Partida Rol por web

Una inmensa llamarada obliga a la arquera a rodar por el suelo para evitar acabar tan maltrecha como tú.

-Hijo de...

Entonces se escucha una nueva voz, cargada de sorpresa.

-¡Será cabrón!

Al girarte, ves a Rorar, que observa a Resmit con expresión de incredulidad. A su lado, un chico joven cuyo nombre no recuerdas abre la boca, completamente atónito ante el despliegue de poder del que hace gala Resmit. Por suerte, Rorar parece recuperarse pronto de la sorpresa.

-¡Jostein, coge al Yormef! -te señala, pero mira en dirección a Yngrid-. Volved los tres al pueblo, contadles esto.

Jostein reacciona al fin.

-¡No! ¡Podemos con él!

-¡Cierra la puta boca y haz lo que te digo!

Acto seguido da un paso adelante, hacia Resmit, que le observa con los ojos desencajados. Está apretando los nudillos alrededor del mango de su hacha tan fuerte que estos han adquirido un tono blanquecino nada saludable.

-Yo me encargo.

Ante la llegada de los dos pueblerinos un ápice de esperanza brota del gigante, que se incorpora y avanza hasta su mandoble.

-No Rorar, tú solo no puedes. Si queremos acabar con esto tenemos que atacar a la vez...

Drunfo termina la frase con un gruñido de dolor.

Por alguna extraña razón, Resmit parece estar esperando a algo en vez de atacar, por lo que Rorar tiene tiempo de responderte.

-Puto cabezahueca. ¡Tú eres una molestia, en tu estado! Casi no puedes ni sujetar ese espadón.

Jostein niega con la cabeza.

-No te dejaremos solo.

Rorar suelta una maldición.

-Yngrid -pronuncia el nombre con brusquedad, mirando a la arquera, que observa la escena en silencio, preparada para disparar al menor atisbo de movimiento por parte de Resmit.

-...

Tras un segundo, asiente.

-Vamos. Alguien tiene que avisar en el pueblo.

Drunfo recoge su mandoble y se apoya sobre el.

-No lo conseguirás Rorar. Que sea el chaval quien avise en el pueblo, nosotros tres podemos quedarnos. - toma un largo aliento y se yergue completamente, sujetando su mandoble de forma que la punta reposa sobre el suelo - Tú mismo lo has dicho, no seria más que una molestia en la retirada. - sonrió.

-Joder, manda huevos. ¡Haz lo que te de la puta gana!

Yngrid corre hasta Jostein y le coge del brazo.

-¡Venga, vamos!

-No. ¡No!

Resmit, mientras, sigue sin intervenir. Pareciera que está contemplando la escena, divirtiéndose ante vuestra discusión, aunque su rostro está congelado en una mueca que no acabas de identificar, pero que no parece corresponderse al de alguien que esté disfrutando del momento.

Drunfo se colocó el enorme espadón al hombro.

-Rorar, si sobrevives, entierrame con mi mandoble.

Y acto seguido se lanzó al ataque.

Antes de que tengas tiempo de golpear a Resmit, este cierra el puño y golpea el aire con fuerza.

Una miríada de llamas te envuelve.

El fuego quema.
 

La inconsciencia te atrapa entre sus garras, mientras el fuego arranca la vida de tu cuerpo.