Akane suspira resignada.
—Vale, vale, le echaré un ojo por si acaso y si necesita ayuda le echaré un cable. Pero tú regresa al gremio, si llega a ocurrir algo estarás en peligro si te quedas. Aquí ya no pintas nada. Y otra cosa, si hago esto, a cambio tienes que convertirte en mi alumna. ¿Entendido?
Es un alivio enorme, me dan hasta ganas de abrazarla, pero no es correcto y podría incordiarla. No veo la forma en que podría agradecérselo, simplemente no he dejado de ser un estorbo para ella y aún así me escucha. Me tiembla el labio cuando la miro con los ojos humedecidos y gesticulo un "gracias" sin animarme a hablar por miedo de quebrarme.
—¿...?
¿Alumna? ...Nunca se me hubiera ocurrido, las artes ninja están mucho más allá de mis capacidades, además... hacen cosas que... hacen cosas que no me imagino jamás en la vida haciendo, como lo que hizo con los guardias para distraerlos. Pero creo que lo correcto sería aceptar, puesto que me lo está pidiendo a cambio de todos los problemas que le estoy causando.
Asiento despacito sin apartar la vista del suelo.
¿También me enseñará a robar? No quiero robar, eso está muy mal.
Akane está a punto de decirte algo más cuando escucháis a algunos de los matones alborotados.
"¡Las prisioneras han desaparecido!" "¡Una de ellas ha forzado la cerradura de su puerta y ha recuperado sus objetos!" "¡Mierda, es muy fuerte, ya ha derrotado a 10 de los nuestros!"
La sensei te mira de reojo con cara de "te lo dije".
—¿A qué esperas? Nos vamos ahora, esto se está poniendo muy peligroso.
Cuando vais a salir veis a una mujer de aspecto grácil y elegante (a pesar de estar cubierta de suciedad y sangre) salir corriendo del barrio con una katana enfundada en su cinto.
"¡Rápido, cerrad el barrio antes de que escape!"
—¿Entonces no la ayudaremos? Ha quedado como que ella las liberó, si la capturan podrían torturarla con preguntas que no sabe y... y creo que me estoy preocupando demasiado, perdón.
Asiento y corro junto con la maestra hacia alguna otra parte. Sin darme cuenta, en vez de irme al gremio me puse a seguirla y no sé si ella es que iba hacia allá o a quién sabe dónde.
—Ah. Lo siento, me puse a seguirte y... ¿Vas para el gremio o nos separamos aquí? Quisiera vovler a descansar, hoy ha sido una tarde extenuante.
Akane se queja con un suspiro, agarra de tu muñeca y te lleva con ella a la salida del barrio. corréis como nunca lo habías hecho, hasta el punto de quedarte exhausta. Cuando recuperas un poco el aliento ves que la kunoichi está vigilando los alrededores.
—De milagro estamos a salvo.
Al salir os asomáis para observar desde lejos la entrada al barrio. En lo alto de un edificio que está en el límite de la entrada veis a un hombre de avanzada edad que, sin embargo, está muy en forma.
Junto a él hay varias mujeres de las que trabajaban allí dentro retenidas por matones con dagas apuntando a sus cuellos. Deben ser al menos 18 o 20.
—¡Gentes de Pelidia! ¡Soy Darko Stimen, señor del Barrio Rojo y líder de los bajos fondos! ¡Hoy alguien valiente se ha atrevido a liberar a algunas de mis mercancías montando un buen alboroto en mi territorio! ¡Yo, como hombre de justicia, quiero premiar ese acto tan heroico!
Acto seguido chasquea los dedos y los matones ejecutan a las mujeres degollándolas.
—¡Cada vez que alguien libere a una mujer, mataré a 2! ¡Volved cuando queráis, valientes!
Y con una carcajada final se retira de vuelta al interior del barrio, a la par que los matones arrojan los cadáveres fuera.
Akane aprieta los puños con rabia. Está furiosa.
—Estúpida Neeska. ¿Entiendes lo que acabas de provocar? ¡¿LO ENTIENDES?!
Escuchas a alguien dar un golpe a la pared. Al girarte ves que se trata de la mujer que escapó antes que vosotras. También está afectada, y lentamente mira a Akane.
—No quería que esto acabase así...— tras esas palabras se retira haciendo caso omiso a cualquier cosa que puedas decir.
Espero que odies a muerte a ese tío.
—No...
Me sale un hilito de voz a la vez que se me humedecen los ojos y me pongo a llorar, mirando desconcertada la escena. Estoy totalmente paralizada y no es hasta que Akane me habla que no reacciono y vuelvo a tierra firme.
Estoy sintiendo una impotencia tremenda, ¿por qué soy tan débil? Pensaba que era más o menos decente con el entrenamiento de papá, pero el mundo es grande, está lleno de cosas horribles que no puedo alcanzar ni con toda la voluntad del mundo. Ya van mil veces que me lo repito, pero necesito hacerme fuerte. Y me lo repito porque no consigo ver la forma de cómo. ¿Qué puedo hacer? Por más que entrene mil años, sigo siendo una mediocre y ya haber presenciado esto me ha esfumado toda la poca esperanza que me quedaba.
Y soy muy culpable de todo. Fue mi idea la de rescatar a las mujeres. Yo las maté a todas ellas.
Me llevo las manos temblorosas a la cabeza. Que me lleven a mí. Mátenme a mí, ha sido culpa mía, me lo merezco.
Se me nubla la vista y pierdo la noción de mis alrededores, además de un reflujo horrendo que se me acumula en la garganta y casi me hace vomitar.
No puedo ni siquiera hablar. ¿Sigue Akane ahí o ya se fue? ¿Dónde estoy? Que alguien me saque de aquí, por favor. Quiero ir a casa.
Notas la mano de Akane sobre tu hombro.
—No ha sido tu culpa, Miyu. Fue la imprudencia de Neeska por armar jaleo y enfrentarse abiertamente a sus hombres. Si hubiese acabado la cosa cuando rescatamos a esas mujeres él no habría montado esta escena. Estas cosas pasan a veces, no siempre es posible acabar un encargo con éxito y final feliz. Si quieres dedicarte a esto tienes que estar preparada para estas cosas.
Sientes a Saya presente, pero no dice nada. Está igual de impactada que tú tras contemplar esa barbarie, incapaz de decir nada.
—Vámonos a casa.
¿Terminamos la escena aquí?
Ah, es verdad, mi casa es el gremio, ya no lo es el templo Kawakami.
Asiento sin emitir ningún sonido y voy cabizvaja siguiendo a Akane. El shock que me ha dejado esto me ha hecho olvidar lo que tenía planeado hacer durante la noche, no creo que pueda concentrarme en estudiar lectura y escritura con Anabella ni tengo realmente ánimos de charlar con Cassandra. Me parece que me iré a la cama temprano. No, me voy a bañar primero, no creo que me quite la suciedad que siento por dentro, pero sí al menos la incomodidad y la mugre que tengo por fuera. Quizás si me pongo a lavar mi ropa eso me relaje.
Yes.