Partida Rol por web

Había estado toda la pelea medio ausente o completamente ida. Sacudo la cabeza un par de veces y me agacho para esquivar un objeto que vuela directamente hacia mí, a la vez que llevo mi mano izquierda hacia el carcaj y cojo una de mis flechas. Comienzo a correr en zigzag, buscando algún punto un poco más elevado para tener una mejor perspectiva de la sala que está sumida en el caos. Me muerdo el labio y, por suerte localizo a mi hermana Rasheda. No se si ella me ha visto, pero mi primera flecha va dirigida hacia el atacante que intenta enfrentarse a ella. -¡Chúpate esa!- escupo, a la vez que suelto la primera flecha. Tenso la cuerda del arco de nuevo y entorno uno de los ojos, mientras noto como las extrañas sombras de los dragones danzan sobre mi cabeza. Después de apuntar a un par de objetivos más, me dirijo al improvisado grupo de rescate que acaba de formarse. -Contad conmigo- añado escuetamente -alguien tendrá que ocuparse de cubriros las espaldas.

Nizel esboza una sonrisa al escuchar a Mielikki, y se acerca a ella.

 Somos varios arqueros, podríamos hacer llover flechas sobre los enemigos mientras cubrimos a los demás. A ver... está Elyniel, Damian y... tú te llamabas Gwen, ¿no? - pregunta a la felina de cabello azulado.

 Así es.

 Os olvidáis de mí. Aunque sea sanadora, también soy buena con el arco.

 Je, me recuerdas a mi ex-novia. También era sanadora y metía buenos flechazos. Bueno, entonces somos 6 arqueros dispuestos a apoyar a distancia.

 Oh, lo siento mucho pero yo voy a quedarme a defender el castillo justo a mi leal compañero Frost.

El husky, sentado al lado de Damian, ladra alegremente. Mielikki se da cuenta de que Heimdal también está por allí, acercándose a ella.

 Bueno, entonces solo tengo que humillar a una panda de elfos arrogantes abatiendo enemigos, ¿no?

 No es el momento para piques tontos.

 No no, hermana. El pique hará que os apoyemos mejor. Y os demostraré por qué me consideran el mejor arquero del mundo.

 Lo dicho, un elfo arrogante - replica esbozando una sonrisa gatuna.

 - Bah, a mi no hace falta que me cubras nada. Igual tendría que vigilarte yo a ti. - Actúo de chula con mi hermana, irguiéndome con orgullo y una sonrisa engreída, dando a entender que no necesitaba su ayuda hace un momento, pero luego aliviando mi expresión y bajando los hombros en señal de broma. 

 - ¿Hay dragones y aun así necesitan nuestra ayuda? Increíble. - Miro al cielo, apretando mi daga y sonriendo, pero preocupada en el fondo. - Pero contad conmigo también, blancuchos, que no se diga que soy escurridiza. - Se ofreció a unirse. - Osea... Sí, pero no ahora. - Rectifiqué al instante, rascándome la nuca algo incómoda. No soy resistente, si tampoco fuera escurridiza, tendría serio un problema.

La mayoría de la gente pasaba su vida sin ver ningún dragón, y ellos, en esos momentos, por suerte o por desgracia eran testigos de algo realmente excepcional. El cielo estaba atestado de esas oscuras criaturas, y si los dragones del vacío eran sobrecogedores, Kathandrix y Dorzul-Ark eran realmente imponentes. Miró boquiabierta cómo el temible dragón rojo calcinó a un monstruo alado con una sola ráfaga de su aliento de fuego y luego sonrió divertida al ver a Seigur estupefacto al descubrir el verdadero aspecto del Archimago, claro que no era para menos.

Entre tanto, en el patio se estaban movilizando. Asintió cuando Eloril la miró. -Desde luego también me uno a vosotros! -sonríe levemente guiñándole un ojo por su magnífica intervención.

Al igual que el resto, se sorprende cuando Claire se suma al grupo. El asunto pintaba francamente mal especialmente para ella.

-¿Estás segura, Claire? Me temo que todas las profecías de Iris se cumplen y no creo que ésta vaya a ser una excepción -mira a la muchacha con expresión seria.

Mientras los demás seguían organizándose, la elfa aprovecha para comentar una idea.

-Claro que... Propongo intentar algo. Aidan, ¿qué te parece hacer un clon de Claire? La estrategia resulta complicada, sobretodo saber cuándo hacerlo, pero es el único modo que se me ocurre para eludir su muerte. Si conseguimos que la víctima sea el clon, la visión de Iris se cumplirá, pero la paladín seguirá con vida.

Claire niega con la cabeza ante las palabras de Auriel y mira seria a la maga elfa.

 No pienso echarme atrás, es mi deber defender el reino aunque me vaya la vida en ello. ¿Qué clase de paladín sería si me echara atrás ante una predicción de mi muerte? No, debo y quiero luchar con vosotros, de frente y sin trucos - se muestra tajante. Parece imposible hacer que se eche atrás.

 ¡Odio cuando se pone así! Nada, si Claire y Kass van, yo también. Alguien tendrá que poner algo de cerebro.

 Parece ser que no quiere mi clon de hielo... - puntualiza Aidan, quien no pierde detalle de todo lo que hablan los demás, antes de dirigirse a Rasheda - No sé si te has fijado que el enemigo también tiene dragones... menos poderosos, pero más numerosos. Dudo que puedan ayudarnos a rescatar a Arthur.

Bueeeeeeeeno..... se había liado parda en un ratillo. Me acerqué a mi mismo -que de no ser por que tenía un clon, habría sido redundante- y ambos nos cruzamos de brazos a la vez, mirando en direcciones opuestas para prestar atención al doble de cosas.

- Nos hemos cargado dieciocho troncos. - Dije, mirando a mi otro yo.

- Es que ese truco siempre funciona. Es como el de "¿Te gusta la magia?" -

- Hombre, una cosa es ligar y otro cargarse quidams de estos. No es lo mismo. -

- Me refería a que es un truco infalible, no a que sea lo mismo. No te enteras. -

- De verdad, hay veces que no se como... - Ahí llegó mi voz, cuando vi como se cargaban los sellos de repente con unas llamas blancas. Ya podrían haberlo hecho antes, aunque se agradecía que lo hubieran hecho. Y ahora me preguntaba... si los Atharienses hacian estas cosas... ¿Como es posible que acabaran extinguiendose? Con esa duda en la cabeza, vi aparecer a aquel dragon rojo. Sentí cierto escalofrío recorrerme la espalda, y me llevé la mano al hombro como si algo me molestara allí.

- Me duele. - Me quejé, mirando a mi otro yo.

- A mi también. - Me quejé, cuando sentí el codazo de mi otro yo, señalandome al dragon blanco. - ¡¿Y ese de donde ha salido? ¡Cojonudo! - Sheppard, todo un maestro para mi, dice que tanto Auriel como yo podríamos sustituirlo en la batalla que se avecina. ¡Menudo honor! Aunque no se si eso es tan viable como cree el.

La batalla entre dragones comienza, y el rojo no tarda en cargarse a uno de los dragones del vacio sin despeinarse. Ya me gustaría a mi esa potencia de fuego. - Nosotros también vamos. Necesitareis a alguien listo después de todo. - Me crucé de brazos. Bueno, nos cruzamos de brazos yo y mi otro yo.

- ¿Nos vamos? -

Vi aterrada cómo se llevaban a Arthur. ¿Acaso esto no se iba a terminar nunca? En lugar de eso, las cosas no parecían más que complicarse más y más. Miraba en todas direcciones tratando de encontrar sentido a algo, de encontrar alguna cosa que hacer... Pero mi intención se vio interrumpida por la llegada de dos dragones. O más bien por la transformación de dos sujetos en dragones. 

Al rojo ya lo conocía, y no pude evitar esbozar una sonrisa aliviada al saber que estaba por allí. Pero el blanco... Cuando dijo quién era me quedé de piedra en el sitio, buscando con la mirada a mi hermano. "¿Y ese conoce a nuestros padres?" estaba alucinando...

 Sacudí la cabeza con energía viendo lo que se avecinaba mientras los demás trataban de organizarse para desbaratar los malvados planes (jujujuuu ¡esto sonaba a los teatros de los buenos contra los malos!). -¡Por el poder de la justicia!- exclamé desde donde estaba poniendo pose de heroína. Me acerqué a la carrera hasta el grupo que se había formado. -Claire... ten cuidado- era lo único que podía aconsejarle. Estaba demasiado decidida a venir, aun sabiendo el peligro de la visión de Iris. 

-Contad conmigo también- dije decidida. -Haré lo que pueda desde mi posición- también estaba decidida a proteger a Claire costase lo que costase. Una visión era una visión del futuro... pero siempre podía cambiar. 

 Zephyr y yo también iremos. Tenemos amplia experiencia combatiendo criaturas del vacío.

 Así es, y creedme si os digo que éstos de aquí eran basura comparado con las bestias contra las que hemos llegado a luchar. Hay de todo, como sacerdotes, arpías, troles e incluso gigantes.

 Gigantes... la última vez que luchamos contra uno murieron una treintena de compañeros - Bran se estremece al recordarlo.

 ¡Jefe, Deekin ir también a ayudar! ¡Cantar para que demás luchar mejor! ¡Y señorita sanadora curar heridas!

 No, Deekin, preferiría que Dayla y tú os mantuvierais alejados de ese infierno. Os quedaréis aquí.

 ¡Ni hablar! - Dayla infla los mofletes molesta - ¡Vamos nosotros también!

 ¡No pienso discutirlo!

 ¡Me da igual! ¡Yo no pienso quedarme curando a los heridos, asustada y pensando constantemente si estáis bien o si estáis en alguna parte desangrándoos! Da igual lo que me digas, pienso ir.

 ¡Deekin opinar igual! ¡Además, así Deekin poder ver cosas que escribir para novela épica!

Rakko se acerca a Hun Tor, quien observa cómo gran parte del gremio se ofrece para la tarea de rescate de Arthur. El consejero los observa un momento, y vuelve a dirigirse al reptiliano de piel roja. Hun Tor se centra en Deekin, el joven bardo reptiliano, y no puede evitar pensar que si su hijo estuviese vivo tendría más o menos su edad.

 Ellos son buena gente, deberías ir con ellos a ayudar. Es más, te recomendaría que te unieras a su gremio, pueden ayudarte si tienes problemas en un futuro.

Arqueo una ceja y miro directamente a Rasheda. -Claro, claro hermanita. Qué vas a necesitar tu... ¿También vienes dices? Ahora tendré que preocuparme por las dos- me encojo de hombros aparentando indiferencia, como si lo que hubiera dicho fuera una verdad indiscutible.

Me acerco a ella y le aprieto un brazo mientras le sonrío abiertamente. Luego me giro hacia Nizel. -Cuando queráis chicas, yo ya estoy lista. Me aseguro el arco al hombro y cuento las flechas que me quedan antes de lanzarme nuevamente a la batalla.

Al final con salvar a la princesa no ha sido suficiente, todos nos hemos olvidado del rey de las ratas, todos menos el maldito consejero al que todavía no he conseguido matar, que va y lo secuestra con la ayuda de ese dragón al que también quería matar, será posible… Todo me está saliendo mal en esta ceremonia, no he conseguido llevar a cabo mi plan de rescate, ni tampoco matar a mis dos objetivos, sabía que no tenía que venir aquí, todo me sale mal.

Es difícil no mirar al cielo mientras camino hasta donde todos los del gremio se están reuniendo, y es que el espectáculo que se forma en los cielos es alucinante, ¡una pelea de dragones! El rojo sin esfuerzo se carga a uno de los malos, y como si necesitara refuerzos tras lo que acaba de hacer se le une otro más, nada más y nada menos que el abuelo en su forma original, ¡como mola!

–Un día de estos le tenemos que pedir al abuelo que nos de una vuelta hermanita, volar a lomos de un dragón tiene que molar un montón, y como era amigo de nuestros padres seguro que no nos dice que no, ¿no es genial?– le comento a Anko emocionado nada más ponerme a su lado sin parar de mirar el cielo, no quiero perderme la batalla de los dragones.

Agacho un momento la cabeza tras escuchar a mi hermana, la miro confundido, ha dicho de unirse a algo, ¿pero a qué? Debería haber prestado un mínimo de atención, que si no ahora no sé dónde va, y quiero saberlo, que con dragones sueltos no la voy a dejar sola, alguien tiene que protegerla.

–Pues yo voy donde vaya ella– señalo a Anko. –Así que contad conmigo también– nada más decir esto comienzo a quitarme prendas del traje que llevo puesto, pues donde vayamos a ir seguro que vamos a tener que pelear, y pelear con traje no se me da demasiado bien, ya lo he comprobado hace unos minutos, por lo que me veo obligado a quitarme toda la ropa que llevo puesta, excepto los calzoncillos, esos se quedan donde están, claro.

–Ya estoy listo– anuncio feliz una vez la última pieza del traje, la camisa exactamente, toca el suelo, ahora me siento libre y ligero, y así sí que voy a poder luchar en condiciones, no como antes, ¡que se preparen los malos!

Milene sonríe satisfecha al ver vuestra disposición.

 Me alegra veros dispuestos a ayudar sin pedir paga alguna - bromea - En ese caso Eloril queda al mando del grupo que irá al rescate de Arthur, pues es quien mejor conoce a estos engendros del vacío. Por favor, traedlo de vuelta sano y salvo, no quiero perder a nadie más.

 Maestra, un momento. Me preocupa no haber visto a Siegfried por aquí.

 Es cierto, en cuanto desembarcamos se fue a atender unos asuntos personales, y no hemos tenido noticias de él.

 Tranquilos, estoy al tanto y sé en qué anda. En cuanto Glenn haya dado con él vendrá a ayudar en el castillo. Y supongo que tendré que notificarle la muerte de Vio, por ser pariente lejano y todo eso.

Milene guarda silencio y se acerca a las almenas y observa la costa, llena de barcos del vacío. Todos os acercáis para ver el crudo panorama, cuando uno de los barcos explotan. Varios barcos piratas aparecen por la zona, liderados por la Perla Negra de Jack Sparrow y las piratas de los Sables Argénteos de Shayla Longsilver, disparando contra ellos y abordándolos. Lord Celdric carraspea mientras también observa la escena. Milene le dedica una mirada de complicidad.

 Tú y tus planes alternativos. Solo tú conseguirías hacer que los piratas luchen en nuestro bando.

Lord Celdric niega con la cabeza.

 El mérito es de Glenn. Él ha ido a reunirse con los piratas teniendo en mente mis planes A y B. En cuanto regrese lo enviaré a ayudar a rescatar a Arthur. Su ayuda puede ser valiosa.

 No, no necesitamos exponer a un ayudante de consejero. Nosotros nos bastamos, no es necesario arriesgar una sola vida más - se muestra tajante la paladín.

 Espera un momento, Keyleth, él...

 No digas una palabra más, Cassandra - clava una mirada severa sobre la guerrera, quien se estremece (algo extraño en ella). El consejero relaja la expresión - Perdona mi actitud temperamental, pero aún no es momento de desvelar nuestra arma secreta.

 ¿Vuestra arma secreta? ¿De qué se trata?

 Solo voy a decir que se trata del propio Glenn - mira de soslayo a Eloril y Auriel. Al athariense se le escapa una pequeña sonrisa.

 Bueno, mientras vosotros ultimáis los detalles del plan de rescate yo apoyaré a la flota aliada.

Milene extiende los brazos hacia los lados, cierra los ojos y recita unas palabras en un idioma desconocido, con voz de ultratumba. Entonces las aguas empiezan a arremolinarse, formando enormes torbellinos que engullían barcos del vacío. Los barcos piratas no tardan en aprovechar las corrientes para atacar al enemigo, creándose una estampa bastante espectacular.