Al llegar de nuevo al claro en donde dejasteis el cuerpo de Rorar, alguien os saluda con la mano.
-¡Hola de nuevo, mis intrépidos exploradores! -Ingur os sonríe, apoyado junto a un árbol, cerca de los restos de Rorar-. ¿Creíais que las cosas iban mal? Pues tengo noticias para vosotros.
Saga, a lomos del caballo y alzada sobre los estribos, miró alrededor sin comprender a santo de qué estaba Ingur allí solo, cual si estuviera de paseo.
-No me jodas, Ingur. No tenemos tiempo para chiste -ladró, localizando el puñal que había dejado clavado en el árbol y dirigiendo al caballo allí para recuperarlo-. ¿Dónde están los demás?
Ingur señala a la nota.
-Compruébalo por ti misma.
Bajo las palabras de Saga, una nueva frase: "hemos ido a buscar a Dag y Drunfo".
-Bedelia dijo que iba a ir a por Dag, y Will se puso a discutir con ella. Ahmel se unió a la fiesta, insinuando que podrían adelantarse los tres para ir preparando el ritual ese en el que insiste tanto. Y digo los tres, porque Add se ha apuntado también, no me preguntes por qué, no sé lo que pasa por la cabeza de ese tipo. Sea como sea, el caso es que tu skalmo se volvió a negar, y les cortó el paso. Que no se movía nadie de aquí, decía. Y claro, llegó un punto en el que las dos tenían los estoques desenvainados. Pero no llegaron a luchar: Bedelia hizo un par de piruetas, nada más. Porque la otra se resbaló en la nieve y se abrió la cabeza contra una roca. Habría sido muy cómico, creo, pero el ruido del golpe me ha dejado frío hasta mí. Sea como sea, Ahmel decía que saldría de esta, así que se la llevaron en el trineo que estaban utilizando para arrastrarme a mí.
Aparte de la nota (y si alguno es bueno rastreando también se dará cuenta de que hay huellas nuevas en la nieve, lo cuál resulta obvio si el resto ha estado aquí) no ha cambiado nada en el lugar.
A su espalda, Resmit pudo apreciar al instante la tensión en su cuerpo y el crujir del cuero al cerrar los puños retorciendo las riendas del caballo, cómo su respiración se volvía grave y profunda e irregular, haciendo temblar su cuerpo. Luchaba. Luchaba de verdad por no perder el ápice de cordura que la había mantenido en pie hasta el momento. Pero no. Tenía que ir la muy imbécil a creerle los delirios al otro. Y ya no sabía quién era más imbécil de los dos, y poco importaba porque se habían llevado a Will indefensa de tributo para las bestias.
-La madre que la parió la voy a degollar viva… -masculló con un desprecio cruel e inusitado. Y no parecían en absoluto palabras valías-. Resmit. Baja. Monta con Thorir.
Y ella misma se bajó del caballo, temblando y enrojecida hasta la frente. Que se habían llevado a Will y todo por el puto ritual de los cojones.
-¿Sabes por qué ha hecho eso? ¡Porque su marido devoró a su compañero de viaje y se transformó en una de las bestias que andan rondando por ahí! Eso es lo que descubrí en la carreta. Pero Bedelia cree que puede salvarle con ayuda del imbécil misógino con delirios de grandeza. ¡¡Que no tiene poder suficiente!! Pero no. ¡Ni puto caso! ¡Por qué cojones me iba a escuchar! Ahmel no tiene ni puta idea de a lo que se enfrenta y si hace ese ritual, se le va a ir de las manos y acabará él transformándose o dándole más poder a la criatura o vete tú a saber qué puede pasar. Es magia muy avanzada para él. Muy peligrosa, joder. -Agarró las riendas del caballo para llevarlo donde estaba Ingur-. Idos. Ya. Detenedlos antes de que hagan una estupidez, por lo que más queráis. Yo llevo a Ingur. Pero por todos los Dioses no le dejéis intentar nada. Mantenedlos con vida.
-Espera, espera. ¿Su marido es qué?
Pero Saga ya está a su altura. Incapaz de enfrentarse a la hedense, que en ese mismo momento parece haber doblado su tamaño y se mueve con la fuerza de un huracán, se dispone a poner todo lo que pueda de su parte para subir al caballo cuanto antes.
Al llegar a la escena me quedo mirando el cuerpo de Rorar con tristeza y culpa.
Eso es culpa mía... Lo siento Rorar. Esto no debió acabar así.
Mi sorpresa llegó al ver que la figura que nos saludó es Ingur, el cual por su estado de tullido para pensaba pudiera estar en un lugar como este. Cuando Saga lanza el cuchillo me agarro fuerte a su cintura, no fuese que su enfado agitara al caballo. Del mismo modo también me sorprendió que el erudito Add también se pusiera en acción y que se atreviera a enfrentarse a las bestias. Siempre pensé que un cobarde parado, que pasaba su vida entre libros.
Pero usar a Will como sacrificio... por lo que dijo Saga la necesitábamos tanto como al niño, además de que era una idea que hizo que se me erizaran los pelos al sentir como la hedense enfurecida agarrara las riendas como si quisiera estrangularlas, por lo que tragué saliva antes de ver lo que iba a hacer. Observo a Saga cuando baja del caballo dejándome cao con lo que dijo a continuación.
¿¡Su... marido?! ¡Su marido era uno de los del carromato! Guau... asique por ese motivo estaba aquí.
No iba pararme a discutir, no tenía ánimos, tenía muchas cosas en la cabeza. Con mirada triste y cabeza gacha bajo del caballo con cuidado.
Que altos están estos bichos ostia.
Miro a Saga antes de ir hacia Thorir, pero no digo nada. Al girarme, antes de dirigirme hacia el bastardo, observo el cuerpo de Rorar, sintiendo auténtica culpa. Tomo aliento y me dirijo junto al yormef y le miro con desaprovación.
Joder... si alguien me viera...
Doy un suspiro y subo como puedo detrás suya.
Hubiese preferido seguir con Saga.
- Pararemos a esa loca y al idiota de Ahmel ¿Los necesitamos a todos o podemos dejarlo allí?
-Todos vivos -masculló. Por desgracia.
Después cerró los ojos respirando con grandes bocanadas mientras se calmaba, acariciando el hocico de la criatura. Así no iba a conseguir que el caballo se tumbara, y entonces a ver quién subía a Ingur al bicho. Buscó una cuerda, la cual ató en un nudo a la pata izquierda del caballo, junto al casco, para después pasarla bajo bajo el vientre y subirla por el lado derecho. Tiró con suavidad, logrando que el caballo comenzara a inclinarse como si hiciera una reverencia para después terminar tumbándose. Claro que no era un proceso sencillo ni rápido.
Así se hace - https://www.youtube.com/watch?v=ouZ6hjAraKM
Lo que aprende uno gracias al rol xD
Yngrid parece haberse quedado sin palabras, por primera vez quizás desde que la conocéis.
-Joder -masculla, al fin, y se gira para mirar a los árboles con expresión entre estupefacta y apenada-. Joder.
Acto seguido frunce el ceño y, cuando Thorir y Resmit están ya subidos en el mismo caballo, espolea al suyo.
-¡Vamos!
Thorir tuvo que tragarse su rabia y llevar de fardo al maldito de Resmit, ¿Desde cuando porteamos a nuestros enemigos?, de buena gana le habría negado su asiento, pero la situación era tan extrema que ni procedía ni convenía, un auténtico noble sabe cuando tragarse su orgullo para lograr un fin mucho mayor.
Mantuvo la mirada a Resmit y sin mediar palabra espoleó su caballo para alcanzar a Yngrid.
Tiraba de la cuerda con tiento, doblegando al animal a cierta distancia sin ceder terreno, cejijunta y todavía con la tensión patente en la mandíbula. Había algo que no se le iba de la cabeza y con lo que peleaba silenciosamente ida y vuelta, enturbiando su mirada como una amenazante tormenta.
-Por qué -dijo finalmente en alto-. Por qué se ha llevado a Will a la boca del lobo.
Eran tres. Dos de ellos no sabían pelear, y también estaban Drunfo y Dag, seguramente inconscientes o muertos. No tenía sentido pero, aun así, quería encontrar la forma de justificar sus actos. Sin ella no habría podido sobrevivir a todo aquello, pero por la gracia de Anzus que se lo estaba poniendo difícil para no darle una bofetada.
-Quería llevarnos a los dos, estaba bastante alterada. Lo cuál cobra ahora bastante sentido, si lo que dices del marido es cierto. En fin, yo le dije que prefería probar suerte con vosotros, y que me quedaba aquí a esperaros. No me insistió mucho, se nota que está bastante crispada. Dijo que si la bestia aparecía poco iba a poder hacer yo por defender a Will, lo cuál tampoco le iba a discutir, viendo mi estado -suelta un gruñido de esfuerzo al subir sobre el animal-. Así que se la han llevado con ellos, para protegerla y tal. No me preguntes la lógica que hay tras esa decisión, porque yo tampoco entiendo como van a protegerla cuando se den cuenta de que Ahmel no tiene ni idea de lo que hace. Algo que ocurrirá, probablemente, cuando la bestia les esté destripando.
Saga recogió la cuerda manteniendo la tensión para acercarse a echarle una mano mientras mantenía al caballo tumbado. Bufó como si le costara creerse todo aquello.
-¿Y cómo en todos los cielos va a defenderlos a todos si aparece la bestia? O las bestias. Como Will muera...
La frase pereció en sus labios, cayéndole de repente el peso de la palabra por sí sola. Otra vez no. No podía perder a Will otra vez y el mero pensamiento rebajó por un instante toda aquella furia. Pero le bastó volver a Ahmel y a Bedelia para hinchar de nuevo el pecho, apretando los dientes.
Le miró, y en sus ojos estaba el brillo amenazador del acero.
-Si la cosa se va de manos y yo no puedo -pronunció en un siseo-, mátale.
Ingur te contempla, entre divertido y sorprendido. Asiente levemente, mientras sonríe.
-Dalo por hecho, jefa.
Acto seguido se lleva la mano al abrigo, abriéndolo un poco y girándose para que adviertas un bulto en uno de los dobleces interiores. Un cuchillo, probablemente.
Asintió después de mirarle de arriba abajo largamente, atenta, como si calibrase algo. Quizá sus propias palabras y sus consecuencias, aunque poco más había que añadir. Le pasó las riendas diciendo que mantuviese el equilibrio para después aflojar la tensión de las cuerdas, dejando que el caballo se levantara no sin poco tambaleo. Le desató después la pata al animal y tras ajustarse el fiador de la capa y hacer equilibrio con un pie en el estribo, se subió delante de Ingur. Una vez arriba y bien colocada, dobló la cuerda por la mitad y con presteza rodeó la espalda de Ingur y después pasó los cabos por el doblez, ajustando el lazo en torno a ambos hasta que el pecho del goldariano dio con su mochila, de manera que o quedaban ambos sobre el caballo o bien rodaban los dos por el suelo. No había nudo, no obstante, así que en el momento en que soltase la cuerda el lazo quedaba libre.
Por un instante se preguntó qué demonios estaba haciendo y cómo había llegado allí.
-Agárrate -advirtió antes de hincar los talones en el costado del caballo para emprender la marcha.
Aunque Yngrid conoce el bosque y el rastro no es difícil de seguir, la escasa habilidad de monta tanto del Yormef como de la cazadora hace que Saga no tarde en alcanzar al resto. Guiados por la sorprendente habilidad de Yngrid para seguir rastros, y azuzados por la diestra Saga, que parece sentirse mucho más cómoda sobre la silla que el resto juntos incluso llevando un peso muerto detrás, os internáis en la oscuridad del bosque, con la única luz que proporcionan las antorchas improvisadas, y con la ventisca rugiendo a vuestro alrededor. Arriba, el cielo no os dedica más que una sombría oscuridad, presagio de la tragedia que, con toda probabilidad, está a punto de acaecer.
Marcháis hacia vuestro destino.
Os aconsejo encarecidamente escuchar esta canción para vuestro próximo post. Llevo reservándola desde el principio de la partida.