-... Viggo. Estaba con Svik y Orlen ayer, cuando salimos a cazar. Me han dicho que le encontró uno de los forasteros. El del martillo.
Bedelia estuvo a punto de preguntar a qué martillo se refería, cuando cayó en que hablaba de Resmit. Svik y Orlen...¿No había huído Svik con su familia? ¿O era Orlen? Entre todo el barullo de nombres y datos recordaba vagamente haber oído la muerte de Viggo, algo accidental, pero los detalles escapaban con facilidad.
-Recuerdo haberle visto en el thing. Pobre hombre...
Permaneció unos segundos en silencio, como si honrara su memoria. Abrió la boca para preguntar si quería acompañarla hasta el gran salón, pero entonces recordó cómo Yngrid había decidido no formar parte de ningún grupo de caza y de lo lejos que estaba su cabaña.
-Ayer aprendí que no se puede subestimar a la bestia, y hoy lo he vuelto a recordar. Es rápida, sabe aprovechar el entorno y aunque desde luego le falta inteligencia no la necesita para acabar con nosotros.
Miró a su interlocutora con seriedad.
-Se que puede resultarte incómodo estar con el pueblo, pero creo que es precisamente ahora cuando no debemos separarnos. Si no la hemos matado esta noche me gustaría que también durmieses con nosotros. Me quedaría más tranquila.
Bedelia sonrió (lo hacía a menudo, al menos eso no había cambiado demasiado), le gustaba la energía de Yngrid. No la consideraba bien enfocada pero le gustaba aun así. Meditó durante unos segundos, y al final dijo muchas menos cosas de las que se le pasaron por la cabeza.
-¿Y una opción C? El pueblo duerme en el gran salón mientras algunos montan guardia en la puerta. ¿Por qué no te quedas en una de las casas que no se usan? Podría quedarme contigo o podrías estar sola, lo que prefieras. Eso si, no quiero que parezca que dudo de tu capacidad para cuidarte sola, y menos desde que nos sorprendieras en mitad del bosque con un arco tensado-emitió una pequeña carcajada.
Volvió a hablar antes de que contestara.
-Voy a respetar cualquier decisión que tomes y no volveré a insistir, pero imagino que tu primera respuesta será no, así que hablaremos sobre ésto un poco más tarde, ¿vale?
Sonrió una vez más, con calidez, y apretó un poco el hombro de Yngrid.
-¿Quieres venir a hablar con Ashe?
Anima debería tener un sistema de karma
Yngrid parece menos reticente de lo que habrías pensado, en un primer momento, a tu alternativa. Aunque al principio parece dispuesta a protestar, tras unos segundos baja la mirada, probablemente juzgando los pros y los contras de algo que no se le había pasado antes por la cabeza. Tu última pregunta parece darle una vía de escape, porque rápidamente se agarra a ella con decisión.
-No. Tengo algo que hacer, y Ashe se me atraganta un poco.
Parece a punto de decir algo, pero luego se lo piensa. Tras unos instantes, se decide y habla de nuevo, bajando un poco la voz.
-De hecho, hay algo que quiero enseñarte.
Lo tiene. Se llama Elan
Bedelia miró a Yngrid con curiosidad, sopesando muy seriamente irse con ella en ese mismo momento. Sin embargo, recordó que las partidas de caza saldrían en cualquier instante.
-¿Me esperas aquí mismo en lo que les aviso que la bestia sigue activa? No serán más de cinco minutos.
Y, siendo fiel a la última orden de Yngrid, Bedelia no anduvo, corrió hasta el gran salón.