Partida Rol por web

Bedelia levantó las manos en un gesto que pedía calma antes de que todo aquello se cayera por su propio peso.

-El cansancio nos está volviendo unos contra otros, es un tema complejo y necesitamos colaborar para salir bien parados de ésta. Saga, tu quieres llegar al final de todo ésto para vengar la muerte de tu familia, y Ashe, tu necesitas acabar con lo que nos ha atacado para proteger Sultünge. Estar enfrentados ahora mismo es una postura que no podemos permitirnos, porque nos necesitamos los unos a los otros.

Se mordió el labio.

-Dejemos apartado, al menos por el momento, el dilema sobre la naturaleza de lo que nos estamos enfrentando y concentrémonos en qué vamos a hacer ahora.

Ashe suspira, cansada.

-Vuelve aquí, anda. Si vas a ignorarme en mi propia casa, al menos que sea en la misma mesa.

Luego mira a Bedelia.

-Por desgracia, dudo que nadie acceda a escuchar nada de lo que decís, y esa es la razón por la que estoy aquí. Conociendo a Thaldein, que es quién está al mando hasta que Eskol se recupere un poco, lo más probable es que proponga una partida de caza para eliminar a la criatura. Nuestras reservas de comida nos dan para dos o tres días, quizás algo más si lo racionamos bien. Así que el tiempo juega en nuestra contra.

Bedelia torció el gesto.

-Eso complica las cosas...Le he pedido a Restmit que hable conmigo cuando vuelva de escoltar a los Yormef, cuanto más sepamos sobre lo que nos enfrentamos más posibilidades tendremos de derrotarlo, son mis planes a corto plazo.

Suspiró, pero entonces se acordó del thing, de una figura en concreto.

-A nosotras no nos escucharán, pero a Hjalmar si. ¿Crees que podríamos convencerle?

La hedense ignoró deliberadamente la petición -u orden, no quedaba claro- de Ashe. Tampoco comentó nada sobre su plan. En su lugar se arrodilló junto al fuego desabrochándose la capa, la cual dejó doblada a su vera, y tras una sentida inhalación se deshizo también de las vendas de sus manos. Entre susurros comenzó a murmurar en un idioma extraño tras hacerse con un tizón de la hoguera.

Ashe niega con la cabeza.

-Hjalmar es un viejo senil. Le respetan, pero no le harán caso. Thaldein vendrá a hablar con vosotras, le conozco. Intentad convencerle a él, que es quien va a tomar las decisiones. En cuanto a Resmit... Bueno, creo que ha insistido bastante en la idea de montar una trampa y esperar a que esa cosa venga a nosotros, en vez de adentrarnos en su territorio. Pero la gente está impaciente, y su voz no vale nada. Aunque parece que ha hecho buenas migas con Thaldein.

Parece que ha decidido ignorar el comportamiento de Saga.

Bedelia se masajeó las sienes.

-Sólo espero que la bestia esté sola. No tenemos motivos para pensar que pueda haber varias, pero tampoco lo podemos descartar.

Drunfo volvió a su cabeza una vez más. Si de verdad estaba maldito o llevaba un demonio dentro podrían usar aquello a su favor. Dudó comentarlo en voz alta, pero al final descartó la idea. Los ánimos respecto a los Yormef estaban demasiado alterados, y Ashe no creía del todo su historia.

Miró a Saga y al tizón con curiosidad.

-¿Tu qué opinas?

¿Partida de caza? Lo que debían hacer era organizar a los cazadores de inmediato para recopilar la mayor cantidad de presas posibles. Administrar los recursos, recolectar leña para iluminar bien la zona y prepararse para enfrentar el peor invierno de sus vidas.

Pero nada de aquello valdría la pena si las preguntas seguían en el aire y el puzzle sin resolver. Al final, lo que fuese terminaría por devorarlos lentamente hasta borrar la escasa huella de Sultünge sobre Gaia. Y para eso necesitaban saber más, y la única manera de saber más confinada en el salón del Jarl era llamar al más allá a su lado. Aunque, con la claridad y expresividad de Andrel, no iba a llegar muy lejos.

Mientras hablaban, Saga musitaba el Lileth un canto, una súplica en vano a las llamas que danzaban frente a sus ojos y que eran las únicas capaces de alejar o detener a aquel ser. Necesitaban a Kenaz, pero sobre todo, necesitaban que su gemela, Hagalaz, les favoreciese en la noche. Necesitaban a la reina, la portadora de la casa N'jordt a su lado, y su sabiduría del abismo y el mas allá. Y eso fue lo que grabó - la runa de la luz en el dorso de la diestra y la de la oscuridad en la siniestra. Entrelazó los dedos como hacían los cristianos, uniendo las dos caras de una misma moneda, en busca de un destello que le dijese hacia dónde ir.

Saga, que estaba de rodillas y las manos entrelazadas, casi como un cristiano rezando, cerró los labios un momento para al siguiente decir en voz alta.

-Deberían organizar partidas de caza para reponer víveres antes de que el invierno se asiente mientras haya luz. Hacer fuego y asegurar la zona. No sabemos ni de dónde viene ni quién la ha traído, si es que la ha traído alguien. Ni cómo combatirla. Enviar más gente a la incertidumbre es un suicidio. No se deberían desperdiciar más vidas.

Ashe cierra los ojos, de nuevo, luego se levanta.

-Quería hablar con vosotras -Dice, con tono frío-, no solo para oír los detalles de la historia, sino también para advertiros. Como bien has dicho, Bedelia, tenemos un enemigo común. Pero Eskol es tan pasional como su padre, y no olvidará lo ocurrido con los Yormef, ni siquiera a pesar de la criatura. Puede que no os haya metido en el mismo saco todavía, pero tened cuidado con vuestras palabras, porque andáis sobre un hielo muy frágil.

Acto seguido se dirige a la puerta del edificio, dando la conversación por acabada.

Bedelia se levantó y asintió, reflexiva. Tenía razón, debían jugar sus cartas con inteligencia.

-Tendremos en cuenta tu consejo. Trataremos de convencer a Thaldein y evitar así más muertes o daños colaterales. Te agradezco mucho que nos hayas avisado.

Miró por una de las ventanas el cielo nuboso, y sintió que el frío las acompañaba incluso al lado de la hoguera.

-Sólo te pido algo más. Si Hadar vuelve querría hablar con él, por favor.

Ashe se detiene en la puerta.

-Hadar no va a volver.

Al salir, llega un viento helado de fuera, como si el invierno quisiera recordaros que el hiato en la ventisca no durará mucho...

El comentario de Ashe, totalmente innecesario, fue como una bofetada de hielo para la sureña y consiguió dejarle unos segundos con la cara desencajada. Nada de lo que había pasado en aquella habitación lo justificaba, por eso había sido tan cruel.

Se apoyó de espaldas contra la mesa, observando la puerta de la calle con gesto sombrío.

-Si Hadar no vuelve-Comentó en un susurro-Sultünge lo habrá matado.