Partida Rol por web

Bedelia se lleva una mano a la boca, abriendo los ojos. Había oído mencionar ese nombre a Einar, pero no sabía que se trataba de su hijo. Tenía toda la razón, si algo le había pasado a Eskol, la furia del jarl sería ineludible.

Se aparta la mano de la boca, habla con precaución.

-¿Dónde estaban Renmo y Eskol cuando fueron atacados?

Ashe baja la mirada. No responde.

Intento no poner nervioso a mi amigo, entiendo perfectamente la tensión de la situación y lo delicada que es. Le miro a sus flamantes ojos después haber recogido mi maza, la cual ajusto al cinto de cuero.

- Mis asuntos con ellos es matarlos y llevarme la cabeza del más grande, uno llamado Baklar, envuelta en su estandarte. Si me ayudas a acabar con ellos te lo agradecería, pero hay que tener mucho cuidado. Acabaron con mis compañeros en una emboscada, yo escape por los pelos y luchan como bestias.

Bedelia gira la cabeza hacia la norteña, frunciendo una vez más el ceño.

-¿Ashe?-Insistió. Tenía una vaga idea que no quería desarrollar.

Thaldein no dice nada. Sea lo que sea que hay en su cabeza, no debe de ser nada bueno. Casi te alegras de que no responda.

De vuelta a reuniros con Einar, podéis observar como el incendio, pese a no haber crecido, sigue sin ser apagado. El pueblo se une para combatir las llamas, pero pareciera que los elementos se han conspirado en vuestra contra. Allí, con Einar, ya están Rorar y Rolf, preparados para el combate: El primero con un hacha de guerra, el segundo con una espada larga. El propio Einar lleva otra espada, que reluce a la luz de las llamas, desenvainada. Incluso desde esta distancia se puede distinguir que no es una espada cualquiera: El metal parece tallado con antiguos símbolos rúnicos, y casi pareciera más una herramienta ceremonial antes que el instrumento de muerte. que en realidad es

La mirada de Ashe se endurece.

-Esto ya está -Corta la venda con un cuchillo, dejando a Renmo el suficiente espacio para respirar pero cubriendo su herida por completo-. Vamos, nos necesitan fuera.

Acto seguido se dirige a la puerta.

Durante la primera parte del trayecto miro de cuando en cuando a Thaldein, pensado en su silencio. Al ver a los tres hombres, antes de que nos oigan ye estemos más cerca.

-  Thaldein, ese tal Rolf... ¿lucha bien? ¿Crees que nos apoyaría si intentamos persuadir a Einar? Rorar, parece su perro faldero, le apoyará siempre, pero esta noche puede mostrarse peliaguda, y el jarl no está situación de tomar decisiones... precipitadas.

Thaldein se detiene en seco y te mira con el ceño fruncido.

-¿Qué insinúas?

- Digo que la ira ciega a Einar ahora mismo y si encontramos por a casualidad a los Yormef puede que no hallan sido ellos los causantes del incendio. Aunque eso no impide que tomemos la cabeza Thorir cuando ya estemos más.. serenos. Y ahora mismo tu y yo somos los más cabales según me parece.

Bedelia se quedó congelada en el sitio mientras Ashe se dirigía a la puerta. Si, fuera la necesitaban, pero allí estaba pasando algo.

La norteña salía por la puerta cuando ella se dió la vuelta. Dejó el gran salón cerrado para mejorar la intimidad de Renmo. Acto seguido, corrió hasta el aldeano muerto, el que se dedicaba a vigilar el granero, y rezó por que no estuviera tapado. También estuvo atenta por si Saga andaba por allí.

Al llegar hasta el hombre se fijó en sus heridas. Si Drunfo y Thorir habían atacado a aquel hombre, debían ser parecidas a las de Renmo. Si no, algo no cuadraba y necesitaría actuar rápido.

Thaldein se mantiene unos segundos en silencio, sosteniéndote la mirada. Cuando habla, su tono es algo más calmado, aunque igualmente firme.

-Es justo ser prudente, y comparto tus preocupaciones. Pero no pongas en duda ni por un instante mi lealtad a Einar. Puede que la ira le ciegue, pero sigue siendo mi jarl.

Se gira, y vuelve a andar en dirección al grupo. Ya de espaldas, termina con una frase cortante.

-Y si hay indicios de que Thorir ha hecho esto, no es de Einar de quien deberá preocuparse.

Mantengo la mirada de mi amigo, parado junto a él. Cuando termina, asiento con la cabeza.

- Lo entiendo.

Y le sigo por detrás echando un último vistazo al incendio que aun ilumina el pueblo antes seguir en dirección a los hombres que nos esperan.

Einar asiente levemente cuando os ve llegar, luego desenvaina su espada.

-Vámonos.

Rorar es el único que sonríe. Los otros tres cruzáis miradas serias, en silencio. La cosa pinta fea.

La cuadrilla se interna en el bosque entre un silencio fantasmal. A vuestras espaldas, el fuego, al frente la oscuridad.

La caza ha comenzado.

Corriendo a trompicones y saliendo de la casa de Einar me encuentro de cara con las llamas, el granero está en las últimas y personalmente me da igual que arda mientras no se propague el fuego, si se diese esa posibilidad me jodería la noche de hoy. Aun así... salvar parte del granero sería útil, tanto para el pueblo como para su salvador, que podría ver prolongada su estancia todo lo que quisiera. Mientras el 10% de mi cerebro se dedica a pensar en lo calentito que podría dormir esta noche, el resto descarta información inútil o planes que llevarían demasiado tiempo. 

Me acerco al granero y al origen del fuego mientras veo como los trabajos para apagar el fuego son realmente burdos, mientras me rio mentalmente de las rudimentarias técnicas de extinción del fuego, una voz de alguien con no conozco sale de mi boca ¡Ciudadanos, aplicad el agua en la base de las llamas para extinguirlo de raiz, ahogadlo para que no se propague! Hablándoles como si fueran más que simios y mientras tanto con las putas gafas puestas, bien hecho Hadar, hoy duermes debajo de un árbol otra vez. 

Rodeo el granero buscando la parte que aun no está afectada para encontrar los tablones que pronto prenderán propagando el incendio y la misma voz de antes vuelve a sorprenderme de nuevo gritando a los norteños más cercanos ¡Hay que impedir que el fuego siga creciendo y destruya por completo el granero, destrozar los tablones que empiecen a prenderse y tiradlos fuera del fuego para no alimentarlos más! Con el hacha de mano golpeo con fuerza un tablón medio prendido destrozándolo para dar ejemplo al resto Antes de que se propague tirad las paredes del granero 

Vuelvo a corriendo al origen del fuego y hay que mitigarlo, el humo negro se eleva como una gran bestia intentando huir de una caza, busco alguna tela grande que me sirva para mi siguiente plan o mi capa de viaje (preferiblemente no). Estoy a punto de darme de bruces con un joven del pueblo que anda embelesado mirando las llamas, el miedo en sus ojos es patente, es más joven que yo, pero lo que necesito ahora son sus músculos y por eso necesito que su mente reaccione Vamos norteño, es que quieres ver toda la aldea arder, ya no eres un crio, ayúdame Cargo toda la nieve que puedo en la tela antes de que ceda por uno de los lados o que no podamos cargarla con nuestra fuerza.

Lancémosla de golpe en la base del fuego, en esa gran llama Grito al chico que me sigue aún con algo de incredulidad en sus ojos Pero no sueltes la tela eh La nieve contacta con el fuego y reacciona con el efecto deseado, pero aun necesitamos muchos más intentos para acabar con el incendio. 

Mi voz vuelve a resonar por el lugar, entre los gritos y el fuego intento que se oiga lo máximo posible ¡Utilizad la nieve del suelo! y barro, coged telas o vuestros abrigos y llenadlos lo máximo posible para acabar con el incendio. Veremos como sale todo esto 

¿Que coño lo habrá provocado?

Aunque al principio algunos de los vecinos de Sultünge se muestran escéptico, pronto tu energía y firmeza hacen mella en sus dudas. Lo cierto es que tu aspecto no es el de un líder: Eres un tipo flaco, joven y poco imponente, y llevas en la cabeza unas engorrosas gafas repletas de varillas que para toda esta gente no tendrán más sentido del que podría tener una corona hecha con ramitas y cristales. Pero cuando lo que dices empieza a cobrar sentido, y cuando tus acciones empiezan a tener resultado, empiezan a tomarte en cuenta. El vacío de liderazgo que ha dejado Einar (¿dónde está, a todo esto?) es rápidamente reemplazado por ti, y aunque algunos siguen sin hacerte caso la gran mayoría del pueblo empieza a moverse al ritmo que marcas. Es algo curioso, que un montón de gente poco habituada a tratar con extraños deposite ese grado de confianza en un recién llegado. Pero la mente humana, a veces, se comporta de forma inesperada.

Tus ideas resultan más fructíferas de lo que habías esperado, y tras un rato el incendio empieza a remitir. Puede que incluso tengas la oportunidad de salvar algo, aunque no apostarías por ello. La posibilidad de que el fuego se extienda es casi nula, si siguen cooperando según tus instrucciones. Satisfecho, te permites un momento de reposo, mientras te secas el sudor de la frente. De paso, aprovechas para analizar mejor el entorno, para buscar, gracias a tus lentes, cualquier indicio que pueda ayudarte a esclarecer todo ese embrollo. Y, por suerte, encuentras algo.

Los restos de un palo ennegrecido y carbonizado yacen en el centro del granero, en lo que antes debió de ser un suelo lleno de paja inflamable. Las llamas, que todavía siguen presentando batalla a la desesperada contra los montones de nieve que los habitantes de Sultünge les lanzan, te impiden entrar a comprobarlo, pero incluso a esta distancia, y gracias a tus lentes, puedes deducir con alto grado de probabilidad que se trata de una antorcha, seguramente la misma antorcha que el pobre desdichado encargado de vigilar el granero usaba para patrullar la zona. Pobre desdichado porque, como has podido observar durante las labores de extinción, su cuerpo yace en el suelo, inerte, bajo una manta que alguien ha debido de poner encima de él. Te has permitido la libertad de mirar bajo esta en cierto momento, aunque solo de pasada, y has comprendido inmediatamente el por qué de dicho añadido: El aspecto del cadáver es horroroso, y su cuello está parcialmente destrozado. La manta, sin embargo, sirve poco para cubrir el rastro de sangre que indica que el muerto fue arrastrado por alguien hasta fuera del granero. Probablemente por el propio Einar, si es que fue tan valiente como para entrar allí solo para recuperar a alguien que ya ha dejado este mundo.

Te permites un par de segundos más para analizar la posición de la antorcha. Dirías que la han dejado caer, lo cuál parece obvio si aceptas la versión de que era el propio vigía quien la llevaba en la mano. Sin embargo, esto abre la posibilidad de que el incendio no sea provocado. Quizás, al matar al vigía, el asesino no pudo recuperar la antorcha antes de que esta prendiera la paja del suelo. En ese caso, habría parte de accidente en todo aquello. Por supuesto, no descarta ni mucho menos la posibilidad de que haya sido el propio asesino el que haya iniciado el fuego. Incluso abres, mentalmente, cinco posibilidades más que merece la pena analizar, algunas de las cuales contemplan la intervención de una bestia o animal o incluso una serie de coincidencias poco probables.

Pero hay que ser prácticos, y ya has perdido mucho tiempo. Las labores de extinción siguen, pero a estas alturas es probable que, si dejaras a esta buena gente sola, consiguieran apagar lo que queda de las llamas por su cuenta. Esto te abre la posibilidad de enfocar tu atención en otro asunto, aun a costa de que el fuego tarde un poco más en apagarse... ¿Pero en cuál?

Comienzo a buscar un rastro, huellas en la nieve que partan desde donde se produjo el ataque, puede haberse borrado con las otras pisadas de los pueblerinos pero debo intentarlo. Recuerdo por unos instantes las tardes de caza junto al Jarl de mi pueblo, mi padre, su gran espalda y su mandoble colgado a la espalda no están delante mía esta noche. 

Agarro con fuerza el hacha y aflojo las cuerdas que mantenían mi escudo en la capa. Parece que pronto la noche se volverá más fría.

Al alejarte del incendio y adentrarte un poco en el la linde del bosque, sientes que la oscuridad comienza a extender sus garras a tu alrededor. El frío, una vez las llamas han dejado de calentarte, es especialmente intenso a esas horas, y el viento y la nieve están regresando, como si la cruel ventisca fuera consciente que habéis vencido la batalla contra el fuego y hubiera decidido regresar para castigaros por ello con los elementos opuestos.

Encuentras dos rastros que te llaman la atención. El primero está repleto de pisadas, es decir, probablemente han ido en esa dirección muchas personas. La mayoría de las huellas se dirigen hacia el bosque, aunque de vez en cuando hay alguna que parece andar en dirección al pueblo. También hay gotas y manchas de sangre, que adornan las marcas a tramos irregulares. Esto, probablemente, indica que una o dos personas han llegado a Sultünge hace menos de una hora, seguramente heridas, y que un grupo numeroso ha salido. No puedes llegar a deducir el orden de estos sucesos, aunque la lógica dicta que o bien un grupo ha salido a hacer algo (siguiendo la línea de pensamiento, probablemente combatir con alguien) y solo han regresado unos pocos, heridos, o bien que alguien ha llegado al pueblo, herido, y ha desencadenado que el grupo parta en dirección al bosque. La ausencia de Einar en los alrededores aumenta la probabilidad de esta segunda opción hasta un 80%.

El segundo rastro es menos visible, y lo encuentras por pura suerte. También tiene marcas de sangre, y más que el principal, por lo que es muy probable que el responsable o responsables estén igualmente heridos. En este caso, las huellas son de un equino, probablemente un caballo, lo que indica que era alguien montado, un jinete. O quizás el propio animal es el que estaba herido, y decidió volver al pueblo por su cuenta. Sea cual sea el motivo, lo cierto es que el rastro se encuentra ciertamente apartado del primero, por lo que probablemente son dos líneas de investigación totalmente distintas, procedentes a personas que o bien no se han encontrado o bien han pasado por ahí en momentos distintos.

Esto deja tres opciones:

-La primera, seguir el rastro principal hacia el bosque.
-La segunda, seguir el rastro principal hacia el pueblo.
-La tercera, seguir el rastro secundario (el del caballo) hacia el pueblo.

Tomo el rastro que continua al bosque sin detenerme un instante, quien quiera que haya vuelto al pueblo no podrá esconderse, para dejar ese rastro debe estar malherido o empapado de sangre ajena. En cambio, en el bosque todavía hay personas, vivas o muertas. Hago pequeñas marcas visibles en los árboles para dejar claro mi camino, quizás algunos del pueblo tengan la misma idea que yo. 

Los norteños somos como ovejas peleando las unas con las otras, sin que nos importe lo más mínimo los lobos que nos vigilan hambrientos a unos metros del redil. Las posibilidades de que haya algún superviviente son escasas pero eso no es lo que me preocupa, si no lo que puede atraer varios cadáveres destripados tirados en la nieve. No estamos tan al norte pero... no puedo arriesgarme.

No, no son los humanos lo que me preocupan, si no los verdaderos cazadores. Sigo alerta y avanzo entre los árboles.