El breve momento de duda antes de pensar la excusa se hace más largo de lo que te habría gustado. Lamont te dirige una mirada penetrante, que te hace pensar que tus palabras no han sonado demasiado convincentes. Sin embargo, no te sostiene la mirada más de unos segundos: Pocos podrían. Sin embargo, se gira hacia Yngrid con expresión ceñuda.
-No deberías haber prometido nada. Sus armas están requisadas, seguro que lo sabías.
Yngrid pone los ojos en blanco.
-Joder, Lamont, no seas tan obtuso. Era hombre muerto, no hacía daño decirle que sí. Además, poco importa ahora. Ya has escuchado a Eskol: Es libre. Bien puede ir a cogerla él mismo.
Acto seguido se gira y se dirige a la salida, dando la conversación por finalizada. Lamont no dice nada, pero la sigue con la mirada, pensativo.
Drunfo se vuelve a dirigir a Lamont.
-¿Donde está mi espada entonces?
-No es a mí al que le corresponde responder a eso.
El hombre se aparta. El debate, a pocos pasos de vosotros, parece haber llegado a un punto muerto.
Cierro escena