Partida Rol por web

 —Hmmm... le preguntaré a la dríada y si no, veré si Cesar puede ayudarme. Creo que ya lo sabes, pero él formaba parte del consejo de magos de la corte del anterior rey. Sobre ese plato puedo hacerlo sin problema, aunque puede que necesite un poco de ayuda con la salsa pero no te preocupes. Cesar puede instruirme rápidamente. Tomo nota, no dejaré que tu madre haga lo mismo que mi difunta esposa, ella era muy decidida y atrevida— suelta una sonora carcajada —Tranquila, no soy el patán que fui cuando era joven e inexperto. ¿Hay algo más que tenga que tener en cuenta?

Parecía que todo estaba claro. Ante la última pregunta de Jurgen, Kally dio media vuelta, gesto claro de que se iba a ir, acompañado de una mano alzada. Giró levemente la cabeza para poderlo mirar de reojo.

— No la cagues. No hay segundas oportunidades.

Ahora solo quedaba esperar.

No tenía ánimos de gran cosa, por lo que fue directa a darse una ducha caliente y a la cama.

Al día siguiente se pondría a ayudar en la cocina para dar los desayunos en la hora fuerte. Luego se sentaría tranquilamente a echar una partida a esos juegos de cartas sin fuste que tanto le gustaban a Baelor para hacer tiempo hasta que llegara Valindra.

Aprovecharía su visita para invitarle a entrenar.

Pasa el día, y en la mañana siguiente tras hacer tus cosas y pasar un rato con Valaren (quien hizo una pausa en el trabajo para dedicarte tiempo), echas el día con Baelor, Melinda y Eleanor.

A pesar de las explicaciones de tu padre no llegaste a encontrarle sentido al juego de cartas, y sin embargo Eleanor parece que le pilló el truco y empezó a ganar todas las partidas. Entre tanto y tanto ves que Jurgen está tomándose en serio tus consejos, e incluso parece haber conseguido unas orquídeas rojas.

Bien adentrada la tarde aparece tu madre, arreglada para la ocasión. Al saludarla le propones ir a entrenar, y ella parece sorprendida al principio.

 —Ya veo, al final se trataba de eso. Quieres profundizar en las capacidades de nuestra naturaleza devoradora de llamas y tienes dudas y preguntas, ¿verdad? No hace falta ni que lo pidas, te ayudaré, guiaré y orientaré siempre que me lo pidas. Es tanto mi deber como mi deseo.

Te acompaña al patio trasero, seguidas por Baelor, Melinda y Eleanor quienes os observan atentos desde una distancia prudencial. Y Valaren sigue a lo suyo afilando la maldita punta de lanza de Athan que no parece afilarse por mucho que le da con las piedras. ¿Qué diablos le pasa con ese material, que con tu poder al máximo solo consigues calentarlo lo suficiente como para malearlo un poco?

 —Ehm... hija. ¿Te molesta que haya espectadores? No es que me moleste... bueno, miento, me incomoda y molesta un poco que nos observen pero si a ti no te importa haré el esfuerzo.

 —También es mi hija, Valindra— responde Baelor, y Valindra le dedica una mirada furibunda que le hace retroceder un poco —Mejor me callo, no quiero acabar con la lengua chamuscada.

Era una mala perdedora. No le gustaba admitir que había algo que se le daba mal, por lo que continuó insistiendo en echar partidas hasta hartarse. O más bien, hasta que llegó su madre, quien comprendió el punto de todo aquello.

— No esperaba que te sorprendiera. Por desgracia, no tengo nadie más con quien mejorar mis habilidades.

Fueron hasta el patio en silencio. Quería ordenar sus ideas para decidir qué podrían entrenar ese día.

— También prefiero evitar espectadores— odiaba admitir que tenía algo en común con su madre. Le gustaba alardear de habilidades cuando era el momento, pero durante los entrenamientos, con sus fallos y correcciones, prefería estar sola.

Una vez se quedaron a solas, a excepción de Valaren que seguía empeñado en no dejarse vencer por la punta de lanza de Athan, se volvió hacia su madre.

— La última vez hice una pequeña bola de fuego concentrada, como si la magia estuviera muy apretada en un punto diminuto— alzó la mano con la palma abierta hacia arriba. El fuego bailó en su palma al principio. Cerró el puño con fuerza y, al abrirlo, la llama apareció con forma de canica incandescente. — Cuando se lo comió esa bestia, explotó en su interior con toda su intensidad. Creo que es similar al proceso de creación de los diamantes: ejercer la presión correcta.

— Quiero controlar mejor ese truco y el maná que gasto, paso de quedarme vegetal por excederme.

Valindra atiende atenta a tu explicación, observando la demostración.

 —Entiendo. En ese caso necesitas mejorar el control de tu magia para poder hacerla más eficiente. Saber cuánta energía poner sin quedarte corta y sin gastar más maná del necesario. Asumo que en la Ciudadela Arcana te enseñaron los conceptos básicos del control del maná— Valindra invoca una bola de fuego y la comprime sin problema obteniendo un resultado similar al tuyo, pero parece más pulida la técnica. Y lo hace como si nada —Si no lo dominas bien, el proceso de comprimir la magia consume mucha energía. Eso es lo que causa que acabes agotada. Si quieres podemos realizar un ejercicio avanzado para que aprendas a controlar y gestionar mejor tu maná. Y si todo sale bien puedo enseñarte cómo transformarte en el Avatar de la Llama.

Cuando vas a preguntar sobre el Avatar de la Llama ves cómo ella estalla en llamas y se convierte en una figura hecha parcialmente de fuego.

Esa transformación ha sido realmente espectacular y cautivadora, y resulta hipnótico ver cómo juguetea con las llamas.

 —Las primeras veces cuando te transformes gastarás muchísima energía y te quedarás seca al momento, pero con práctica puedes mantener la transformación sin consumir maná, alimentándote de la combustión del oxígeno. Y cuando lo domines incluso podrías obtener más poder por medio de la combustión. Podrás quemarlo todo.

Finalmente Valindra cancela la transformación, regresando a la normalidad.

 —Supongo que tendrás algunas preguntas, hija.

Que insinuara siquiera que en la Ciudadela Arcana no le habían enseñado los conceptos básicos, hizo que arqueara una ceja.

— ¿Te crees que he aprendido sola?— por mucho que hubiera sido una alumna aventajada, todos necesitaban una fuente de la que aprender. Se aseguró de recalcar que había estado completamente sola. Su madre no había estado para guiarle en el camino de la piromancia durante sus años de aprendiz.

Aun así, y a pesar de sus recelos, apretó los labios para no iniciar una discusión y continuar con el entrenamiento. Lo último que quería era un día infructuoso.

Inspiró lenta y profundamente por la nariz y asintió a su última propuesta. Apenas había abierto la boca para preguntar acerca del Avatar de la Llama cuando Valindra estalló en llamas. No, más bien se fusionó con ellas, nacían de su cuerpo. Se había hecho uno con el elemento del fuego.

Kally se quedó sin palabras. Era una de las transformaciones más vistosas que le había visto hacer a Auriel, siempre había soñado con llegar a ese nivel. Si lo hacía, estaría un paso más cerca de derrotarla y bajarle los humos a la elfa.

Llegó el turno de las preguntas después de que Valindra cancelara su transformación, por lo que se obligó a centrarse.

— Quiero saber qué peligros existen con esa transformación. ¿Sería posible que mi propio cuerpo se consumiera por las llamas? También me gustaría saber si, al igual que ocurre con las llamas, podría conseguir que los golpes simplemente me atraviesen.

En la entrada de la arena pudo ver cómo Jurgen se asomaba, no sin precaución, pero su gran tamaño lo delataba.

— Creo que el caballero espera su oportunidad de hablar contigo. Seguiré sola.

 —Eso podría pasar si no dominas las llamas a la perfección. Por eso estoy insistiendo en el control y el dominio de las llamas. Cuando domines la transformación efectivamente podrás volverte intangible, y todo aquel que trate de tocarte se quemará. Incluso podrías escoger a quién quemar y a quién no. Pero recuerda tener cuidado con los conjuros de otros elementos o los efectos antimágicos. Cuídate especialmente del agua, siempre hay un límite de cuánto puedes evaporar. También te diría que te cuidaras de otros devoradores de llamas, pero por lo que sé somos las únicas que existen aparte de Eforos.

Cuando veis a Jurgen asomarse éste niega moviendo la mano.

 —¡Ah, no no! Solo estaba viendo qué estabais haciendo...— comenta un poco sonrojado.

Valindra esboza una media sonrisa tras escucharle y se gira hacia ti.

 —De acuerdo, te explicaré un par de ejercicios para perfeccionar tu control del fuego antes de irme con ese galán— te guiña un ojo, divertida. Tras explicarte un par de ejercicios aparentemente sencillos se acerca a Jurgen —Bueno, estoy aquí. Sé que me he adelantado y seguro que estarás terminando de prepararlo todo.

 —Ah, no, descuida. Casi todo lo tengo listo, salvo la comida que se está...— se gira rápidamente para entrar corriendo, preocupado —¡Rayos, se me va a quemar la cena!

 —Tranquilo jefe, lo tengo vigilado— escuchas a Cesar comentar tranquilo desde la cocina.

Valindra te mira y se ríe discretamente.

 —Me parece que hoy voy a hacerle pasar un mal rato— dice con una sonrisa perversa.

No haría el apunte de que ya sabía que, efectivamente, debía controlar el flujo de maná para no morir en el intento a la hora de transformarse en el Avatar de la Llama. Nunca lo había hecho, pero semejante proceso necesitaría una gran concentración y conocimiento.

Comenzó a probar los ejercicios que le había indicado, en apariencia sencillos, pero su ejecución precisaba de delicadeza y control.

— Tampoco vayas a espantar a tu cita— una advertencia o una broma, quién sabía. Lo cierto es que Jurgen se había metido en terreno fangoso. O, mejor dicho, ardiente.

Continuó probando los movimientos que le había indicado Valindra, al menos hasta que los perdió de vista, momento en el cual siguió sus pasos discretamente para poder asegurarse de que, efectivamente, la cita salía perfecta.

En cuanto los pierdes de vista procedes a seguirlos y cotillear. Tras varios minutos Jurgen ya ha preparado la comida en la azotea de la posada y ambos van hacia allá. Te ocultas en las escaleras para observarlos y, cuando quieres darte cuenta, Melinda y Eleanor también están cotilleando contigo.

Valindra y Jurgen ya están sentados en la mesa. Tu madre tiene a su lado un ramo de orquídeas rojas que ella ha colocado cuidadosamente antes de coger una copa para que Jurgen se la llene de vino.

 —La comida estará lista en cualquier momento. Mientras esperamos podríamos empezar a conversar.

 —Antes de nada quiero preguntarte una cosa. ¿Tienes interés real en esta cita?

Jurgen suelta un suspiro bastante franco.

 —A decir verdad, esto lo estoy haciendo porque mi hija ha insistido.

A Valindra se le escapa una risotada muy sincera, y después mira a Jurgen con una media sonrisa.

 —Parece ser que nuestras hijas nos han tendido una trampa— bromea.

Ambos se ríen.

 —Puede ser que ninguno necesitemos reencontrar el amor, pero no quiero decepcionar a mi hija.

 —Yo tampoco quiero arruinarlo a drede. Ya me está costando mucho acercarme a mi hija. Algo normal cuando la abandoné siendo una recién nacida.

 —Suena duro. Imagino que tendrías tus motivos— dice antes de darle un sorbo a su copa.

Valindra observa el vino mientras se mece por su copa.

 —Tenía mis motivos, o eso creía. Puede que lo usara como excusa por mi debilidad. Por entonces era una mujer débil y aterrada que apenas era capaz de valerse por sí misma y no se veía capaz de proteger a lo que más quería.

 —¿Intentaste ir a verla alguna vez?

 —Una infinidad de veces, pero hice un pacto con un archidemonio que me impedía siquiera abandonar su plano solo para... para ser su juguete.

 —Eso ha sido muy duro. Lo siento.

 —No pasa nada. Ahora mi situación es diferente y pude volver a ver a mi preciada hija... aunque ya es bien mayorcita y no me necesita para prácticamente nada. Estoy muy orgullosa de lo fuerte que es.

Jurgen señala a Valindra con el dedo.

 —Conozco bien ese sentimiento: el orgullo de padre. También estoy muy orgullosa de mis niñas.

Ambos sonríen y le dan otro sorbo a sus copas.

 —Parece que la cita ha empezado de maravilla— murmura Eleanor, quien parece muy entusiasmada.

Algo le decía que si la conversación tomaba el rumbo de sus respectivos pasados entrarían en un bucle peligroso y para nada aconsejable.

Sin embargo, parecía que empezaban a simpatizar gracias a sus tristes, melancólicos y dramáticos pasados.

— Sí, supongo que los dramas familiares ayudan a estrechar lazos— opinaría tras poner los ojos en blanco y resoplar.

No sabía cómo sentirse tras la confesión de su madre. Había intentado verla infinidad de veces, contactar con ella... ¿Sería ese el motivo por el que recordaba haberla visto en sueños cuando aún era niña? Sin embargo, no era suficiente. Al despertar ni siquiera recordaba con claridad el encuentro o los rasgos de la mujer y dejaba de darle importancia, aunque ese día, por algún motivo, se sentía un poco más reconfortada.

Apretó los puños. No era momento de sumergirse en los recuerdos del pasado. Se obligó a guardar la compostura y relajarse mientras continuaran escondidas, vigilando que la velada continuara favorablemente.

Cuando llegó quien llevaba la cena, le indicaron con señas que guardara silencio y no dijera que se encontraban allí. Kally añadió una explícita señal, pasándose el pulgar por el gaznate, que era mejor seguir su "petición".

Esperó a que la cita estuviera en su punto álgido, con ambos animados después de la deliciosa cena para añadir algo más de romanticismo al ambiente. Dado que suponía que su madre ya imaginaría su presencia por los alrededores, hizo aparecer pequeños puntos luminosos suspendidos en el aire. Carecían de calor y, por tanto, no prendían ni te quemabas al tocarlos.

Aparece Cesar quien, por fortuna, parece colaborar contigo actuando discretamente. El plato está muy bien presentado y está cuidado al detalle, además de tener muy buena pinta.

 —Aquí tienen la cena. Albóndigas especiadas picantes con salsa de miel y curry y un toque de whisky añejo que teníamos en la bodega.

Valindra observa el plato con interés y lo olfatea con delicadeza.

 —El aspecto y el aroma son muy apetecibles.

 —Yo solo he presentado el plato, el plato lo ha elaborado Jurgen.

 —No esperaba que fueses un cocinero tan hábil, Jurgen. Sin ánimo de menospreciarte.

 —No me ofendes, descuida. Por favor, pruébalo.

Valindra pincha una albóndiga con el tenedor, lo moja un poco en la salsa y lo lleva a la boca para darle un bocado. Inmediatamente se la tapa con la mano, sorprendida.

 —¡Huh! Menudo sabor tan contundente. Está delicioso, mi enhorabuena.

 —Me alegra ver que te gusta.

Cesar se retira y justo después invocas las luces que los rodean. Eso hace que Jurgen se sobresalte un poco poniéndose alerta, a la par que Valindra esboza una media sonrisa.

 —Lo sabía. Eres una chica traviesa, Kally— murmura antes de observar divertida a Jurgen —Tranquilo, parece que nos han preparado el ambiente perfecto.

Jurgen se relaja y vuelve a sentarse. La cena transcurre con ambos siguiendo hablando, si bien Valindra muestra bastante interés en el pasado de Jurgen y la relación que tuvo con su difunta esposa. Jurgen muestra reparos al principio ya que están en una cita, pero ante la insistencia de la maga acabó accediendo.

El retirado aventurero explica cómo fue hecho prisionero y esclavo de los elfos oscuros cuando era solo un niño, y que cuando creció fuerte lo mandaron a las arenas de combate a luchar contra monstruos. Una vez le hicieron luchar contra dos bestias y un espadachín elfo oscuro que jugó sucio (le envenenó), y cuando estaba a punto de morir ejecutado por él aparecieron Helga (la madre de Elsa) y Sheppard Renard para salvarle la vida y rescatarle. Cuando explica cómo escaparon y que ayudó más el jaleo que provocó cierto individuo humano que andaba ebrio y desnudo montado en una especie de jabalí gigante Valindra torció la boca.

 —Cielos, creo que ése era Baelor la vez que se acostó con una matriarca umbría...— se ríe divertida.

Jurgen siguió hablando un poco de la vida que tuvo haciendo encargos con Helga y Sheppard, evideciando por su tono el cariño que aún le profesa a esa mujer, hasta que ella enfermó gravemente y murió pasados unos meses.

 —Cuando ocurrió aquello estaba ejerciendo de mentor de Nathan Filofirme y una chica llamada Miyu Kawakami. A ella le afectó mucho la muerte de Helga, le había tomado muchísimo cariño. Lo siento, es evidente que...

 —No te disculpes. Yo te pedí que me hablaras de ello. Es evidente que eres un hombre leal y tremendamente cariñoso, aunque tu físico imponente engaña mucho está claro que eres muy amable. Muchas mujeres mataríamos por un hombre como tú.

 —Gracias, me halagan tus palabras. Me gustaría saber más de ti.

Valindra empieza a relatar el cómo fue reclutada (con engaños) por la secta de los devoradores de las Llamas, obligándola a hacer atrocidades y siendo sometida a brutales torturas. Cuando se cruzó con Baelor Hagge éste la ayudó a escapar y explicó que el agradecimiento que le dio la dejó embarazada. La secta volvió a rastrearla y se vio obligada a abandonar a su hija (a ti) en las puertas de la Ciudadela Arcana, y más tarde se vio tan arrinconada y desesperada que hizo un pacto con un archidemonio que la tuvo esclavizada durante muchos años, sin entrar en detalles.

 —Y así fue hasta hace poco, cuando me liberó Eforos. Ya sabes, ese elegante archidemonio adicto al té.

 —Vaya. Tu vida tampoco ha sido un camino de rosas precisamente, y has sufrido durante mucho más tiempo— se levanta de la mesa —Está decidido.

Jurgen toma de la mano a Valindra y la lleva con él.

 —¡Espera! ¿Qué vas a...?

 —No tenemos tiempo que perder, tienes que disfrutar a tope este día. ¡Yo me encargo!

Jurgen y Valindra se dirigen hacia vosotras. Melinda ya se ha retirado hábilmente, pero sin embargo Eleanor ha tropezado y cae sobre ti. La elfa va a gritar por la caída pero se tapa la boca para no hacer ruido.

 —¿Qué estáis haciendo? ¡Nos van a pillar!— murmura Melinda haciendo gestos antes de ayudar a quitarte de encima a Eleanor.

Era como ver una obra de teatro o una novela bien adaptada a la realidad. El ambiente era perfecto y ambos parecían lo suficientemente animados como para iniciar los respectivos relatos acerca de sus pasados

Eleanor, Melinda y ella misma se vieron inmersas en sendas historias. Ninguno había tenido un pasado fácil, pero al menos Jurgen parecía haber encontrado alguien con quien compartir su felicidad después de los que podrían haber sido los peores años de su existencia. Valindra, sin embargo, había conseguido el favor de Eforos, pero Kally no era capaz de discernir si era cariño o mera complicidad.

Al parecer, esa era la mejor oportunidad que podría tener para que las cosas cambiaran a mejor.

Con lo que ninguna contaba era con la neura que le había dado de golpe a Jurgen, como si algo en su cerebro acabara de encajar al fin, tomando a Valindra de la mano para llevársela a saber dónde.

— ¡Ah! ¿Pero qué haces?— masculló entre dientes, con Eleanor encima de ella.

—¿Qué estáis haciendo? ¡Nos van a pillar!

— ¡Pues ayúdame!— respondió en el mismo tono a su medio-hermana, la cual no tardó en captar que si querían salir de allí sin que les "pillasen con las manos en la masa", gran dicho de los pizzeros, le tocaría ayudarle a quitarse a Eleanor de encima.

Intentaría seguir los pasos de Melinda para esconderse lo mejor posible cuanto antes.

— No sé lo que se le habrá ocurrido a Jurgen, pero lo mejor ahora será dejarles intimidad—. Ya habían plantado la semilla. Debían dejar que germinase por sí misma.

Con la ayuda de Melinda lográis apartaros y ocultaros, y puedes ver cómo Jurgen y Valindra abandonan la posada. Ambas chicas te miran con expresión interrogante.

 —¿No vamos a ir tras ellos?— pregunta Eleanor —¡Voy a morirme de curiosidad!

 —No creo que debamos, la verdad— responde Melinda —Pero si alguien debe decidir eso y hacerlo o no es Kally, pues se trata de su madre. Yoooo... iré a vigilar que nuestro padre, tu escolta— señala con la mirada a Eleanor —No sea que vuelva a las andadas y ande creando más medio hermanos.

 —El señor Hagge es un caballero respetuoso. En ningún momento ha tratado de coquetear conmigo— lo dice con cierto fastidio.

Negó con la cabeza levemente.

— Dejémosles— era lo mejor. Si empezaban a seguirles podrían hacer que se sintieran incómodos y fastidiaran la cita. ¿Y se merecía eso su madre? Probablemente, pero no le apetecía andar con tonterías.

Aunque, a decir verdad, sí que le preocupaba la posibilidad de que Mefistófeles volviera a las andadas o intentara vengarse de Valindra.

— A ver— se le había ocurrido una forma de utilizar su magia, algo que nunca antes había hecho: Comenzó a manipular el calor a su alrededor, aprovechando las ya de por sí altas temperaturas del lugar. Intentaba crear algo similar a un espejismo, desaparecer a la vista o parecer otra persona. Ni siquiera sabía si funcionaría.

— Decidme lo que veis si me miráis ahora.

Si no le descubrían, podría ser una buena manera de vigilarles de cerca.

Las chicas te observan con curiosidad.

 —Bueno... ver no se te ve mucho, pero distorsiona un poco el cómo se ven las cosas.

 —Eleanor, no seas tan amable. Yo más bien diría que distorsiona claramente lo que te rodea. Además, aunque no se viese eso emanas demasiado calor. Mierda, necesito agua que me estoy deshidratando...

 —Pero a ver... ¿está bien dejarles ir o te preocupa que algo salga mal? Si quieres podríamos buscar a Shariel, ella podría hacernos invisibles.

— Me preocupa que el anterior "dueño" de Valindra quiera hacer de las suyas en un mal momento— tampoco sabía si podría hacer algo así, pero no estaba dispuesta a que todo su esfuerzo por una cita perfecta se fuera al traste por un demonio despechado.

Dejó de encauzar el maná para intentar hacerse invisible de manera totalmente infructuosa para sopesar sus opciones. No era de su agrado ir pidiendo favores y tampoco consideraba que lo más correcto fuera seguir a la pareja en su cita.

— Vamos a dejarles intimidad. Si pasa algo, nos enteraremos— si no era antes pues sería después.

—Tranquila, Mefistófeles ya no podrá ir a molestarla.

Os sobresaltáis al escuchar la voz de Eforos a vuestra espalda. De hecho la primera reacción de Melinda fue girarse para darle una patada giratoria en la cara, tirándolo al suelo de espaldas. Aun así se las ha apañado para no derramar su taza de té.

 —Ay... vaya patada— se queja antes de incorporarse un poco y dar un sorbo a su bebida.

 —La culpa es tuya por hablarnos por detrás de pronto. Y por cierto, ¿qué diablos haces aquí?

Eforos se incorpora recobrando la elegancia, tomándose su tiempo para tomar asiento y darle otro sorbo a su té. Eso hace que Melinda se impaciente.

 —Solo quería comprobar cómo estaba la pequeña mestiza. Creo que se llamaba Candy, si no recuerdo mal— acto seguido esboza una media sonrisa mientras te mira —Y de paso cotillear qué tramabas con tu madre. Es entretenido observar tus maquinaciones, Kally.