-No me agobias, tranquila. Respecto a la bestia... Irónicamente, esta región es muy tranquila. Normalmente, quiero decir. Y digo irónicamente porque Miürenheim es, posiblemente, uno de los lugares más peligrosos del norte. Pero aquí nadie suele venir, y tampoco hay muchas fieras. En cuanto a esa cosa... Sinceramente, creo que ha llegado hace poco. Así que no, no hay ninguna señal de ella antes de las desapariciones.
Ladea la cabeza, y baja el tono un poco antes de tomar la iniciativa en la ronda de preguntas.
-Escucha, hay... Bueno, algunos insinúan que no es casualidad que hayáis llegado los ocho el mismo día. Ya estaréis hartos de oírlo, pero es raro que pasen viajeros por aquí. Que coincidan dos es un evento. ¿Ocho? Impensable. Y justo ahora, con todo esto de la criatura...
Agacha la mirada, arrepentido, pero tras unos segundos parece reunir el valor para volver a cruzar los ojos con los tuyos.
-Quiero confiar en vosotras. Parecéis sinceras y honestas. Pero quiero que me digas la verdad: ¿Conocías a alguno de los otros forasteros antes de llegar aquí?
Bedelia negó con la cabeza.
-Sólo conocía a Drunfo de unas pocas horas antes de llegar a Sultünge, apenas tuve tiempo de cruzar con él unas cuantas frases. Parecía buena persona...-Frunció los labios y contrajo el rostro en una expresión amarga-Saga y yo nos hemos hecho muy amigas, pero tampoco la conocía antes de llegar aquí. Vine sola, y aunque no puedo asegurarlo con firmeza creo que el resto de viajeros también.
Miró a Jostein a los ojos, esperando su respuesta.
Si estoy alargando esta escena más de lo necesario tu corta, que no quiero cargarte con algo que a priori no lleva a ningún sitio. Aunque migajas de información siempre son bien recibidas ;)
Jostein asiente.
-Te creo. Esto es, probablemente, una señal de los dioses. Quizás son ellos los que os han traído aquí, por alguna razón. Quizás quieren probaros.
Se queda callado, pensando en esa posibilidad.
Nada, tu alarga sin miedo. Lo mismo va para ti: Cuando quieras cortar despacho a Jostein.
Bedelia ladeó la cabeza, recordando algo que Saga le había dicho.
-¿Tu crees que cada uno de nosotros tenemos un papel en esta historia?
-El hecho de que estemos aquí ya implica que lo tenemos -Jostein te devuelve una sonrisa triste-. Aunque no siempre el papel que nos toca interpretar es el que deseamos. Muy pocos están destinados a la gloria.
Como si esa frase hubiera roto la burbuja en la que os encontrabais, una tercera voz irrumpe en vuestra conversación.
-¿Qué, Jostein, te diviertes?
El chico que se acerca te suena de la noche anterior, es el que estaba bailando con Saga.
Jostein se gira, y la sonrisa se borra de su cara.
-Solo estaba charlando un poco. Intentando entender lo de ayer. Tenemos que entender a ese monstruo.
-¿Entender al monstruo? -Orlen suelta un bufido-. ¿Estás pensando en salir a cazarle tú sólo o qué? Ella tendría más posibilidades que tú.
Te mira de reojo, y luego vuelve a centrarse en él.
-Dag tendría más posibilidades que tú, de hecho. Pero oye, no seré yo el que te lo impida, sigue con tu charla. Ya nos encargamos nosotros de hacer todo, tú relájate.
Jostein baja la mirada, avergonzado.
Saga, que permanecía sentada en el otro extremo de la mesa tras haber charlado con Gerdah, no pudo evitar volver la cabeza e incorporarse, recta y con los ojos clavados en el muchacho que había bailado con ella la noche anterior.
-Comprender es una cualidad mucho más valiosa de lo que crees, Orlen -dijo, y mientras hablaba se acercó a ellos-. Los guerreros más bravos y hábiles de tu aldea no han tenido ni una oportunidad contra ello. ¿Qué te hace pensar que sin conocer más sobre la bestia podéis acabar con ella? Quizá entender haya sido una palabra poco afortunada -miró brevemente al muchacho que estaba sentado-, pero la curiosidad de aprender y saber es definitivamente útil en este caso. Hay muchas formas distintas y válidas de aprender sobre un enemigo, no sólo a través del filo de un arma. Y a veces un simple detalle puede revelar un punto débil vital. Cualquier guerrero que se precie lo sabe.
Orlen se encoge de hombros ante la intervención de Saga.
-Cierto, pero por mucho que entiendas a un enemigo, para vencerlo hay que saber al menos utilizar una espada. Es más probable que este se empale a sí mismo en medio de la lucha.
-That's rather short minded but... As you wish.* -Saga tomó asiento junto a Bedelia, poniéndole la mano brevemente en el hombro-. Disculpad la interrupción. Eres Jostein, ¿verdad? Saga.
*Llevo 5 minutos intentando traducir eso y que suene bien, pero no lo encuentro. Así se queda.
Bedelia miró a Orlen con una chispa de curiosidad en los ojos. Parecía especialmente interesado en humillar a Jostein. ¿Por qué?
-A veces la espada no es suficiente, puedes necesitar inteligencia y astucia para resolver un problema como éste, algo que sólo se puede conseguir colaborando. Despreciar a alguien porque no es como tu quieres que sea es demasiado...simplista.
Miró a Jostein a los ojos.
-Eres inteligente, eres astuto, eres valiente y eres valioso. Y que mil personas te digan lo contrario no lo va a cambiar.
Le sonrió reforzando sus palabras y saludó a Saga con una carantoña en la espalda. Después, dejó que el chico se presentase. Parecía importante que se atreviera a hablar libremente delante del otro hombre.
Orlen pone los ojos en blanco.
-Lo que me faltaba por ver. Bah, hacedme un favor y llevadle con vosotras cuando esto acabe.
Acto seguido se va.
Jostein está rojo como un tomate, aunque no sabríais decir si es de la rabia o de la vergüenza.
-Es... Un placer conocerte -Mira por encima de su hombro, y suspira-. Yo... Tiene razón, debería estar trabajando con el resto.
Hace ademán de incorporarse.
Bedelia se encoge de hombros sin dejar de sonreír y mira a Saga. No retuvo al muchacho, pero hizo un último comentario cuando éste ya les daba la espalda.
-Recuérdalo.
Jostein se va, dejándoos solas.
Y cuando hayáis terminado las dos chapo la escena.
Su mirada quedó perdida en la silueta del joven, triste. No iba a tener una vida fácil; seguramente no la tenía y en su experiencia sólo había dos posibles salidas ante algo así: Salir más fuerte o no salir.
No dijo nada. Como había hecho durante toda la mañana, tras la charla, se levantó para acercarse al calor del fuego y descansar.