El hombre se ríe, mientras se levanta.
-¿Una pregunta muy amplia, no crees? Todos pasamos nuestras vidas intentando responderla, y dudo mucho que alguno lo consiga. Pero si es mi nombre por lo que preguntas, puedes llamarme Ziu.
Se gira y empieza a andar hacia la ventisca.
Bedelia no pudo evitar una carcajada. Así que él era Ziu...
-Si volvemos a vernos-empezó, olvidando dónde estaba y levantando la voz para hacerse oír-te contaré cómo acabó nuestra historia. ¡Y de verdad espero que podamos hablar más!
El hombre no da señales de haberte escuchado. Poco a poco, su silueta se emborrona en la ventisca debido a la nieve, los árboles y la distancia. Tras unos segundos, ya no le ves.
Todavía observó el sitio donde había desaparecido unos segundos más, hipnotizada. ¿Con quién acababa de hablar? La skalmo de Saga había dicho que Ziu estaba fuera del círculo, así que parecía poder cruzarlo a voluntad. También tenía muchas respuestas que ellos necesitaban pero no podía dárselas. Aquel hombre con el que acababa de hablar, ¿era humano siquiera?
Despacio, recogió sus cosas y se dispuso a regresar a Sultünge, sin embargo sus ojos se cruzaron con el símbolo. Aquel repugnante símbolo.
Sin meditar las consecuencias que podría tener, desenvainó su estoque con una suave reverberación metálica y, en un rápido movimiento, desgarró limpiamente la corteza exterior del árbol. Cuando ésta cayó, la destrozó de una patada. Tal vez su acción atraería a la bestia, pero no podía dejarla allí sabiendo lo que era.