Destierro.
Una palabra horrible, tan pesada como el metal o la roca. Aunque el alivio de saber que vivirás un día más es suficiente razón para ser optimista, la certeza de que, a pesar de todo lo que arriesgaste, tu única recompensa es el desprecio de aquellas gentes, es suficiente como para ensombrecer tu ánimo. Recluido en una cabaña alejada del resto hasta que sanen tus heridas, no puedes hacer más que esperar en soledad, intentando enfrentarte a tus demonios.
No hay rastro de Baklar. Ni siquiera tu enemigo se digna a hablar contigo.
Le ves al atardecer, caminando cerca de tu cabaña. Jostein, el chico que se enfrentó a ti. Sus heridas no son muy graves, así que ayuda al resto con las inmensa lista de tareas que pesa sobre sus espaldas. Algo indeciso, te acercas a la puerta, pero te detienes en el umbral. Podrías acercarte a él, mantener una conversación privada, pero... ¿Te atreves a hacerlo? ¿Cómo reaccionará?
Entiendo que hablas con Jostein (si no, este epílogo no tiene sentido). Como tú prefieras:
Al ver a Jostein pasear por la fueras de la cabaña, recordé como dentro de la ilusión de Baklar intenté acabar con él. Fue durante la pelea contra Rorar. Por un segundo la imagen de Rorar se viene a mi mente haciendo la culpa vuelva con fuerza. Me acerco a la puerta y la golpeo con el puño repetidas veces para llamar su atención y gritando:
¡¡¡JOSTEIN!!! Acércate por favor, quiero hablar contigo.
Teniendo en cuenta que no conozco en nada este personaje, prefiero que hagas tú de él. Además, así no sé por donde me va a venir.
Jostein parece sorprendido ante la vehemencia de tu llamada. Al verte, su expresión se ensombrece, y por unos segundos parece pensarse si acercarse a ti o no. Al final, la curiosidad puede más que el rencor o la aprensión.
-¿Qué quieres? -pregunta, con tono desconfiado. Notas que, a pesar de todo lo que ocurrió, no parece haber desprecio o ira en su voz.
Espero a que se acerque y con tono suave le contesto:
- Quería disculparme, no era yo el que os atacó en el bosque. Sé que es difícil de creer, pero hay un "algo" en mi interior que en muy pocas ocasiones toma el control de mi cuerpo y hace cosas de las que me arrepiento.
Jostein suspira.
-Yo... No sé de esas cosas. Puede que digas la verdad. Pero si es algo dentro de ti, entonces es parte de ti. Y seas consciente o no de tus actos, ello no te convierte en alguien menos peligroso para los que te rodean.
- Y tienes razón. Por ello mi objetivo es controlar esta maldición que me persigue. - digo mientras le miro con firmeza y tras tomar aliento continuo.- No recuerdo nada del combate, en mis recuerdos solo veo sombras con rostros que cambian para confundirme y herirme, pero estoy seguro que luchaste bien. Debes estar orgulloso, cuando entro en ese estado solo queda destrucción, con la fuerza que tienes debes proteger a tu pueblo y a tu familia.
Jostein se muestra indignado ante tus últimas palabras.
-¿Quieres algo más? Tengo cosas que hacer.
Bajo la vista apenado.
-En realidad... no. Quería disculparme contigo y tu padre. Al igual que Thaldein, me ha apoyado desde que he llegado aquí y no he podido pagárselo como se merece. Ambos sois bravos guerreros, y quiero que sepas que tenéis todo el apoyo de mi y de mi clan. Si alguna vez necesitáis ayuda, contad con los Solvgiftanden. Si no estuviese en mi pueblo decidles que estoy en deuda con vosotros. Buscad al "gringo", es de los pocos amigos fieles que me quedan allí.
Tomo un poco de aliento, pero antes de que se vaya vuelvo a llamarle.
-Tengo algo que pedirte... Thaldein no ha querido hablar conmigo... cuidad de él.