-Ah, no.
Ashe os dirige una mirada indignada, mientras se acerca a ti para mirarte de cerca.
-No, no -repite-. No vas a ningún lado.
-Sí, pero yo no... -Sus ojos se perdieron un instante en la imagen de su hermano, de nuevo-. No sé exactamente dónde está igualmente. Quizá, um. Puede que Bedelia recuerde algo más. Quizá pararon en Sültunge. -Se volvió hacia Ashe-. Eran dos. Varones y...
Saga apretó las sienes de su cabeza, intentando agarrar detalles que se escurrían y se resistían a dejarse ver. Era emociones lo que predominaban, y entre las ráfagas a veces, casi lograba atisbar lo imposible.
-Uno de mediana edad, silbaba. En otoño... -Chascó los dedos-. Yngrid me dijo que empezó a ver sombras hace ya varios meses. Si pararon debió ser entonces. Creo.
-No pasó ninguna carreta, que yo recuerde. Sultünge no aparece en la mitad de los mapas de la región, y muchos viajeros ni siquiera viajan con mapa. Y los pocos que saben que estamos aquí no se preocupan de parar, la mayor parte de las veces.
-Quizás recuerdas el camino sobre la marcha -añade Will, optimista-. O Bedelia. Si recuerdas cualquier detalle, como rocas o árboles llamativos, puede que alguno de los cazadores pueda guiarnos.
Ashe, que sigue observándote a la espera de cualquier señal que le ayude a decidir si sigues delirando o no, niega de nuevo con la cabeza.
-Haced lo que queráis, pero luego. Acabas de tener un ataque muy fuerte, Saga. Por un momento he temido que te quedaras ahí tiesa, y tu amiga estaba blanca del miedo. Aunque sea por el susto que nos has dado, te pido que reposes un par de horas y comas algo.
Saga asintió, conforme. No creía que fuese a llegar muy lejos en aquel estado.
-Sí, tienes razón. Gracias.
Ashe asiente, satisfecha.
-Venga, apóyate en Will. Vamos a la sala común.
Buscó el apoyo de su amiga, y al hacerlo su mirada se detuvo de nuevo en su hermano. Había cosas que hacer, heridos. De lo contrario se habría quedado allí mismo. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo mucho que echaba en falta los ratos de soledad, de no responder preguntas ni hacerlas ni cuestionarlas. Sencillamente yacer en un hueco cálido donde no hay cabida para las preocupaciones o los problemas. Recordaba esos momentos, con alguien, pero no estuvo del todo segura de si habían sido momentos vividos o soñados o ambos.
-Ashe -llamó-. Cuando antes en el juicio dije que Einar fue llamado por los Dioses, no fue por argumentación. Es verdad. Espero que de alguna manera te... reporte tranquilidad.
Suspiró, aferrándose al brazo de Will.
Ashe no dice nada, pero notas que desvía la mirada. Las tres os ponéis en marcha de vuelta a la sala común. A tus espaldas queda Andrel, suspendido todavía en el aire, sin moverse.
Por un instante, antes de perderle de vista, te parece ver algo en su rostro. Si no fuera porque esa emoción te resultaría imposible de concebir en un espíritu, casi dirías que trasmite... Paz.
Lo mismo con esta, cuando quieras cerramos