Bedelia gruñó, y a ella misma le sorprendió el nivel de agresividad en dicho gruñido. Calló durante un largo rato.
-No me gusta-Sentenció-No es justo. Ya están muertos, tienen paz. ¿Por qué iban a volver? Además, no...eso...no debería funcionar así. No me gusta.
Pateó nieve, formando una fina capa de polvo que atravesó mientras andaba. Estaba claramente enfadada ante aquella idea. Le escandalizaba tanto que casi la despreciaba, pero incluso si no había visto a Andrel las explosiones fueron reales.
-¿Estás segura de que son espíritus? ¿Los espíritus de gente que ha vivido? ¿No pueden ser otra cosa?
Saga se paró en seco, volviéndose hacia Bedelia. Su rostro era un témpano de hielo con la tensión acumulada en la mandíbula, y en sus ojos había una sombra, una oscuridad nociva que brillaba en sus pupilas y que no había visto antes. Algo se había disparado, como un resorte oculto que hizo que todas sus emociones se agolpasen en su garganta.
-¿Te crees que a mi me gusta? ¿Crees que es agradable o justo o... interesante ver a tu hermano muerto caminar? ¿Ver cosas que nadie más ve y que te siguen, te hablan y te atormentan? ¿Preguntarte si es real o sencillamente estás majara? Porque no es fácil -masculló apretando los dientes, alzando la voz sin darse cuenta-. Es una puta locura y si te despistas, te ponen a arder en una estaca. O te apedrean. O te exilian por bruja. No sé qué son pero sé que él es mi hermano. Y que le vi morir cuando era niña. Y llevo viéndole años a mi lado y hoy me ha salvado la vida a mi y a ti y a él. Y no sé si ha vuelto a morir, o si puede volver a morir, pero sé que sufría.
En algún momento había empezado a llorar, pero no fue hasta que las lágrimas apenas le dejaban ver que realmente se dio cuenta. Se limpió los ojos, enfadada por llorar, por llorar delante de ellos. Por dejar que todo aquello la hiciese tan vulnerable. Enfadada por no haberse quedado callada y porque Will no estaba allí para hacer que todo fuese mejor.
-Sé que esa cosa le estaba haciendo daño y que aguantaba para ayudarnos. Así que... no sé qué son, si son reflejos, fantasmas, invenciones... pero sé que están ahí y que interfieren en nuestro mundo. Que no te guste o no te parezca justo no cambia la realidad.
Bedelia endurecía el rostro conforme Saga hablaba y en cierto punto levantó el dedo para replicar, pero la norne comentó algo que mutó su cara en sorpresa, y después en puro horror.
-¿Cómo que le hacía daño? ¿Qué le hacía daño? ¿Eso?
Saga agitó las manos medio encogiéndose de hombros, confusa por la pregunta.
-Sí, el frío. No podía... -dejó caer los brazos con pesadez, mirando hacia la nada mientras trataba de explicar lo que había visto-. Esa cosa no podía golpearle. No se les puede tocar, a los espíritus, pero su... presencia, ese frío, lo que nosotros sentimos le estaba haciendo daño. Mucho.
El enfado de Bedelia desapareció paulatinamente, dejando paso a una tristeza que se hizo patente en su cara. La sureña no era una persona que escondiera sus emociones. Tardó en hablar, pero cuando lo hizo su voz sonaba hueca.
-El...espíritu de tu hermano pudo interferir en el mundo físico, a pesar de no pertenecer a él. Esa cosa, siendo de éste mundo, pudo alterar el lugar donde estaba tu hermano.
Suspiró. Parecía muy cansada, como todos.
-Podemos herirla, y ella puede herirnos a nosotros. O bien es un ser que habita entre dos mundos, o bien el frío y eso son dos entidades separadas. Tal vez el reflejo de la bestia en el plano espiritual, una extensión de su presencia, o...
Dejó la frase en el aire y suspiró una vez más, frustrada. Jamás habría imaginado que la perversidad de aquella criatura abarcara tanto.
-Tu libro hablaba de que Kraeghul fue desterrado. Nosotros tenemos que matar a esa cosa. No desterrarla, no contenerla...matarla.
Miró al cielo, o lo poco que se veía a través de los árboles y pareció que fuese a añadir algo más, pero después permaneció en silencio.
Saga negó con la cabeza y buscó de nuevo la luz, haciendo un gesto para continuar. Lo último que quería era perderla de vista.
-No sé qué es, y no tengo tan claro que esa teoría sea la correcta. El fuego no hizo nada... Puede que el sol sí lo mantenga alejado, pero sólo puede.
Las conjeturas no les estaban llevando a ningún lado. De entre todo aquello, tenía que empezar a distinguir lo real de lo imaginario. Guardó silencio un momento y empezó a citar lo que sabía seguro, aquello que era indiscutiblemente cierto. Tomó aire...
-Era casi humano. Es inteligente y también tiene ese instinto depredador. Come humanos, no sé si otros seres vivos. Es claramente sobrenatural: ágil, un depredador nato. Y sé que está maldito. Ayer, cuando fuiste a buscar el caballo, Andrel no dejaba de repetir 'rojo y blanco', 'misma casta, misma bestia'; 'misma sangre, mismo destino'. Una bestia lleva a otra. La sangre llama a la sangre. O lleva a la sangre, y me...
La norne dejó de caminar. Se mordía el labio con fuerza, temblando. Miraba intentando ver, intentando comprender, pero nada tenía sentido.
-No tengo ni idea de qué significa. No sé qué es. No sé qué me quiere decir. -Pateó la nieve con rabia y se llevó las manos al rostro, pasando los dedos por el pelo y aferrándose en un gesto desesperado-. No sé cómo solucionar esto y la gente está muriendo. Y estamos perd...
La última palabra de la hedense muere en sus labios. Al seguir su mirada, descubrís lo que le ha quitado el habla: Allí, a lo lejos, se distingue una luz, visible para todos. La luz de un fuego, de una chimenea. La luz de una casa.
Las siluetas de Sultünge empiezan a perfilarse entre la oscuridad.
Justo entonces, todos lo oís. Un chillido, que se aleja por las alturas.
Seguir la luz ha resultado ser un acierto, pues nada más acercaros empezó a moverse, hasta llevaros a donde estáis. Sin embargo, y aunque los otros no parecen percibirlo, cuando se oye el chillido, dicha luz, que ya se encontraba a las afueras de Sultünge, parece ascender a los cielos antes de perderse en la oscuridad de la noche.