-¡Esas cosas nunca pasan: en el momento en el que alguien se muestra como un tipo de combatiente, nunca deja de serlo! -aseguraría a Anko, antes de ver como aparecía la hermana de Miyu. -. ¡Eh, cuidado! -advertiría mientras peligrosamente disparaba una moneda hacia otra parte para evitar darle a ella. -. ¡Perdón, perdón, pero la pareja estaba muy apurada con su apasionante venganza! ¡Ahora concentrémonos en el monstruo y te invitaré a unas copas luego! -esto último por supuesto con un guiño y una encantadoa sonrisa.
—Más os vale invitarme bien, que os he inmovilizado a este constructo y he paralizado a un tipo con cresta que venía corriendo.
—¿Acaso has inmovilizado a Sawyer?— pregunta sorprendido Irvine.
—Ahora no es el momento de hablarlo. Acabad con esa cosa primero.
Raiden vuelve a disparar con una moneda causando aún más daños al golem, a la par que Anko cambia su espada a modo mandoble berseker y el primer golpe resulta tan demoledor que el golem pierde una pierna y se desequilibra. Ambos seguís atacando a la criatura quien está completamente indefensa por culpa de Saya, hasta que finalmente la felina deja al descubierto su núcleo y el pícaro lo atraviesa con otro proyectil.
Una vez eliminado el golem Irvine sale corriendo de la sala sin mediar palabra. Lo seguís y no tardáis mucho en vez a Sawyer Muertenegra en el suelo, boca abajo y con un papel pegado en su nuca. Está en una postura un poco ridícula. El felino se acerca a él con semblante ensombrecido y una espada corta empuñada en la mano derecha.
—Dejad que me ocupe de esto. Es algo que necesito zanjar tras tantos años.
Saya guarda silencio y os mira de reojo tratando de indagar vuestras intenciones.
La batalla contra el golem estuvo bien, para qué negarlo. Era una mole enorme y sus golpes, aunque contundentes, eran lentos, como los míos. Por suerte, no me costaba esquivar los suyos mientras que él se comía con patatas los míos. Mmm... Patatas... Tendríamos que plantear ir a cenar después de todo esto.
Después de vencer al golem, miré a Raiden rápidamente. —¿Crees que su núcleo se venderá bien en el mercado? Sería un desperdicio dejarlo aquí— ganar un buen pellizco de dinero para permitirme todos los caprichos culinarios, ¡una maravilla!
Tras la idea, seguí los pasos de Irvine, que se había adelantado hasta posicionarse junto a Sawyer.
—Solo si su muerte no te crea problemas— esa era una de las pocas veces en las que me ponía realmente seria. —Irvine, no quieres que eches a perder lo que te queda de vida por los problemas que te pueda causar matar a este desgraciado.
—Por eso, si decides hacerlo, derrumbaremos el túnel para que no encuentren el cuerpo después.
Saya señala la diferentes piezas del núcleo.
—No creo que valga nada roto.
Irvine no se gira hacia Anko cuando ésta le comenta.
—Confía en mí, Anko. No hará falta llegar a estos extremos. Reuníos con Elsa y Raven, iré hacia allí después.
Dejáis atrás a Irvine y vais a buscar al resto del grupo. No tardáis en divisarlos, rodeados de esclavistas inconscientes y seriamente golpeados. Danika tiene dibujada en su cara una sonrisa de pura satisfacción mientras le rasca detrás de la oreja a Kohaku, quien forcejea por quitársela de encima.
—¡Apártese de mí, mujer! ¡Solo Anko tiene derecho de hacerme esas cosas!
—Vamos, no seas así. Luego le haré esto a Anko, considéralo como un contacto indirecto con ella.
Kohaku se sonroja un poco ante la idea, y se pone rojo como un tomate cuando te ve.
—¡AH! ¡Pero si es mi futura esposa! ¿Cómo os ha ido? ¿Y dónde está Irvine?
—Se ha quedado atrás para ocuparse de Sawyer Muertenegra personalmente.
Justo tras comentarlo Saya escucháis el sonido de algo caer al suelo. Al giraros veis que se trata de Sawyer Muertenegra, maniatado y lleno de moretones en la cara. Irvine está de pie con una sonrisa de satisfacción.
—¡Capitana, he capturado con vida al objetivo!— afirma haciendo el saludo marcial, con un tono cargado de orgullo y, según percibe Anko de forma sutil, liberado. Liberado de ese duro pasado que ella sabe que ha tenido.
Sawyer apenas puede emitir algún quejido de dolor. Es evidente que el felino se ha quedado a gusto con él.
No me gustaba la idea de matar a nadie, por lo que confié en Irvine y marchamos afuera.
Al ver a Kohaku, alcé la palma de la mano a modo de saludo. —¿Intimando con Danika? Es un buen partido, sin duda.
No tardó en salir Irvine con Sawyer maniatado y bastante apaleado. Seguramente al día siguiente costaría reconocerlo salvo por la cresta. Sonreí aliviada de ver que Irvine parecía sentirse satisfecho y liberado sin necesidad de acabar con la vida del malnacido pirata.
—Tendríamos que llevar a los felinos al gremio para que coman un poco y descansen. ¡Que yo tengo hambre y nos merecemos una buena comilona!— le di unos golpes a mi estómago con la palma de la mano, haciendo un sonido de "plom plom" con cada golpe.
—¡No estoy intimando con esta loca!
Ante la propuesta de Anko, Elsa niega con la cabeza.
—Eso sería peligroso para todos. Es mejor llevarlos a un sitio donde no puedan rastrearlos, al menos hasta que las autoridades se ocupen de ellos. Imagina que los esclavistas los rastrean hasta donde estamos nosotros y deciden atacar por sorpresa para recuperarlos.
—Además, ésa es nuestra tarea ahora— afirma Danika dejando en paz a Kohaku para empezar a acariciar a Robin, a quien se le escapa un ronroneo —Lo siento por ti, Anko, pero necesito a tu querido Irvine para este trabajo.
—Entonces supongo que la operación ha finalizado. ¿Correcto?
—Así es— esboza una sonrisa audaz mientras levanta el pulgar —¡La misión ha sido todo un éxito!
—En ese caso nos vamos, que tengo trabajo— dice secamente mientras se da media vuelta para irse.
—Si están en un lugar seguro y vigilado, podemos patearle el culo a quien venga a hacerles daño— choqué el puño con la palma de la mano contraria. Pero parecía que ya tenían un plan mejor y elaborado que no era el mío.
—¿Eeeeehhhh?— miré con expresión entre enfurruñada y triste a Danika. —¿Os vais ya? ¿Así? ¿Sin más? Pero... pero...— parecía que estaba arreglando las cosas con Irvine, que incluso estábamos ultimando las cosas de la boda (al menos yo)...
¡Y AHORA PENSABA LLEVÁRSELO!
—Entonces... ¿ya está? ¿Hemos terminado?— costaba creerse que los esclavos habían sido liberados y que nos habíamos librado de Sawyer.
-Parece que la boda tendrá que quedar para otro día -comentaría entre risas ante el hecho de que la capitana se pensaba llevar a la pareja de Anko: pobresita, con lo ansiosa y presionadora que se veía antes con el tema... -. Realmente dudo que luego de lo que acabamos de hacer los esclavistas quieran intentar algo, al menos no en mucho tiempo. En todo caso, nunca estaría de más proteger un poco a los rescatados mientras se recuperan y se ve que decide hacer cada uno: algunos seguramente necesiten más tiempo que otros antes de poder tomar sus propios caminos... -concluiría, dando entonces un aplauso con una amplia sonrisa. -. Pero eso ya no es problema nuestro. De todas formas, esto hay que celebrarlo: ¿quién quiere invitar los tragos?
—Sí, todo acabó.
Sawyer empieza a reír.
—Qué rápido cantáis victoria...
Antes de que pudierais reaccionar Sawyer se había desatado con un trozo de piedra afilada que había recogido del suelo y se abalanza sobre Elsa apuntando hacia su pecho. El único que puede reaccionar ante tal ataque sorpresa es Raiden, pero éste no lleva nada magnético encima y tampoco le da tiempo a preparar un proyectil para dispararlo antes de que apuñale a la chica. Y su deseo de detenerle es grande.
Por eso fue una sorpresa cuando emergió de su mano una cadena de luz conjurada que salió disparada hacia el líder esclavista, enredándose en la muñeca donde tenía el arma improvisada. El pícaro, ante la sorpresa, dio un tirón, logrando frenar a Sawyer y desarmarle.
Lo siguiente fue que Frederick se abalanzó sobre él armando su poderoso brazo con una pose bastante vistosa y ensayada, especialmente pensada para exhibir sus desarrollados músculos.
—¡¡¡PUUUÑOOOO DEMOLEDOOOR DE LOS VAN BRONSTOOOON!!!
El puñetazo que le dio a Sawyer fue terrorífico, pudisteis ver cómo se le deformaba la cara antes de salir despedido y acabar incrustado en la pared de la caverna, quedando completamente fuera de combate. De paso por el camino ha perdido varios dientes.
Raven corre a comprobar que Elsa está bien.
—¡Elsa! ¿Estás bien?
—¿Eh? Sí, sí, estoy perfectamente— afirma, aún en shock —No ha llegado a tocarme.
—Menos mal... pero esto solo demuestra que tu padre tenía razón. No deberías participar en estos operativos.
—¿Qué...? ¡NO! Quiero ayudar a la gente que acaba esclavizada.
—Y me parece loable, pero arriesgas demasiado tu vida. Entiendo que te afectara saber que tu padre fue un esclavo en el pasado, pero no es motivo para actuar de forma tan impulsiva. Sabes perfectamente que Jurgen prefiere mil veces tener una vida de esclavo a que a ti o a Candy os pasase algo.
—Lo sé. Créeme que lo sé, pero... mamá... ella era especialmente beligerante con los esclavistas.
Raven suelta un suspiro.
—Bueno, no diré nada de esto a tu padre, pero prométeme que actuarás con más cuidado a partir de ahora. Hoy te has excedido de muchas maneras. ¿Trato hecho?
—Acepto el trato. Por cierto... Raiden, ¿cómo has hecho eso?
Raiden trata de averiguar qué fue eso que hizo, pero no tiene ni idea. Para colmo esa cadena de luz ha desaparecido una vez Sawyer fue detenido.
—No sé qué sería, pero parecía magia de luz. Parece que no tiene ni idea de cómo lo hizo. Hum...— Irvine reflexiona un poco —De ese tipo de cosas saben mucho los clérigos. ¿No era Shariel una sacerdotisa espectromante?
—También están esos clérigos, Uwyn y Dave. Y quizás la chica deprimida también sepa algo— dice refiriéndose a Iliana —O también podríamos preguntar a Keyleth.
Aún con la paliza que le habían dado, el esclavista parecía tener fuerzas aún para una última atrocidad, una a la que nadie seria capaz de reaccionar a tiempo.
-¡Tsk...! -en un inutil intento de salvar a la chica, habría extendido mi mano para llegar a ella y parar a Sawyer, pero lo que no me esperaba era que una cadena de luz saliese de mi mano y detuviese al esclavista de aquella manera. -. Anda, mira tú... -en mi expresión se podía notar la gran sorpresa de haber hecho algo como eso, pero sin perder más tiempo me aferraría a la cadena para tirar de ella y dejar vulnerable al asaltante, el cual recibiría su merecido por parte del hombre musculoso.
Elsa estaba bien, siendo regañada por Raven pero bien, y es que si bien el valor de la chica era de admirar ciertamente no era el tipo de trabajos donde alguien como ella tuviese que estar involucrada.
-Pues no se que ha sido, pero no ha estado nada mal -confesaría mientras miraba con atención mi mano, abriéndola y cerrándola como intentando que algo sucediese, aunque no pasaría... -. Supongo que tendré que comentarselo a ellas: no tenía idea de que podía hacer magia de luz, pero ciertamente seria de utilidad para no depender de metales.
Raven suspira.
—Vámonos ya. Aquí no pintamos ya nada, dejemos que los soldados se ocupen de todo.
Kohaku esboza una sonrisa mirando a Irvine.
—Tranquilo, Irvine, yo cuidaré de mi futura esposa.
Irvine se queda fijo en Kohaku con mirada inexpresiva, para posteriormente esbozar una sonrisa cabrona.
—Claro, escóltala por favor. Igual ella te cuenta sobre lo que tiene planeado en la boda... conmigo.
—Qué... Aaah, vale, es un buen farol para molestarme. Todos sabemos que ella acabará casándose conmigo para convertirse en la reina de nuestro futuro reino felino. ¿Verdad, querida mía?
Irvine se encoge de hombros.
—Piensa lo que quieras— se encoge de hombros y se acerca a Anko para besarla con dulzura, provocando que Kohaku le señalara con dedo acusador —Siento no poder acompañarte, pero tengo mucho trabajo. En cuanto pueda te pescaré algo delicioso para compensarlo. Ve con cuidado, ¿vale?
Acompañando a Raven, Elsa y Saya regresasteis a la posada. Allí veis que el ánimo está bastante decaído, y rápidamente notáis que Anna está especialmente decaída. Saya se acerca a Maya para preguntar.
—¿Qué ha ocurrido?
—Que han detenido a Nathan. Cayó en una emboscada del Puño de Plata pero al final fue la guardia azurdistaní quien procedió a arrestarle. Sheppard ha ido con Keyleth, Miyu, Athan, Eimi y Miyu a hablar con la abogada que va a defenderle. Me da mal rollo, porque es una Von Kastigo.
Los pelos se le erizan a Anko al escuchar ese apellido. Recuerda bien a ese fiscal que trató de condenar a Claire en Ojo de Leviatán. A Raiden no le dice mucho ese apellido, aparte de que es una gran abogada y extremadamente cara.
Me había quedado demasiado absorta pensando en la comida que nos merecíamos en esos momentos que ni siquiera fui consciente de lo ocurrido con Sawyer.
Sí que le puse carita de gatito abandonado a Irvine cuando se despidió. —Jo... No quiero que te vayas aún, que seguro que Danika se aprovecha de ti.
Le saqué la lengua a Kohaku. —Pues sí. Hemos hablado de casarnos, aunque el golem no ha querido oficiar la boda, ¿o de eso se encargaba Sawyer? Lo mismo da, ¡tengo hambre!— tanto hablar de banquetes y pescados había hecho que mi estómago rugiera con exigencias.
Una vez nos despedimos y volvimos a la posada, no pasó desapercibido el ambiente enrarecido.
—No vamos a comer nunca, ¿verdad?
No tardamos en enterarnos de lo sucedido. ¡Eso le pasaba por no haberse tintado el pelo como su hermana!
—¿No podemos sacarlo del agujero donde esté y ya? Total, ya es un prófugo, o algo así.
—Creo que quieren limpiar su imagen por medio del juicio— explica Maya encogiéndose de hombros —Declarándole inocente no podrán perseguirle y dejará de ser un prófugo. Pero claro, para ello habrá que ganar el juicio. Por cierto, ¿cuándo van a servir la comida?
Es escuchar la mención de la comida y rugirle las tripas a Anko. Pocos minutos después sirven la comida, pero la felina comprueba con desagrado que el plato tiene menos cantidad de comida de lo habitual.
—¿Eh? ¿Por qué hay menos comida? ¡Necesito reponer energías después de que unos cangrejos me robaran el bikini!— se queja Shinji.
De la cocina sale Berner, muy serio y con un cuchillo de cocina en la mano.
—Lamento informar que llevamos una semana con problemas de suministro de comida. Parece ser que la comida que encargamos lo roban en el puerto.
Di un golpe con el puño sobre la mesa. Había terminado la mísera ración, pero ni por asomo era suficiente.
—¡Eso no se puede permitir! ¡¿Quién osa robar comida?!— rugí con tanta fuerza como mi estómago. —¡Pienso ir a por esos malnacidos y cantarles las cuarenta!— me puse en pie y me dirigí con aire enfurecido hacia la puerta. Realmente estaba dispuesta a dirigirme en esos momentos hacia el puerto... Si es que sabía hacia dónde era.
—Y... ¿por dónde se va al puerto?