo... relativamente. -Tiró de las riendas ligeramente para amainar el paso. Eso quería decir que se estaban alejando de un 'escudo protector', en todo caso. Se volvió ligeramente para poder mirar a Bedelia-. Hay algo más. Decía la leyenda que el demonio, o la criatura, era más débil a la luz del sol. O algo así. No sé si sería totalmente seguro durante el día pero podría ser menos peligros. Además, eso me dejó pensando que el elemento opuesto al frío es el fuego, ¿sabes? Y esto es un gran, gran suponer pero... Quizá el incendio del granero no fuese un acto de guerra sino de defensa. Pero, de nuevo, es mucho suponer.
Antes de volver a reanudar la marcha, se quedó mirando a los ojos de la sureña, esperando ver su reacción.
Bedelia abrió los ojos y su boca formó un mudo "oh". Aquella posibilidad encajaba muchas de las piezas dispersas por el tablero, y aunque teoría, dejaba abierta una nueva vía de actuación.
-El hombre del granero, el que vigilaba las cosas. No le mató el fuego, tenía el cuello destrozado. ¿Y si fue uno de esos demonios de hielo el que le atacó? ¿Y si el incendio lo provocó ese mismo hombre? Si una criatura así rondaba Sultünge no le habría costado demasiado acabar con toda la población, teniendo en cuenta que todos o casi todos estábamos en la fiesta. En el gran salón nadie llevaba armas, habría sido una masacre.
-Absoluta. Y después tú escuchaste gritos de guerra, ¿verdad? Puede que el fuego no fuese suficiente para espantarlo... Puede que se quedase merodeando por los alrededores y aprovechase la búsqueda de los fugitivos para atacar... -Se quedó un momento en silencio, pensando-. Podríamos haber sido nosotras. A no ser que Drunfo los mantenga alejados... Si es que eso es verdad.
Spoiler.
Unos segundos de silencio. "Podríamos haber sido nosotras", las palabras de Saga reverberaban en su consciencia.
-Fueron cinco los hombres que salieron para caza a Drunfo y Thorir, uno de ellos Einar. Si se enfrentaron a la bestia y sobrevivieron daría credibilidad a nuestro relato, si no...puede que Einar esté muerto.
Esta partida es mi droga.
Saga negó, pero del mismo modo en que uno se resigna a una situación en la que poco puede hacer.
-Creo que debemos llegar cuanto antes y esperar a que nos reciban en las afueras. Somos ladronas hasta que justifiquemos lo que hemos hecho, así que creo que deberíamos esperar y solicitar hablar con Ashe antes de que alguien decida actuar por cuenta propia.
Bedelia asintió con la cabeza.
-Me parece lo mejor, pero deberíamos dejar el caballo en los establos nada más llegar. Bastante hemos hecho ya como para que nos acusen de eso también.
-Vale.
Dicho aquello, Saga espoleó al caballo, que tampoco es que fuese a alcanzar una gran velocidad con el exceso de nieve que había a su alrededor, pero sí que volvió el viaje más movido para Bedelia.
Saga creo que no va a comentar nada más.
Si Be no añade nada, nos toca esperar... (o podemos seguir haciendo mega bonding 8) )