Partida Rol por web

 ¡Por fin habíamos conseguido atrapar a aquel maldito ladrón! Lleno de rabia voy hacia Phil corriendo a toda velocidad y al llegar no pude evitar darle en la parte superior de la cabeza con mi puño cerrado, lleno de rabia por haberme hecho perseguirlo todo ese tiempo y haber causado los destrozos en la ciduad.

  - ¡Ahora aprenderás maldito ladrón, pagarás por tus delitos e indemnizaras a los vecinos por los daños que has causado! ¡Venga! Levántate que nos vamos al cuartel.

 Lo cojo por el cuello de la camisa y lo arrastro en dirección al cuartel de mi maestro.

- ¡Ay! ¡Esperad, no me hagáis nada! Vamos, chicos, necesitabais correr un poco... va, os invito a unas birras para que se os olvide el mal rato, ¿si?... No cuela, ¿verdad? Por favor, no la toméis conmigo... jejejeje...

A Phil se le escapa una risa nerviosa. Se huele que se le acabó la suerte

Y efectivamente, en cuanto lo tuvo a su lado, el chico de cabellos largos descargó un mazazo con su puño cerrado justo en el centro de la cabeza de Phil, lo suficientemente fuerte como para hacerle un buen chichón. Un par de crujidos de nudillos, junto a la mirada asesina que le lanzó, indicaban que por su bien lo mejor sería que se quedase calladito.

Entonces apareció el elfo, el veterano que les estaba acompañando, y tras golpear a Phil de una forma similar a la que él lo hizo, agarró a la presa por el cuello de su ropa y lo arrastró con él al cuartel. Lartius frunció el entrecejo, lo habían capturado Albert y él, y el otro sin decir siquiera una enhorabuena se llevaba al ladrón como si hubiese sido cosa suya. Dio un par de zancadas para ponerse a su altura.

¡Oye, al menos espéranos! -Le instó algo molesto- Puede que seas el veterano, pero eso no te da la potestad para decidir tú solo por el grupo, ¿sabes? Habla las cosas, encima lo hemos atrapado entre Albert y yo.

Los cuatro os encamináis de vuelta al castillo, llevando a Phil a rastras. Dos soldados os dan el alto pero al ver al ladrón uno se va corriendo al interior.

Soldado: ¡Vaya, le habéis capturado! Ahora avisaremos al general Aldren.

Un par de minutos después aparecen varios soldados para hacerse cargo del ladrón.

Phil: ¡EEEEH! ¡Esperad! ¿No queréis esa cerveza? ¿Chicos?

Los soldados se lo llevan a las mazmorras.

Instantes después aparece Lord Celdric a vuestro encuentro.

- Me temo que el general anda muy ocupado, así que me ha pedido que os dé las gracias en su nombre. Imagino que os ha dado todo tipo de problemas este peculiar personaje - se ríe - Se ve que tenéis potencial, lo demuestra el hecho de que lo hayáis capturado tan rápido.

En ese instante se escucha un estruendo, algo así como un derrumbe, y un rato después aparece Phil pasando a vuestro lado, huyendo por la salida.

Phil: ¡Jijiji, vaya golpe de suerte! ¡Hasta luego, pringaetes, ha sido un placer conoceros! - ¿se ha despedido de vosotros?

Poco después veis a un gran número de soldados yendo tras él, a toda prisa.

Soldado: ¡Que no escape ese maldito cabrón!

Otro soldado: ¡Dejadme la cara, quiero partírsela a ese condenado!

Lord Celdric observa la escena estupefacto, aunque no tarda en soltar una sonora carcajada.

- ¡JAJAJAJAJAJA! Apuesto a que esto no le va a hacer ninguna gracia a Erion... - os mira en cuanto se le pasa la risa - Lo siento, es que es gracioso. No os preocupéis, habéis cumplido vuestro encargo y se os pagará. Sé que la recompensa del encargo era de 60 monedas de oro, pero el general me encargó que os diera 40 monedas extra por las molestias más la parte correspondiente al gremio. En fin, bravos aventureros, gracias por vuestro servicio y suerte con vuestros futuros encargos.

Con lo que nos costo atrapar a ese ladrón y ahora sale por patas - Parece que la suerte de Phil nunca se acaba, si hubiese alguna otra vez habría que pararlo del todo... aunque parece que no soy el más enojado que esta aqui en estos momentos... - de todas formas volveré al gremio, no tengo nada más que hacer por la ciudad, si alguien vuelve conmigo-

  - Lord Celdric, seguro que lo queréis sano y salvo, podría atravesarle una de sus piernas con mi arco y se acabarían sus días de ladrón. - Digo mientras preparo mi arco y cojo una flecha del carcaj. - No debería ser muy difícil atraparlo así.

 Me parecía casi imposible que la guardia no pudiera haberle cogido aún y más que se les hubiera escapado cuando lo tuvieron esposado...

Lord Celdric pone la mano sobre el brazo de Myrth, haciendo que baje el arco.

- ¿Crees que merece la pena detener a un hombre pacífico con una flecha? Si así lo crees, adelante, no te detendré.

  Miro seriamente a Lord Celdric, en mi semblante se podía ver que no daba crédito a sus palabras y cómo me molestaban.

  - Ese hombre pacífico ha estado a punto de matar a varias personas en sus huidas, provocando varios altercados y destruido tanto mobiliario público como propiedad privada de muchos comerciantes y ciudadanos de a pie.

- Entonces, si una persona provoca un accidente sin pretenderlo, ¿merecería un flechazo? He leído varios informes sobre este ladrón, y todos esos sucesos, además de ser totalmente accidentales se producen en persecuciones - mira a Myrth severamente - Si reprendemos pequeños actos con violencia, nos convertimos en opresores. Guarda tus flechas para quienes lo merezcan de verdad.

Myrth recuerda que el general Aldren le dijo eso mismo hace tiempo: "Guarda tus flechas para quienes lo merezcan de verdad"

  Las palabras de Lord Celdric resuenan en mi cabeza, "Guarda tus flechas para quienes lo merezcan de verdad". Sin decir nada vuelvo a enfundar mi arco y mis flechas, me doy la vuelta y salgo del castillo en dirección al gremio, sinceramente, creía que Phil era peligroso y no por ello debería librarse de un flechazo, si fuese necesario, para capturarlo, pero también es verdad que aún no había causado ningún herido. Hago el recorrido de vuelta al gremio callado, pensativo, aquellas palabras no paran de darme vueltas a la cabeza.

De nuevo les había recibido Lord Celdric. A pesar de que el elfo no respondió a las palabras dedicadas anteriormente, el peliazul apenas se percató de ello. Efectivamente, su respeto hacia aquel guerrero de leyenda hacía que el resto de pensamientos y sentimientos se eclipsasen. La única que cosa que se encontraba en el cerebro del herrero en esos momentos, era la admiración, admiración hacia un hombre tan grande como aquel.

Y entonces pasó. Haciendo gala de su tremenda suerte, un casual derrumbe de una de las paredes de la mazmorra permitió que aquel maldito ladronzuelo, Phil, pudiese volverse a dar en fuga. Esta vez estuvo a punto de desenvainar su espada e ir directo a por él, pero por una vez en su vida, dejó a un lado sus impulsos al ver cómo el héroe detuvo los intentos de su compañero de detener al fugitivo. Escuchó sus palabras, y entonces, le llegó el recuerdo de su propio mentor, el caballero errante. La similitud de sus filosofías era notoria, y a pesar de que él no la terminaba de entender del todo, apartó su mano de la empuñadura de su arma y sin mediar más palabras, se giró y marchó directamente al gremio, pensativo.

Sin demasiada gana aceptó la recompensa por aquella encomienda, observó a Latius, Myrth y albert con serenidad, con aquel rostro de trasnochado, pálido y poco atento. Se resonó los dedos con suavidad, sus huesos tronaban como madera quebrándose.

Qué tontería. . . . Musitó, sin esperar ni tampoco importarle que le fueran a escuchar en aquel deje lleno de desinterés, soberbia. los observó, aunque de su rostro solo podía verse la mitad izquierda con la ceja enarcada, como quien mira algo extraño o fuera de lo común mientras se cruzaba de brazos su ojo marrón se fijaba en cada uno de ellos por momentos pausados.