La noche ha sido dura, como era inevitable. El hecho de que Andrel se haya recuperado, aunque sea de manera parcial, es solo una pequeña chispa que no llega a reconfortarte del todo, después del horror que has vivido. Y tampoco es que puedas compartirlo con él: ha salido del estado catatónico en el que se encontraba, pero apenas si responde a tus comentarios, encerrado en su propio mundo de sombras. Volverá a ser el de antes en menos de un día, pero hasta entonces es como si no te viera.
Quizás el volver a pensar en él fue lo que te llevó a acordarte del otro alma en pena que vaga por Sultünge. Así que, decidida a mantener tu mente ocupada, aunque fuera para mantener la cordura, le buscaste a primera hora de la mañana, antes de que despuntara el alba. Puede que no fuera necesario hacerlo tan pronto, pero no podías dormir... Y el bosque, aunque poco apetecible tras la paliza de los últimos días, es mejor alternativa a las pesadillas. Le encontraste cerca de la casa donde habíais encerrado los restos de... Esa cosa. Tu mente tira del hilo, mostrándote de nuevo la cruda imagen del hacha mutilando su cabeza. Debía hacerse, lo sabes, pero el mismo hecho de estar cerca de su cadáver ya te ponía los pelos de punta. Sin embargo, ya no será necesario: los cuernos reposan junto al resto de tus posesiones, y nadie más ha intentado reclamarlos. Nadie, ni siquiera los más curiosos, se atrevió a volver a entrar en la cabaña después de acabar con la tarea de extirpárselos. Al menos, piensas, Bedelia no estaba allí para contemplarlo.
Jorik no puso demasiadas pegas en acompañarte. Por desgracia, el encuentro con Xeir no tuvo tanto éxito como habrías esperado: aunque ella podía verle, no ocurría lo mismo a la inversa. Y, en sus palabras, "No puedo hacer nada por él. Debe encontrar la luz por sí mismo". En otra ocasión, quizás habrías insistido. Quizás habrías buscado una manera de ayudarle... Pero él nunca pidió tu ayuda. Así que regresaste, y probablemente ahí acabe la historia que os une. Porque hay algo cierto, y es que sea lo que sea lo que depare el futuro a ese pobre desdichado, es más que probable que ello no te incluya.
Un paseo, por tanto, de casi una hora entre nieve y ramas. Para nada. Al menos pudiste ver un bonito amanecer, y la presencia de Will, que no aceptaba un no por respuesta a la hora de acompañarte, te hacía sentir algo más segura. No en vano, no todas las bestias que moran por el bosque son necesariamente demonios de la nieve. Y tampoco es que fuera una caminata totalmente perdida: las últimas palabras de Xeir todavía resuenan en tu cabeza, aún después de regresar al pueblo.
"Recuerda, Saga, que tu don es algo único. Los dioses te han regalado la posibilidad de ver más allá, de contemplar las sombras que todos pasan por alto. Pero las sombras necesitan una luz, y esos ojos tuyos también podrán ver los destellos que se esconden tras el telar gris que cubre el mundo. Nunca te olvides de que, incluso en la más oscura de las noches, están allí, como estrellas en la noche".
En esos pensamientos estás cuando alguien llama a la cabaña, a media mañana.
Ya sabes, cualquier cosa que te rechine dilo, que esto es 100% editable.
Tras una noche complicada en la misma celda en la que estuvieron encerrados los Yormef hace unos días, Resmit consigue que Sigbjörn le haga un favor. Con su destino pendiendo de un hilo y todo el pueblo en contra de él, es curioso que lo único que no pueda quitarse de la cabeza sean las muchas preguntas que nacen del día anterior. ¿Quién es Baklar?
Cuando Sigbjörn vuelve con la hedense, Resmit se agarra a ese pequeño rayo de esperanza. Quizás ella sepa algo de todo ese entuerto. De lo que hay en su cabeza. Al fin y al cabo, sabe mucho de muchas cosas, ¿no?
Aleh, ahí os quedáis. Ya sabéis, podéis narrarlo como bien os parezca. Jugando la escena o con algún post de resumen por parte de alguno de los dos. Up to you.
Mirando el paso del tiempo en la celda solo puedo recuperar mis heridas, descansando, mirando al infinito con ojos tristes esperando que el pueblo decidiera finalmente que sucedería y que harían conmigo. Repaso con detenimiento cada momento, cada instante de mi vida en el que se pudo torcer la situación y en el que Baklar aparece. No puede separar de mi mente esos momentos que ahora veo tan claros, en los que tengo las manos manchadas de sangre, en los que Baklar se apodera de mi.
Esperando, por fin llega Saga, apenas había tenido la oportunidad de hablar con Add y Ahmel, pero no me dijeron algo realmente concluyente. Saga también era una historiadora, una persona culta que conocía lo sobrenatural. Probablemente debí acudir a ella a la primera en vez de a esos dos hombres, cada uno más loco que el anterior, aunque ya me dieron alguna pista, del mal que padezco.
Me reincorporo con la entrada de la hedense y la sonrío, desde que llegamos al pueblo apenas había visto poco más que las paredes donde nos encontramos y Sigbjörn me había hecho un último favor.
- Hola Saga, agradezco que hayas venido.
La hedense entró frotándose las manos, dejando una nubecilla de vaho a su paso. Will, su fiel amiga, se quedó apostada en la entrada. Ella misma no tenía buen aspecto, como si el sueño la eludiera, y sobre la capa había una fina capa de nieve y pizcas de hielo que decían que, a pesar de que acababa de amanecer, llevaba ya rato dando vueltas por afuera.
-Siéntate. Necesitas descansar -respondió de forma cordial, haciendo lo propio después de deshacerse de la capucha y sacudir su pelo de motas blancas. Ella misma había atendido sus heridas. Había luchado valerosamente, pero eso no le eximía de los crímenes que había cometido, al menos hasta que se celebrase el juicio-. Sigbjörn ha dicho que necesitabas hablar conmigo.
Me siento apoyando la espalda en la pared para no hacer esfuerzos y señalo una silla invitando a la hedense para que me acompañe. Trago saliva y pienso como empezar a hablar. Una vez me decido miro a la mujer a los ojos.
- Así es. Lo primero quiero agradecerte tus remiendos, ya me siento mejor. - Digo sujetando mi costado y tras unos segundos de pausa continuo. - Pero no es esa la razón por la que quería hablar contigo. Ya he hablado con Ahmel y Add, aunque no me han dejado nada en claro. Como ya sabes, por lo que sucedió con Drunfo y Rorar, hay algo dentro de mi que no puedo controlar, algo que como viste, solo puedo ver yo y que juega con mi mente... Baklar. - Tomo un momento de reflexión, era un tema difícil de tratar, difícil de entender y aún más de explicar. - No tengo muy claro que es, ni de donde ha salido. Pero eventualmente, intenta tomar el control de mi cuerpo y en algunas ocasiones lo consigue, haciendo que no sea consciente de mis actos. Hasta lo del otro día, tenía recuerdos confusos de él y pensaba que era una persona... otra persona - Aclaro. - Por eso me embarqué en este viaje. Para acabar con él. Pero ahora que sé que es parte de mi... tengo que aprender controlarlo o a defenderme de él.
Las imágenes de las victimas que Baklar provocó no paran de circular por mi mente, por lo que se hace más complicado el continuar. Amigos, gente inocente, bravos guerreros que en distintos momentos intentaron impedir que hiciera daño a los demás. Bajo el rostro apenado, ya que aunque no fuese consciente fue mi cuerpo el que lo hizo, con mi don, el que Thuriz me otorgó.
- Baklar mencionó estar bendecido por un dios, al igual que yo, por Nauthiz... No sé muy bien que quería decir con eso... Tú era la persona más inteligente de este pueblo, Ahmel delira y Add... bueno... creo que está loco, la conversación que tuve que ellos fue algo decepcionante. Eres la única oportunidad que tengo para poder controlar este... demonio, que está en mi interior. No quiero hacer daño a nadie más, ayúdame por favor.
Saga escuchó con atención, dejándole hablar sin interrupción alguna mientras recordaba lo que había visto. Sintió una punzada de dolor por él, compasión, pero el sentimiento se vio empañado enseguida por las víctimas que se había cobrado, queriendo o sin querer.
-No sé cómo podría ayudarte, Resmit. No tengo poderes... activos, como tú. Veo cosas. Veo espíritus, telares, a veces. Hay algo en ti, un don. -Le miró con fijeza-. Es como una leve telaraña, muy sutil, casi inapreciable. Cuando estabas discutiendo con ese tal Blakar era oscura. Negra. Pero venía de ti. Nunca había visto nada parecido. Sin embargo, hay una diferencia sutil que quizá pueda ayudarte. He visto antes a gente que tenía 'algo' dentro, algo que no les pertenecía. Pero esto, tu caso... Creo que es algo inherente a ti que, de alguna manera, se manifiesta. Eres, en esencia, tú mismo, y creo que te va a tocar a ti descubrir como manejar a tu otro yo.
Dejó un espacio de silencio, permitiéndole reflexionar sobre sus palabras.
-Siento no poder ser de más ayuda.
Suspiro antes de hablar, expirando una gran bocanada de aire.
- Yo nunca he sido así. Gané mis "poderes" hace cuatro años, cuando me perdí en la montaña y derrote a la bestia Baal para poder sobrevivir. Y hace un año Baklar salió por primera vez. Acabó con mi mejor amigo y partí en su busca. - desvío la mirada con tristeza. - Imagina lo que sentí al saber que Baklar es parte de mi... No busco soluciones mágicas, solo quiero que ese bastardo muera en lo más profundo de mi mente y mi cuerpo. No sabía hasta donde alcanzaba tu magia, pero si no puedes hacer nada ¿Sabes a donde puedo dirigirme para que me ayuden? Para que me enseñen a controlar al ser que llevo dentro o sacarlo.
-A veces los peores monstruos no están fuera de nosotros... Sino en nuestro interior.
Lo dijo en apenas un hilo de voz, cabizbaja y con una profunda tristeza en los ojos.
-Yo nací viendo cosas. Siempre pensé que era rara y, cuando crecí, que estaba loca y me iban a quemar en una estaca. Tampoco pude crecer mucho antes de perder a toda mi familia. Pero encontré... ayuda, por decirlo de alguna manera. En las Charcas, los Yermos Gélidos de Hendell. Me encontró una comunidad de Lochgjests, chamanes. Me crié con ellos. Ellos le dieron sentido a lo que veía, me enseñaron a comunicarme con los espíritus y a sobrevivir. No son gente amable. La vida allí es brutal y despiadada. Si crees que el invierno de Goldar es malo prepárate para cuando vayas al verdadero norte. No sé si ellos podrían tener respuestas para ti, pero quizá te ayuden a encontrar un equilibrio, una balanza. Tal vez puedan enseñarte a combatir a Baklar.
La cara se me ilumina y muestro una pequeña sonrisa, era la mejor información que me habían dado, podría haber una esperanza después de todo.
- ¿De verdad? ¿Lochgjests? Puede que sea mi oportunidad. El frío no será problema, soy muy duro aunque no lo parezca, atravesaré los yermos si es necesario para acabar con la sombra de la llama negra de Baklar. No volverá a suceder lo que ha ocurrido aquí, ni lo que sucedió con mi amigo. Desterraré a ese demonio con los titanes si hace falta. No se me volverá a tratar - reduzco el tono de voz - como un monstruo. Mi maldición no me consumirá como ha ocurrido con el marido de Bedelia. Muchas gracias Saga, tendré en cuenta tus palabras, en cuanto pueda partiré a ver a esos chamanes.
Tomo un pequeña pausa y la miro a los ojos, observando su bello y pálido rostro.
- ¿Adonde te dirigirás tú?
La norne lo miró tras unos segundos en los que pareció haber quedado absorta en otras cosas. Se arrebujó bajo la capa antes de hablar.
-Las tierras del clan Thurizung. Me dirigía allí antes de esto; tengo trabajo. Con la llegada del invierno... Bueno, llegaré allí en algún momento. -Sonrió brevemente-. Espero que tengas suerte y encuentres lo que buscas.
Mil gracias Saga, que tengas un buen viaje. Espero que no tengáis ningún altercado y que tu trabajo salga bien parado. Aunque con Will de tu lado estarás bien protegida. Es una pena que no hayamos tenido tiempo para conocer mejor. - Muestro una leva sonrisa. - Pero la próxima vez que se crucen nuestros caminos espero seamos amigos, viendo lo que hemos compartido aquí, y sin maldiciones que pesen sobre nosotros.
Saga asintió, levantándose con cierta lentitud.
-Eso no lo dudes, Resmit. Que los dioses guíen tus pasos e iluminen la oscuridad que tiñe tus preocupaciones. Buena suerte.