Partida Rol por web

- Ahora te cuento. - Le indiqué a Anko para explicarle lo de no comprar en O'Armas, como como demonios se llamara. Y entonces el tio nos dio una descripción de lo que había pasado que ni me venía, ni me iba. No conocía a nadie así... pero parecia ser que Anko así. - Si nos disculpa... - Le pedí, viendome arrastrado por Anko hasta un lado, escuchando lo que decía.

- Eh.......... guay. - Acabé por decirle, encogiendome de hombros. - Supongo que la espada puede esperar. Vayamos a buscar a ese par... - Acabé por asentir al o que decía Anko. - ¿Sabes? Tengo la sensación de que debería llevar un mandoble. - Acabé por decirle, poniendome en marcha con ella a sabe quien donde, a buscar a quien sabe tu quien.

Tipo estrafalario: ¡Oh, esperad un momento! - se acerca a Anko y mira su espada, la 7 Runas - Esa espada... ¡vaya aberración que llevas, mujer! Quien te la haya vendido te ha estafado pero bien, no tiene nada de estilo. Deberías pillar una de mis espadas si quieres estar en la moda "chic" y dejar de ser una gata mugrienta y sin clase... para ti tengo esta espada de oro con esmeraldas incrustadas, con oferta especial: por solo 2999 monedas de oro. Y si quieres voy a ser generoso y por esa basura que llevas te daré 5 de oro...

Este tio tiene una guantá en el cielo de la boca que no la va a venir ver... Pensé cuando le ofreció una espada con aquel descuento, y comprandole una espada por 5 oros. Resoplé, negando con la mano. - Le tiene cariño, es una reliquia familiar. Ya sabe... "Valor emocional". - Acabé por decir, haciendo comillas para no retrasarnso y eir moviendonos.

Miré a mi alrededor pero, salvo al tipo que estaba lloriqueando, no veía a nadie más que pudiera ser sospechoso. Me encogí de hombros -puede que un mandoble te vaya bien. Podemos pasarnos antes de buscarlos, ¿quieres que nos pasemos por aquella...?- antes de poder terminar la pregunta mientras señalaba con la punta de la nariz a la otra tienda me cortó una voz demasiado chirriosa para mis oídos. 

¿Acaso estaba diciendo que mi espada no valía nada? Ignorante... 

-No no, muchas gracias- traté de sonreír con amabilidad, pero todo lo que salió fue una mueca. No sabía qué excusa poner, pero ahí estaba Ian para sacarme las castañas del fuego, a lo que no pude evitar mirarle con gratitud y asentir con la cabeza apoyando su explicación. -Eso es, espero que lo entienda. Además, tampoco estoy interesada en buscar ninguna otra arma, aunque muchas gracias por su propuesta. 

De nuevo buena suerte con aquellos que le rompieron su espada, nosotros debemos proseguir y usted atender su tienda- terminé zanjando de forma un tanto cortante. Podía pararme a discutir con aquel hombre si sus espadas eran tan bonitas como inútiles, pero temía que solo serviría para cabrearle y llamar demasiado la atención. Lo mejor es que cada uno siguiera su camino. 

Tipo estrafalario: Prrff... pues vaya falta de gusto que tienes, chica. Con una espada tan horrenda no llegarás a ningún lado. ¿Pero qué sabrá una felina ignorante y zarrapastrosa? Se nota que eres una cateta de pueblo salida del culo del mundo...

Aquel tipo empieza a ser muy insultante y altivo, y Anko ahora empieza a ver lógico que Eloril le rompiera una de esas espadas de oro.

Tipo estrafalario: Oye, tú, el rubio. También tengo mandobles O'Arma, con incrustaciones de rubíes y bordados élficos, edición limitada, por 8.500 de oro. Tú pareces un tipo listo, seguro que querrás comprármelo.

-DIS-CUL-PE- dije con voz alta y clara poniéndome entre el tipo e Ian con los brazos cruzados y el ceño bastante fruncido. Ese tipo era insultántemente insoportable. -No nos interesa ninguna de sus armas. ¿Vale? Ni una "cateta" como yo ni mi compañero queremos perder más el tiempo con usted y sus armas "chic". 

Lo primero es que son demasiado caras. Solo los ricos que ni siquiera se molestan en luchar querrían una para remarcar su estúpido poder monetario. 

Y lo segundo es que son tan relucientes como inútiles. Esas armas solo sirven de decoración. Si luchas con una de ellas seguro que te quedas con el mango en la mano como le ha pasado con su otra espada. 

Y ahora no nos haga perder más el tiempo, buenos días.

Y sin más me di la vuelta arrastrando del brazo a Ian sin ningún tipo de miramiento. Ese tipo me sacaba de mis casillas y no era bueno soltarme tanto la lengua. Podía meterme en algún problema sin pensarlo...  

Tipo estrafalario: ¡Anda, otra experta en armas como ese elfo guaperas! ¡Juas, qué patéticos sois! Dais pena, sois un insulto para la vista... Haríais un favor al mundo si os dedicarais al servilismo, porque por vosotros mismos dais pena.

Aquello le dolió a Anko, le acaba de tocar las narices aquel tipo de pintas raras con esa espada de oro que estaba empuñando.

- Eh........ - Vale, sabe alguna divinidad extraña que yo, Ian, intenté meter mano en la discusión y pararla. Aquel tipo era un imbécil, eso era una realidad clara. Pero cuando hizo mención al servilismo, aquello fue pasarse. - ¿Que? - Pregunté, carraspeando. - Anko, déjalo. - Le puse una mano en el hombro para que no se lanzara a por él... cosa que tampoco veía demasiado fuera de lugar.

- Iba a repararle el arma, pero... creo que esto es todo. Puede irse a tomar por culo, gilipollas. - Era la primera vez, en muchísimo tiempo que me daba por decir palabrotas. Y es que apesar de intentar mantenerme como una balsa de aceite... estaba encontrandome.

Mis dientes chirriaban unos con otros y mi mano estaba apretada en torno a la empuñadura de la Siete Runas. 

-Serás...- eso ya había terminado por tocarme las narices del todo. ¡¿Pero de qué iba ese tío?! Para empezar, ¡¿cómo narices un tirillas tan triste como él que no tenía ni pajorera idea de armas estaba a cargo de una tienda?! En este lugar quedaba claro que todos los más gilipollas tenían algún tipo de poder.  

Por suerte Ian se metió de por medio antes de que hiciera ninguna tontería y me entraron ganas de reír al ver su reacción. Era la primera vez que le veía decir palabrotas de esa forma. Aunque debido a mi mosqueo no pude esbozar ni un atisbo de sonrisa. 

-Vámonos. Este tipo quiere quedarse sin otra espada y no sabe cómo decirlo. 

En estos momentos ya no me quedaba duda de que quizás sí había sido Eloril el que había roto esa pijotada de espada. Pero que se joda, a saber lo que habría dicho. 

Tipo estrafalario: ¡Eso, largo! ¡So mugroso, piojoso, asqueroso, sarnoso, liendroso, potroso, hartosopas, cierrabares, pechotordo, nalgas tunas, vaya un cabezón que parece un mendrugo de pan seco, tío barriles, hocico pollo, pelangranas, pisamosto, tripas de hule, cabeza canasto, bigotezorra, zumallo, zamarro, tontuno, pregonao, ansia rota, cabeza alberca, pisamusgos, cuerpo ovejo...! - y sigue, sigue con los descalificativos mientras os marcháis - ¡Anda e iros a la mieeeeeerda!