-Yo soy Saga -se presentó, manteniendo los ojos pendientes en el torso y las patas de aquel ser salvo por alguna que otra mirada que se le escapaba hacia su rostro-. Me... alegro de haber podido verte, aunque te incomode. Nos salvaste la vida a noche trayéndonos de vuelta a Sultünge. Aunque sólo vivamos un día más, sigue siendo un día más. Mil gracias, Xeir.
Quería preguntarle demasiado. Si había visto a la bestia, si sabía cómo había llegado allí. Si podía ayudarles a salvar a Dag.
-Hay... Tengo tantas preguntas... Pero no tenemos tiempo. -Su tono cambió de forma drástica, volviéndose grave y sombrío-. El niño que descubrió este lugar, Dag. La bestia que ronda estos bosques se lo ha llevado y... Vamos a rescatarle, a darle muerte a ese ser o morir en el intento. No creo que... No sé si sobreviviremos. Nosotros y la aldea. Si sabes algo, lo que sea que nos pueda ayudar a proteger este lugar de ese terrible ser...
Parece entristecerse al oír sobre la situación de Dag.
-No sé qué es esa cosa. Yo... Lo siento, de verdad. Quiero ayudaros, pero estoy atada a este lugar, y solo puedo contemplar los horrores que trae a esta buena gente. Las reglas que impuso mi señora son estrictas: ninguno de los dos podemos actuar a menos que un inocente en peligro pida ayuda. Da igual si es a los dioses, a los cielos o a la nada, pero debe decirlo en voz alta -baja la mirada, apenada-. Por desgracia, la definición que ella daba sobre la inocencia era... Estricta, en el mejor de los casos.
El corazón de Saga retumbó en su pecho con el redoble de un tambor que anunciaba el final. Ayuda. Podían contar con ayuda si encontraban la forma de hacer llamar a esa criatura y a su… ¿compañero? Debía ser aquel pájaro.
-Ya… -Recordaba haber pedido ayuda, creía, en voz alta sin que nadie acudiese a su socorro. No es como si ella estuviese libre de pecado, o cualquiera que empuñase un arma o hubiese derramado sangre. En definitiva, nadie de los que marchaban a morir contra la bestia. Pero Dag… Quizá Gerdah-. ¿Crees que Dag podría si… si estuviera con vida? ¿Acudiríais a la llamada de un niño?
Asintió conteniendo una sonrisa nerviosa. Todo, suponiendo, que siguiera con vida.
-¿Qué consideraba tu señora inocente? Además de la inocencia de un niño.
-No todos los niños -Xeir esboza una sonrisa, consciente de tajante que suena eso-. Debe ser alguien de alma pura. Que no guarde pensamientos oscuros, ni cometa acciones reprochables. Dag apenas si pasa el corte.
Cerró los ojos un instante. Estaba feo y era cruel e innecesario, y definitivamente reprochable, pero estaban a punto de jugárselo todo. Si Dag no estaba vivo, necesitaban a Gerdah. Esperaba. ¿Bedelia? Will acababa de perder todo el derecho a la inocencia después de la carnicería de los otros... Cualquiera que puediese invocar a aquellas criaturas celestiales. Yngrid debía saber quién.
-Gracias. Gracias, Xeir. Gracias -repitió, no las suficientes-. Espero que esto ayude. De verdad. Espero que podamos desterrar a esa bestia.
Se inclinó de nuevo, tanto que le faltó ponerse de rodillas y besar el suelo.
-¿Ehiwaz es vuestra señora?
-Ei... No, no sé quién es esa. Mi señora es una entidad antigua, que sirve a una fuerza primordial. No puedo contarte más... Lo siento -se acerca un poco a ti-. De verdad. No deberías dar las gracias. El mal que asola esta tierra debe ser derrotado, pero no he podido hacer más que observar desde la distancia, dejando que tantos perezcan. Y ahora...
Mira hacia arriba, hacia el cielo negro. Más allá de aquel remanso de paz, el paisaje parece completamente apocalíptico, como si el mismísimo Fimbulvetr fuera a dar comienzo
Siguió su mirada hacia la oscura noche que se cerraba sobre ellos, augurando el fin. La aprensión era la misma. Los miedos, seguramente parecidos. Había algo que hacer y no había vuelta atrás.
Le sonrió quedamente una última vez antes de volverse hacia sus compañeros.
Saga se volvió hacia ellos tras algo más de un minuto, después de conversar, sonreír y mirar a los cielos, hacia la oscuridad, como si el mundo se les viniera encima.
-Podemos invocar ayuda. Fuerzas antiguas y poderosas -anunció esperanzada con un candor en la mirada, como si hubiese una salida airosa en todo aquello. Miró una última vez hacia atrás-. Alguien de corazón puro y buenas intenciones que jamás haya perpetrado un acto reprochable puede invocar ayuda si lo dice en voz alta. Dag podría, si llegamos a él a tiempo. Pero si no... -Miró a Yngrid y se acercó a ella-. Necesito al resto para el ritual, para detener a la bestia, pero tú puedes volver a Sultünge. Un alma inocente en peligro puede solicitar la ayuda del bosque. Conozco poco a tu gente pero, ¿Gerdah, quizá? Parece una chica bondadosa incapaz de desearle mal a nadie. ¿Me equivoco?
-¡Ja! Bondadosa mis ovarios. Mira, en este pueblo hay solo una persona que merezca la pena. Y ese es Dag. Voy con vosotros.
Saga levantó las manos. No iba a discutir ni había tiempo para ello. Dag ya podía estar vivo o estaban bien jodidos. Como antes, básicamente, solo que ahora sabía que había perdido una ayuda muy valiosa.
-Pues no hay tiempo que perder. Vamos. Resmit, sube -dijo sin miramientos haciendo un gesto con la cabeza mientras montaba.
Permanezco quieto y escucho el sonido del bosque, esperando oír la voz y susurros que Yngrid a mencionado. Pero no escucho nada, ni tan siquiera el sonido de la brisa tempestuosa que ya ha desaparecido desde hace tiempo, desde que la formación rocosa nos protege y nos ampara con su sombra.
Agudizo el oído intentado escuchar los susurros de Saga pero lo poco que percibo no lo entiendo.
¿Hablará con su hermano?
Permanezco en silencio hasta la invitación de la hedense. Es cierto que hay Drunfo no aguantará mucho, si es que sigue vivo, y Dag no durará mucho. Avanzo junto a la mujer, pero un crujido extraño me hace pararme. No era una rama, era más como la ruptura de de cristal, porcelana o incluso metal. Agacho la vista y mira a mi pie, al levantarlo un humo negro sale de él y se descubre la máscara de Baklar. Sorprendido, parpadeo incrédulo y al abrir los ojos los restos no están.
Esto... no ha terminado... Baklar sigue ahí...
Alzo la vista y continuo mi camino hacia el caballo. Monto junto a Saga agarrándome donde puedo. Hacía mucho que no montaba a caballo, cinco años para ser exactos. Una vez cabalgué junto a mi padre, pero yo nunca aprendí a montar.
- No estoy acostumbrado a estos bichos, asique ve con cuidado.
Permanezco quieto y escucho el sonido del bosque, esperando oír la voz y susurros que Yngrid a mencionado. Pero no escucho nada, ni tan siquiera el sonido de la brisa tempestuosa que ya ha desaparecido desde hace tiempo, desde que la formación rocosa nos protege y nos ampara con su sombra.
Agudizo el oído intentado escuchar los susurros de Saga pero lo poco que percibo no lo entiendo.
Permanezco en silencio hasta la invitación de la hedense. Es cierto que hay Drunfo no aguantará mucho, si es que sigue vivo, y Dag no durará mucho. Avanzo junto a la mujer, pero algo me hace pararme. Miro al suelo, alzo la vista y continuo mi camino hacia el caballo. Monto junto a Saga agarrándome donde puedo. Hacía mucho que no montaba a caballo, cinco años para ser exactos. Una vez cabalgué junto a mi padre, pero yo nunca aprendí a montar.
- No estoy acostumbrado a estos bichos, asique ve con cuidado.
agarrándome donde puedo
XD