Partida Rol por web

Notas un zumbido en tu cabeza.

 —"Miyu, hay problemas. Hemos logrado frenar el batallón de orcos y han caído en nuestra trampa, pero su líder ha escapado y va hacia tu posición. Lo siento mucho pero ahora no podemos ir a ayudar, así que intenta ocuparte de él. Iremos en cuanto acabemos con todos. Tranquila, que Pyros acaba de despertar".

Mientras escuchas a Jules comentando el problema Shariel te responde.

 —Nosotras no nos moveremos de aquí. Es nuestro templo y lo defenderemos aunque nos cueste la vida. Y mi consejo es que él tampoco se mueva de aquí, necesita recuperar fuerzas.

Nathan os mira a ambas intentando entender la situación.

 —¿Estabas con Nizel y Arkan? Espero que no riñeran mucho entre ellos.

—Oh, lo hicieron —respondo a Nathan—. Pero supieron comportarse y poner el trabajo por encima de sus payasadas.

Y entre lo que me dice Jules y la muchacha esta ya no me queda otra alternativa.
—Comprendo tu decisión, pero en ese caso debes saber que un jefe orco viene hacia aquí y estoy segura de que habrá violencia. Nathan se encuentra ahora en un estado en el que debería evitar el combate, así que, ¿puedes hacer algo para ayudarme? —pregunto a Shariel.

Mientras explico la situación, sobre todo lo del estado del pelirrojo, le dedico una mirada fija, severa y penetrante, con la intención de dejarle bien claro que si hace algo estúpido se las verá luego conmigo.

Nathan agacha la cabeza asumiendo su situación, y Shariel asiente con la cabeza.

 —Entendido. Yo te ayudaré en lo que pueda. Puedo crear ilusiones para confundirle, o cegarle con un fogonazo de luz. También puedo invocar lanzas de luz que podrían dañarle, pero es más eficaz contra sombras y no-muertos. Y también puedo crear muros de luz que pueden detener un golpe o impacto. ¿Te sirve para trazar un plan?

—Aah... eeh... —Me perdí luego de lo de las ilusiones.

Vamos, no quiero parecer idiota delante de ella. ¿Qué le digo? Yo iba al sajarraja improvisado tan pronto apareciera ese monstruo apestoso, pero tiene razón con lo de trazar un plan.
—Eeh, sí, pues hagamos eso entonces, me parece bien.

¡Saya, ayúdame! ¿Tú has entendido algo de lo que me dijo? ¿qué son esos muros de luz? ¿puede la luz hacer muros?

 —"¿Serás capaz de hacer algo sin mí? Va, tranquila, yo te explico. A ilusiones se refiere a crear imágenes falsas para confundir y engañar. Por ejemplo podría crear imágenes de ti que se mueven, como si fuesen reales. Son como espejismos. Puede venir bien para distraer al oponente y permitirte darle un golpe certero por donde no se esté protegiendo".

Shariel asiente con la cabeza.

 —Bien, en ese caso esperemos fuera.

Cuando os dirigís hacia la salida sentís un bramido procedente del exterior.

—¡GROAAAAAARG! ¡SAL DE AHÍ, DEMONIO CAZAORCOS! ¡YO, APORG EL APLASTACRÁNEOS, LE ENTREGARÉ AL GRAN OGORZ TU CABEZA!

Al mirar fuera vez a un ogro bastante imponente que mide más de 3 metros, armado con un hacha y con piezas de armadura cubriendo parte de su cuerpo. Parece un oponente difícil de derrotar.

—No, por favor, trata de que no te vea, sería mucho mejor si puedo combatir sin tener que cuidar de ti. ¿Puedes usar tu magia mientras te escondes en un sitio seguro?

Tras la última explicación el ogro feo hace acto de presencia y ya tengo ganas de cortarle esa maldita cabeza. Así que este es Aporg, aunque no es el que hirió a Nathan, me pregunto cuántas cosas horribles habrá hecho.
Y sonrío. Sonrío con la mirada afilada y asesina.
—Cierra la boca, asqueroso, puedo sentir tu aliento desde aquí.
Bien, la armadura no le cubre todo el cuerpo, pero igual la piel de los ogros es como la de los oni, de hecho son de la misma familia, me parece. Ubicados los puntos débiles, obviamente me fiaré de mi velocidad para obtener algo de ventaja, donde me dé una sola vez con el hacha esa es el fin, así que en parte también confiaré en que Shariel pueda distraerlo con todas esas cosas que dijo que podía hacer.

Empiezo a dar saltitos para entrar en calor y preparar mi ki para usar shukuchi; tan pronto separe los pies del suelo, lo único que verá el ogro será un borrón rosa que aparece intermitentemente desde diferentes ángulos. Será fácil de esquivar, pero evidentemente me cansaré mucho antes que él y estoy segura de que lo sabe, debo dar golpes precisos y contundentes y no desperdiciar energía.

Vamos, puedo hacerlo. Tengo que tener paciencia y esperar el momento justo.

Y primero lo primero:
—¡Ryukanzan! —Acompaño mi movimiento con un fuerte kiai, lanzando una estocada veloz hacia el mango del hacha; si logro conectar, la presión del impacto y el ki que le transfiero hará añicos el arma y será un problema menos.

Shariel asiente con la cabeza.

 —Ni loca pienso ponerme a la vista. Ten cuidado.

Llamas la atención del ogro, quien al verte se relame.

—Vaya, vaya, no esperaba ver un bocadito tan delicioso. Ven, pequeña, quiero conocer el sabor de tu carne.

Desapareces de su vista moviéndote a gran velocidad. El ogro trata de seguir tus movimientos, pero entre tu velocidad y las ilusiones que crea Shariel replicándote hace que le sea imposible atraparte. Ejecutas el Ryukanzan en cuanto tienes oportunidad y golpeas el mango de su hacha, sin embargo tras un sonido metálico tu arma es repelida. ¡Su mango es de acero! Rayos, ese hacha es de mayor calidad de lo que esperabas, no podrás romperla.

—¡Jajajaja! ¿Se puede saber qué intentas?

El ogro blande el hacha y trata de asestarte un tajo, siendo sorprendentemente rápido. Logras esquivar el golpe por poco, pese a la sorpresa. Definitivamente no va a ser un oponente fácil.

—Idiota... ¡soy el oficial más fuerte al servicio de Ogorz! Deja de resistirte para que pueda comerte...

Carajo, el hacha esa no es un arma corriente, pero no puedo perder más de mis valiosas energías en otro intento, además debería darle con más fuerza. No, debo continuar y buscar otra manera de aproximarme.
—¿A ti qué te hace pensar que te voy a hacer caso? —No creo que tenga caso hablarle, a esta velocidad debe estar oyendo mi voz distorsionada.

Veamos, sus ojos son demasiado pequeños, necesito algo más grande para acertarle de primeras, quizás las manos, pero no con esos guanteletes. Ah, si armadura no le cubre los pies, pero no, es demasiado arriesgado ir tan abajo, si fallo quedaré muy vulnerable.

No hay caso, el cuello es siempre la mejor opción. Pero por más ogro que sea, este es experimentado y no creo que sea estúpido, debe saberlo muy bien a eso y estar cuidándose. Lo más que puedo hacer por ahora es esperar a que... ¡Ah! Si Shariel le da con un fogonazo podría darme el instante que necesito, pero sólo funcionará una vez, debo estar atenta.
Ahora sólo debería encontrar la forma de comunicárselo a la elfa sin revelar su posición.

...

Al esquivar por poco otro testarazo miro inconscientemente hacia abajo y descubro el par de pociones de Pyros que aún no usé. No, no es buena idea, si le tiro la bomba fétida encima moriré yo antes. A menos que haga algo tan sencillo y tonto como apretarme la nariz con los dedos.
—¡Ei! —Se la lanzo a la cara, mientras está distraído con eso voy a... ¡pero si le acierto entonces no necesitaré el fogonazo! ¡por qué soy tan idiota, santo cielo!
Tras un fuerte impulso me lanzo con la espada en posición horizontal hacia adelante para darle una estocada en el cuello a Aporg. Aunque esté conteniendo la respiración me está ardiendo la nariz y me lloran los ojos, esto sólo puede durar un segundo y luego deberé taparme, perdiendo con eso una mano libre. Vamos, tengo que darle y acabar con esto ya. Más de la mitad de mis reservas de ki están acumuladas para este golpe; aunque el entrenamiento con Stalker me ayudó a maximizar el aprovechamiento, sigo desperdiciando gran parte de lo que uso, pero debería bastar.

Al estallar la poción apestosa en la cara el ogro empieza a toser y a tambalearse aturdido. Sin embargo es un combatiente experimentado y se cubre por instinto el corazón. Qué lástima que apuntaras a su garganta y se la seccionaras...

La enorme criatura suelta un gemido gutural antes de desplomarse de forma pesada, desangrándose en el suelo. Has logrado derrotarlo, aunque ahora te sientes aturdida por el hedor.

 —¡Qué peste! No sé qué le has lanzado pero has logrado acabar con él.

Sin embargo el ogro aún no ha dicho su última palabra, pues en su último hálito de vida se levantó para tratar de aplastarte con su puño, pero no llega a alcanzarte y se desploma inerte.

 —Menudo susto... ¡y qué peste! Ni se te ocurra acercarte a mí, quédate fuera o date un baño.

—¡...!
Su último intento no se me pasa desapercibido y rápidamente desenfundo a la vez que hago un corte, pero el ogro cae finalmente mucho antes de encajárselo.
—Finalmente —suspiro—. Sí, de verdad me encantaría darme un baño ahora mismo, ¿hay algún sitio en donde pueda hacerlo?
Mi voz suena rara al estar apretándome la nariz.
—Si no, entonces permítanme emprender viaje de regreso, avisaré a mis compañeros y en nada vendrán a llevarse a Nathan y a quien desee abandonar este lugar, cosa que les recomiendo y mucho. Comprendo que quieran proteger algo que es sagrado para ustedes, pero en cuanto los amigos de este noten que no regresa, vendrán más a ver lo que ocurrió y ni yo ni Nathan estaremos para cuidarlas. El templo más importante es el cuerpo, ¿prefieren que sea profanado en un inútil intento de guardar seguro este montón de piedra? No sean idiotas.

 —Entiendo lo que dices, pero no podemos abandonar la capilla. No nos moveremos de aquí salvo que el propio Mistandor nos lo comunique.

 —No será necesario— Nathan ha salido empuñando su katana, la cual es de una factura increíble. Se acerca al ogro y con un solo gesto lo decapita sin dificultad. ¡Menudo filo! Pero él no está muy bien —Puedo ahuyentar a los orcos que queden, y no creo que regrese nadie más. El batallón de enanos debería estar cerca de llegar aquí para expulsarlos y los orcos no están ahora en condiciones de contraatacar.

El pelirrojo agarra la cabeza del ogro y se dispone de ir hacia donde está ocurriendo la batalla. Una poderosa columna de llamas asciende hasta el cielo.

 —¿Qué diablos ha sido eso?

 —Eso es lo de menos, no pienso permitirte que vayas en ese estado.

—Eso probablemente haya sido tu primo, si no me voy a preocupar un montón —respondo a Nathan. Por favor que haya sido un estornudo de Pyros.

—De cualquier forma yo me marcho ya entonces. Te ruego Nathan que no te precipites y que descanses, no hace falta que te esfuerces si el lío aquí ya está solucionado.

Dicho esto doy unos pasos hacia adelante y... no, nada, ya me marcho de ahí, no tengo tiempo de pensar en cosas, debe haberle pasado algo a los chicos y puede que necesiten toda la ayuda posible.

Emprendo con presteza camino de regreso. Agoté demasiado ki en la pelea con Aporg, pero aún debería poder mantenerme corriendo a buena velocidad sin cansarme hasta llegar.

Ah, olvidé aplastar su cráneo para que muriera con la ironía. No importa, otra vez será.

 —¿Mi primo? ¿Pyros está aquí? ¿Y está despierto?— esboza una sonrisa, aliviado —Menos mal, en este caso no necesitamos hacer nada. Miyu, tranquila. Este templo estará a salvo.

Shariel empieza a empujarlo hacia el interior del templo sin que éste pueda oponerse.

 —¡En ese caso vuelve a la enfermería a descansar! Miyu, al fondo a la derecha tienes unos baños. Pero si ya te vas...

 —"Hermana. ¿No tenías en la bolsa algo que querías darle?"

Me detengo en mis pasos nuevamente. ¡Los tres están pidiendo que me quede! ¿Tanto me quieren? Bueno, el caso de Saya es obvio y además ella está siempre y debería dejar de pensar en tonterías que no vienen al caso.

—Es verdad, con todo lo que pasó lo olvidé.
No sé qué cara ponerle ni qué decirle, así que simplemente retiro el animalito de la bolsa y tras dudarlo unos instantes se lo acerco.
—F-feliz cumpleaños, Nathan —murmuro bien bajito y agrego rápidamente sin dar tiempo a nada—: ¡Gracias! ¡Iré a los baños ya mismo! ¡Nos vemos en un rato!

Me disparo hacia donde me indicó Shariel.

El baño del templo es bastante básico: un depósito de agua y un cubo. A pesar de eso puedes tomarte tu tiempo para asearte bien.

Una vez seca y vestida sales del baño, y en la capilla ves que han regresado Nizel, Arkan, Pyros y Jules. Parecen encontrarse bien, aunque el elfo oscuro anda cubierto de sangre.

 —Tranquila, no es su sangre. Además no iba a permitir que esa basura pudiera tocarle.

 —¿A quién estás llamando basura?

 —A los orcos.

 —Ah... en ese caso gracias.

Nizel se acerca a él y le extiende el puño, y ambos acaban chocándolo.

 —"Estos dos van a acabar siendo uña y carne".

Pyros y Jules se acercan a ti.

 —¿Ha ido todo bien? ¿No has salido herida ni nada al estilo?

Shariel sale de la enfermería algo preocupada.

 —Nathan... se ha desvanecido de pronto. No sé qué le pasa.

Ambos elfos suspiran a la vez.

 —Va, yo me encargo... tranquilos, que no le pasa nada.

Seguís a Arkan hasta donde está Nathan, tirado en el suelo. El elfo oscuro saca una manzana roja y la coloca frente a su cara y entonces escucháis un gruñido justo antes de que el pelirrojo agarre la fruta y se la meta en la boca para devorarla con avidez.

 —¿Veis? Solo tiene hambre.

—Lo siento, asumí que ya le habrían dado de comer cuando cuidaron de él.

Aparezco recogiéndome el pelo y peinándome el flequillo con la mano.

—No estoy herida, sólo con hambre y algo de sueño, tuve un combate que, aunque fue corto, me dejó exhausta a más no poder —respondo a Jules—. ¿Cómo les fue a ustedes? La columna de fuego de Pyros se vio desde aquí, debería ser más cuidadoso o acabará convirtiéndose en un faro para los enemigos.

 —Más bien creo que los ahuyentaría— bromea el elfo oscuro.

 —Sí, todo fue bien. Cayeron totalmente en nuestra trampa y los elfos son increíblemente buenos.

Nathan replica pero no se le entiende ya que tiene la boca llena con otra manzana.

 —Bueno, solo queda mantenerlo todo en orden hasta que lleguen los soldados enanos. Nathan vaticinó que con ellos y la coalición entre los reptilianos y los soldados del Reino de la Luz obligarían a los orcos a replegarse hasta su territorio original. Todo volverá a la normalidad.

Y así fue, salvo por el hecho de que el Páramo del Dragón Muerto se llenó de troles de roca que aprovecharon la multitud de cadáveres para alimentarse y reproducirse, pero ésa es otra historia que no nos atañe.