Partida Rol por web

Guldron espera unos segundos antes de contestar.

-Es un recordatorio.

Se gira hacia ti y observa tu reacción, antes de continuar.

-Verás, existe una antigua leyenda, probablemente no la hayas oído. No es muy popular entre los nuestros. Yo la escuché hace unos años, quizás algún día te la cuento más en detalle. Pero puedo resumírtela, si quieres.

Antes de esperar a tu respuesta, vuelve a girarse y clava su vista de nuevo en las estrellas. Luego empieza a narrar la historia.

-Se la conoce como la leyenda de los sæla hvítingr, los tres cuernos de la prosperidad. Cuenta que, al principio de los tiempos, cuando Mannaz creó a los humanos, el mundo era un lugar diferente a como lo es hoy. Más oscuro, más salvaje. Hermanos luchaban contra hermanos, y todo aquel que no pudiera portar un arma era asesinado sin piedad. No existían los clanes, pues los dioses aún estaban enfrascados en sus propias guerras y conflictos, por lo que no nos prestaban atención. Se vivía en una masacre constante, en la que los recursos eran escasos y todos miraban por sí mismos. Tanto odio, tanta oscuridad, acabarían por generar a una criatura impía, una criatura que nunca debería haber existido, que se alimentaba de esa tormenta de locura.

Al describir a ese demonio, parece que, a vuestro alrededor, la noche es más oscura y cerrada, más ominosa. Guldron continúa.

-La criatura causó estragos, tanto que llamó la atención de los dioses. Entonces el dios Gebo, que percibió el peligro que presentaba aquel monstruo para los suyos, y consiguió convencer a Anzus, el señor de los dioses, de hacer algo para pararle los pies. Temiendo que la naturaleza de la bestia le hiciera invulnerable al poder divino, Anzus ideó un plan, usando algunos cabellos dorados que le otorgó su esposa, Fehu, para formar una red irrompible con la que atraparla. Wunjo, la más hermosa entre los Valdyr, se ofreció a hacer de cebo, para atraer a la criatura hacia la trampa. En plan funcionó, y el propio Anzus se encargó de encerrarla en las profundidades de la tierra para liberar al mundo de su oscura influencia. Pero antes, decidió recompensar a los otros dioses por su ayuda.

Guldron alza la mano, levantando tres dedos.

-Tres cuernos cortó de la criatura, y le entregó uno a cada dios. A Gebo, por haber sido lo suficientemente despierto para advertir el peligro, y por haberse preocupado por unas criaturas tan insignificantes como éramos, por aquel entonces, los humanos. A Fehu, su esposa, por haber cedido algunos de sus propios cabellos, radiantes como el sol, para forjar un artefacto tan poderoso como para poder contener el inmenso poder de la criatura. Y por último, a Wunjo, por su optimismo y arrojo, por haberse ofrecido a realizar tan ardua tarea sin temer por su dudar en su cometido en ningún momento.

Guldron se quita la camisa, para mostrarte de nuevo el tatuaje. El frío de la noche es intenso, pero él no parece afectado por exponer su piel a los vientos del norte.

-Los tres cuernos de la abundancia. Se dice que, gracias a ellos, el mundo evolucionó, dejando atrás la edad oscura del egoísmo y la maldad para dar paso a una nueva era, en la que cada dios otorgaría a los humanos alguna de sus características, convirtiéndonos en lo que somos ahora. Fehu, usando su cuerno repleto de alimentos y manjares, nos otorgó el don de la prosperidad, las cosechas, la abundancia, para no volver a pelear entre nosotros. Gebo usó su cuerno, repleto de oro y riquezas, para enseñarnos a compartir lo que tenemos con los demás, para acoger a los extraños y unirnos ante las adversidades. Y Wunjo, por último, usó su cuerno, repleto de las más exquisitas bebidas, cerveza, hidromiel, licores de todos los tipos y sabores, para otorgarnos el don de la alegría, la sonrisa eterna frente a la oscuridad del mundo.

Vuelve a ponerse la camisa.

-Es una vieja historia, pero me hizo pensar. Porque eso es lo que quiero en la vida, Drunfo. Quiero recordar el cuerno de la prosperidad, porque quiero hacer lo posible para que los míos no pasen hambre, para que mi familia salga adelante. Quiero tener en mente el cuerno de la generosidad, para no convertirme en un monstruo, para ser justo con los demás. Quiero pensar siempre en el cuerno de la alegría, y mostrar una sonrisa al mundo... Y ver la sonrisa en mis seres queridos.

Te mira, y sonríe.

-Eso es lo que busco, Drunfo. Por eso me hice el tatuaje. Todo esto, las... Peleas, los entrenamientos, las broncas con los vecinos. Lo de convertirnos en guerreros. Todo lo de hacernos fuertes, ya sabes. Esa mierda está muy bien, pero no es el objetivo, ¿entiendes? Es importante que aprendamos a sobrevivir... Pero tiene que haber algo más. Tenemos que aprender a vivir.

El rostro de Drunfo mostraba un gesto de extrañeza.

-Pero si solo era esta historia, si solo era un recordatorio, ¿Por que has tenido tanto reparo en contármelo? Creía que era algo malo.

-¿Qué dices, Drunfo? Te lo estaba contando, cuando empezaste a ponerte como un energúmeno.

Suspira.

-Eres un chico inteligente, mucho más de lo que crees. Mucho más que la mayoría de los chicos de tu edad. Pero tienes que aprender a controlarte, hermanito. Esa rabia que tienes puede ser útil, si aprendes a utilizarla... Pero también puede suponer tu perdición. Y te han hecho daño... Nos han hecho daño. Pero si dejamos que todo eso que dicen de nosotros nos afecte, entonces estamos perdidos.

Unos segundos de silencio, y luego te mira con seriedad.

-¿Sabes que haría lo que fuera por nuestra familia, no? Por ti, Drunfo.

-Lo se, hermano

Drunfo soltó un suspiro y arrojó la manta al suelo.

-Entonces ¿Me enseñas a utilizar esa rabia?