Nathan no está en su habitación, así que fuiste a buscar en otras zonas del gremio. Al final lo encontraste fuera, en la zona de entrenamiento meditando en el suelo... prácticamente al anochecer.
Cuando te acercas a él en silencio éste abre un ojo para mirarte.
—Hola Miyu— mira un momento hacia arriba —Vaya... ¿ya es de noche?
En ese momento le ruge el estómago de forma sonora.
—Creo que iré a cenar. Maldita sea, tendré que contenerme frente a los demás... ¿Me acompañas?
—¡Hola! —lo saludo con alegría—. Ah, espera, quiero darte algo.
Le acerco pues la carta de Anna.
—Em, ¿estás bien? Cenemos juntos entonces, ¡tengo un montón de cosas para contarte!
Si no están escritas en la cartita ya. Pero no, también quiero preguntarle si quiere entrenar conmigo de ahora en adelante.
—Eh... sí, ya sabes, eso de que cuando era un niño se burlaban de mí por lo mucho que comía...
Cuando tomáis asiento en la taberna del gremio Nathan examina la carta, y pronto sus ojos se humedecen y te mira fijamente.
—¿Esto es de... Anna? ¿La has visto Miyu? ¿Cómo se encuentra?
Me quedo mirando sorprendida a Nathan, todavía masticando la comida, ¿por qué se pone así? ...¿qué...?
—Ella se encuentra de maravillas, me dio esa carta en la mano ella misma, tienes una hermanita preciosa y llena de energía. —Mi expresión se vuelve más y más precupada—. No leí la carta, no corresponde, va dirigida a ti, ¿qué es lo que pone? No me asustes...
—No, tranquila, es solo que hacía muchos años que no sabía nada de ella. La última vez que la vi ella estaba gravemente enferma y un viejo druida la salvó con una solución que él mismo elaboró. Después ella se fue con ese druida porque vio talento en ella. Hace más de 10 años de eso.
—¿Así que por fin ha decidido enviarte una carta?— comenta Nizel con una media sonrisa, sentado en otra mesa con los pies apoyados en ella.
Nathan se gira como un resorte hacia el elfo.
—Tú... ¿sabías algo de Anna y no me lo dijiste?
—Claro, estaba entrenándose con mi madre después de que el viejo druida que la acogía muriese. Ella me pidió que no te dijese nada pues quería ella misma dar noticias cuando el momento fuese el apropiado.
—Bueno, si fue ella quien te lo pidió no puedo reprochártelo— vuelve a dirigir la mirada hacia ti —Miyu, gracias por entregarme la carta.
Nathan se guarda la carta en un bolsillo cuando empiezan a servir la cena, y ves cómo come de forma comedida.
—No sabía que llevaban tanto tiempo sin verse.
Creo que lla me lo había dicho, pero no lo recuerdo bien.
—Me alegro entonces, es una gran noticia, sí, ahora que lo pienso, me hubiera gustado que estuvieras allí para verla, es muy habilidosa e inteligente.
Miré distraída a Nizel, tuve que girar la cabeza de nuevo, bruscamente, cuando noté que tenía los pies sobre la mesa.
—¡Nizel! ¡No pongas tus botas mugrientas donde la gente come!
Nathan asiente sobre tus afirmaciones de Anna incluso con ilusión. Nunca le habías visto así, es incluso tierno. Cuando reprendes a Nizel éste pasa olímpicamente de ti. Y peor, Aparece Arkan para sentarse y apoyar también los pies en la mesa y levanta la mano para saludar.
—Ey. ¿Qué os contáis?
Nizel comparte una manzana con él y ambos comen casi al unísono. Te das cuenta de lo mucho que ha cambiado la relación entre ellos dos. ¡Parecen uña y carne!
—Sabía que ellos dos se llevarían muy bien— afirma el pelirrojo antes de seguir con su cena.
—¡Qué llevarse bien ni qué carajos! ¡lo están haciendo adrede! —Me paro de golpe y los señalo mirando a Nathan—. Tú ayúdame, son unos desubicados.
—Arkan, baja esas botas de ahí o te golpeo.
Me voy empezando a poner seria, si hay algo que detesto, bueno, entre muchas cosas, es la mugre. ¡Y es una mesa donde todos comen! ¡Es una falta de respeto a la comida!
—¡¡¡CIERRA LA BOCA Y DÉJANOS COMER EN PAZ!!!— oyes gritar a Milene quien, sorpresa, también tiene los pies sobre la mesa.
—¡Maestra, no debería consentir estas maneras! ¡Y usted tampoco debería sentarse así!
—¿En serio, Cassandra? ¿En serio te atreves a sermonearme?
Nathan contiene la risa al ver tu expresión y las reacciones tanto de Milene como de Cassandra. Al final todos quitan los pies de sus respectivas mesas para comer.
—Eres un poco como Cassandra, firme y estricta en sus valores. Por cierto, tengo la sensación de que quieres pedirme algo más. ¿Me equivoco?
—Claro que se atreve, yo también me atrevo, doña —le espeto con desdén a Milene—. Los malos modales no deben consentirse o esto acabará convirtiéndose en una cueva de trogloditas.
Continúo cruzando los brazos, mirando fijamente a la maestra.
—Debería además dar usted el ejemplo, ¿cómo pretende que la respete cuando se comporta con tanto desparpajo?
—¡Qué carajos te da risa!
Me vuelvo bruscamente a Nathan, que sí, tiene razón, quiero pedirle algo, aunque no sé cómo se dio cuenta.
—Sí, sí necesito algo de ti, pero hablemos luego de comer.
...Aunque ya me han quitado el hambre estos anormales.
—Quería pedirte que me ayudes a entrenar, necesito un compañero que sepa enseñarme y creo que eres el único en el gremio que tiene práctica con katanas. ¿Sería mucha molestia?
—Miyu, te exaltas demasiado. No puedes pretender que todo el mundo te haga caso y se comporte como quieras. Y en todo caso quien debiera reclamar que no se pongan los pies sobre la mesa sería la maestra. Relájate un poco, mujer, y así no perderás el apetito.
—"Hazle caso, que te estás volviendo una regañona estresada. ¿Crees que a Raven le gustará eso?"— interviene Saya.
Nathan escucha tu petición.
—Claro, no me importaría ser tu compañero de entrenamiento. ¿Quieres que empecemos mañana?
—¿A ti te gustaría un día sentarte a comer y ver un montón de barro donde vas a poner el plato? —Cruzo los brazos molesta de nuevo—. ¿Te gustaría? Mejor cambiemos de tema, sí, que ya me han quitado el hambre.
Saya, no metas a Raven, que ni siquiera se digna a venir a comer conmigo aquí.
—Mañana temprano te espero en el campo de entrenamiento, no llegues tarde.
Suspiro.
—Te agreadezco mucho la ayuda, de verdad.
Tras despedirme de Nathan saldré a ver a Raven, es lo único que podría mejorar mi humor antes de irme a dormir.
Esa noche pasas un rato muy agradable y romántico con Raven, y tras despedirte de él regresas al gremio para descansar.
En los días siguientes empiezas a entrenar con Nathan, usando bokken como armas. Rápidamente compruebas que el pelirrojo no solo es mucho más fuerte, sino que también tiene un talento natural como guerrero y unos instintos muy afinados. ¡Se adelanta a cada movimiento o ataque que intentas! Sin embargo gracias a esas prácticas has logrado mejorar tu técnica y aprender algunos trucos. Eso sí, no has logrado vencerle ni una sola vez.
Un par de semanas después te llega una carta enviada por Pyros. En ella te explica que ha logrado aprobar con matrícula su tesis y que es un mago de pleno derecho reconocido por la Ciudadela Arcana. Todo eso en 5 páginas. Ibas a dejar de leer cuando ves el contenido de la sexta hoja.
Por cierto. ¿Creías que iba a hablarte solo de cómo me fue mi tesis? Tranquila, no me he olvidado de tu asunto. Jules, nuestra mentora y yo hemos investigado a Gunnar y hemos averiguado muchas cosas. Aquí te lo adjunto:
Nombre: Gunnar Gunnarson.
Edad: 31 años.
Última ocupación conocida: profesor de arte de la Academia Arcana.
Habilidades mágicas: Creación y manipulación de hielo (es un bendecido del agua). Capacidad de criogenizar seres vivos.
No sabemos nada de si tienes amigos o enemigos, pero tiene una hija llamada Gemma que padece una extraña enfermedad que está en estado terminal, a la que criogenizó mientras buscaba una cura para ella. Estuvo investigando la criogenización mágica precisamente para preservarla, pero ese estado no duraba demasiado.
Mientras practicaba para preservarla mejor congeló accidentalmente a un estudiante y al parecer se obsesionó con la belleza de una persona congelada, la cual no podría marchitarse por mucho que apsara el tiempo. Sin embargo la criogenización no dura eternamente y es necesario renovar el conjuro. Empezó a experimentar con más estudiantes hasta que fue descubierto y huyó de la Ciudadela Arcana. Ha matado al menos a 10 estudiantes y otros 7 han sido rescatados con secuelas relacionadas con la congelación.
Antes de que surgiera lo de la enfermedad de su hija y esos experimentos era una persona de lo más normal, incluso algunos estudiantes afirmaban que era amable y tranquilo.
Personalmente, puede que esté intentando salvar a su hija inicialmente y no veo nada de malo que experimente para ello, pero ha perdido la legitimidad desde que empezó a secuestrar y matar estudiantes.
Jules, mi mentora y yo hemos estado tratando de pensar qué podría estar buscando, y les hablé de tu katana. Mi mentora mencionó la Máscara del Rey Invernal, un artefacto que está custodiado en la mazmorra de Tozul Karfang, del Reino de la Tierra. Esa mazmorra está fuertemente vigilada y protegida por guardianes enanos de élite al servicio del rey, estando prohibida su entrada para cualquier persona ajena a la guardia de élite enana o al Rey de la Tierra.
Esto es todo lo que he podido averiguar. Espero que te sea de ayuda.
Atentamente: Pyros Fuegorrojo.
PD: Dile a mi primo Nathan que he aprobado.
PD2: Saludos de parte de Jules, aunque se le ha olvidado pedirme que te los mandara.
Termino apoyando la cara en el papel, con el cerebro completamente bloqueado. Es increíble toda la información que me consiguieron, pero soy muy totna y no tengo ni idea de cómo aprovecharla.
Tiene una nena enferma y la... la ¿qué? ¿qué significa eso? debe ser algo relacionado con congelar, ¿pero cómo lo hizo sin matarla? Bueno, da igual, no puedo ponerme a simpatizar con él, no quiero que me dé lástima. La que debería darme lástima es Gemma, pero ni siquiera la conozco.
Y esto otro, la máscara, ¿debería salir pitando para allá a advertirle a los enanos? Si él ya sabe que eso está en ese lugar, nunca voy a llegar antes que él, debería confiar en la protección que tienen, he aprendido que los enanos son muy buenos cuando quieren cuidar algo. Pero ¿y si no se lo esperan? ¿y si los engaña?
Diablos.
Guardo los papeles en un cajón, excepto por el último, que me lo llevo conmigo, y voy a buscar a Anabella.
—Tenemos que hablar —le digo cuando la encuentro, soltando la hoja hacia ella, que hace círculos hasta aterrizar en sus manos—. Dime por favor que estarás libre unos días, nos espera un viaje largo.
Anabella mira la carta y luego a ti, fijamente.
—O sea, que vamos a por ese mago. ¿Verdad? ¿Avisarás a Raven?
—No iremos a por él directamente, iremos primero a esa mazmorra de nombre raro que dice la carta para advertirles a los enanos del problema y que entonces refuercen la vigilancia.
Me quedo un rato en silencio pensando. Tal vez no sea necesario moverse hasta allá, pero si enviamos un mensaje podría ser interceptado y el resultado sería catastrófico, nunca se es lo suficientemente cauteloso.
—Espero que no nos topemos con el asesino de camino, aún no me siento siento lista y no creo en milagros.
—Supongo que le avisaré, sí —suspiro—. Ven, vamos a buscarlo y partamos cuanto antes.
Mientras voy saliendo paso por el tablón de encargos, con suerte quizás haya uno que nos quede de pasada y podamos aprovechar el tiempo que nos toma viajar tan lejos.
—Memoricemos lo que dice la carta y dejémosla aquí, es peligroso si la tenemos con nosotros y alguien nos la roba o nos matan a todos y alguien la encuentra —explico a Anabella—. ¿La leíste detenidamente? ¿se te ocurre alguna forma de aprovechar esa información?
—Ahora mismo no se me ocurre nada, o sea, que no aparte de avisar a los que guardan esa máscara. Será mejor avisar a Raven y partir cuanto antes.
Una vez listas vais a buscar a Raven quien, una vez conocido el contenido de la carta, decide unirse a vosotras.
Abrimos nueva escena.