Partida Rol por web

"No es momento de probar nada" —me digo a mi misma mientras me giro hacia Liane.

Cuando la veo cierro los ojos mientras respiro profundamente y termino por colocar las manos al frente de mi, una encima de la otra, y entre ellas aparece una esfera de aire encendido por la presión kinética.

Está bien, vamos —parece que esté dando un regalo, pero no parezco nada forzada—. Ahora... ¡Tíñelo de oscuridad!

Cuando Liane empieza a mezclar nuestros poderes siento que algo sale mal, no se de que se trata con exactitud pero al estar tan cerca de todo cambio rapidamente a un modo defensivo envolviéndome en una esfera protectora y abandonando el ataque a su suerte.

Sabía que no era el mejor momento, pero le veo potencial si lo controlamos — digo sin ningun tipo de enfado, más bien parezco motivada por el descubrimiento—. Vamos a tener que entrenar.

Lianne y Eimi tratan de preparar un ataque combinado, pero la mujer de los abanicos salta a interrumpirlas. Tras hacerlas trastabillar trata de cortar a Eimi con una de sus técnicas, sin embargo la kinética logra repeler el ataque con un muro kinético.

—¡No voy a dejar que hagáis lo que queráis!— exclama la mujer, muy confiada.

Por otro ldo Miyu levanta una ventisca alrededor de Lazarus al provocar cambios de temperatura y éste se protege cortando los fragmentos de hielo con sus dagas.

—¿Planeas dañarme con cambios de temperatura? ¡Necesitas más que eso, muchacha!

Tras cortar más fragmentos ve cómo también sobrevuelan a su alrededor sellos de Saya, y éstos estallan alcanzándole de lleno. Eso ha herido bastante a Lazarus, quien observa con rabia a la sacerdotisa mientras se tambalea.

—Maldita...

—Cometiste un error al subestimarnos, y te confiaste demasiado. Hemos sobrevivido a amenazas mucho peores que ustedes— proclama Saya envalentonada, si bien mantiene la cautela.

La Dama de los Abanicos retrocede rápidamente para cubrir a su jefe, quien no puede seguir combatiendo.

—Yo me ocuparé de todo, mi señor— abre los abanicos en una postura amenazante y con expresión decidida —Lo siento mucho por nuestro cliente pero tendré que matarlas a todas.

Hemos fallado pero Lazarus está convalesciente, mi sentido de rivalidad con la chica de los abanicos hace que quiera hacerle mucho daño, y por experiencia propia creo saber que es lo que más le duele.

Señalo a la chica, pero poco a poco muevo mi índice hacia Lazarus, atacaré su punto más vulnerable y puede que sea ella misma quién termine sacrificándose o dejándole morir. La batalla está avanzada y hay destrozos por todas partes: esquirlas de hielo, partes del suelo arrancadas y demás utensilios rotos y dispersos por el lugar. Reuno todos los objetos que puedo y los levanto apuntando a Lazarus, cuando los envio hacia él no hay lugar por el que pueda escapar.

¡Ahora! —le digo a Liane cuando el área dentro de los objetos es crítica y puede ocuparla toda con sus llamas, algo bastante más facil de hacer pero que puede resultar perfectamente efectivo para darle a los dos o ponerlos en un aprieto desmoralizador.

Centrándote en mi tu querido ha recibido por todas partes —digo tratando de alterar a la de los abanicos—. ¿Cuanto tiempo crees que aguantarás mientras mis compañeras y yo lo acribillamos? —Voy creando una esfera de alta presión entre mis manos para asustarla todavía más—. Apenas puedes defenderle de mi, a costa de tu propia vida.

—Te lo dije, se cree le muerto más rico del cementerio —digo, riendo, mientras aparezco desde entre la ventisca junto con mis clones.

—Lo que me extraña es la otra señora. ¿Se estuvo conteniendo cuando luchamos hace un rato? Porque no nos costó nadita.

Miyu crea sus clones y se mueve a toda velocidad tratando de despistar a la Dama de los Abanicos. Eso más los apoyos entretienen a la Dama de los Abanicos, quien además se ve desquiciada por las palabras de Eimi. En un momento los sellos ígneos de Saya se combinan con las espadas de hielo de Miyu, quien al atacar atraviesa las defensas de su enemiga con explosiones de hielo y fuego.

—Ngg... ¡maldita!

Esto lo aprovechan Eimi y Lianne para preparar un ataque combinado de viento y llamas negras que se acumulan y arremolinan acumulando un poder terrorífico.

—¡Ahora sí! ¡VAMOS!

Eimi y Lianne lanzan su poderoso ataque combinado que pulveriza los clones de hielo de Miyu y arrasa con la asesina y su jefe, cayendo derrotados los dos tras verse envueltos en una violenta explosión. Ambos están en el suelo, fuera de combate.

Saya regresa a la normalidad con cara de agotamiento.

—Parece que hemos vencido. Buen trabajo, todas...— os felicita todas Saya.

Sin embargo no todo había acabado, pues Darko Stimen se aproxima detrás de la sacerdotisa cuchillo en mano con intención de apuñalarla.

—¡Si no vas a ser mía te arrebataré lo que más quieres, Miyu Kawakami! ¡Nadie sale indemne tras desafiarme!

Antes de cumplir su amenaza el señor de la guerra es estorbado por el compañero canino de Damian, quien atrapa con sus fauces la muñeca que sostiene el arma, para que el explorador acto seguido lo neutralice con un flechazo en el hombro.

—Usted debería aprender cuándo rendirse, señor— le advierte Damian, quien acto seguido se interesa por Saya —¿Estáis bien?

Saya se sonroja un poco.

—¿Ah? Eh... ¡Sí, sí, estoy bien, gracias! Solo estoy un poco agotada por la transformación, no puedo mantenerla tanto tiempo como mi hermana. Me falta un poco de entrenamiento— explica un poco azorada.

—Estupendo, me siento más tranquilo.

El perro de Damian se coloca detrás de Saya y la embiste, empujándola hacia Damian quien la sostiene en brazos. La sacerdotisa se pone roja como un tomate, mientras que el explorador le dedica una mirada de mosqueo a su compañero animal.

—¡Frost! ¿Cuántas veces te tengo dicho que no hagas eso?— aparta con delicadeza a Saya —Mis más sinceras disculpas, mi compañero tiene esa mala costumbre...

Aparecen los guardias del rey, quienes proceden a arrestar a Darko Stimen y sus secuaces. Grimgar se acerca a vosotros con una sonrisa triunfal, acompañado por Selenia.

—¡Ja ja! ¡Todo ha salido a pedir de boca! Os agradezco la colaboración, damas y caballeros. Para mí Saria es muy importante, es la preciada cuidadora de mi hermana. Sele, por favor ve pensando en una recompensa para ellos.

Selenia esboza una sonrisa.

—Por supuesto, majestad. Supongo que podríamos hablarlo con calma en la posada donde se alojan, ¿verdad?

Me quedo sentada en el suelo después de ver el efecto del ataque. Puedo sentir mi piel vibrando energeticamente en contraposición a la calma de haber terminado con nuestros enemigos.

"Ya está" —finalmente cierro los ojos y siento el aire frío rodeándome.

Levanto el mentón y siento que me duermo por un momento, momento en que abro los ojos y agarro la capa invisible para tirarla hacia delante donde pueda verla.

Bien hecho chicas —digo al fin a mis compañeras más cercanas.

Cuando me levanto miro a mi alrededor de forma extraña, como si no entendiera nada. Tardo un poquito en empezarme a marchar, todavía están todos hablando

—Por supuesto, majestad. Supongo que podríamos hablarlo con calma en la posada donde se alojan, ¿verdad?

  Sí, deberíamos irnos todas —digo ya un poco alejada.

Todo sucede tan rápido que me descoloca, en parte también porque sigo un poco mareada por lo que me han dado recién. No me cae la ficha todavía de que Darko haya sido finalmente arrestado. Tampoco puedo creer lo que estoy viendo entre mi hermanita preciosa y este sujeto misterioso que aparece y de la nada ya se está aprovechando.
En un parpadeo me sitúo junto a ellos, preguntando con una sonrisa forzada qué están haciendo.
—¿Se puede saber quién es usted, señor?

Iba a cuestionar antes la seguridad bajo la cual encerrarían a Darko, ya que me lo imagino escapando en nada, con la ayuda de algún infiltrado o cosas así, pero eso puede esperar. Ahora tengo un asunto más importante. Esa mirada de Saya me preocupa.

—Ejem. Disculpa aceptada, sí.
Cruzo los brazos. No dejo de mirarlo fijamente, colocándome detrás de Saya y abrazándola como un peluche. Al perro le gruño.

—¿Se puede saber quién es usted, señor?

—Eeeh... soy Damian, ¿no lo recuerda? Estoy con ustedes en el caso de los hermanos.

—H... hermana, po... por favor, no empecemos— tartamudea un poco Saya.

—¿Se encuentra bien? Aún está temblando...

—¡No no no no! ¡Estoy bien, estoy bien!— se apresura a decir Saya, quien acto seguido respira hondo y se calma —Me encuentro estupendamente, gracias por salvarme, Damian. Y acepto las disculpas.

—Me alegro— se gira hacia su compañero canino —Al menos muestra algo de arrepentimiento. Odio cuando intentas hacer de casamentero— el husky ladea la cabeza —No ladees la cabeza, sé bien que me entiendes. ¿Pero a dónde vas?

El husky se aleja y va a su bola, ignorando a Damian quien suspira.

Bien hecho chicas

—Vosotras también, ese ataque que combinasteis Lianne y tú ha sido impresionante. Espero que en un futuro mi hermana y yo podamos desarrollar algo igual de increíble— por un momento Saya parece entusiasmada.

—Miyu y tú tampoco lo habéis hecho nada mal— asegura Lianne —Esa conjunción de hielo y fuego desconcertó completamente al enemigo y nos permitió acabarlo todo de un solo golpe.

  Sí, deberíamos irnos todas —digo ya un poco alejada.

—Estoy de acuerdo. Quiero quitarme de una vez este vestido excesivamente provocativo— la felina trata de taparse un poco.

Al dirigiros a la salida veis que se ha armado un buen caos. Hay guardias por todas partes ocupándose de arrestados, la mayoría de ellos hombres de zival y orcos. Más allá veis a Shinji y Havoc con las manos en la cabeza y lamentándose, y eso os preocupa inicialmente. Al menos hasta que habéis visto a Shariel y Dave tan tranquilos.

—¿Qué les ha pasado que tienen esas caras?— pregunta Saya.

—Resulta que éstos han hecho una fortuna con la ruleta, pero al querer canjear las fichas se han topado con que los atracadores se han llevado absolutamente todo el dinero— explica la elfa tan tranquila.

—¡Malditos sean! ¡Como pille a alguno de los involucrados les voy a dar una paliza!— exclama Shinji bastante molesto.

Saya se acerca disimuladamente a su hermana y le susurra.

—Ni se te ocurra abrir la boca para delatar que nosotras estuvimos involucradas. ¿Entendido?

Havoc cambia repentinamente su semblante.

—Shinji, todos sabemos que con nuestra suerte esa fortuna habría durado muy poco. Es nuestro destino estar sin blanca.

—¡Pero yo no quiero ser pobre toda la vida!

Shariel sonríe divertida.

—Parece mentira que hace pocos minutos tuvo una pelea a muerte con Takeshi, salvándome la vida una vez más. Una pena que ése escapara cuando la guardia fue a por él pero lo importante es que todos seguimos con vida.

—No necesitas agradecérmelo, siempre cuido de mis compañeros— afirma el ex-samurai.

—¿Ah, no?— se pone coqueta —Y yo que pensaba... no sé... pedirte una cita...

—Siempre igual. ¿Es que soy un chiste con patas para que os riáis todos de mí? Bah, me voy a que me dé el aire.

Shinji se aleja un tanto molesto, y la elfa resopla.

—Idiota, hablaba en serio— murmura —¿Por qué diablos me habré enamorado de él?

Como momento final podéis ver a Saria y Alaik abrazándose felices ante la atenta mirada de Tristan. La chica se acerca al caballero y le planta un beso en la mejilla.

—Muchas gracias, Tristan. Siempre estás ahí ayudándonos a los dos, y yo ya no sé cómo puedo agradecértelo...

—Solo era mi deber, no tienes que preocuparte por eso...— responde éste ruborizado.

—Hmm... ¿será cosa mía o esos dos se gustan?— comenta Lianne con cierta malicia.

Finalmente regresasteis a la posada para descansar y el sueño os vence hasta el día siguiente.

Os despertáis al día siguiente. Eimi descubre que Uwyn ha salido con Melinda, Valaren y Reiko para acompañar a una barda semiorca que resulta ser otra hija de Baelor para ayudarla con un asuntillo. Miyu por su parte le ha costado levantarse y está Saya prácticamente llevándola a rastras.

Cuando todas llegáis veis que Selenia está esperándoos, acompañada por un par de guardias. Keyleth está compartiendo mesa con ella.

—Sí que os habéis tomado tiempo para despertaros. Buenos días— os saluda la consejera real.

—Buenos días chicas. Sele me ha contado lo que habéis hecho. Es impresionante, yo sería incapaz de hacer nada de lo que habéis hecho.

—No te creas, mi hermana lo único que ha aportado es un poco de bronca y pelea— responde Saya mientras agita un poco a Miyu —Hermana, espabila por favor.

—Tomad asiento por favor. Me gustaría hablar de vuestra recompensa. La verdad es que lo tengo complicado, pues supongo que no necesitáis una recompensa económica. ¿Estoy en lo cierto?

—¡A mí no me importaría recibir dinero!— espeta Shinji, apareciendo de repente.

—Estoy de acuerdo. Quiero quitarme de una vez este vestido excesivamente provocativo— la felina trata de taparse un poco.

¿Ah? Pero si te sienta bien y has estado con el todo este rato... —no entiendo nada.

Una vez en la posada pregunto a todos por Uwyn hasta enterarme de que se ha ido de misión. Al dia siguiente me hallo desde primerisima hora sentada en la taberna, tomando té frio por no haber nadie a tales horas e inquieta... incluso me veo triste.

—Tomad asiento por favor. Me gustaría hablar de vuestra recompensa. La verdad es que lo tengo complicado, pues supongo que no necesitáis una recompensa económica. ¿Estoy en lo cierto?

La aguja de Laquelis —sostengo mi manta invisible rota—. O algo para viajar en el tiempo —totalmente molesta y amargada.

Selenia cierra los ojos pensativa.

—La Aguja de Laquelis me temo que está fuera de nuestro alcance. Y sobre lo de viajar en el tiempo, si supiéramos cómo créame que ya lo habría usado. Lo siento pero no podemos ayudar ahí. ¿Por qué está agitando esa capa, si puede saberse?

Mientras Selenia se excusa veis a Jurgen despedirse de vosotros tan alegre como es habitual en él antes de salir de la posada bien cargado, y poco después pasa Anabella y va tras él inusualmente animada.

Eso hace fruncir el ceño a Saya.

—No lo aguanto más. Creo que Anabella está teniendo una aventura con Jurgen.

Selenia me pregunta porque agito la capa.

No la agito, veo como usarla ahora que ya no me hace invisible.

Sin Merenil aquella tarea sería bien complicada.

¿Por qué escapa a si alcance la aguja estando en el reino? —me acerco a Selenia para verla sin miedo alguno a pesar de su estatura—. Puede que todavía necessitéis más ayuda en algo, y sería mejor que lo dijerais directamente en lugar de esperar a que lo descubramos casualmente para ayudarnos después.

Mi tono de voz es relajado y frio por igual, está claro que han habido coincidencias que me han resultado de lo más molestas. Me vuelvo suave de repente.

Y claramente debería ser en los dos sentidos —digo dandome cuenta de que tampoco hemos estado informando acordemente.

¿Por qué escapa a si alcance la aguja estando en el reino?

—Es muy probable que se encuentre dentro de la Torre Maldita, y ese lugar tiene un efecto extraño que hace inútil a todo usuario de magia o poder. Afecta incluso a las técnicas de artistas marciales. Eso sin mencionar a los mutados que vigilan el lugar, son absurdamente fuertes. Por favor, no lo mencionéis delante de su majestad, ya me cuesta horrores convencerlo para que no vaya hacia allí con un batallón. Sería una masacre.

Puede que todavía necesitéis más ayuda en algo, y sería mejor que lo dijerais directamente en lugar de esperar a que lo descubramos casualmente para ayudarnos después.

—Es cierto, necesitamos ayuda en muchas cosas, pero la mayoría implica trabajos diplomáticos. No son cosas que unos aventureros hábiles puedan hacer algo. Además, Key ya me comentó un poco que tenéis asuntos importantes entre manos y no quisiera distraeros más de la cuenta de ello con asuntos de estado. Agradezco la predisposición pero por ahora dejémoslo así. Si hiciera falta vuestra ayuda os lo haré saber, por lo que también espero que nos informéis si ocurre algo importante. Lo que sí que podría hacer ahora es ver cómo arreglar esa capa, aunque me sorprende que no hayas preguntado primero al cocinero de la posada. Tengo entendido que Cesar era un experto en objetos encantados.

Durante la noche me quedaron revoleando en la cabeza todas las experiencias de este día y me costó dormirme. Especialmente se me hace difícil pensar cómo ver a Nathan a la cara ahora, luego de haberme metido así en ese lugar tan raro y con esa ropa. Lo busqué para pedirle perdón, pero no hubo suerte encontrándolo. A saber dónde andará.

—Perdona, Saya, ayer me sentía como una oliva en un turrón —musito medio dormida, con ella trayéndome del brazo—. No sé si me explico.

La acompaño como por inercia hacia donde nos citan y me quedo escuchando, mientras se me escapa un gran bostezo que cubro con el brazo, pidiendo perdón de nuevo.

—¿Recompensa? No, no es necesario. Me basta con saber que todo ha acabado de maravillas. De hecho, creo que las cosas no podrían estar mejor. Y si pudieran, pues no creo que esté al alcance de ustedes lograrlo.

Tras decirlo, noto que eso pudo haber sonado algo pedante, aunque no hubiera sido mi intención, así que procedo a disculparme una vez más.

La mención de la maldición que hay en la torre me deja pensando...
—Pero entonces, ¿no será que lo que tenía este tarado en el ojo puede venir de ahí? Si Saya lo marcó con un sello... ¿no podríamos hacer algo parecido ahí? Con un sello más grande y... y con más sayas.

—Pero entonces, ¿no será que lo que tenía este tarado en el ojo puede venir de ahí? Si Saya lo marcó con un sello... ¿no podríamos hacer algo parecido ahí? Con un sello más grande y... y con más sayas.

—No, hermana. Lo de Ojo de Demonio fue un pacto con un demonio, no tuvo nada que ver con la torre. Allí mis habilidades también serían inútiles.

—Para actuar allí dentro dependemos de las habilidades de Megara forjando esos accesorios que dijo podría hacer— comenta Lianne, quien aparece acompañada de Farran quien está cabizbaja.

—Lo siento, me distraje un momento y se me escapó. Me alegro de que al final todo saliera bien, pero me siento mal que un despiste mío arriesgara vuestras vidas. No me lo habría perdonado jamás.

—No te preocupes Farran. Era previsible que el pequeño iba a ir a buscar a su hermana y tarde o temprano iba a darte esquinazo— tras esas palabras se incorpora —Estoy de acuerdo con mi hermana, no necesitamos recompensa alguna. Si no les importa voy a ausentarme.

Saya se dirige hacia la salida de la posada. Miyu adivina inmediatamente que va a cotillear el asunto de Anabella. Es evidente que le molesta mucho.

Ah —me quedo parada viendo a Selenia—. ¿Que se pueden reparar?

No sabia siquiera que existia esa posibilidad, menos aún que fuera a tenerla tan cerca.  Me levanto sin dudarlo y busco a Cesar, pero me detengo para volver la vista a Selenia.

Agradezco la guia —me inclino respetuosa—. Si se arregla puede ayudarnos otra vez por largo tiempo, ha sido un objeto muy útil.

Luego me miro a Cesar paralizada, me da horrores pedirle algo fuera de lo que ejerce como trabajo, por ahora sólo consigo acercarme un poco y ver qué hace.

"Si no le hablo jamás ir´ñe a buscar a Megara, Lianne o Uwyn" —respiro hondo pero todavía me falta valor.

—Para actuar allí dentro dependemos de las habilidades de Megara forjando esos accesorios que dijo podría hacer— comenta Lianne, quien aparece acompañada de Farran quien está cabizbaja.

Justo entonces aparece Lianne, me la miro con ojitos sosteniendo la capa rota...

Lianne ve a Eimi y enarca una ceja.

—Oh, buenos días Eimi— observa a la kinética y luego su capa —¿Has averiguado alguna forma de reparar tu capa? ¿Puedo ayudarte en algo?

—Ah, espera, Saya, voy contigo.

Tras desprenderse ella para irse, voy y la atrapo de nuevo y la sigo. Ayer fue un día raro y necesito mucha hermanita hoy para recuperarme. Necesito recargar energía hermanitosa. Eso.

—¿De verdad te vas a meter ahí? Puede que no quieras enterarte de lo que te podrías enterar. No sé.

Saya mira con determinación a su hermana.

—Desde luego. Ana es mi amiga y me molesta que vaya a tener un romance con alguien que ha sido como un padre para nosotras como Jurgen, y más conociendo su historia. Vamos, hermana.