Poco antes del mediodía, recibes una curiosa petición: Eskol quiere hablar en privado.
Te recibe en su habitación privada, en el edificio central, quizás para buscar algo de intimidad. Allí está Ashe también, que te dirige una sonrisa cansada. Y es que la sensación de alivio, al sentir que todo ha pasado ya, es una constante en todos los habitantes de Sultünge.
-Ah, Thorir. Ven, siéntate. No quería dejar que pasar más tiempo antes de hacer esto, así que allá voy: he oído lo que hiciste ayer. Fuiste tú el que diste el golpe de gracia a la criatura, y por lo que he oído no dudaste un momento en lanzarte a por ella, a pesar de tu estado.
Señala sus propias heridas, esbozando una agria sonrisa.
-No sé si yo hubiera hecho lo mismo, y me avergüenza reconocerlo. Pues es el deber de todo norteño actuar con bravura y valor, y solo aquellos que lo hagan podrán beber en los salones de Anzus. Ayer, tú fuiste la personificación de dicho ideal, cumpliendo lo que habías prometido. Has mantenido tu palabra, librándonos de este mal para pagar por lo que hiciste, y eso te honra. Permite ahora que sea yo el que haga lo correcto, en respuesta.
Se gira y te ofrece un broche metálico.
-Acepta esto como símbolo de paz y agradecimiento. No mentiré diciendo que no erré en mis decisiones, pero ha llegado el momento de caminar al futuro, sin mirar atrás, y enterrar las afrentas bajo la nieve. Puede que algún día volvamos a encontrarnos. Y si tu historia es cierta, quién sabe, pudiera ser que incluso sea como jarls. Pues bien, te prometo esto, aquí y ahora: si es como aliados, tendrás en mi casa un techo bajo el que resguardarte, y pan en mi mesa. Y si es como enemigos, tendrás en mí un adversario justo y honorable. En cualquier caso, no nos corresponde a nosotros, sino a las Parcas, el contemplar dicho futuro.
Te posa una mano en el hombro.
-Sea como sea, déjame acabar con esto: entiendo por qué mis amigos murieron bajo tu espada, igual que espero entiendas por qué intentamos hacer lo mismo con vosotros en aquella fatídica noche. Que algún día bebamos juntos, con ellos, en los grandes salones de los dioses.
Thorir sonrió y apoyó su mano en el hombro de Eskol, -Yo también os estoy muy agradecido- intercambió la mirada entre Eskol y Ashe para incluir a la mujer en su agradecimiento, -Me disteis techo, comida y bebida cuando llegué aquí, sin conocerme de nada, y yo os lo pagué con malas formas- miró a los ojos de Eskol, -Aún así, ha sido un honor luchar junto a vosotros, y al igual, siempre tendréis en mi un aliado, ya sea como Jarl o como sea- esbozó media sonrisa, -Acepto vuestro regalo, solo si vosotros aceptáis el mío- Thorir se buscó su colgante de diente de lobo, -No tiene mucho valor, pero le tengo mucho aprecio, fue del primer lobo que cacé en mi vida- alargó su mano ofreciéndole el colgante a Eskol, -Que estos presentes sellen nuestra amistad-
Es evidente que tanto Ashe como Eskol quedan sorprendidos ante el regalo. Aunque es cierto que el broche que te han entregado es relativamente valioso, a nivel personal debe significar mucho menos para ellos que el colmillo para ti, y más teniendo en cuenta que es un recuerdo de tu primera caza. Rechazar tan honor sería un insulto, así que Eskol lo recoge con solemnidad y asiente, conmovido.
-Que así sea.
Por mí cerramos, a menos que quieras poner algo más