Ashe recoge la lanza, parpadeando como si no entendiera nada de lo que le hubiera dicho la hedense. Sin embargo, cuando esta se da la vuelta se apresura a dar un paso hacia a ella.
-Espera, Saga -mira de nuevo hacia la espada, agarrándola con fuerza como si pensara que fuera a desaparecer de un momento a otro-. Yo... Gracias. Y perdóname.
La norne sacudió la cabeza.
-Volveré con la cabeza fresca. E ideas. Necesito... -levantó las manos y esperó que lo entendiese.
Como ya empieza a ser una constante recientemente, tus sentidos parecen activarse hasta leer signos ocultos, mensajes secretos que solo tu puedes leer y que te llevan a conclusiones insospechadas. Los rostros de esas personas pueden mostrar máscaras de ira, cansancio, desesperación o pesadumbre, pero tú lees lo que hay debajo de ellas. Y lo que hay debajo te hace pensar.
Ashe se siente culpable, eso es algo obvio. No es un sentimiento únicamente relacionado contigo, sino que se extiende a todo el pueblo. Notas en sus ojos que la carga que se ha autoimpuesto, o que quizás le ha sido impuesta, le pesa tanto como una mochila llena de piedras. Un oscuro agujero se intuye en el fondo de sus pupilas, un hueco que solo la pérdida de alguien amado puede dejar.
Fredrick exuda duda e indecisión. Algo le atormenta, un dilema que le está carcomiendo por dentro, y que mezclado a la frustración y a su enfado por las palabras de Rorar, no le deja aclarar sus pensamientos.
Lamont, por otro lado, solo siente resignación. La pena que ahonda en su corazón es grande, pues sus propios valores parecen estar tambaleándose ante una situación límite como la vuestra.
A su lado, Frigda destila preocupación. De todos, es posiblemente la que más mira hacia su espalda, hacia los niños, hacia los indefensos... Hacia todos aquellos que, de alguna manera, se ha propuesto proteger. Aquel dolor por ver a los suyos sufrir, aquella incertidumbre ante un destino incierto, es algo que parece afectarle más incluso que a los demás.
Pero de todos, el que más te llama la atención es el propio Rorar. Ya que, bajo sus pullas y gestos malhumorados, bajo su aparente frialdad e indiferencia, yace un vacío más hondo que el de cualquier otro. Irónicamente, es posible que, de todos, sea al mismo tiempo el más fuerte y el más frágil. Sin embargo, incluso con tus recién encontradas capacidades de lectura, te es difícil asegurar cuál es la naturaleza de dicho tormento, tal es la profundidad a la que ha sido empujado. Y es que ese barbudo norteño parece alguien acostumbrado a eliminar los gritos de su corazón a base de sarcasmo y obligada indiferencia.
Los cinco resisten, sin embargo, aquellas emociones oscuras que amenazan con desbordar su entereza. Son personalidades fuertes, curtidas por las durezas del invierno, y que sin embargo no dejan de ser humanas. ¿Cuánto más podrán aguantar sin derrumbarse? ¿Quién será el primero que caerá las caóticas e imprevisibles garras del pánico y la desesperación?
Ashe asiente, en silencio.
Nadie más va a decirle nada. Si Resmit y Bedelia no la detienen, te saco de la escena mañana.
Bedelia apretó el brazo con cariño antes de que la norne se fuera.
-Descansa.
Le dedicó una sonrisa y después se frotó los ojos, reordenando la información en su cabeza.
-Habéis dicho que somos nueve guerreros en total, dos más si tenemos suerte con los Yormef...Con nosotros cuatro la bestia empezó a pasarlo mal aunque acabásemos como acabamos-Frunció los labios en una línea muy fina, pero se recompuso rápido-Podemos conseguirlo, es importante tener ésto en mente. Y una vez eso haya muerto podréis cazar sin problemas, no habrá que recurrir al canibalismo.
Se giró hacia Resmit.
-Te preguntaba lo de los asesinos porque, si te buscan, tienen que haber pasado la noche por aquí cerca. Si notabas alguna falta puede que les haya atacado, pero son demasiados como para saber si sólo se centra en Sultünge o caza indiscriminadamente.
Hizo una pausa y miró al suelo, aunque alzó la vista antes de seguir hablando.
-Lo que enlaza con el siguiente punto; los asesinos son mercenarios refinados, se mueven por dinero, o en su ausencia algo que les resulte valioso. No deberíamos descartar la idea de intentar sobornarles para que nos ayuden. Si, se cómo suena, y si, es arriesgado-Miró deliberadamente a Resmit-pero es un recurso que no deberíamos pasar por alto teniendo en cuenta la situación.
Ashe se frota los ojos.
-Bedelia, por favor -Su tono no es de reproche o molestia, sino más bien de súplica-. Mañana. Durmamos un poco.
- Es buena idea dejarlo para mañana, las cosas están muy tensas, hablemos después del juicio, dormir nos vendrá bien.- digo mientras me levanto apoyando los brazos en la mesa.
Si nadie dice nada me alejo de la mesa y me dirijo hacia Marja.
Bedelia vaciló un instante, pues casi podía sentir a la bestia acechando el pueblo, hinchando el pecho ante la promesa de carne fresca. Para la sureña estaba claro que atacaría esa noche. ¿Quién aceptaría un ayuno voluntario teniendo la despensa repleta de víveres? Si la cosa se ponía fea mientras dormían perderían incluso más gente.
-Claro. Sólo...¿Puedo hablar con los Yormef? Será rápido, y no molestaré a nadie. Salvo que queráis mandar a una persona conmigo para vigilar.
"Y nos aseguraremos de contar o no con su ayuda si algo malo pasa" pensó, pero no llegó a verbalizarlo.
Ashe parece barajar la idea durante unos instantes, pero al final niega con la cabeza.
-Puede que ayer nos traicionaras, pero tu actuación hoy te granjea al menos un voto de confianza. Ve a verlos si así lo deseas, pero no les desates.
Pues esta noche os abro nuevas escenas