Partida Rol por web

Tras prepararos y abandonar el gremio fuisteis a las caballerizas en las afueras de la capital para alquilar un carruaje. Lo último que esperabas era que se materializase enfrente de vosotros Pyros con sus dos discípulas. El mago pelirrojo os saluda con actitud despreocupada.

 Hey. ¿Os importa si os acompañamos? Tengo un par de asuntillos que tratar en las minas de Escudodepiedra, y confiaba en que no os importase que compartiéramos viaje.

Ahora recuerdas que tienes el asunto pendiente de ese conjuro que necesitas dominar.

-Eh... -aquella aparición tan inesperada la tomó por sorpresa- ¡por supuesto podéis acompañarnos! -sonrió con amabilidad.

No solía coincidir con Pyros y tenía pendiente hablar con él sobre "su asunto". Seguro que encontraba el momento para pedirle ayuda, consejo, o lo que el pelirrojo estuviese dispuesto a ofrecer. Mejor no... porque era más que probable que el mago se quedase frito durante el trayecto, así que en lugar de esperar el momento oportuno para hablar con él, lo haría en este mismo instante.

-Además, Pyros, quería pedirte ayuda con un tema que es de suma importancia para mí y que no consigo controlar.

Observó la reacción del mago. No tenía duda que él entendería con estas palabras que se trataba de un asunto mágico, pero desconocía si sabría concretamente cual. 

 Bien pues. Chicas, nos vamos de excursión.

 ¡Qué guay, nos vamos de excursión! - se muestra entusiasmada Stacey, mientras que Arcadia no expresa nada con su cara seria.

Decides preguntarle a Pyros si puede ayudarte con un asunto, y la cara del mago lo decía todo.

Ya es la segunda vez que te dedica una mirada así, y empiezas a pensar que podría pillarte manía.

 Creo que sé de qué se trata, ya me comentó Milene. Otro conjuro que no conozco, ¿verdad? - parece algo molesto - No me malinterpretes, lo que siento es simple y pura envidia pero no por ello evitará que te ayude. ¿Puedes explicarme en qué consiste el conjuro o los efectos que tiene?

Arcadia parece interesarse más por este asunto.

 ¿Es ese conjuro del que oí que se transformaba en un ser elemental, incrementando el poder mágico?

 Exactamente Arcadia - te mira esbozando una sonrisa enigmática - Auriel, explícame en el viaje todo lo que se te ocurra y así podré pensar en cómo ayudarte y cómo estudiar ese conjuro.

Sí, creía que podía cogerle manía, pero aún con eso, Auriel apretaba con fuerza los labios intentando no reír. Estaba demasiado gracioso con esa cara como para tomarlo en serio. 

Cuando comentó que Milene le había informado al respecto y especialmente cuando hizo mención a "otro conjuro que no conozco" Auriel no pudo aguantar más y se le escapó la risa breve, pero divertida. 

-Pyros, cuando te mostré el conjuro que no conocías lo ejecutaste al instante -le miró con cara de "y lo sabes!"- así que fue una suerte para ambos que cayese en mis manos.

Asintió al mago y también a Arcadia. Luego miró al cielo, algo pensativa, y seguidamente subió al carruaje. Cuando tomó asiento comenzó a explicarse.

-Fue algo totalmente súbito, violento. Estallé completamente en llamas y sentí que iba a morir. Creí que el consejero había lanzado un conjuro de fuego contra mí, pero al observarle vi que seguía inmóvil envuelto en su aura escarlata. Además yo había conjurado orbe de protección, así que aquello no tenía sentido. 

Todavía recordaba la horrible sensación de abrasarse vivo, y también la gratificante sensación de liberar ese enorme poder cuando fue consciente de lo que estaba ocurriendo en realidad.

-Entonces sentí que el fuego no me devoraba sino que me alimentaba. Cada milímetro de mi ser despertaba tomando conciencia de sí mismo, vibrando con una chispa vital como nunca he experimentado antes. Toda yo era fuego y no podía, ni quería, contener todo ese poder que me invadía.

Miró al resto, especialmente a Pyros, y bajó algo la voz como si asomase un atisbo de timidez.

-Realmente no tengo idea de cómo ocurrió -reconoció, encogiéndose levemente de hombros. 

Pyros te mira de soslayo cuando le recuerdas lo de lanza de tritón.

 Sí, pero aquello era un conjuro similar a lanza de luz, por eso lo dominé rápidamente. Pero en este caso hablamos de algo más que un conjuro. Puedes convertirte en el elemento mismo, es una transformación a la altura de convertirse en un dragón.

 Caray, eres la caña - afirma Shariel con asombro, aunque tiene cara de no entender algunas cosas.

Pyros escucha atentamente tus palabras una vez el carruaje se pone en marcha con todos a bordo, en una postura reflexiva con su mano acariciándose el mentón.

Cuando terminas de explicar lo ocurrido en la torre el mago esboza una media sonrisa.

 Qué interesante... Auriel, tengo una teoría al respecto. Es posible que durante aquella batalla inconscientemente concentrases energía elemental en tu cuerpo y de esa forma activaras la transformación. El fragor de la batalla incita el fuego, y puede que por ello concentrases magia de fuego en ti mientras luchabas contra ese oponente. Y esto me lleva a una pregunta: ¿podrías adoptar la forma de un elemento diferente? De ser así tu habilidad sería aún más increíble y útil. Y esto hace que se me ocurra un experimento.

 ¿Experimento? Oye Pyros, eso no me convence nada, lo último que quiero es que ella sufra daños.

 Tranquilo, si algo malo pasa entre ella y yo podemos protegerla y curarla - señala con la mirada a Shariel - Además, estoy seguro de que tu novia quiere saber si puede hacer eso. Pero antes habría que reproducir esa transformación en llama. ¿No crees?

Escuchó atentamente a Pyros. ¿A la altura de convertirse en un dragón? Su expresión, a la par que la de Shariel, era de asombro. Pero el mago tenía razón. No era un conjuro, era una transformación.

-No te preocupes Eloril -acarició su mano con dulzura- no ocurrirá nada malo. Intentaba sonar convincente, pero no las tenía todas consigo. Shariel parecía no enterarse mucho, y si Pyros caía dormido en un momento crítico... Claro que en momentos de acción el mago siempre daba la talla, y apostaba que su curiosidad por este asunto le mantendría despierto. Aún así, como era algo que ninguno de ellos podía controlar, podía ocurrir cualquier cosa.

-Tienes razón -reconoció a Pyros- quiero saber qué puedo hacer y también poder controlarlo. Me someteré a ese experimento. Tal vez se estaba comportando como una novata inconsciente, pero confiaba en Pyros y también en sí misma, aunque no en pocas ocasiones habían tenido que rescatarla. Sonrió para sí al pensar esto. Suerte de los amigos que tenía. Especialmente, suerte de tener a Eloril en su vida.

-También pienso que es mejor comenzar por volver a transformarme en llama. Seguramente esto iba a costarle lo suyo, si llegaba a conseguirlo. No podía centrarse en otro elemento si tan siquiera dominaba algo que ya había hecho anteriormente.   

Pyros creía que el fragor de la batalla fue lo que impulsó a Auriel de forma inconsciente a concentrar magia de fuego. ¿Acaso debía luchar contra algún oponente para intentarlo de nuevo?

El viaje prosigue hasta que se hace la primera parada y el carruaje hace un alto a un lado del camino al atardecer, casi en las afueras de la Ciudadela Arcana. Mientras los demás montan las tiendas y una fogata, Pyros hace un gesto para que le sigas.

 Auriel, ¿te apetece ahora hacer el experimento? - se gira hacia Arcadia y Stacey - Observad bien, porque es poco probable que volváis a ver algo similar en vuestras vidas.

Eloril te mira preocupado cuando nota la mano de Aidan en su hombro.

 Tranquilo, Pyros sabe lo que se hace y Auriel es mucho más fuerte de lo que aparenta.

 Lo sé, pero aun así me preocupo.

 Eres un buen novio. No te preocupes, si a ella le pasara algo ya me ocuparía yo de ocupar su lugar - le guiña un ojo y te mira con expresión burlona - Calma, solo bromeaba. Seguro que no le pasa nada.

Arcadia mira a Shariel, luego a Eloril y luego a ti, con curiosidad.

 ¿En qué consistía esa broma? No lo pillo.

Siguió a Pyros cuando él le hizo el gesto. Estaba claro que no era para estirar las piernas, el mago tenía algo en mente. 

-Sí, claro -ese momento era tan bueno como cualquier otro para llevar a cabo el experimento. Mentiría si dijese que no tenía un gusanillo en el estómago, pero no a razón del peligro, sino por el deseo de lograr su objetivo y el temor de no conseguirlo. Las palabras de Pyros a sus alumnas dejaban entrever que estaba convencido de que lo conseguiría. ¿Qué tendría en mente? 

Se giró un instante y vio el rostro de Eloril teñido de preocupación. Había besado su mejilla y le había tranquilizado antes de alejarse de él, pero el espadachín no había cambiado su expresión.

-Nada, no hagas caso. A Shariel le gustan mucho los contratos -dijo respondiendo a Arcadia y mirando a Shariel para que atendiese a su comentario- sobretodo la parte de la firma -añadió con picardía, riendo, tras hacer alusión al encuentro con el bibliotecario. 

 ¡Mírala! Hacía años que no te veía tan chistosa. Cómo se nota que conmigo cerca te sale lo bueno - se burla.

 Oh, creía que la broma iba más encaminada a una hipotética soltería de Eloril por si te pasara algo - la chica lo había entendido perfectamente - Pero si es lo que dices, entonces sí que no lo había pillado.

Y acto seguido toma nota. Shariel contiene a risa como puede.

 Maestro Pyros, tengo una pregunta... ¿qué es lo peor que podría pasarle a Auriel?

 Lo peor que podría pasarle... sería una combustión espontánea de dentro hacia afuera, en ese caso moriría instantáneamente. Por eso es primordial tener un dominio absoluto de la magia antes de intentar algo tan peligroso como imbuir magia en el interior del lanzador, un pequeño fallo y como mínimo sufrirías quemaduras internas difíciles de tratar.

Y ahora comenta eso el mago. ¡No ayuda nada!

 No hay nada de qué preocuparse. Si algo saliera mal podría criogenizarla y permitir un tratamiento de urgencia.

 Aidan... eso me inquieta aún más.

 Eloril, Aidan, la criogénesis es una buena solución, pero siempre es mejor usar el conjuro Vida Suspendida. No os preocupéis, ante el mínimo riesgo cancelo el experimento. Tampoco me interesa que le pase nada malo a Auriel, ¿sabéis?

 Además, yo puedo ejercer como sanadora, y más con mi mejor amiga. No os preocupéis.

 ¿Veis? Es mejor calmarse - se gira con una sonrisa tranquilizadora - Tranquila Auriel, sé que todo saldrá bien, confío totalmente en tus aptitudes mágicas. Cuando estés preparada intenta imbuir fuego dentro de tu cuerpo. Piensa que vas a hacer algo parecido al conjuro arma de fuego, solo que lo vas a hacer en ti misma en lugar de una espada.

Suena muy fácil, si no fuera que no conoces el conjuro que menciona el mago.

Sonrió ampliamente al escuchar a Shariel. Sin embargo, Arcadia no había entendido la analogía. En realidad no era tan complicado entender el compromiso de una relación como un contrato, pensó, pero explicarlo le quitaba toda la gracia, así que no añadió nada más. Auriel la miró extrañada al ver que tomaba notas.

Siguió caminando mientras escuchaba lo que una persona que se está jugando la vida no quiere oír. Decidió hacer oídos sordos. Lo último que necesitaba es hacerlo con inseguridad. Eso sí era peligroso. Así que dejó que especulasen. Si realmente pasaba algo, nadie podría ayudarla, así que más valía centrarse en hacer las cosas bien. 

Arrugó la nariz cuando Pyros le sugirió que imbuyese fuego dentro de ella con un procedimiento similar a hacerlo en un arma. No en pocas ocasiones había pensado aprender ese conjuro, sobretodo para favorecer a Eloril, pero siempre había encontrado algún otro que o bien le había sido de mayor utilidad o le había seducido más. El espadachín se las ingeniaba magníficamente sin necesidad de ello, y esa era la razón de haberlo aplazado en tantas ocasiones. Ahora, quedaba un poco extraño admitir que no conocía el procedimiento de realizar un conjuro de bajo nivel. 

-No conozco ese conjuro -admitió con franqueza- que impliquen fuego, dispongo de tres opciones: Bola de fuego, Invocar elemental y Rayo solar. Así que o procuro generar una bola de fuego dentro de mí, o bien creo un aura ígnea e intento que penetre a través de mi piel hacia el interior. ¿Qué opinas?

Parecía que hablase de algo teórico pero en realidad, sonaba a cosa de locos. Más valía que la teoría de Pyros fuese cierta. 

 Hum... es difícil de entender si no te lo muestro con un ejemplo. Eloril, desenfunda tu katana un momento, por favor.

 Vale - desenfunda su espléndida arma athariense y mira al mago - ¿Algo más?

 Sostenla un rato. Atended, chicas - pone la mano sobre el arma y empieza a murmurar unas palabras. La hoja se envuelve en unas intensas llamas que crepitan con tal violencia que podría encender la fogata cercana sin problema - No es lo mismo invocar una bola de fuego que imbuir las llamas en un objeto. Cuando invocas una bola de fuego lo que haces es crear y concentrar esas llamas en un punto, las controlas. Pero cuando imbuyes la llama en un arma lo que haces es otorgarle esa propiedad con el maná, fusionando momentáneamente la llama con el objeto por explicarlo de un modo sencillo - con un gesto con la mano el conjuro deja de tener efecto y la katana vuelve a la normalidad - Ya puedes envainarla nuevamente. Auriel, lo que necesitas es añadir la propiedad del elemento en ti misma, es lo que necesito que comprendas y tengas en mente. Añadir la llama en ti para que puedas convertirte en la llama. Y ésta es la lección de hoy. Stacey, Arcadia, ¿habéis tomado nota?

 Sí, ha sido muy instructiva y fácil de entender, maestro - responde Arcadia, quien toma notas de forma frenética.

Stacey observa embobada las notas de su compañera.

 Oye, ¿me pasarás luego tus apuntes?

 Ya sabes la respuesta: a cambio de que me invites a un zumo de arándanos.

 Hecho - esboza una amplia sonrisa.

El mago esboza una sonrisa contemplando a sus aprendices, y luego te mira.

 ¿Tiene alguna duda mi aprendiz más madura y aventajada? Si lo has entendido podemos empezar el experimento cuando estés preparada.

-No tengo dudas -respondió a Pyros. Había comprendido cuanto había dicho, pero otra cosa bien distinta era imbuir fuego sobre uno mismo. El mago había pedido a Eloril que enfundase el arma, lo cual significaba que no creía que Auriel necesitase probar el conjuro sobre un objeto antes de realizar el experimento sobre sí misma. Se tomó unos segundos. Realizar algo así era complicado, y concentrarse era algo esencial. El estar rodeada de tanta gente no era algo que ayudase a tal propósito, especialmente cuando tenían toda su atención puesta en ella e incluso iban tomando notas.

Suspiró. Si quería conseguirlo debía evadirse de todo y de todos. Anular su entorno. Centrarse en ella y en el conjuro. Visualizar únicamente su objetivo. Cerró lentamente los ojos e inspiró profundamente por la nariz, concentrándose en su respiración. Tras la tercera exhalación, elevó su brazo izquierdo en un movimiento pausado y colocó la palma de su mano derecha sobre el dorso de la otra, a escasos centímetros de distancia.

Estaba tranquila, concentrada y llena de determinación. Un resplandor comenzó a llenar el espacio entre sus dedos y fue extendiéndose sobre su piel. Las llamas comenzaron a crepitar sobre ella, pero la maga no se inmutó. Seguía con los ojos cerrados y la expresión seria, aunque relajada. No tenía miedo. Estaba totalmente concentrada y parecía que por el momento controlaba la situación.

Las sensaciones que sientes son familiares, iguales que en lo alto de aquella torre. Ese calor que entra en tu ser, ese poder, sientes que te conviertes en la llama misma. Y cuando quisiste darte cuenta te ves envuelta en una llamarada, una llamarada que no solo no te quema, sino que la sientes como parte de ti.

Estás tranquila, pero los demás no lo ven así. O como mínimo, Eloril.

 ¡Auriel está en llamas!

Se dispone a ir a ayudarte, pero Pyros le detiene extendiendo el brazo.

 Calma. El experimento ha sido un completo éxito. ¿Verdad, Auriel? - comenta el mago, visiblemente asombrado e interesado por el resultado - Cuando puedas explícame los cambios que has sentido, si te duele cuando lo haces, cualquier cosa.

Cuando las llamaradas se disipan pueden verte cambiada, llena de poder. Y con una actitud diferente, como aquella vez. Eres el fuego.

  ¡UOOOH! ¡QUÉ PASADA! - exclaman las chicas, muy impresionadas. Shariel por su parte está boquiabierta, incapaz de articular palabra alguna al igual que Cassandra, mientras Aidan observa con interés y una ceja levantada.

Abrió los ojos y miró a los demás a través de la cortina de llamas. Sonrió levemente, pero involuntariamente, los músculos de su mandíbula tibaron hasta dibujar una sonrisa mucho más amplia, pletórica.

-¡¡SÍIIIIII!! ¡¡LO HE LOGRADO!! Apretó los puños con firmeza como quien celebra haber conseguido algo muy complicado. Luego observó sus manos, sus brazos, sintiendo el inmenso poder que la comunión con el fuego le confería. 

Pyros preguntó qué había sentido y Auriel soltó una carcajada. 

-Desde luego no es apto para cardíacos, pero ¡no! ¡no duele! -el pelirrojo le había ayudado, sí que no tenía objeción en responder sus preguntas. Clavó su mirada en él- Me siento... ¡¡VIVA!!

Viva y tremendamente activa. Porque eso era lo que necesitaba. ¡Acción! Y lamentablemente, no había ningún Consejero por ahí al que darle caña. Miró en todas las direcciones torciendo el gesto. Parecía que no había ninguna fiesta que la pudiese satisfacer.

-¡Vaya caras! -exclamó divertida, gestualizando con el rostro y los brazos. Luego miró a las aprendices de Pyros y su mirada se tornó algo traviesa-. ¿Queréis ver más cosas interesantes? ¿Os gustaría ver otra transformación? -miró al mago con una sonrisa delatora. Era imposible saber si Auriel lanzaría o no fuego sobre Pyros. Por el momento parecía que estuviese conteniendo una explosión que pugnaba por expandirse.

 Interesante... es obvio que ese poder afecta a tu personalidad. La transformación es realmente interesante, pero me gustaría verte en acción - mira de soslayo a Aidan con una media sonrisa - Aidan, ¿podrías crear algunos objetivos de hielo?

El criomante esboza una sonrisa, muy confiado.

 Eso es pan comido. Cuenta con ello.

 Pero un momento. Quiero que los vayas creando uno a uno y en sitios diferentes, para hacerlo más dinámico y entretenido. ¿Podrás con eso?

 Aquí el experto en criomancia soy yo. Sigue siendo sencillo.

Eloril se acerca a Aidan y le murmura una cosa, y el criomante asiente con la cabeza antes de crear los primeros objetivos de hielo, cada uno en un lugar distinto. Curiosamente se parecen mucho a Kathos.

 Cuando quieras, Auriel. Ve destrozando toda figura de hielo que vaya creando Aidan.

Pyros se había librado hábilmente de la atención de Auriel desviando el objetivo de la maga hacia las figuras de hielo. Ella observó recelosa a Eloril cuando susurraba algo al oído de su hermano y poco después descubrió de qué se trataba. Tentada estuvo de lanzarle una pequeña chispilla ardiente hacia el trasero por obligarle a contemplar el afeado rostro de Kathos y recordarle lo ruin que era, pero se conformó con exhalar un quejoso susurro entre dientes.

Aidan era un gran artista, de eso no cabía duda, pero la elfa, lejos de contemplar su obra, solo sentía el impulso de destruirlas. Lanzó con violencia un rayo de fuego hacia la primera estatua, impactando directamente sobre la cara del semiorco. Comenzó a derretirse la nariz seguida luego de ojos y boca, que se desmoronaban hacia abajo lentamente, imitando la máscara teatral de la tragedia.

Luego dos látigos de fuego emergieron de sendas manos, el primero partió en dos la segunda figura, para poco después volver a ser partida por el segundo.

La tercera figura sufrió una descarga de meteoritos ignífugos. El primero directo al corazón, el segundo en la frente. La velocidad aumentó tanto que era difícil saber cómo continuaba la secuencia. Para cuando acabó con él, ya no quedaba más superficie a la que disparar.

El rostro de Auriel era una mezcla de concentración, clavando los ojos como si pudiese ver las mismas entrañas del hielo, rabia, emoción y placer. Placer malévolo. Estaba disfrutando de lo lindo destrozando las figuras y el hecho de que el rostro fuese de un ser despreciable, además de alimentar su ímpetu lo hacía más divertido. 

-¡¡MÁS!! -le pedía a Aidan mientras iba aniquilando a los clones. Todavía tenía mucha energía por liberar. 

-¿Un poco de lectura? -se dirigía esta vez a uno de los falsos Kathos. Un libro de fuego de proporciones gigantescas se acercaba a toda velocidad hacia él y al llegar a su lado se abrió por la mitad, avanzó y lo engulló abriéndose y cerrándose sobre él, devorándolo violentamente entre sus mandíbulas y haciéndole estallar- ¡yo te enseñaré a cuidar de los libros, canalla!

El fuego no había acabado con esa estatua, seguía mordiéndole y aplastándole, pero Auriel ya se dirigía a la carrera hacia una nueva. Se levantó en el aire y giró sobre sí misma, alzándose y estampando una furiosa patada en el rostro de Kathos. ¡KIAAAAAAAHH! Ahora parecía imitar los movimientos de un ágil luchador, impactando sobre los puntos débiles de su contrincante. 

-¡¡MÁS, MÁS, MÁS, MÁS!! -exigía con ansia.

El siguiente se vio rodeado por el fuego que provocaba la estela de la maga, quien corría en círculos rodeando a su nueva y brillante víctima. Se acercaba al epicentro hasta que se convirtió en un rugiente torbellino de fuego.

Si había más fuego de la cuenta no era algo que Auriel pudiese apreciar, y mucho menos, en esas circunstancias, pensar. Era puro instinto y no parecía cansarse en absoluto de destrozar cuantas figuras de hielo hiciese Aidan. Más bien al contrario, cuanto más destruía, más energía tenía para continuar haciéndolo. Se escuchaba una traviesa risilla mientras la maga cruzaba su particular campo de batalla de un lado a otro, veloz, envuelta en fuego y quemándolo todo a su paso. Los torbellinos de fuego compartían objetivo con proyectiles, bolas ignífugas, lanzas y cualquier otra cosa que pudiese ocurrírsele, cada vez en modo más acrobático y letal. No cabía duda de que se estaba divirtiendo de lo lindo pero también parecía que era algo que tomaba en serio. ¿Distraerla sería algo bueno o algo que lamentar?

Solo quedaba una figura de hielo, intacta, en el horizonte. Frenó en seco. La miró fijamente, como un depredador. Una ceja se arqueó mientras la comisura de sus labios ascendían anunciando que algo tramaba. 

Una fiesta de llamas y destrucción sucedía una y otra vez en cada estatua de hielo, de la cual solo quedaba restos de hielo y vapor. La intensidad de las llamas iba en aumento, destruyendo cada estatua de hielo de una forma cada vez más creativa y espectacular, logrando que las chicas soltaran un "oooh" cada vez que hacías algo nuevo.

Y solo queda una figura, que de no saber que es una simple estatua de hielo jurarías que estaba temblando de miedo. Observas a tu objetivo con mirada depredadora, y te preparas para dar el colofón final con ella... pero Eloril salta para hacerle un placaje y derribarlo antes de liarse a puñetazos, encorajinado.

 ¡No te acerques nunca más a mi Auriel! - soltaba entre puñetazos que solo lograban que él mismo se hiciera daño - Au, mierda...

 Otra vez se vino arriba, como cuando tenía 7 años... - murmura con una leve sonrisa.

Eloril acaba destrozando la estatua con una piedra y se aparta de los restos ligeramente avergonzado.

 Lo siento, al final me dejé llevar - se ríe tímidamente mientras se rasca la cabeza.

Pyros había observado todo aquello con gran interés (y una amplia sonrisa).

 Ha sido alucinante, Auriel. Una ejecución tan espectacular como expresiva, acompañado por unos movimientos elegantes y refinados. Todo un ejemplo de cómo debe ser un mago: elegante y eficaz.

  ¡UOOOH! ¡QUEREMOS SER COMO AURIEL!

El mago pelirrojo suelta una carcajada.

 Fíjate, has ganado un par de fans. Ahora deberías aprender a desactivar tu habilidad. Vamos a ver... quizás... es posible que sientas una llama dentro de ti. Si es así intenta menguarla hasta apagarla, eso debería funcionar.

Es como dice Pyros, notas una intensa llama en tu interior que alimenta y potencia tu poder.

Ahí estaba. Impasible, intacta, perfectamente tallada. Y aun así, parecía que una gota de hielo traicionaba su integridad resbalando disimuladamente por su sien.

Una sonrisa ladina se dibujó en el rostro de Auriel. Sí. Éste pedía a gritos un corte limpio. Le otorgaría el final de algunos grandes reyes de la historia.

En la punta de su índice apareció un punto de luz que se extendió horizontalmente en una fracción de segundo, dibujando una línea de fuego fina e intensa. Un ángulo más elevado revelaba cómo esa línea no era tal, sino que tan solo definía el borde de un disco letal que giraba a una velocidad de infarto. El semiorco de hielo iba a morir decapitado por el disco afilado que seccionaría su cabeza y separaría la figura en dos partes perfectamente definidas. Debía ser un corte perfecto, totalmente alineado y que dañase tan solo la superficie del cuello necesaria para tal efecto.

Auriel pensaba que de estar vivo, seguramente el orco hablaría, y seguiría hablando incluso un segundo después de haber perdido literalmente la cabeza. Soltó una risilla, afinó la vista y seleccionó el punto clave. Cuando lo tuvo... Eloril se abalanzó sobre la estatua y le fastidió la fiesta! La cara de la elfa era de fastidio y profunda decepción. Le costaba retener su arma ignífuga. ¿Por qué se interponía? No le dejaba acabar y eso encendía su ira. Esperó seria, mirándole con ojos achinados, a que se alejase, y cuando lo hizo, lanzó el disco clavándolo en la tierra, en medio de los pedacitos de Kathos que el espadachín había esparcido. Todavía giraba verticalmente sobre sí mismo, echando humo, cuando ella le miró furiosa, dejando entrever que de ser otro no habría sido tan compasiva ni habría esperado a que se apartase.

Respiró profundamente mientras las palabras de Pyros llegaban a sus oídos en forma de valoración. Sentía una mezcla extraña de satisfacción y frustración, como un niño que ha disfrutado mucho pero al que se le acabó el juego. 

¿Ahora debía apagar sus llamas? Hubiese preferido continuar. ¿Acaso alguien pensaba que el hecho de no quedar estatuas frenaba su impulso? No. Eso solo había canalizado su objetivo, nada más. Por supuesto sentía esa llama de la que hablaba Pyros y también sentía que podía destruir todo cuanto tenía a su alcance.

Las dos mitades de su cerebro alternaban la balanza hacia uno y otro lado en busca de la decisión final. 

Pasados unos minutos, las llamas alrededor de Auriel fueron decreciendo. Su cuerpo fue enfriándose hasta volver a la normalidad y finalmente su mirada se refrescó adquiriendo su característico color turquesa.

-Gracias Pyros -sonrió al piromante, acompañando sus palabras con un gesto de cabeza.

 Buen trabajo. Ahora podríamos probar con otro elemento. ¿Con cuál te gustaría probar? ¿Con aire? ¿O quizás agua? - pone énfasis a lo último con una sonrisa audaz. Está evidentemente interesado en tu habilidad y sus posibilidades - Escoge con qué elemento quieres probar y ver si podría funcionar.

Eloril apenas se atreve a mirarte, avergonzado por fastidiarte la última diana.

 Sabes que si no llega a quererte tanto te habría achicharrado, ¿verdad? - le murmura Aidan, a lo que Eloril responde tragando saliva. Cassandra y Shariel se ríen por lo bajini.